“Los viajes del selfie nos están destrozando el planeta y a nosotros”

El escritor Javier Morales. Foto: Lisbeth Salas.

El periodista y escritor (y colaborador de ‘El Asombrario’) Javier Morales saca nuevo libro, ‘Monfragüe’ (editorial Tres Hermanas), una reflexiva y melancólica novela corta de lenguaje diáfano y reflexiones muy actuales en torno a la infancia, la pobreza, el acoso escolar, la crueldad de la manada, nuestra relación con la naturaleza, el turismo de masas… Con algo de Luis Landero, del ‘Jarama’ de Sánchez Ferlosio, de John Berger, con mucho de Extremadura y sentimiento ecológico y rural, de gratitud hacia la tierra y los maestros, hacia toda esa gente que nos ha ayudado en la vida. Le hemos pedido que conteste a una de nuestras ‘entrevistas 10’: 10 preguntas a partir de 10 retazos de su libro. Hoy el autor presenta el libro en Madrid junto a la escritora Elvira Lindo.

1) Entre las citas que abren el libro, hay una de John Berger: “Los muertos son la imaginación de los vivos”. Berger ha tenido gran influencia en el Javier Morales escritor, ¿no?

John Berger es para mí uno de los autores fundamentales, como Albert Camus. No solo ha cambiado mi forma de escribir, sino también de ver el mundo, mi mirada, y me ha abierto a muchos temas que me han preocupado a lo largo de la vida, desde la ecología y el mundo rural, del que procedo, a la relación con los muertos. De ahí esa dedicatoria; yo de adolescente era un ateo militante, y con el paso del tiempo y algunas pérdidas importantes, como la de mis padres, he cambiado mi forma de ver la relación con lo espiritual; en eso me ha influido mucho John Berger.

2) “Los años matan esa mirada inocente. Poco a poco nos va ganando terreno la mediocridad y por eso luego nos dedicamos a inventar el pasado, a modelar nuestros recuerdos, a mentirnos y a dulcificar nuestros fracasos, nuestra falta de valentía. Hacemos ficción con nuestra vida. No sé si cualquier tiempo pasado fue mejor, pero nos empeñamos en que lo parezca, quizás por miedo a lo que aún está abierto, por temor a lo que ha de venir y no podemos controlar. Tenemos pavor a la libertad. Sentimos nostalgia por lo que hemos dejado en el camino y ya no volverá”. Es la voz del narrador, pero ¿Javier Morales coincide en algo con él?

Yo creo que sí, sabes que doy clases de escritura y pienso que al final todo es ficción y no ficción, porque cuando recordamos inventamos un poco lo que recordamos, o al menos somos selectivos. Por propia supervivencia, con el paso del tiempo, en el fondo añadimos siempre un poco de ficción. Y sí, creo que tenemos pavor a la libertad, porque yo creo que nos acaba asustando el tener que tomar decisiones, ser responsables de nuestros actos. Llega un momento en que no sirven las excusas, eso de que yo soy así, porque mis padres… La libertad nos da miedo, porque nos da miedo ser responsables y reconocer que también tenemos nuestras sombras, nuestras zonas oscuras.

 3) “Me gustaría disfrutar contigo de este sol, de esta mañana luminosa, volver a nuestra infancia herida, Marcos, a nuestra verdadera patria”. ¿Ese Marcos que, junto al narrador, protagoniza el libro era alguien cercano a ti?

En parte sí, es la mezcla de varios personajes, y, sobre todo está inspirado en uno, ese J. a quien dedico el libro. En el fondo, yo también, cuando era niño, participaba en esa historia de acosador y acosado. Porque, entre otras cosas, en este libro lo que trato de contar es el poder del grupo sobre los individuos. El grupo te presiona. En esta novela, al narrador le obliga el grupo a hacer determinadas cosas. Y él acepta por miedo a ser excluido y a que hagan con él lo que hacen con otras personas. Es cobardía.

 4) “Manuel se parece a Darwin. Tiene una barba frondosa, rubia, alborotada. El pelo es tambi7. ale lo peor de esa etapa escolar, el bullying, el acoso de la manada.a, y no uedo dejar que descubran la mstedy apenas seguimén rubio, muy fino, como el heno. Viste vaqueros y camisas a cuadros, que lleva por fuera. Nos ha pedido que no le llamemos de usted y apenas seguimos el libro de texto. Juega con nosotros al fútbol en los recreos. Manuel es distinto al resto de profesores. Dice que él no es un profesor, sino un maestro”. En ‘Monfragüe’ hay mucho de homenaje al maestro, a la buena docencia.

Y es una admiración hacia los docentes que muchos vemos que quizá se está diluyendo.

