¡Viva la caza! ¡Viva la destrucción de los museos!

«Estos urbanitas animalistas no tienen ni idea del mundo rural. ¡Con lo bien que lo pasamos nosotros en el campo!… ¿Verdad jefe?». Viñeta de Paco Catalán, que cada día dedica un dibujo en redes a la defensa de los animales.

Madrid vivió ayer una gran manifestación en la que, bajo el paraguas de “defensa del mundo rural” –una coletilla que últimamente las fuerzas reaccionarias usan para todo sin tener noción de lo que significa ‘su’ mundo rural–, se coló también la defensa de la tauromaquia y la caza. Compartimos con vosotros este artículo-fábula en el que el autor ha cambiado a los cazadores por ‘museadores’, a los “destructores de la naturaleza” por destructores de los museos. Quizá con la reducción al absurdo se entiendan mejor algunos argumentos de quienes critican tal apología de la caza y reniegan de la crisis climática. En la manifestación de ayer, el líder de la ultraderecha, Santiago Abascal, autoerigido en defensor del ‘campo-barbour’, llegó a decir que “el mundo rural ha sido criminalizado por el Gobierno, que se ha puesto del lado de la religión climática”.

Al sur del remoto continente Atropa se encuentran la tierra de Hispalandia, un país agraciado por excelente clima, larga historia y muy rica diversidad cultural.

Estas características hacen que Hispalandia posea la mayor cantidad y diversidad de museos de todo su continente.

Al mismo tiempo, Hispalandia tiene una antiquísima tradición de museadores, que se dedican a destruir museos. La museomaquia que practican dichos museadores es uno de los deportes más practicados del país.

Los museadores están federados, tiene carnets oficiales y permisos de herramientas de demolición y destrucción con las que atacan a los museos. El acceso a los mejores museos está acotado y es preciso pagar altas tasas por los derechos de destrucción de edificaciones y ejemplares de sus colecciones. En la práctica, estos codiciados trofeos están restringidos a la gente rica y poderosa, que aprovechan las grandes batidas para relacionarse, hacer negocios y cometer excesos de modo discreto.

Las mejores herramientas de destrucción resultan, así mismo, carísimas y constituyen símbolos de estatus. Los ricos museadores suelen presumir de sus relucientes instrumentos de alta tecnología, desde taladradoras laser portátiles a potentes lanzallamas de espantoso poder calorífico.

Para enfado de los defensores del orden tradicional, desde hace algo más de un siglo ha surgido una nueva conciencia y un fuerte movimiento social por la protección de los museos, con incontables ONG que se oponen a la destrucción de los museos y pretenden conservarlos en buen estado.

Las federaciones de museadores  y los partidos conservadores se hallan completamente indignados por lo que consideran un ataque frontal a los valores y las tradiciones culturales hispalandesas, que amenazan con la desintegración del propio país.

El presidente de la federación nacional de museeros, de insignes y largos apellidos compuestos, en un extenso y alambicado discurso con motivo de la última asamblea anual, dijo entre otras muchas cosas:

“Los museeros hispalandeses, nosotros, grandes patriotas, somos los auténticos defensores de los museos. De no ser por nuestro imprescindible papel controlador del equilibrio museístico, los museos desaparecerían abrumados por un exceso de piezas y por el caótico e ilimitado crecimiento de sus edificios y colecciones. Promovemos la renovación y hacemos posible el desarrollo de los jóvenes creadores. Los museos nos necesitan para no extinguirse. Resulta ofensivo y completamente falso que nuestro antiquísimo y depurado arte esté destruyendo nuestra historia y cultura, como pretenden los enemigos de la patria”.

La asamblea se clausuró con el gozoso y solemne derribo del ala este de la Pinacoteca del Césped de la capital del Estado.

Viñeta de Paco Catalán de ayer mismo, coincidiendo con la manifestación en Madrid.

Viñeta de Paco Catalán.

Por su parte, el presidente del partido Gazuluz Volks acaba de pasar una propuesta de ley para proclamar la museomaquia patrimonio cultural de Gazalucía, alardeando de que su tierra ostenta el récord nacional de museos arrasados, ensalzando el ejemplo paradigmático del incendio que calcinó hasta los cimientos el museo regional de la historia del libro gazaluz.

Por las mismas fechas, en un multitudinario mitin del partido ultraconservador Consonantex, su exaltado secretario general se refirió también a  la museomaquia y acusó a los inmigrantes y a los “desviados sexuales” organizados de intentar destruir el país y extinguir a la población autóctona ya que, según él y sin señalar fuentes científicas fiables, el abandono de la práctica de la museomaquia produce en el varón hispalandés una catastrófica disminución de la calidad seminal que conduce a la infertilidad.

El escándalo de las autoridades atropeas por toda esta situación en Hispalandia y la inacción de su gobierno ante la persecución de las ONG protectoras de los museos, así como la práctica desaparición del arte hispalandés de su siglo de oro, no ha sido suficiente para que el gobierno federal de la nación salga de su condescendencia con los bárbaros destructores de sus museos…

NOTA, RECONOCIMIENTO Y DEDICATORIA

Pues, amigos, aunque me tachéis de exagerado, esto es la caza en nuestro país. Por supuesto, utilizar la destrucción de los museos como una metáfora de la destrucción de la naturaleza no es mía. Pido indulgencia y expreso mi agradecimiento a su inventor y a los muchos conservacionistas que la han utilizado. Me gustaría dedicar estas líneas con enorme agradecimiento y cariño a todos los compañeros repartidos por los cuatro rincones del planeta con los que compartí más de 20 años de luchas e ilusiones en esa generosa y magnífica fuerza de la naturaleza que es el WWF.

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Comentarios

  • Jon

    Por Jon, el 21 marzo 2022

    Brillante metáfora aunque creo que muchos de los manifestantes no la entenderán en el dudoso caso de que la lean.
    Saludos cordiales

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