Visitamos un ‘zoco’ de segunda mano: la economía circular a pie de calle

Clientes en una tienda de Cash Converters en Madrid. Foto: R. M. Tristán.

La R de reutilizar –junto a la R de reducir, la R de reparar y la R de reciclar– es clave en una ‘economía circular’, un consumo más consciente y menos despilfarrador. Nos damos un baño de ‘reutilización’ en una tienda de compra-venta Cash Converters, todo un zoco de segunda mano de aparatos eléctricos y electrónicos que a muchos clientes les viene muy bien.

“¿Y cuánto cree que me pueden dar por estos altavoces?”. Pedro tenía un bar que ha quebrado hace unos meses. “¿Para qué los quiero ya? A ver qué me dan, porque por internet no he logrado venderlos”, comenta a su acompañante mientras espera turno. Estamos en la recepción de un establecimiento Cash Converters, en el centro de Madrid. En realidad, forma parte de una cadena que lleva ya casi tres décadas en España promoviendo la compra-venta de objetos de todo tipo. “Reutilizar es nuestro lema, desde siempre”, me asegura el responsable de una de las tiendas abiertas en Madrid.

“¿Este altavoz? Pues tenemos que probarlo. Y tendremos que abrirle una ficha”, contestan a Pedro desde el otro lado de la ventanilla. Es el lugar por el que cada día entran al Cash Converters móviles, violines, taladradoras, guitarras, relojes, patines… y se “convierten en dinero al momento” para los vendedores. Lo de la ficha de cliente, explica Hernán, es para tener control de los datos por si algún ratero tiene la tentación de usar este canal. “Cada día, al final de la jornada enviamos un mail a la Policía para que tengan constancia de lo que nos ha entrado; vienen a menudo a confirmar datos”. Casi acaba de contarlo cuando una pareja de municipales entra por la puerta de la tienda anexa a la recepción.

Una vez comprobado que funcionan y que se encuentran en un estado que permiten darles garantía por dos años, los objetos se colocan en el establecimiento. Hay móviles nuevos de última generación –quizás, un regalo repetido o no deseado–, televisores de gran tamaño de un hotel que los ha cambiado en todas sus habitaciones, carricoches de niños, robots de cocina e infinidad de ordenadores portátiles. “Como funcionan, no se van a tirar. La ventaja respecto a vender por internet es que todo tiene garantía de dos años, comprobamos que funciona y hay donde elegir. Eso sí, igual en internet se vende más caro y se compra más barato, pero con riesgo. Y aquí te llevas el dinero al momento”, asegura Pilar, una vecina del barrio de Legazpi, en Madrid, que se reconoce “una habitual”. “Es que a menudo hay gangas, como esta cafetera por 5 euros o esta batidora por 12. Y está nueva”.

Y es que no todo es de segunda mano. A veces, un comercio les vende a bajo precio sus excedentes sin salida, ya sea por un cierre o por un material que no termina de salir. “Hacemos también tasaciones on line a los particulares si nos envían una foto de lo que quieren vender. Si es algo nuevo, se busca el precio, que también depende de la rotación que pueda tener el producto”, explica Hernán, que lleva en este trabajo casi tres décadas. Algunos, no obstante, si funcionan, tienen precios fijos cuando se trata de buenas marcas.

Una tienda de Cash Converters en Madrid.

“Compro, compro. Si me lo vendes a mí, te doy más que ahí dentro”, me asalta desprevenida un joven cuando voy a entrar en el establecimiento Cash Converters. Son un pequeño grupo de cuatro personas, a la caza de un posible vendedor, al ser posible de móviles o aparatos electrónicos pequeños. “¿Y qué hacen con ellos?”, pregunto. “Los llevo a mi país, porque allí son muy necesarios. Si es viejo o no funciona bien, para repuestos”, contesta. El grupo, compruebo, pasa allí mañana y tarde, y solo desaparece cuando la policía se acerca al local. “Es nuestra forma de buscarnos la vida, no tenemos otra”, me confiesan.

