Un tal Marlowe
John Banville ha sabido recrear, con el inigualable estilo de Chandler, al detective Philip Marlowe y la ciudad de Los Ángeles de los años cincuenta. En su libro ‘La rubia de ojos negros‘ acepta el complicado reto del que sale más que airoso.
Entre los libros que llevaría en mi mochila en el caso de que me fuese a una isla desierta uno de ellos sería, sin duda, El largo adiós, de Raymond Chandler. Tal vez algunos lectores y críticos la circunscriban con desdén al género negro, pero como no creo en las fronteras, tampoco literarias, considero que El largo adiós no solo es la mejor novela de Chandler, sino una de las indispensables de las que se escribieron en el siglo pasado.
Sobre la trascendencia de los géneros habló, o más bien escribió, el propio Chandler, sobre todo en sus cartas, que siguiendo la lógica eran algo más que cartas. En una de las que envió a su agente, Helga Greene, escribió: “Aceptar un género mediocre y sacar algo parecido a la literatura constituye toda una hazaña. Me dicen –no lo digo por referencias propias– que ahora hay cientos de escritores que se ganan la vida de algún modo gracias a la novela de misterio, y todo porque yo la hice respetable e incluso digna. Pero, qué demonios, ¿qué otra cosa puedes hacer cuando escribes? Haces lo que puedes con el medio de que dispones”.
Como saben, Chandler –dipsómano, periodista, crítico literario, alto ejecutivo de una petrolera– es el creador del legendario Philip Marlowe, un detective peculiar, un hombre solitario, sin apegos, sin propiedades, con una coraza de hombre duro pero con un corazón de oro, que no pretende cambiar el mundo aunque con su trabajo consigue que el mundo sea un lugar más justo, alguien capaz de ver más allá de las apariencias.
¿Qué tienen en común Chandler y su Marlowe?, se preguntaba en un interesante artículo J. M. Servín en la revista Letras Libres: “La dificultad para lograr sus metas y una dipsomanía lúcida que a uno le permite innovar un género a través de siete novelas, y al otro convertirse en el medio de expresión para plasmar una visión del mundo que, como pocas, exhibe el lado oscuro del estilo de vida americano. La simbiosis entre ambos logra chispeantes y achispadas narraciones, diálogos vivos impregnados de un sentido del humor cruel afín al individualismo que define la personalidad de la sociedad estadounidense”.
Ahora, John Banville (Wexford, Irlanda, 1945), uno de los estilistas más brillantes de la lengua inglesa y candidato al Premio Nobel, se ha colocado el sombrero de su alter ego literario, Benjamin Black, para revivir a Philip Marlowe en La rubia de ojos negros (Alfaguara). Como Benjamin Black, el autor irlandés es autor de varias novelas negras ambientadas en el Dublín de los años cincuenta y protagonizadas por el forense Quirke. Novelas escritas en poco tiempo, con elegancia y pulcritud, “obras de artesanía” que han cosechado un gran éxito de público. El género negro le permite a Banville pagar la hipoteca y escribir las novelas en las que puede tardar años y que firma con su nombre real.
Recrear (con el inigualable estilo de Chandler) a Marlowe y la ciudad de Los Ángeles de la época (años cincuenta) eran un reto y Banville ha salido más que airoso. Desde el inicio de La rubia de ojos negros nos creemos la voz narrativa de Marlowe y nos metemos en su piel, en una nueva entrega (quizás no sea la última, según ha confesado el propio autor), en la que lo de menos es la trama. El detective se ve arrastrado en su investigación por el amor/desamor de una “mujer fatal”, mientras nos muestra a los lectores un poco de luz en este mundo de tinieblas. Los herederos de Raymond Chandler no podían haber elegido a nadie mejor que Banville/Black para revivir a Marlowe, uno de los últimos románticos, como el propio Banville.
Y ya que hablamos de Marlowe, vale la pena leer Un buen tipo demasiado sentimental, uno de los once cuentos que integran La piel de los extraños (Menoscuarto), con el que Ignacio Ferrando (Trubia, 1972) obtuvo el Premio Setenil 2013 al mejor libro de relatos. Philip Marlowe se enfrenta a su creador en un divertido juego metaliterario. Como digo, se trata de uno de los relatos que integran un estupendo libro en el que, con una prosa minuciosa y precisa y un punto de partida que siempre es metafísico, Ferrando (ingeniero y profesor) nos habla de la importancia del azar y de las matemáticas en nuestras vidas, de los estragos del fanatismo, de la extrañeza ante el otro, de reencuentros y de mujeres heroicas que sobreviven a un campo de concentración, del perdón y de la pérdida de la identidad. De la imposibilidad de comprender del todo.
Comentarios
Por Sharkasmo, el 23 abril 2014
JORDI, JOSELU, JAVIER son las 3 nuevas entregas de la novela-blog LOS HIJOS DEL PORNO. A leer que es el día del libro http://bit.ly/1ecNBmC
Gracias!!