Viaje a un bosque con corazón

Los colores del otoño en Devesa da Rogueira, en los montes do Courel, en Lugo. Foto: FSC-España

En ‘Bosques para Siempre’ viajamos este otoño a Lugo, a la Serra do Courel, a Devesa da Rogueira, uno de los bosques-tesoro de la Galicia Profunda, profunda porque nos toca lo más hondo, porque es un bosque con corazón (os vamos a explicar por qué). Para empezar, este es el bosque al que FSC ha concedido el primer sello de “Certificación de Servicios de los Ecosistemas en España”. Palabras mayores (ahora os explicamos en qué consiste). Acompañadnos al corazón del bosque con corazón.

Esta es la nota que lo avala: “El pasado marzo 2020 Enxeñería Forestal Asefor y la Comunidad de Montes Vecinales en Mano Común (CMVMC) de Rogueira e Cabana, integrada por 32 propietarios, vecinos de la localidad de Folgoso de Courel http://folgosodocourel.com/ , obtuvieron la Certificación FSC de Servicios del Ecosistema del Monte Vecinal en Mano Común de Rogueira y Cabana, de más de 600 hectáreas de masa forestal, que permite la declaración y demostración de los impactos positivos de sus prácticas de gestión forestal para la conservación y preservación de su biodiversidad”.

Así que en El Asombrario fuimos a conocer ese monte y en qué consiste ese certificado. Los datos aportados por FSC: “La Devesa da Rogueira es el mayor entorno forestal de la Serra do Courel, está integrada en la Red Natura 2000 y ha sido declarada por la Xunta de Galicia Zona de Especial Protección de los Valores Naturales. Tiene más de 440 hectáreas y está poblada por especies arbóreas de frondosas autóctonas con una finalidad estrictamente protectora y de conservación de la biodiversidad. Atesora 21 tipos diferentes de bosque, 900 especies de plantas, 25 especies de orquídeas, más de 400 especies de hongos y 200 especies de vertebrados, entre corzos, martas, comadrejas, turones, garduñas, gatos monteses, lobos, zorros y osos pardos. Devesa da Rogueira es considerada un enclave natural único en Galicia con una densidad arbórea y botánica inusual de gran valor patrimonial, cultural y ecosistémico”.

Pero más allá de estas cifras, ¿dónde está el verdadero corazón de este bosque? No está en su riqueza de orquídeas, no; ni en sus centenarios y sagrados tejos, ni en sus abundantes regatos y pequeñas cascadas, ni en esos enormes robles/carballos y hayas con líquenes barbas de viejo que les prestan un aspecto de sabios o magos, ni en las Fontes da Rogueria (ya sabéis, aquí también esa agua suertuda que te concede deseos). No. Sino que lo encontramos en la pequeña aldea de Moreda, donde habita ahora una treintena escasa de personas, que son los comuneros, los propietarios en régimen comunal del monte, y que hace ya décadas decidieron, en un alarde de adelantarse a los tiempos, en un triple salto de glocalidad (lo global visto desde lo local) que el principal valor del bosque no era ya su aprovechamiento maderero, sino su conservación para disfrute de todos y todas, del pueblo y del mundo, para poner su granito de hojas a la buena salud del planeta.

Senderismo por Devesa da Rogueira, en la Serra do Courel, Lugo. Foto: FSC-España

Nos lo cuenta Lola Castro, alcaldesa del Concello de Folgoso do Courel, 45 núcleos de población, poco más de 1.000 habitantes (cuando a mediados del siglo pasado eran 10.000), solo 30 niños en el cole (cuando hace 40 años, cuando Lola era una rapaza, eran 250 y en dos escuelas); nos lo cuenta: “Desde pequeños nos inculcaron el amor al monte, estamos muy orgullosos de él. Creemos que los proyectos, poco a poco y desde abajo, es como llegan a ser grandes proyectos”. Pocas palabras y profundas. Con todo el sentido del mundo y de su tierra. Y por ese amor a su tierra y por sentirla de cerca, hace menos de dos años regresó a Moreda su hermano, José Antonio Castro; dejó la ciudad grande y su trabajo de soldador para dedicarse a la ganadería en extensivo, 44 vacas de monte que pastan por los alrededores de Moreda.

Ese es el auténtico corazón del bosque, más allá de las retamas de arándanos, de los resbaladizos caminos de pizarra, de los bellísimos blancos troncos de abedul vestidos de verde-musgo, de la levedad flotante de las hojas amarillentas de las hayas, de los recovecos de helechos, acebos y avellanos, de los frutos rojos del serval de cazadores, de las comunidades bien avenidas de rebollos y brezos, de las escaramuzas de martas, zorros y armiños, de la presencia atávica de lobos y el paso mitológico del oso por estos territorios. El corazón está en esa gente que sí cree en que hay otra forma de habitar el planeta.