Yo tuve la mala suerte de que la mayoría de mis profesores eran de la escuela franquista, autoritarios, te pegaban. He visto enormes palizas en el colegio. Salvo a una persona, un maestro que vino en una sustitución, y fue como oxígeno, estuvo solo un año, pero sirvió para darme cuenta de que la docencia no era pegar a los chavales, que no era ese rollo competitivo ni dictatorial. Tuve otro de Filosofía en el Instituto que también me influyó a la hora de escribir. Son como pequeños faros a los que vas siguiendo. Albert Camus dedicó gran parte de sus libros a su maestro, que fue quien habló con su abuela para que estudiara. Ligado a esa figura del maestro está el concepto de gratitud, que yo pienso que también se está perdiendo. La gratitud a los que te han ayudado en la vida. Hacia la vida y la tierra que tenemos y estamos destrozando.

5) En ‘Monfragüe’ sale lo peor de esa etapa escolar, el ‘bullying’, el acoso, la crueldad de la manada: “Pero cuando regresemos al barrio, con los demás, o cuando volvamos el lunes al colegio, me convertiré en Hyde, en un matarife que descuartiza con oficio y distancia el cuerpo de un animal. Tendré que sacrificar al Gordo. El grupo huele la debilidad, se oculta en ella, y no puedo dejar que descubran la mía. El grupo nos diluye, nos exculpa , nos protege. Por eso me refugio ahí. Dentro y fuera”.

En aquella época lo habitual es que hubiera líderes y pringaos, que eran los que recibían los golpes, que normalmente eran gorditos y con gafas, porque era como un estereotipo. Entre medias estábamos la masa gris, que era terrible también, porque no tenías personalidad, te dejabas llevar por los líderes. Con tal de no ser excluido, hacías cosas en contra de ti y de tu forma de ver el mundo y de lo que te enseñaban en casa. Y yo de alguna manera participaba en el sacrificio del débil. Por eso tengo muy grabada una cita de Marx que dice: “La vergüenza es un acto revolucionario”. Y yo he sentido vergüenza de haber participado en esa dinámica del grupo.

¿Crees que ha cambiado esa dinámica acosadora del grupo en los colegios?

Fíjate que yo creo que ahora es incluso peor, porque ahora se complica, se amplifica con las redes. Hay una parte buena, el hecho de que ahora es algo que está contextualizado, los chavales pueden saber que hacen algo que está mal, cuando antes se asumía como algo normalizado; en eso sí hemos mejorado, ya todo el mundo sabe lo que es el acoso escolar. La parte negativa es que ahora los chavales están más desatados y, al colgarlo en las redes sociales, ya no se trata solo de humillar al otro, sino de contarlo, hacerle el mayor daño posible.

6) “La libertad no casa con la pobreza. La pobreza es una condena que te aleja de las oportunidades. La pobreza te impide crear, ser un artista, hay que tener cubiertas las necesidades básicas para que la mente esté ociosa. Lo entendió muy bien Kafka, el artista del hambre”. Ahora que el líder del PP, Feijóo, critica ‘la manía’ de hablar de los pobres en España, que es algo que ya no se lleva, dice, en esta novela hay mucha pobreza, Javier…

Primero porque yo, como el protagonista del libro, también procedo de una familia muy humilde, y también por ahí viene mi parte ecológica de la vida, porque lo he mamado; por necesidad, en mi casa no se tiraba nada, no sobraba nada, yo nunca tenía ropa nueva, sino la de mis hermanos, era una forma de vida que tenía mucho de ecología, de reciclaje continuo. O sea, que hay mucha pobreza en Monfragüe porque yo procedo de ese mundo y eso condiciona mucho tu mirada hacia lo externo. Y por otro lado, porque así descubres la lucha de clases, que yo pienso que sigue existiendo. El cambio climático es una prueba más de esa lucha de clases, porque quienes más lo van a padecer son los más vulnerables. Me parece que es un tema insoslayable del mundo de hoy, la pobreza, y es un tema que me recorre por dentro.

7) “Tal vez seamos pobres, pero mis padres nunca escatiman dinero cuando necesito comprarme un libro. Eso es lo primero, dicen”. El empeño de los padres y madres pobres por que sus hijos estudiaran, se cultivaran, fueran a la Universidad… Eso ahora, las nuevas generaciones ¿lo valoran?

Ha cambiado muchísimo, lo veo con los amigos de mi hijo… A ver, no es un análisis sociológico, sino una impresión, pero yo creo que nuestra generación, aunque no me gusta comparar generaciones, pero yo creo que éramos más idealistas: estudiar porque ibas a ser mejor, prosperar económicamente, pero también ser mejor persona, porque ibas a estar cultivado. Sin embargo, yo ahora veo que una parte grande de la juventud, fruto de la sociedad que les dejamos, lo único que quieren es ser ricos, su modelo son influencers y futbolistas, que ganan mucho dinero, y la cultura del esfuerzo está muy depreciada. Antes nuestros padres, incluso siendo humildes, priorizaban la cultura y la educación, y para mí la escuela suponía salir de la pobreza, salir de un mundo que me tenía oprimido. Ahora yo creo que se ve de otra manera, que ya no se le da ese valor. La cultura ha dejado de ser un valor. Me gusta una frase de uno de los libros de Manuel Rivas, esa que dice que llevar un libro bajo el brazo es ya un acto romántico.

