Vila-Matas vuelve a hacerse ventrílocuo

El escritor Enrique Vila-Matas retratado por Outumuro.

El escritor Enrique Vila-Matas retratado por Outumuro.

El escritor Enrique Vila-Matas retratado por Outumuro.

¿Es posible mejorar una obra ya escrita? Esto es lo que intenta Mac, el protagonista de la nueva novela de Enrique Vila-Matas: ‘Mac y su contratiempo’. En paro y obsesionado por su vecino escritor, Mac decide reescribir y mejorar la obra de éste: ‘Walter y su contratiempo’, una novela compuesta de relatos o, lo que es lo mismo, unos relatos que componen una novela que tiene como protagonista a Walter, un ventrílocuo en busca de su propia voz. Y es que el escritor cree que la repetición es la base de la literatura, que ni se crea ni se destruye, sino que sólo se transforma.

El ejercicio que intenta llevar a cabo Mac es, al mismo tiempo, el ejercicio que realiza Vila-Matas: con Mac y su contratiempo (Seix Barral), el escritor recupera Una casa para siempre, una de sus primeras novelas, donde el protagonista era un ventrílocuo. Sin embargo, no hay que dejarse engañar: el libro reescrito por Mac, Walter y su contratiempo, no es Una casa para siempre, a pesar de las coincidencias. ¿Es una repetición? Tampoco, o puede que sí. O puede que todo Mac y su contratiempo sea una repetición de Una casa para siempre e, incluso, del libro inexistente Walter y su contratiempo.

Y es que lo que viene a proponer Vila-Matas con su nueva novela es que la historia de la literatura es la historia de continuas repeticiones; no hay un origen, pero tampoco un progreso ni un punto de llegada. La repetición es el movimiento incesante de la creación literaria: toda obra es repetición y toda obra es susceptible de ser repetida. Un bucle donde no hay comienzo o, por lo menos, en el caso de haberlo, el comienzo es la lectura.

El tema de este libro es la repetición, ¿no?

Puede decirse que sí. En el tercer capítulo hay una referencia a Kierkegaard, que decía que el recuerdo y la repetición son el mismo movimiento, pero en sentidos opuestos, “ya que aquello que se recuerda se repite retrocediendo, mientras que la repetición propiamente dicha se recuerda avanzando”. La repetición es un movimiento hacia adelante. En el lado contrario, está la muerte. Nabokov decía que un recuerdo sólo enriquece mientras se conserva como recuerdo, pero su recuperación significa la muerte.

Está claro que la repetición mira hacia adelante.

Por eso vemos que Mac, al repetir, en realidad avanza. ¿Y qué repite? Pues decide mejorar en secreto la obra de su vecino, de Sánchez, que es un autor famoso que escribió hace 30 años una obra, Walter y su contratiempo, que detesta porque considera que escribió demasiado borracho. A Mac lo han despedido del trabajo y ha iniciado un diario secreto y mientras lo escribe se le ocurre que podría modificar la novela de su vecino sobre el ventrílocuo Walter. El título de la novela de Sánchez –esto no lo digo en mi libro- es un pequeño homenaje a una novela de Ana María Moix que leí de joven cuando aspiraba a ser escritor: Walter, ¿por qué te fuiste?, una novela coral, un título y un libro que me encantaban.

¿Cuál es para usted el contratiempo de Walter? Imagino que tener una voz propia siendo ventrílocuo, pero ¿hay otros?

Tener una voz propia. Pero también es un contratiempo tener que asesinar a un barbero sevillano en Lisboa. Pero el principal problema de Walter es obviamente ser ventrílocuo y tener un solo registro de voz, lo que desde luego le perjudica mucho. Ese era precisamente el tema de Una casa para siempre, una novela que publiqué en 1986 en Anagrama. Al igual que ese viejo libro mío, la novela de Sánchez, Walter y su contratiempo, es la autobiografía oblicua de un ventrílocuo.

¿Es imposible escapar de la repetición?

No hay progreso ni cambio en la literatura, sólo repetición, porque nunca existió la originalidad y más bien todo es circulación en el arte, todo es transmisión y repetición de ideas ajenas desde el origen de los tiempos. De hecho, el discurso de Mac teje una red de teorías con las que acaba construyendo su propia tesis sobre la repetición. Mac es un discípulo, sin saberlo, de Gilles Deleuze, el autor de Diferencia y Repetición, uno de los libros que todo el mundo debería leer.

El tema de la repetición como gesto irónico ha estado muy presente en su obra –pienso por ejemplo en ‘París no se acaba nunca’- y muy vinculado al fracaso. ¿La repetición implica el fracaso de la repetición?

