Verdades y quimeras del Lavapiés actual: contra la cultura del miedo

Un local nocturno en Lavapiés, Madrid. Foto: Turismo Madrid.

Por Aldara Velasco Morales @dariusvelascus / Casilda Rivilla Gálvez @CasRG / Elisa Ortiz Fernández / Enrique del Olmo García @DelOlmoE / Fátima Núñez Delgado / Gloria Serrano Solleiro @gloriaserranos / Iván Solbes Canales @ivansolbes / Javier Bruna García / Juana Escudero Méndez @Juana_EM / Manuel Osuna General @OsunaGeneral / Marta Reig González / Mohammad Elahi Alam Alam / Pablo Hernández Ramos / @pablohramos13 / Rubén Caravaca Fernández @rubencaravaca / Yolanda Pérez Martínez @Yolandoska / Jorge Bolaños Martínez

Hace un tiempo, Jorge Sequera, Casilda Cabrerizo y Pablo García Bachiller publicaban El mercado de Lavapiés en disputa, estudio sobre lo que estaba ocurriendo en la lonja de San Fernando de la calle Embajadores de Madrid. Una de las personas a las que dan voz es la de una frutera ecológica: “Ahora ya la diferencia es entre los que apuestan por un mercado de ocio de fin de semana y orientado a gente que no es del barrio y los que seguimos luchando por que esto sea un mercado de abastos del barrio de Lavapiés […]. La balanza se ha inclinado, para mí negativamente, hacia el lado del ocio y la hostelería […]. Es un debate que no está resuelto”.

Por su parte, el titular de una carnicería manifestaba: “Años atrás se luchó por cerrar los sábados por la tarde y ahora, fíjate, se ha vuelto a una época en lo que todo lo que se luchó por aquel entonces se ha ido al traste”.

El mercado pasó del abastecimiento vecinal al ocio, manifestaba el carnicero mencionado: “A lo mejor tendré que cambiar mi negocio y, en vez de ser carnicería, charcutería de lunes a sábado, pues a lo mejor tendré que amoldarlo todo al plan de degustación […]. Es lo que hay. Adaptarse a los nuevos tiempos y a las nuevas cosas […], nadie quiere trabajar para pescadero o charcutero”. Y un responsable de un puesto de alimentación añadía: “Una de las cosas que empezó fue con el Tapapiés, el Tapapiés fue lo que pegó el pistoletazo para arriba”. Cambios que están originando situaciones nunca vividas en el barrio como las comentadas hace unos días en El Salto.

Biblioteca de la UNED en Lavapiés. Foto: M. Cuéllar.

En los últimos tiempos, el barrio madrileño de Lavapiés ha vuelto a aparecer en los medios de comunicación por informaciones y observaciones negativas. Nada nuevo; cada X tiempo más de lo mismo, de manera singular, cuando se acercan procesos electorales, todos quieren sacar rédito, el populismo rancio florece, se convocan ruedas de prensa en plazas, reuniones con todo tipo de organizaciones o visitas guiadas a los medios.

No vivimos en la mejor realidad, en absoluto. El deterioro del barrio es debido a procesos que casi nunca se mencionan reduciéndose siempre a temas de drogas, sin comentar que los mayores consumidores son personas autóctonas, delincuencia o seguridad, exigiendo más policía, cámaras de videovigilancia, controles…, promoviendo la denuncia entre vecinos –al mejor estilo orwelliano– desconociendo y obviando los motivos reales de lo que padecemos y la realidad en su conjunto, llegando a afirmar una de las máximas responsables de seguridad de la ciudad: “En el barrio no quedan vecinos”.

Consecuencias de apostar por lo ‘cool’

Lo que se avanzaba sobre el Mercado de San Fernando reflejaba lo que estaba ocurriendo en el resto del barrio. De manera similar a lo que acontece en muchas ciudades del mundo, cuando las administraciones olvidan sus obligaciones de mejorar los servicios y la calidad de vida de vecinas y vecinos. Desde los planes de rehabilitación a realidades actuales, alumnos que durante un lustro tienen que desplazarse más allá de la M30 por obras interminables en su colegio. Rehabilitación permanente, innecesaria, de plazas basadas en el cemento –impidiendo la convivencia barrial por ausencia de sombras y zonas verdes–, beneficiando a una restauración que ocupa buena parte de nuestras aceras, impidiendo el paso de carritos de compra, de niños y a personas con dificultades físicas o mentales. Lugares que en ocasiones no respetan aforos y horarios con las consiguientes molestias, haciendo que la limpieza viaria sea inútil o el colapso, por falta de personal, del centro de salud… Son solo algunos ejemplos.