8) “Dos buitres leonados se mecen en el aire, giran en círculos y bordean el farallón, deslizan las patas y se posan en uno de los peñascos. A esta distancia, desde la otra orilla del Tajo, el color de los buitres casi se mimetiza con el de las rocas. Solo se distinguen por el perfil del cuello, sobresale del cuerpo como un pequeño arbusto que surgiera de las cuarcitas”. Hay también mucha liter-natura en ‘Monfragüe’.

La liter-natura, ese término acuñado muy acertadamente por el escritor Gabi Martínez, y que intenta traer la naturaleza a lo que escribimos, algo en lo que hay mucha tradición en países anglosajones, el nature writing, pero que en España es reciente. Aquí, a pesar de ser un país con tanta riqueza en biodiversidad, con una naturaleza tan poderosa, sin embargo la literatura ha estado como de espaldas a la naturaleza, salvo excepciones, como Delibes o Cunqueiro o Joaquín Araujo. Y yo me pregunto por qué los escritores no nos hemos detenido más a mirar alrededor. Antonio Muñoz Molina es de los pocos que introdujeron desde sus primeros libros su infancia rural, la cultura rural. Yo creo que hasta hace poco reivindicar el mundo rural, reivindicar que venías de un pueblo era como reconocer que eras alguien inferior, porque no tenías la experiencia urbana. Lo que venía del campo era despreciado por representar la ideología del pobre, del paleto, y había que renegar de ello y exagerar el lado opuesto.

9) “En esta época de viajes baratos en busca de un ‘selfie’, no solo es que seamos incapaces de quedarnos quietos, es que ni siquiera vemos cuando nos movemos. La pantalla ha cambiado nuestra forma de estar en el mundo y vivimos por delegación. Cuando llegamos a otro lugar, nuestra mirada resbala por las cosas, sin detenerse en los detalles. Nuestras pisadas han calcinado la naturaleza. El turismo de masas ha corroído las ciudades, ha banalizado el viaje bajo la premisa falsa de que se ha democratizado. No es que viajar tenga que estar reservado a una élite, como antaño, pero habrá que buscar otras fórmulas, baratas en términos ecológicos y sociales, equitativas, que nos permitieran viajar sin destruir”. Algunos capítulos son como pequeños artículos periodísticos, columnas de opinión. Esta, por ejemplo. Y yo sé que en este caso el narrador coincide con el autor, ¿no es así?

Eso lo permite literariamente el personaje, porque es un escritor de viajes, y puede tener esta voz. Además, cada vez me gustan más esos libros híbridos, que entremezclan géneros. Y en Monfragüe hay mucha reflexión, es algo que me interesa. Aparte de contar la historia del abuso escolar, me interesaba destacar nuestra relación con el entorno y cómo estamos acabando con lo que nos da la vida. Entre esos factores que agravan la situación, el turismo de masas es uno de ellos. Es bonito viajar, pero al mismo tiempo eso puede acabar afectando al entorno natural, a la Tierra. El turismo de masas es un cáncer, y lo digo radicalmente; está destrozando el planeta y a nosotros también. Tiene que ver con el egocentrismo y con la cultura del selfie. No vamos ya a los sitios para disfrutar de ellos, sino para que nos vean disfrutando de ellos.

10) “Pienso que a los 50 años uno debería estar recibiendo ya los frutos de una vida, del esfuerzo, prepararse para descansar. Sin embargo, yo tengo la sensación de estar siempre empezando de nuevo, Marcos. Otra vez. Fracasa de nuevo, fracasa mejor”.  ¿Cómo te sientes tú en los 50, Javier?

Yo no me siento así, pero sí hay una parte en la que coincido con el narrador, y es que yo me sigo sintiendo un adolescente. No en el mal sentido, de la eterna adolescencia del que no madura, sino en que no he perdido la curiosidad en esa sensación de volver a empezar; estoy siempre a la expectativa de algo nuevo que va a pasar, de conocer cosas nuevas, y eso te hace joven. No es que me sienta un fracasado, para nada, sino que sigo teniendo la sensación de que la vida es una búsqueda, una aventura, y unas veces aciertas y otras no.

Hoy, presentación de ‘Monfragüe’ en la librería Rafael Alberti de Madrid. Coloquio entre Elvira Lindo y Javier Morales. 19.00 h.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

  • Agustín

    Por Agustín, el 06 octubre 2022

    Muy interesante el contenido.
    Os seguiré a partir de ahora.

    Gracias!

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.