No hablaría de fracaso, es sólo que al repetir acabas haciendo siempre otra cosa. El repetidor por excelencia es Alonso Quijano. De él nos dice Cervantes que es como un zombi –bueno, esto lo digo yo, pongamos que un sonámbulo-, cuya obsesión es recrear, repetir en la vida los acontecimientos que ha leído en los libros sobre las gestas de los caballeros andantes, es decir, es un tipo que quiere ser auténtico. Ahora bien, para serlo necesita salir a vivir las aventuras que ha encontrado en los libros. En cuanto sale, sufre enseguida un contratiempo. El libro podría también haberse titulado, me refiero al de Cervantes, Don Quijote y su contratiempo. La ficción le abre las compuertas de la autenticidad, pero ha de acabar por recrear las aventuras leídas, y eso le acarrea mil desastres porque quiere tocar la realidad, y mira que lo intenta, pero nunca lo consigue, sólo se adentra en más niveles de repetición y de recreación, lo que a su vez lo lleva al abismo de una falta creciente de autenticidad.

La falta de autenticidad es uno de sus contratiempos…

Sí, esa es una de las facetas más curiosas de la literatura: la ficción te abre unas puertas que la artificiosidad acaba cerrando. Lo auténtico siempre permanece en un estado fetichista, jamás se puede cruzar el espejo a su encuentro.

Parece decirnos, a través de la figura de Mac, que repetir es siempre modificar, “hacer una mala lectura” del texto que se quiere reescribir. ¿La literatura como continuas repeticiones desviadas de lo repetido?

Sí. “Hubo un malentendido inicial y éste será nuestra perdición”, creo que dijo Kafka. Mac dice algo parecido, creo. Viene a decir que nadie sabe cuál fue el primer cuento oral, pero el caso es que seguro que fue mal interpretado y desde entonces no han parado de sucederse obras en la historia de la literatura; una cadena de libros de cuentos, por ejemplo, que no se detienen nunca en un lugar definitivo y por tanto todos son susceptibles de poder encajar en una nueva vuelta de tuerca. La modificación es el motor de esta imparable sucesión de historia que se superponen unas a otras. Para mí, la realidad la forman cientos de códigos y de narrativas superpuestas, toda clase de ficciones que vienen de otras ficciones que a su vez vienen de otras.

Por tanto, ¿hay algo original realmente?

Sobre esta cuestión girará la conferencia que preparo estos días y que daré en marzo en el College de France, en París, que se titula Radicalmente no original (Bastian Schneider). Allí digo, entre otras cosas –mejor dicho, lo dice Schneider, el ayudante de un autor que soy yo y no lo soy-, que no soy el primero en sospechar que cuanto puede verse en la Tierra sólo es la réplica de algo que a su vez fue la réplica de algo y que la prueba es que yo mismo soy una réplica de otros que antes que yo ya sospecharon esa falta de originalidad en todo. Pues no nos engañemos. Aquí todo es falso, incluido el planeta mismo. De modo que creerse original viviendo en un mundo que sólo es réplica de una réplica, puede que no sean más que ganas de ilusionarse en vano.

Ha comentado que ‘Mac y su contratiempo’ resume su poética, ¿es así?

Sí, dije que era una síntesis de mi obra, pero ahora mismo no lo tengo muy claro. Lo que me dicen quienes lo han leído es que Mac y su contratiempo va más allá, reúne todo lo que he hecho y, a la vez, propone algo que está más allá de lo que ya he escrito. Yo dije que era una síntesis de toda mi obra porque reúne todos los elementos que la han definido. Mac y su contratiempo es una novela muy estructurada, donde todo está muy trabado y todo está calculado. Es una de las novelas más trabajadas que he hecho.

Una de las ideas que recupera de otros textos precedentes es la de escribir para olvidar o perder lo que se ha escrito.

Más que olvidar, se trata de ver cómo puedes modificar y mejorar una novela que habías escrito tiempo atrás, incorporando elementos nuevos gracias precisamente al tiempo transcurrido. Recuperando Una casa para siempre, puede que una de mis novelas más irregulares, puedo sustituir, por ejemplo, la presencia de Carver por la de Bolaño, puesto que, en el lapso de tiempo transcurrido entre esa novela y Mac y su contratiempo, conocí a Bolaño, lo leí y en 1986 no existía literariamente Bolaño mientras que ahora el paso del tiempo me concede la gracia de haberlo leído y poder añadirlo. Eso no significa que Mac mejore porque puedo añadir a Bolaño, porque ya he dicho que no hay progreso ni cambio en la literatura, pero sí es agradable notar que uno dispone –gracias a su experiencia- de más cartas a la hora de jugar.