Abandono que motivó que una parte del vecindario, fundamentalmente parejas con niños pequeños, huyeran dando paso a jóvenes y artistas que podían acceder a alquileres asequibles junto a una supuesta nueva clase media urbano-cosmopolita. La situación atrajo negocios, que no cubren necesidades del barrio, promoviendo la atracción turística, con la consabida subida de alquileres, más abandono de vecinas y vecinos –incluidos los primeros que acudieron por los precios accesibles–, incremento de pisos turísticos –la mayoría ilegales–… para convertir a Lavapiés “en el barrio más cool del mundo”.

Triste título que satisface a medios de comunicación y autoridades y padecemos las personas residentes, singularmente las más débiles: trabajadores, migrantes, mujeres, jóvenes, colectivo LGTBI… Movimiento de capitales hasta entonces desconocido. Compra de edificios por fondos buitres, locales comerciales convertidos en residenciales. Espacios mínimos de habitabilidad –que originan violencia de género–, desahucios, mengua de los derechos de los inquilinos, falta de propuestas culturales y de ocio destinadas a los residentes…, mudando valores sostenidos durante décadas. Solidaridad, cooperación y acompañamiento dan paso a individualismo, persecución, denuncia…, dividiendo el barrio, dificultando la creación de redes y relaciones para la convivencia, la solución de problemas y situaciones en común. Desentrañar la idea de vecindad desgrana el tejido social, vivificando el control de espacios y vidas. No estamos hablando de ninguna película, solo comentando la triste realidad cuando plazas y calles son concebidas como un centro comercial sin más.

Terraza de una cafetería en Lavapiés. Foto: M. Cuéllar.

En busca de un barrio homogéneo

En los últimos años, han dejado de realizarse encuentros como Monsoon Holi Madrid, Semana Africana, Noches de Ramadán, Año Nuevo bangla, Año Nuevo chino… para pasar a mostrar un barrio blanco, y con ello la división entre nosotros y ellos. Conscientes de que el beneficio económico es mayor en un entorno único, poco a poco se han ido reduciendo y eliminando ayudas para estas iniciativas, y las entidades que las desarrollan, con el objetivo de invisibilizar la diversidad de un barrio con un 28% de población de origen extranjero, han provocado así la criminalización del otro. En la mayoría de las ocasiones, los integrantes de otra raza y/o país son los primeros señalados ante cualquier delito.

Se habla mucho de lo negativo de Lavapiés, casi nunca de las propuestas desarrolladas por los Dragones de Lavapiés, DaLaNota, HolaVecinas… Las promovidas por el Sindicato de Manteros, la comunidad bangladesí o el empresariado migrante que, junto a otras desarrolladas por el comercio tradicional, la Muestra de Cine, la Carrera Popular, Tabacalera, Grupo Surrealista de Madrid, Teatro del Barrio, Nosaltres… reflejan la historia y memoria de un barrio diverso, multicultural, solidario.

En una de las últimas reuniones entre responsables políticos, vecinales y de seguridad, como asociación de vecinos manifestamos: “Lavapiés es un barrio vivo, donde es cierto que hay droga, sabemos cuáles son los puntos de trapicheo y trabajamos con la Policía. Es verdad que tenemos un problema social en la Plaza de Nelson Mandela, pero no tenemos bandas y es verdad que tenemos algún menor no acompañado que está en la calle, pero no como se está contando. Somos un barrio atractivo y rico culturalmente». No negamos los problemas. No compartimos asumir, sin más, inseguridad con criminalización, sin referir las motivaciones políticas, económicas, de género o raciales que las desarrollan.

Arte urbano en Lavapiés Diverso 2015. Foto: M. Cuéllar.

Contra la cultura del miedo

Como entidad vecinal en @AVVLaCorrala manifestó su renuncia a promover la cultura del miedo, a sobre-exagerar el grado de inseguridad que nos fractura. La justificación sin más de medidas que nos vigilan recortando libertades personales y colectivas disminuyen la calidad democrática. Caminar libremente, y sin miedo, por las calles y plazas de nuestro barrio, a cualquier hora, no es un tema exclusivo de seguridad. La creación de espacios de convivencia, respeto y acompañamiento resulta tan efectiva, como necesaria. Son precisos recursos económicos, humanos y materiales suficientes, no su disminución o eliminación. La transformación de nuestras plazas y calles en espacios duros impiden la convivencia y la relación vecinal que contribuiría a la eliminación de temores y estigmatizaciones. Son esenciales espacios amables y cómodos para eliminar miedos y dudas, fomentando conocimiento, interrelación y compromiso.

