Un viaje allí donde plantas y artistas se unen para hablarnos
“Somos naturaleza y es lo mejor de lo que somos”. Fue una de las frases del artista Eugenio Ampudia durante la jornada de inauguración y presentación a la prensa de la 7ª edición del Festival FLORA (Festival Internacional de las Flores), celebrado en Córdoba hasta mañana, 24 de octubre. Cinco artistas internacionales llegados desde Alemania, Canadá, España, EE UU y Singapur han reinventado grandes patios de la ciudad de los patios con flores y plantas, con instalaciones vegetales que tenían este año el leit-motiv de la interacción entre especies. Ha sido el equipo asiático denominado This Humid House quienes han conseguido el primer premio, con una muy sostenible instalación construida básicamente con restos de podas de palmeras, y un mensaje claro: dar cobijo a aves e insectos, a los grandes polinizadores que mantienen la habitabilidad del planeta.
La instalación de Eugenio Ampudia con la colaboración de Alejandro Banegas, Un pensamiento vegetal (en el Patio de Vimcorsa, Vivienda Municipal de Córdoba), simula la conexión entre tres grandes neuronas –sinapsis–, convertidas en grandes esculturas de metal y escayola con flores incrustadas, sobre todo flores silvestres y orquídeas –representantes de la escala más evolucionada del universo floral–. La ambientación sonora reproduce los chasquidos registrados en laboratorio que emiten las plantas del tabaco y las tomateras ante situaciones de estrés como la falta de agua. Impactante, muy en la línea de los descubrimientos que en los últimos años están realizando investigadores en neurobiología vegetal y difundidos a través de libros como los del italiano Stefano Mancuso (El futuro es vegetal, Sensibilidad e inteligencia vegetal, La tribu de los árboles…) y Planta Sapiens. Descubre la inteligencia secreta de las plantas (Seix Barral), de Paco Calvo y Natalie Lawrence. No han ganado Ampudia/Banegas, pero la aprobación del público ha resultado abrumadora.
Quien ha ganado –25.000 € de premio– ha sido el juvenil equipo de Singapur/París This Humid House, con una muy vertical propuesta entre magnolios, en el Patio del Reloj de la Diputación de Córdoba, realizada con miles de tiras de bambú, 200 hojas de palmeras y 60 racimos de dátiles, y dando forma a un nuevo hábitat interespecies, incluyendo el mundo vegetal, aves e insectos. Hay que reconocerle al jurado –compuesto por Tadao Cern, ganador de la pasada edición de FLORA; Lucía Casani, directora general de la Fundación Daniel y Nina Carasso, y Disbel Roque, de la asociación Paisanaje– que ha premiado la obra que más se adapta al concepto multiespecie / interespecie, elegido como tema de este año, y al imprescindible cuidado por la sostenibilidad que ha de regir un evento de estas características. Los representantes de This Humid House destacaron al recoger el premio sentirse impresionados por “el intercambio de energía con el numeroso público que acude a ver las instalaciones”. Reconocieron que competir con los magnolios de su patio era un reto, así que optaron por el menos es más.
El segundo premio –10.000 euros– ha sido para la neoyorquina Emily Thompson en el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral de Córdoba, un lugar que impresionó a esta artista de la botánica desde que recaló en él –“poder trabajar en la mezquita, con toda su historia y significado, ha sido un proyecto muy, muy estimulante”. Ha construido una especie de tres altares muy pictóricos (pueden recordar a los brochazos de Van Gogh) en la fachada cegada de la mezquita con un acebuche (olivo silvestre) como gran figura central, y cientos de calabazas y cactus en una especie de ofrenda a la memoria y la naturaleza. “Investigué el paisaje de Al Andalus y vi que el elemento icónico era el olivo”.
En el Patio de las Columnas del acogedor Palacio de Viana, la canadiense que firma como Coyote Flowers ha desplegado varias esculturas florales con una paleta muy restringida de color –blancos, verdes y burdeos–, a partir sobre todo de lirios dobles, hortensias y orquídeas, en etérea alusión al surrealismo de Dalí y con un lema claro: “Todo está conectado”. El título de su composición: El ser deshilachado. Su artífice, Lauren Sellen, quiso destacar “el alma de Córdoba, la mezcla de tranquilidad y energía que transmite esta ciudad, sus raíces tan profundas y su atención a la belleza”.
Y la alemana Carolin Ruggaber ha construido en el Palacio de Orive un gran rosco –o estructura ovoide– con esqueleto de metal cubierto de uvas y helechos, sobre todo culantrillos (casi 5.000 pequeñas plantas), que dialoga con la tecnología, representada en una serie de focos y espejos. Eso sí, Ruggaber subrayó que, al contrario de lo que a menudo sucede en el mundo, es la naturaleza la protagonista y la tecnología está puesta a su servicio.
El Festival FLORA está dirigido por María Van den Eynde (con dirección artística de Emilio Ruiz Mateo) y cuenta con el apoyo de 130 empresas e instituciones, entre las que destacan el Ayuntamiento y la Diputación de Córdoba. Además de los sustanciosos premios, que han dado fama mundial a este certamen entre los artistas florales, la organización de FLORA concede 28.000 € a cada uno de los cinco equipos para producir sus monumentales esculturas vegetales.
Final con Guerrilla Floral
La programación y despliegue de instalaciones de FLORA, con visitas guiadas incluidas, concluye mañana (más de 100 actividades durante 12 días); pero aún el viernes 25 se celebra la popular Guerrilla Flora, en la que un grupo de floristerías cordobesas, junto con integrantes de los colectivos sociales Adis Meridianos, APIC y Proyecto Puerta Verde, realizan instalaciones florales efímeras con los restos vegetales de esta séptima edición. Además, el viernes están programados un solo de danza de Kino Luque sobre la coexistencia del mundo animal y vegetal en la Diputación de Córdoba y la II Velá de las Flores con una clase magistral de Juan Zamora en la Casa de la Juventud.
El fin de semana de apertura pudimos comprobar la masiva asistencia de público a las instalaciones (entrada gratuita, larguísimas colas), pero no deja de quedarnos la duda de si más que interactuar con el mundo vegetal desplegado en los patios, la gente no interactúa mucho más con la tecnología, porque entre las instalaciones de FLORA y los seres humanos prácticamente al 100% se interpone una pantalla de móvil. Mientras, las tomateras seguirán emitiendo quejidos, los culantrillos nos mirarán con frescura y magnolios, naranjos y palmeras de los patios cordobeses se comunicarán entre sí y quizá se digan: preparaos, que vienen los de FLORA un año más.
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