Uno de cada 10 españoles es negacionista del clima pese al verano extremo

Fotomotaje: Pixabay.

Esta semana hemos sabido que el verano que acaba de terminar ha sido el sexto más caluroso desde que contamos con una secuencia de datos comparables; es decir, desde los años 60. A pesar de eso, de las olas de calor, las tormentas y las inundaciones, uno de cada 10 españoles sigue siendo negacionista del cambio climático, según una encuesta encargada por la Fundación AXA y presentada recientemente.

No es el único dato sorprendente sobre el negacionismo revelado por este estudio sobre la percepción ciudadana en España ante el cambio climático (elaborado por Sigma 2 con una muestra de más de 5.000 personas). En ese porcentaje, el segmento mayoritario corresponde a hombres de entre 45 y 65 años, con un nivel económico medio-alto.

El estudio señala que, a pesar de que 8 de cada 10 españoles creen que el cambio climático se ha agravado en los últimos años, durante este verano se ha acuñado mucho el término del psicólogo Peter Kahn “amnesia climática”, “un fenómeno por el que las personas, debido a la progresiva aceleración del cambio climático, olvidan cómo eran las condiciones climáticas normales en el pasado, lo que les lleva a considerar como normales eventos extremos que antes eran inusuales”. Repetimos: el verano de 2024 ha sido el sexto más caluroso de los últimos 65 años. No es que los periodistas ambientales, científicos y meteorólogos demos la turra, no. El 21 de julio de este año se alcanzó un récord histórico, cuando la temperatura media global se situó en 17.09 grados C.

Mirando el lado positivo, el concienciado, hay que destacar que la encuesta arroja que el cambio climático es considerado ahora el principal reto al que se enfrenta la Humanidad, por delante incluso de los conflictos armados. Gracias a la ciencia, no han dicho que los inmigrantes, como salió a relucir recientemente en el último barómetro del CIS. Los jóvenes, según este estudio, son los más concienciados con el problema. Es lógico que las aseguradoras, como AXA, estén preocupadas por lo que se les viene encima con los fenómenos meteorológicos adversos y catastróficos. De hecho, en California hay últimamente una preocupante espantada de aseguradoras que no ven factible firmar pólizas de seguros de hogar en ese Estado ante el azote continuo de olas de calor y gigantescos incendios forestales.

A la pregunta de si creen urgente tomar medidas en este sentido, el 83% contestaron que sí. Pero, como es habitual en las encuestas, rápidamente surgen escaqueos y contradicciones. Así, la mayoría cree que la principal responsabilidad para tomar medidas ha de venir de los organismos internacionales y del Gobierno de España, muy por encima de la sociedad civil; cuando, sin embargo, contestan que los ciudadanos tienen y han de tener un importante papel activo, clave, en este crucial reto. A la mayoría les mueve el impacto del cambio climático sobre la salud.

Entre esas medidas a tomar, las más citadas: mayor eficiencia en la gestión del agua y la reforestación. Eso sí, pocos ven que sea necesario un incremento de impuestos.

Respecto a las causas, siete de cada 10 personas achacan el deterioro del planeta a la acción del ser humano. En diversas preguntas, los ciudadanos que viven en Cataluña y Canarias son los que muestran una concienciación ligeramente más alta.

Sobre los hábitos sostenibles que creen que más han calado, los españoles lo tienen claro: evitar el desperdicio de comida y el reciclaje y la reutilización, seguidos del consumo de alimentos de cercanía y de temporada.

El valor de la divulgación

En el debate posterior a la presentación de las principales conclusiones del informe en Madrid participaron los divulgadores Joaquín Araújo, Fernando Valladares y Carlota Bruna. Tres generaciones unidas por un afán: comunicar el reto de la sostenibilidad.

Fernando Valladares destacó “los tiempos de gran confusión en que vivimos”. “Hay tanto ruido, demagogia y manipulación, que podríamos hablar de una percepción esquizofrénica de la sociedad”, en la que el pensamiento se ha desenganchado de la realidad. Y quiso poner dos ejemplos: la locura de demanda de regadíos en un país seco como es España, con riesgo de desertificación en buena parte de su territorio; y las demandas de las tractoradas de los agricultores la pasada primavera: “una metáfora de la locura, en la que no se entienden ni los problemas ni las soluciones, una percepción completamente desenfocada (y manipulada) de la realidad en la que los agricultores reclamaban medidas que iban contra ellos mismos”. Desconexión de la realidad y desconexión de lo más real que puede haber, la naturaleza. “Hace poco salí al campo”, contó Valladares, “con un grupo de niños… ¡y le tenían miedo a las mariposas!, ¡a las mariposas!”.

Joaquín Araújo, tomando el hilo de que una mejor gestión del agua es señalada como la principal medida ambiental en el estudio, subrayó: “Si hasta los agricultores están viviendo un desencuentro con la naturaleza… El gran problema es que detrás de toda esta interpretación de la realidad hay mucha manipulación ideológica, y tras la percepción del cambio climático, tras esa lejanía entre lo que se percibe y lo que ocurre, podemos ver otros cambios muy peligrosos”, en alusión directa a la salud de los sistemas democráticos.

En este sentido, Carlota Bruna quiso hacer hincapié en “la importancia de cada gesto cotidiano, la responsabilidad de todos y en el día a día”, “la importancia a la hora de consumir y de votar; siento que los jóvenes están muy alejados de la política y no son conscientes de la importancia de su voto”.

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