Se hace imprescindible ir al fondo, no conformarse con lo mediático o la mera denuncia, que solo fomentan miedo y animadversión. Lo que padecemos es consecuencia de las medidas tomadas y de las no implementadas. Quizá es preciso retomar las últimas palabras del informe sobre el Mercado de San Fernando que apostaba por “elaborar elementos para poder consolidarse, tener la capacidad de producir formas de gestión estables que no solo satisfagan a las partes implicadas…, sino que también se conviertan en un territorio confortable para las personas vecinas del barrio y en un modelo replicable hacia otros lugares”.

Firman este artículo personas vinculadas de distinta forma al barrio madrileño de Lavapiés.

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Comentarios

  • Andrés Hervás

    Por Andrés Hervás, el 13 diciembre 2022

    Así es, un barrio convertido en un centro de ocio nocturno, ajeno a los vecinos, provocando un incremento de los precios no asumible por los residentes.

  • Juno

    Por Juno, el 13 diciembre 2022

    Es un artículo muy interesante y me alegro de que se haga hincapié en que hay que preservar las necesidades de los vecinos de los barrios céntricos de las ciudades.

    Viví un temporada en Lavapiés y también fue un lugar de encuentro para mí (no de ocio nocturno) pues hay muchas iniciativas culturales interesantes.

    Pero sí tengo un sugerencia a nivel formal. En el apartado de «Consecuencias de apostar por lo cool» decís lo siguiente «trabajadores, migrantes, mujeres, jóvenes, colectivo LGTBI..»

    Parece que las personas «migrantes» son una especie de ente en sí, que es únicamente eso, migrante. Pueden también ser hombres, mujeres, jovenes, trabajadores o pertencientes a la comunidad LGTBI.

    Creo que es una tendencia muy extendida en los medios de comunicación, y lleva a construir un imaginario prejuicioso sobre las personas, como aquel titular: «Un inmigrante salva a un hombre»

    Enhorabuena por el artículo. Lo compartiré.

  • Sol Alonso

    Por Sol Alonso, el 14 diciembre 2022

    vamos Lavapiés, no te dejes manipular. El barrio para los vecinos, y aledaños… Jamás me he sentido inseguras en sus calles.

  • Charo

    Por Charo, el 14 diciembre 2022

    Excelente y muy claro artículo, gracias y suerte

  • sol alonso

    Por sol alonso, el 14 diciembre 2022

    Buen texto, aunque he de confesar mis culpas: yo tb frecuento el Mercado de San Fernando con intenciones de ocio… Al Tapapiés… Ni muerta… Respecto a la inseguridad, bien es verdad que no vivo allí, pero jamás he sentido la menos amenaza por ninguna de sus calles, a cualquier hora del día o de la noche…¡Viva Lavapiés!

  • RadioTv Lavapiés

    Por RadioTv Lavapiés, el 15 diciembre 2022

    El barrio es seguro, multiracial, multicultural, pero hay distintos intereses de distintas fuerzas económicas, sociales, políticas, culturales y sociales que lo fragmentan y diseccionan en su interés propio, unos con intereses sociales, otros con intereses peseteros, otros con intereses autoegoistas. Demasiado céntrico y goloso para que lo dejen tranquilo. Poderoso caballero es don dinero.

    • Rubén

      Por Rubén, el 15 diciembre 2022

      Efectivamente, todo lo que está ocurriendo es por el control económico del barrio.
      Se intentó hace años con la Alameda de Lavapiés que pretendía derribar una treintena de bloques de viviendas, construir una gran avenida y pisos de lujo.

      Ahora la táctica es disminuir servicios y vender miedo cuando es notorio que en el mismo distrito y en la ciudad hay barrios/zonas mucho más inseguras de las que nadie habla, como siempre relatan en el Consejo de Seguridad los responsables de la misma.

      Estas campañas de miedo e inseguridad las vienen haciendo desde finales de los setenta solo hay que tirar de hemeroteca.

      Más de lo mismo, una prensa que no contrasta nada y solo busca espectáculo.

  • R

    Por R, el 15 diciembre 2022

    Como siempre, hipocresía. No hay mas que darse una vuelta por la plaza de los ministriles, y saludar a los racializados que hacen de esta calle su botellón personal diariamente.

    Desde madrugada hasta anochecer hay grupos de racializados trapicheando y o emborrachándose.

    De los sitios de apuestas de la plaza, nada.

    De Nelson Mandela, otro día hablamos de esa narco plaza.

  • Rr

    Por Rr, el 05 enero 2023

    La plaza ministriles lleva tomada años por negros drogados y borrachos que venden droga, se mean en los columpios y tienen música a tope. Cómo van a ir niños a dicha plaza. No entiendo como no mencionáis estos problemas del barrio.

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