Un futuro para los ‘Montes de la Abundancia’

Pinares en el municipio de Orea, en Guadalajara.

El proyecto Go ProRural demuestra en municipios de muy baja densidad cómo la modernización de una gestión forestal sostenible es factible y genera empleo y desarrollo en zonas rurales ‘abandonadas’. Nos vamos a esta preciosa pero muy deshabitada zona, los Montes Universales, entre Aragón y Castilla-La Mancha, a comprobar en qué consiste este proyecto y cómo puede servir de inspiración a muchos otros pueblos que se van ‘vaciando’ de gente.

En el municipio de Orea (Guadalajara) tienen unos extensos montes públicos que durante décadas les dieron la vida, pero que acabaron abandonados en ese devenir de las migraciones hacia las ciudades que vació pueblos y dejó los bosques en un olvido que hoy se paga caro cuando se convierten en cenizas. Revertir esta situación es el objetivo del proyecto Go ProRural que han coordinado diferentes instituciones para incentivar la vuelta a una producción de recursos maderables que puede ayudar a proteger los árboles, a la vez que se genera desarrollo rural sostenible que frene el despoblamiento.

Los resultados de Go ProRural no han podido ser más claros: La calidad de los Montes Universales en el Alto Tajo es muy alta y fácilmente aprovechable para su uso en la construcción y en estructuras. Tanto el pino silvestre como el albar, que crecen en 70 kilómetros a la redonda de Orea (Castilla-La Mancha), el otro municipio implicado, Orihuela del Tremedal (Aragón) y unos cuantos más, pueden tener una excelente salida en el mercado y están siendo desaprovechados, pese a que serían un negocio rentable y con futuro. Los estudios que han llegado a esta conclusión han sido coordinados por la Fundación COPADE, de la mano de ambos ayuntamientos, más FSC España, Azentúa, Leroy Merlin España y la Fundación Centro de Servicios y promoción forestal y de su Industria de Castilla y León (CESEFOR). Gracias a esta colaboración, ha sido posible una exhaustiva y pionera investigación en la que no han faltado análisis de laboratorio sobre la calidad de la madera ni estudios sobre la capacidad de producción de las diferentes zonas.

Para la alcaldesa de Orea, Marta Corella, lograr ahora que algún inversor se interese por la propuesta, una vez comprobada la calidad y rentabilidad de sus árboles, es el siguiente paso fundamental para instalar una planta de procesamiento: “Esperamos que los haya, porque está claro que es una madera excepcional y necesitamos reordenar nuestros montes. El plan de ordenación forestal que tenemos es de 2012 y está al 20% de su ejecución, aunque ya acaba en 2026. Si no sacamos madera, se acumula en el monte y, a falta de gestión, llega el fuego. ¿Queremos bosques o cenizas?”, se pregunta.

El estudio que demuestra la viabilidad económica precisa que para una planta que obtenga  4.500 m3 de madera al año requiere una inversión aproximada de unos 1,7 millones de euros, más los costes fijos y variables anuales, teniendo en cuenta el precio de mercado de este tipo de productos. Así, se obtendría una rentabilidad en apenas 5 años.

Corella recuerda cómo su pueblo, hoy con 200 habitantes, llegó a tener un millar a mediados del siglo XX. Los Montes Universales, que incluyen también parte de la Sierra de Albarracín y el llamado Bosque de la Abundancia (nombrado Bosque del Año en España) quedaron fuera de la desamortización de Mendizábal en la segunda mitad del XIX, considerándose como montes públicos. Y así se recogieron en el Catálogo de Montes de Utilidad Pública de 1900, que sigue en vigor. “Siempre hubo una gestión productivista, que fue cambiando de un modelo de repoblación por zonas a otro de entresacas, pero hoy lo poco que se consigue se destina sobre todo a embalajes, que es lo menos rentable, cuando hay vigas estupendas de árboles que crecen lento a una altitud de 1.500 a 1.800 metros. La realidad es que teníamos 1.000 habitantes en 1950 y ahora somos pocos, sin alternativa económica porque han desaparecido las serrerías y carpinterías que había”, explica la alcaldesa.

Cambiar el rumbo fue lo que la impulsó a promover este proyecto, financiado al 80% por el Fondo Europeo Agrario de Desarrollo Rural (FEADER), con 560.000 euros, y gestionado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Con el informe final conseguido, ya es indiscutible que se trata de una zona apta para la ubicación de una industria de fabricación de Madera Laminada Encolada (MLE) con capacidad para generar hasta 5.400 metros cúbicos anuales.

Primero se hizo un muestreo en una treintena de parcelas de la madera que había y se estudiaron características como su elasticidad y su resistencia. También se analizaron los planes de ordenación vigentes, comprobando cómo la gestión en Orea, que tiene certificado FSC en sus montes –Orihuela del Tremedal ha iniciado ya el proceso para tenerla– ha favorecido la conservación de la diversidad de especies; en concreto, la conservación de rapaces y flora amenazadas. A la vez , se verificó el mantenimiento y la mejora de la capacidad de las cuencas hidrográficas de purificar y regular los flujos del agua. A ello se sumó después un estudio de la huella de carbono de la futura industria y otro de los servicios ecosistémicos que proporcionará ponerla en marcha.

Go ProRural incluye en su análisis el impacto que tendrá una futura empresa en el empleo rural, detallando que con ella se crearían unos 28 puestos de trabajo directos, pero habría otros nuevos indirectos, a través de las cooperativas que ya están en marcha en la comarca. “Con el modelo de negocio diseñado, el siguiente paso es lograr que el sector empresarial se interese en invertir en el sector forestal de Montes Universales-Alto Tajo, teniendo en cuenta que el proyecto ha definido un modelo de titularidad mixta público-privada para implementar el modelo de negocio”, aseguran también desde COPADE.

Desde FSC España, por su parte, destacan la importancia de poner en valor una zona cuyo bosque está infrautilizado, hoy con una actividad económica mínima, que lleva a la despoblación. “Lo que se pretende es implantar un proceso de economía circular para aprovechar el 100% de la madera que sale del bosque y, para ello, era necesario diseñar primero la tipología de productos más idóneos y ver la viabilidad de la empresa, de la que también se puede sacar subproductos aprovechables, como cortezas, serrín o virutas, que sirven para obtener bionergía”, señala su portavoz, quien destaca que, en total, podrían ser más de 60.000 hectáreas las susceptibles de un aprovechamiento como explotación forestal en 70 kilómetros a la redonda; en total, más de 50 ayuntamientos.

Además de la certificación FSC, que garantiza que la actividad y gestión forestales se realizan de forma responsable, se ha propuesto también un sistema de trazabilidad basado en tecnología blockchain, para que la persona consumidora final de esa madera conozca en todo momento los pasos que ha recorrido desde el bosque hasta su hogar, siendo garantía de su gestión sostenible.

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