No hay más que estar un rato en el Cash Converters para comprobar cuáles son las estrellas del lugar: móviles, portátiles y videojuegos. La electrónica gana por goleada –más del 70% del negocio, según los datos–, dando así una segunda oportunidad a aparatos que nos inundan y que, funcionando, acabarían desmantelados para reciclaje en el mejor de los casos. En un vertedero africano, en el peor.

“Pero hay de todo. Lo más raro que hemos tenido es un submarino cápsula de los de una persona”. ¿Un submarino? Hernán se refiere a un vehículo buceador para submarinistas que no tardó en desaparecer de la tienda para sorpresa de todos. Ahora hay bicis, triciclos, monopatines…, pero cuenta que también han tenido tablas de surf y velas de windsurf, a más de 370 kilómetros del mar.

Puesto a recordar casos raros, otro dependiente no olvida el día que una señora se presentó con un pedacito de oro… ¡pegado a una muela!

La joyería es otro de los platos fuertes. ¿Cómo evitar que les den gato por liebre? “Tenemos expertos en tasaciones que nos certifican la autenticidad, que, vaya, hemos tenido de todo. Además, contamos con orfebres que, cuando una pieza está rota, la reparan o que incluso la utilizan para hacer otra nueva, con un diseño diferente. Como todos saben que aquí enviamos listados a la policía, los que roban no vienen, no sea que les pillen”, apunta Hernán.

Las estanterías destinadas al bricolaje son otro imán para la clientela. “Pues mire, este taladro me viene de perlas, que estoy de obras en casa”, señala un señor muy interesado en las herramientas. “Quién sabe, igual cuando ya no lo necesite se lo vendo otra vez a ellos, que las casas son pequeñas y no hay sitio para tanto trasto. Ya lo he hecho alguna vez”, añade.

En general, todo lo que veo se vende en un periodo de tres a seis meses, el 80% en el primer mes. Si el objeto es de precio bajo, se lo quitan de las manos. Pero hay excepciones. Hace poco vendieron un reloj Rolex por 4.500 euros. “Nuevo valía 6.000. En este caso, nos quedamos con 600 euros entre compra y venta, un margen no alto para tanto dinero y, al final, el que se lo llevó salió ganando, porque en internet, sin garantías de autenticidad, no lo vendes, y el que lo vendió logró su objetivo”, explica el encargado del establecimiento.

Entre unas cosas y otras, hay auténticas joyitas, aunque no sean de oro. Especial es una gran edición de Don Quijote la Mancha en perfecto estado; una Nintendo histórica, pieza casi de museo; una cámara de fotos Nikon de alguien que dejó la afición a la fotografía años atrás; esa guitarra que cogía polvo en casa porque se compró otra mucho mejor; el casco para moto que ya no tiene sentido guardar si no hay moto o discos de vinilo de los que ya no se encuentran…

“Esto es una lotería. Vienes y, si hay lo que buscas, te lo llevas, pero no siempre lo hay, claro. Y es que yo por internet no me apaño y además hay que quedar con alguien que no conoces… No es para mí”, reconoce una clienta de unos 60 años, que ha entrado “a curiosear”, según confiesa. “A ver si hay alguna oferta…”.

Como en toda actividad, pese a la reutilización, también se generan residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, que son reciclados a través de la Fundación Ecolec desde la firma de un acuerdo de colaboración en junio del año pasado. Según los últimos datos, en la segunda mitad de 2021, han gestionado casi 1.300 kilos en sus puntos de venta repartidos por todo el país. Además, Además, Cash Converters ha sido distinguida con 12 de los 45 distintivos #GreenShop Oro y Plata que anualmente otorga Fundación ECOLEC a sus puntos de venta #GreenShop y, últimamente, Cash Converters  ha firmado acuerdos con grandes superficies, como Carrefour o MediaMarkt, para abrir espacios en ellas dedicados a la compra-venta de artículos de segunda mano, para que los usuarios tengan lo más fácil posible la opción de hacer realidad lo que es la “economía circular”.

“¿Economía circular? Pues no sé lo que es, pero si tiene que ver con esta tienda, a mí me parece una gran idea. El mundo no está para que andemos tirando cosas”, dice Pilar antes de salir por la puerta, tan contenta con su cafetera y su batidora a cuestas.

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