Pero, claro, llega el momento de preguntarse: ¿y qué rendimiento le sacan al monte que es suyo, si apenas lo explotan? Se lo preguntamos los periodistas que fuimos en este viaje otoñal organizado por FSC España y Asefor (Ingeniería Forestal). ¿Cómo hacer rentable esto? ¿Cómo hacer SOStenible la SOStenibilidad del bosque? Y algo de SOS hubo en sus respuestas. Necesitan darlo a conocer. Y necesitan que la sociedad entienda que el bosque requiere cuidados. Ahí es donde entra en acción, y por eso le damos tanta importancia, la etiqueta FSC por los servicios ecosistémicos que presta este bosque. Ya, el nombre no ayuda. Tan poco romántico resulta; incluso suena a esotérico. Pero hay que atenderlo y entenderlo: Porque hasta hace bien poco la etiqueta FSC –esa que nos encontramos en cajas y envases de cartón, y en las páginas de los libros, y en algunos muebles…– se centraba en reconocer la gestión, el aprovechamiento sostenible, maderero y de celulosa, de los bosques; pero hace bien poco llegaron a un punto en que reconocieron que eso no era del todo justo –ni del gusto de los tiempos que corren, de encrucijada y reto–, y que había que dar un paso más y valorar lo que aportan los bosques al planeta, a los ecosistemas, a nosotros, desde la retención de carbono –tan clave en la lucha frente a la crisis climática–, a la generación de agua, de paisaje, de biodiversidad, de ocio, de cultura, de símbolo, de memoria… Palabras mayores. Etiqueta que lleva ahora con orgullo la Devesa da Rogueira y que piensan que ha de servirles para llegar a acuerdos con esa otra parte de la sociedad que son las empresas, para que apuesten por invertir en ese bosque con corazón, o en ese corazón con bosque al que solo le faltan gnomos para ser mágico. O quizá ya los hay, aunque en este viaje, que duró poco, no tuvimos oportunidad de verlos. O meigas, que más que en aquelarre están de servicio de protección de la naturaleza. O la Santa Compaña, preservando las almas del monte. Inversiones en iniciativas imaginativas y pioneras que vayan más allá del turismo rural y de naturaleza, ¿por qué no atender, por ejemplo, al bosque como un laboratorio de investigación de aromas, sabores y fármacos?

Impresionante el bosque diverso y multicolor de la Devesa da Rogueira desde dentro. Foto: FSC-España

Si comenzamos con las cifras, terminamos ahora con las declaraciones: “La Certificación FSC de Servicios del Ecosistema, que en nuestro caso ha verificado la conservación de la biodiversidad, supone un orgullo para los comuneros y una forma de demostrar que nuestra actividad es necesaria para mantener, cuidar y preservar nuestros bosques”, nos contó Lola Castro, la alcaldesa y comunera y biznieta de comuneros. “El desarrollo rural, la fijación de población y la actividad económica local representan una necesidad básica sin la cual la conservación no sería posible. Por ello, nuestras poblaciones necesitan apoyo económico para impulsar nuestra economía local, puesto que nuestro objetivo es conservar estos bosques, compartirlos con la sociedad española y para generaciones futuras, tal y como hicieron nuestros antepasados. La Devesa da Rogueira es un legado y patrimonio natural y consideramos que la responsabilidad de conservarlo debería ser compartida”.

“La inversión en servicios del ecosistema es una excelente oportunidad para proteger el patrimonio natural de nuestro entorno dando, además, relevancia a la labor de los comuneros, que han sabido gestionar estos maravillosos montes durante toda su vida sin provocar alteraciones en el ecosistema”, añadió Severiano Ónega, CEO de la compañía lucense dedicada a la valorización de residuos biodegradables Agroamb, primera empresa que ha decidido patrocinar Servicios del Ecosistema en Devesa da Rogueira. “Además, es una enorme satisfacción apoyar proyectos que ayudan a fijar población en zonas como O Courel y con ello apoyar el desarrollo rural gallego. Esta iniciativa refuerza nuestro compromiso con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.

“La gestión forestal responsable tiene un gran impacto positivo en la conservación y protección de servicios de los ecosistemas”, concluyó Gonzalo Anguita, director ejecutivo de FSC España. “La demostración rigurosa y real de estos impactos mediante el Proceso FSC proporciona a las empresas comprometidas la posibilidad de invertir en la conservación y mejora de los servicios de los ecosistemas. En ese sentido muestra misión es la de conectar propietarios forestales con empresas, organizaciones y administraciones posibilitando la creación de alianzas estratégicas de alto valor en la sociedad”.

Se va levantando la niebla que quedó pegada al fondo de los valles, huele a frío y humedad, salimos de la pequeña aldea de Paderne, de una casita rural de piedra, pizarra y nutritivo desayuno con ese pan gallego que no conoce competencia. En las afueras del pueblo apiñado, los tendales, para que a la ropa le dé el sol en estos días tan cortos y llegue a secarse; y los castaños, que tanto acompañan a las casas en Galicia; y las huertas de grelos y de calabazas, que abultan, enormes, en la tierra.

Es hora de marcharse y dejar el corazón en manos de gente como la familia Castro que entienden, desde Folgoso de Courel y sin haber ido a ninguna Cumbre del Clima, lo que hay que hacer para que el puzle del planeta no pierda piezas y los baños de bosque que busca la gente de la gran ciudad sigan siendo así. Así de maravillosos y apaciguadores, que dejan esa íntima y profunda sensación de que el mundo nos lo dejaron bien hecho.

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