Una clase práctica de fotografía con el genial Elliott Erwitt
A punto de estrenar las vacaciones, un grupo de alumnos de la Escuela Superior de Audiovisuales The Core ha visitado la exposición del fotógrafo Elliott Erwitt en la Fundación Canal de Madrid, por iniciativa de una de sus profesoras en el curso que acaban de cerrar. “Para que una fotografía sea buena, debe tener equilibrio, forma y fondo”, decía siempre el gran fotógrafo. Recorrer la muestra comprobando que las tres premisas se cumplen en cada una de las obras ha sido para ellos una de las mejores clases prácticas de este final de curso. Es otra manera de acercarnos a una de las exposiciones estrella de la edición 2024 de PHotoEspaña. Hablamos con Estrella Rivero, la maestra promotora del plan, y con Yomara Navarro y Mario García, dos de los alumnos que han recorrido ‘La Comedia Humana’.
Gracias al fotógrafo Elliott Erwitt (París, 1928 / Nueva York, 2023) sabemos por fin que “colocarse a la altura del zapato” es una de las posiciones más dignas que puede adoptar el ser humano. ¿Cómo llegó el socio y presidente de la prestigiosa Agencia Magnum a semejante conclusión? Practicando lo que ya se conoce como “perspectiva perruna”. Con tan solo 18 años, Erwitt recibió el encargo de ilustrar una campaña publicitaria de botas de señora. ¿Quién tiene la mejor vista de los pies de la modelo? Su mascota, en este caso un perrito. Fruto de ese experimento es, entre otras, la fotografía oficialmente titulada Nueva York, EE UU, 1946, una de las piezas más observadas por los visitantes de la exposición Elliot Erwitt. La comedia humana, programada por el Festival PHotoEspaña y comisariada por Andréa Holzherr, compañera del fotógrafo en la agencia Magnum.
Erwitt supo rentabilizar bien aquel encuadre. Por lo que aportó a la originalidad de su trabajo, pero también por su veneración hacia los perros, seres que consideraba “personas con más pelo”. Elogia también las virtudes de los canes cuando ejercen de modelos. “No son exigentes, no se quejan y no te piden copias de las fotografías”, aseguraba Elio Romano Erwitt, con su fantástico sentido del humor.
La comedia humana reúne 135 fotografías en una muestra dedicada a uno de los mejores fotógrafos de todos los tiempos, y la primera organizada después de su muerte el 23 de noviembre de 2023 en Nueva York, a los 95 años. Escenas sin título sobradas de humanidad, buen humor, ironía, sarcasmo y un privilegiado sentido de la observación, reservado a los genios que saben exprimir su sentido de la vista. Una intencionada ausencia de datos que obliga a cada espectador a inventar una historia. Buen ejemplo es la fotografía que nos da la bienvenida en las salas de la Fundación Canal en la Plaza de Castilla de Madrid. Tres hombres y una mujer sentados en un sofá. Demasiado apretados a pesar de que les sobra espacio. Su vestimenta es elegante; hasta el más joven lleva corbata, y la dama no ha escatimado ni tiempo ni laca en la elaboración de su peinado altivo. Todo hace pensar que la familia está de fiesta, aunque no parece que los cuatro se estén divirtiendo por igual. Una localización y una fecha (como en el resto de las imágenes) son las únicas certezas: Shereveport, Luisiana, EE UU, 1962.
Erwitt y la serendipia: “Puedes encontrar imágenes en cualquier lugar. Es simplemente una cuestión de sentir las cosas y darles forma. Sólo tienes que preocuparte por lo que te rodea y tener en consideración la humanidad y la comedia humana”, aseguraba el propio fotógrafo, también fotoperiodista, que siempre renegó de ser llamado artista. “Era un hombre tímido, al que le encantaba observar a los demás, un ornitólogo urbanita”, explica la comisaria Andréa Holzherr. “Con gran sentido del humor, anima a que el espectador disfrute con el chiste de sus imágenes”.
La exposición se divide en tres secciones dedicadas a lo que más le inspiraba: las personas, los animales y las formas. En la primera, todo son escenas comunes convertidas en insólitas. Instantes captados sin planificar. Observando gente en calles y museos. Miradas en Matrioska. El visitante contempla lo que Erwitt ha visto en las personas que a su vez clavaban sus ojos en un cuadro. El proceso empieza y acaba en el mismo lugar: una sala llena de arte. “Un juego de espejos; eran fotos robadas, porque en aquella época no se permitía tomar imágenes en los museos”, apuntaba Holzherr en la presentación. En la segunda sección comprobamos la fotogenia de los animales con los que el artista se cruzaba, casi siempre perros. Y en la tercera están colgadas sus fotos más abstractas y sus composiciones más originales. «El blanco y negro es su seña de identidad. Proponemos una amplia visión de su obra, excepto su trabajo comercial, que en general era en color”, explica la comisaria. “El color es descriptivo. El blanco y negro más interpretativo”, dijo el artista en más de una ocasión.