¿Cuánto ha influido la lectura de Bolaño en su narrativa?

Más que su narrativa, me influyeron las conversaciones con él. Hubo unos años, de 1996 a 2001, en que lo vi con mucha frecuencia, especialmente en Blanes, y me ayudó a recuperar la pasión –inútil, si se quiere- por cierta concepción de la literatura.

Dice que ‘Una casa para siempre’ es una de sus novelas más irregulares, pero Rodrigo Fresán dice que es una de sus mejores novelas.

Con el tiempo he acabado comprendiendo qué le pudo ver a ese libro. Basta pensar en La velocidad de las cosas o en La parte inventada. El estilo de la felicidad, la estructura de esos libros, el triunfo de tantas narrativas superpuestas, la voz que habla desde el ensayo…

‘Mac y su contratiempo’ plantea un gesto muy ‘borgesiano’: anotar y comentar relatos que no existen.

Bueno, parece que Mac y su contratiempo comente Una casa para siempre y, sin embargo, comenta Walter y su contratiempo, que es una novela inventada, basada en lo que Mac recuerda (y recuerda muy mal) de Una casa para siempre. En cuanto a lo de Borges, siempre me ha parecido que, aunque no de forma deliberada y salvando todas las distancias, he ido postulando un canon de autores (a la manera de Borges cuando introducía en sus relatos a Wells, a Chesterton, a Bioy Casares…), es decir, de algún modo he hecho crítica literaria desde la narrativa, lo cual no es nada habitual, al menos en este país.

Hay en sus libros una voz que escribe desde el espacio del ensayo y que en cada uno de esos libros parece siempre la misma, aunque en realidad varía en cada una de ellos. Esa voz con tantas voces ¿es la que hace el gesto ‘borgesiano’ de leer críticamente?

Admitamos que es así. Ese trabajo continúa en Mac y su contratiempo, quizás con más fuerza que nunca. En Página 2, el programa literario de La 2, han llegado a decir que el lector de mi libro se enfrenta a una especie de masterclass sobre escritura literaria. Creo que de algún modo han sido intuitivos, ha sido como si hubieran captado el perfume de un profesor barcelonés que nunca ha sido profesor, pero ejerce involuntariamente de esto.

Mac es un paseante de esa Barcelona mental que crea y el paseo es, como en otras novelas suyas, una forma de construcción del relato.

Un libro esencial al respecto es el Tristram Shandy, donde el narrador inventa la digresión continua en cuanto se va parando a lo largo del todo el camino narrativo y se desvía hacia un lado y hacia el otro (¡hay tanto en el camino mismo!), hasta tal punto que cuando concluye el libro, Tristram todavía no ha comenzado a narrar. Por haberse detenido en tantos lugares que le llevan a digresiones continuas, al final de la novela, Tristram todavía no ha nacido y no ha tenido tiempo de comenzar su propia historia. Evidentemente, El Paseo de Robert Walser también está muy presente, no tanto en esta novela como en Kassel, que pretendía que fuera la sencillez máxima: la narración de alguien que sale a pasear y todo lo encuentra maravilloso.

Esta idea del paseo como construcción de un relato me hace pensar en el artista belga afincado en México Francis Alÿs

En Londres vi su trabajo en torno a los tornados, A Story of deception, y también su extraña performance sobre un rebaño de ovejas que giraba en torno al mástil del Zócalo. Me dijo Dominique González, que le conoce personalmente, que a Alÿs le gusta lo que yo hago, lo cual encaja con lo que me pasa a mí con él: la obra que he visto suya no he podido nunca olvidarla.

Volvamos a Mac. ¿Por qué la voluntad de escribir un libro que acabe siendo póstumo?

Es repetir el juego de Perec en 53 días, aunque reconozco que leí mal una nota sobre ese libro de Perec e interpreté que había escrito un libro preparado especialmente para que su propia muerte le sorprendiera dentro del libro. Sin embargo, luego vi que no era exactamente así y, por tanto, el libro de Perec al que alude Mac es un libro inventado, un libro que aún nadie ha hecho. O sí. Hay suicidas, por ejemplo, que lo han hecho. Y ahora que recuerdo, se parece un poco a La asesina ilustrada, mi segundo libro (1977), donde los lectores que leían el libro morían. En Mac y su contratiempo incorporo la idea de “muerte propia” de Rilke; el libro, además, incorpora la muerte para reírse de ella, puesto que lo prepara todo para que en el momento en que llegue la muerte en el libro le llegue a él también y, por tanto, el libro obligatoriamente se termine.