Vamos con la mirada de otros que no sean la periodista que esto firma. Estrella Rivero es profesora de Audiovisuales en los ciclos de Realización de espectáculos e iluminación y captación de imágenes. Enseña en varias aulas de unos 20 o 30 alumnos de la Escuela Superior de Audiovisuales The Core. A finales de junio decidió organizar una vista a esta exposición con 25 estudiantes de producción y realización. ¿Con qué objetivo, además de disfrutar de las obras del genio? “Estudiar la composición de las imágenes y saber encuadrar figura en nuestro temario básico. Habíamos hecho un ejercicio en clase sobre el peso visual, que luego les cayó en un examen”, nos cuenta Estrella. ¿Peso visual? “Sí, consiste en saber dónde colocas los elementos, porque en función de cómo sitúes cada uno, se facilita o no la lectura de la imagen. Son aspectos que tratamos desde el punto de vista teórico y a veces en alguna práctica. Pero es irreal trabajar solamente en el aula, nos interesa también el aspecto físico y aprender de otros. Quienes se dedican a escribir leen, o deberían hacerlo. Pues cuando compones, tienes que observar, el concepto más fuerte que hay en esta exposición. Justo en estas fechas, rozando el fin de curso, pensé que sería muy interesante aprovechar que las obras de Erwitt estaban en Madrid. Es una exposición impecable como trabajo de calle. Libre, irónico y con gran sentido del humor”, sigue Rivero.
Estar frente a una foto de Erwitt te convierte en algo más que un simple espectador. “Él nunca fue un voyeur, sino un flanêur”, continúa Estrella. “Erwitt pasea, observa e ironiza. Utiliza la mirada de un perro como punto de vista, o retrata a los visitantes de un museo, colocándolos en otra realidad. Luego está el detalle de que jamás titula las fotos. Tan solo indica el lugar y la fecha, no hay más pistas. De esta forma no te condiciona; más bien te invita a imaginar”.
Una de las estudiantes, Yomara Navarro, tiene 19 años. Nos sorprende saber que quiere ser actriz, pero entendemos sus razones para estudiar estas materias cuando nos aclara que para ponerse delante de la cámara no está de más saber cómo transcurre el proceso cuando se está detrás. “Me interesa saber qué pasa en uno y otro lado”. Además, le digo, los actores hacen bien en tener siempre un Plan B. ¿Quién le dice que no acabe dirigiendo? El propio Erwitt tuvo sus incursiones en el cine y la televisión en los años 70 del siglo pasado. Dirigió y produjo varios cortos notables (Arthur Penn: The Director, 1970; Beauty knows no pain, 1971 o The glass makers of heart, 1977) y en los años 80 participó en cerca de una veintena de producciones para HBO.
A Yomara le sorprende para bien “la escasa o nula preparación que parece haber detrás de cada foto”. “Se concentraba en el momento y conseguía transmitir muchas cosas. Confieso que no conocía a Erwitt, pero Estrella [la profesora] nos habló bastante de su obra. Me encanta la serie de los perros. Es una manera de acabar con el egocentrismo de las personas, que quieren ser siempre el punto principal de las fotografías. Los ángulos gusano son espléndidos”.
Hungría, 1954 es la instantánea que más ha llamado la atención de Mario García, de 21 años, otro de los alumnos de Estrella Rivero. “La composición es extraordinaria. A un lado de la imagen, un grupo de gansos parecen desfilar formando un grupo casi perfectamente colocado. A la derecha, las chicas jóvenes en parecida actitud. Todos de espaldas al objetivo. ¿Se trata de establecer diferencias entre lo humano y lo animal, o todo lo contrario?”, se pregunta Mario entrando en el divertido juego de inventar un cuento para cada instantánea.
A lo largo de este curso, Mario ha descubierto que le atrae más la televisión que el cine. Y que le encanta la fotografía, aunque esté estudiando vídeo. Recordando otra frase de Erwitt –“no importa qué cámara utilices, lo importante es lo que captures con ella”–, les pregunto: Vosotros, ¿con qué hacéis las fotos?. “Con el teléfono”, responden ambos al instante. Los tres miramos a la profesora, queriendo saber qué opina. “El teléfono es una herramienta más, pero siempre les digo que compongan bien la foto”.
A Rivero no le gusta el exceso de edición. “El proceso actual es mucho más rápido e inmediato, porque el digital te permite hacer un montón de fotos. Pero ¿qué os digo siempre?”. “Que cuidemos la composición, porque no le gusta que las recortemos luego”, responde Yomara.
¿Y qué hay de los filtros?, inquiero. “No le gustan tampoco”. (Risas). ”Existen y se trabaja con ellos”, habla la profesora. “Pero les insisto en que tienen que aprender de origen. La edición se utiliza casi siempre para tapar errores”.
‘Elliott Erwitt. La Comedia Humana’. Hasta el 18 de agosto en la Fundación Canal. Madrid. Festival PHotoEspaña.
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