¿La vida termina por adaptarse a la literatura, como Carmen, mujer de Mac y título de unos de los relatos de Sánchez?

Este es uno de los momentos claves de la leve intriga. La coincidencia entre el nombre de su mujer y el relato de Sánchez es central en esa voluntad de Mac de querer vivir aquello que lee en la ficción. Ésta en el fondo no es más que la idea que también está al comienzo del Quijote. Ya lo hemos comentado. Don Quijote quiere vivir aquello que lee en las ficciones, pero para vivirlo debe recurrir a la ficción; sin la ficción no puede ser auténtico aquello que vive, pero para vivirlo debe introducir tantos elementos ficcionales que cada vez es menos real lo que vive.

Sin embargo, Mac vive la realidad como ficción.

Mac no lo tiene previsto, pero progresivamente va viendo que aquello que le pasa está relacionado con el orden de los cuentos hasta el punto de que el final de Mac confluye con el final de Walter, incluyendo el crimen del barbero. Mac va reencarnando lo que le sucede a Walter como que no deja de ser El Quijote, donde Alonso Quijano sale a vivir lo que se ha escrito. Y es también lo que me propuso Sophie Calle: “Llevaré a mi vida lo que tú dictes sobre mi vida, menos asesinar”.

Pero nunca se consigue vivir lo escrito.

No, porque la realidad no se alcanza nunca. Una cosa es la vida y otra la ficción.

Está claro que ‘Mac y su contratiempo’ es su novela más quijotesca.

No estoy seguro, porque una novela muy cervantina es El mal de Montano, que tiene a un protagonista, Montano, que está completamente loco, pues cree que él es la literatura, y a Tongoy, el hombre más feo del mundo, que es como un Sancho Panza que le va advirtiendo de las cosas reales de tal manera que hay un contraste entre lo que es literatura y la realidad. Sin darme cuenta y sin quererlo, con El mal de Montano llegué a El Quijote que, curiosamente, por entonces no había leído. Conocía la historia, pero no lo había leído.

Al final, ¿se escribe también desde los libros no leídos?

Al final, como decía W. B. Yeats, se tenga suerte o no, deja huella el afán.

Por último, déjeme preguntarle por el sobrino de Sánchez, que se define mejor escritor que su tío. El sobrino, ¿pertenece a esos escritores que no escriben que tanto le interesan?

El personaje está basado en El sobrino de Rameau de Diderot; en esta novela, el sobrino critica por todo París a su tío, que es un músico muy famoso e indiscutible de la ciudad y al hacerlo se equipara a su famoso tío, se coloca a su mismo nivel, como si él también fuera un gran músico. Es una figura muy moderna. Ahora mismo, sin ir más lejos, hay verdaderos necios, holgazanes sobradamente conocidos en la Red, que piensan que con un solo tuit alcanzan la estatura del criticado. Lo que es interesante en la novela de Diderot es que él dice que, a lo mejor, el sobrino de Rameau es verdaderamente mejor que su tío, pues como no ha podido oírse la música que compone en secreto, igual es superior, por qué no. Lo mismo encontramos en El sobrino de Wittgenstein de Thomas Bernhard. En este caso, el sobrino era un reventador impenitente. A medida que pasaban los años, cada vez radicalizaba más su aversión a los artistas. Vociferaba contra cualquier espectáculo al que asistía en la Ópera de Viena, especialmente si conocía la obra íntegramente de memoria. Si su tío había dicho que de lo que no se puede hablar hay que callar, el sobrino ni siquiera decía esto, callaba directamente… Quizás era más inteligente que el tío, estaba por ver. En mi libro, el sobrino de Sánchez deja ver casualmente, a través de un rictus involuntario de su cara, su odio descomunal a los escritores: no a los editores, que sería más comprensible, sino a los pobres escritores.

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Comentarios

  • Joaquín

    Por Joaquín, el 14 febrero 2017

    Una entrevista muy interesante. Enhorabuena, Anna. Me ha gustado mucho esta frase: «…la realidad no se alcanza nunca. Una cosa es la vida y otra la ficción». Durante muchos años, cansado de que le preguntasen cuánto de real había en sus libros, Vila-Matas repetía que todos sus libros tenían «un 27% de verdad». Para conocer a este escritor único no hay mejor libro que ‘Fuera de aquí’ http://cort.as/tpeP una larga entrevista con André Gabastou, un autor con sombra de personaje. Un saludo cordial.

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