Viveros de Madrid: 204 años cultivando árboles y plantas para la ciudad

Vivero de Estufas del Retiro de Madrid.

Muchos no entendemos el descuido en las calles de Madrid, con cientos de alcorques vacíos, por no haberse sustituido los árboles caídos hace un año con la tormenta de nieve Filomena. Un descuido que parece no encajar con la enorme tradición de más de dos siglos de los viveros propios del Ayuntamiento de Madrid. Los visitamos para conocer su historia.

Las ciudades son habitables en buena medida gracias al arbolado y la vegetación. Es lo que hace que el deambular de sus ciudadanos resulta más sano y agradable. Los árboles nos proveen de aire limpio, de sombras, entornos saludables, bienestar y equilibrio psicológico, y acogen biodiversidad. Madrid lleva 202 años cultivando en sus viveros municipales las plantas y árboles que albergan la vida de la ciudad.

En 1817, el Arbolista Mayor de Madrid, Antonio Sandalio de Armas, propuso al Ayuntamiento la creación de un vivero municipal; un año después, abría sus puertas el vivero de Soto de Migas Calientes, el primero de los tres con los que la ciudad cuenta hoy en día. Migas Calientes está situado en la margen izquierda del río Manzanares, a la altura del Puente de los Franceses. El segundo de los viveros que perdura es el Reservado de Estufas del Parque del Retiro, y el tercero, el de la Casa de Campo. Los tres son Bien de Interés Cultural.

Madrid llegó a contar con ocho viveros municipales, de los que solo estos tres perviven en la actualidad. Los desaparecidos son Virgen del Puerto, Dehesa de la Arganzuela, Santa Isabel, Monteleón, Pradera de los Guardias y San Bernardino, en los que se cultivaron las especies que vemos todavía hoy en las avenidas arboladas de los ensanches proyectados en el siglo XIX.

A los viveristas les gusta llamar a sus lugares de trabajo “cultivares”, porque describe el oficio de seleccionar las plantas y asegurarse de que mantienen sus caracteres después de la reproducción.

Vivero de la Casa de Campo en Madrid. Foto: Ayuntamiento de Madrid.

La actividad principal de los tres viveros municipales sigue siendo la de proveer de árboles y plantas a Madrid, así como la investigación. Cada uno de los tres viveros está especializado en una producción: el de Migas Calientes cuenta con 7’8 hectáreas dedicadas al cultivo en tierra de árboles de hoja caduca; el de Casa de Campo tiene una superficie de 18’39 hectáreas para cultivo de árboles de hoja caduca, arbustos y coníferas; y el de Estufas del Retiro dispone de 3’5 hectáreas y se dedica a las flores de temporada, vivaces y plantas de interior y exterior para adornos.

El Vivero de la Casa de Campo pasó a ser municipal en 1931, y llegó a tener 37’3 hectáreas, frente a las 7’8 actuales. En este vivero hay una zona dedicada a la investigación, donde se conservan los recursos fitogenéticos y se obtienen plantas resistentes a diferentes patógenos. Las especies más cultivadas son el plátano de sombra, sóforas, melia y fresno. De media, los árboles permanecen en tierra en el vivero unos cuatro años antes de plantarse en los jardines de Madrid. Los árboles y plantas de los viveros municipales cultivan ejemplares muy adaptados al clima de Madrid, con inviernos duros y veranos secos.

Huertos escolares

Además, los viveros suministran ejemplares de hortícolas a los huertos urbanos y escolares e impulsan las variedades tradicionales. Del vivero de la Casa de Campo salen cada año 350 frutales y más de 3.500 plantas aromáticas para colegios que cuentan con bosques comestibles.

En Migas Calientes se ha reunido desde 1996 en una colección más de 200 variedades hortícolas tradicionales, entre las que hay 42 variedades de tomates cultivados en huerta al aire libre durante el verano, en pueblos de Madrid. También se cultivan en Migas Calientes pimientos, ajos y cebollas.

Un vivero con calefacción

El vivero de Estufas del Retiro fue creado en 1880 para centralizar los cultivos de invernaderos con calefacción o estufas que estaban dispersos en varios parques de Madrid. Javier Spalla, encargado del vivero, explicó en una reciente visita con la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA) que en la actualidad hay 20 invernaderos del siglo XIX todavía en uso y cuatro de hace 50 años en los que realizan ensayos de plantas de flor de temporada, vivaces, plantas tropicales y subtropicales y plantas de interior y exterior para adornos. Cuentan con mas de 250 especies.

Entre las plantas de flor de temporada hay dos grupos: anuales que son poco resistentes al frío y muy resistentes al calor; y las bianuales, que se desarrollan en la época fría, de otoño a primavera.

Entre las anuales, cultivan petunia, clavel chino, geranio de gitanilla, alegría guineana, begonia, zinia y vinca. Y entre las bianuales, que florecen en invierno, destacan los pensamientos, prímulas, col ornamental, ranúnculo, alhelí, viola y crisantemo.

En las Estufas del Retiro se puede visitar una exposición de la historia de los viveros y las herramientas, crasas y aperos que se han utilizado a lo largo de estos dos siglos. También se pueden ver las cajoneras con bastidores acristalados para proteger los cultivos y en las que se aprovecha el calor para la fermentación del estiércol procedente de caballos y fabricar un buen sustrato. Hoy en día están en desuso.

El vivero del Retiro cuenta con una Brigada de Adornos, para suministrar plantas y flores a actos institucionales o eventos. Después de cada servicio, las plantas pasan por un periodo de recuperación, que varía entre tres y nueve meses.

De los talleres del vivero de Estufas del Retiro también salían los bancos de piedra o metálicos para parques y paseos, rejas de los parques, fuentes de piedra y monturas, y aparejos de caballería. Hoy solo pervive el taller de carpintería, con Esteban Redondo, el último carpintero, que sigue trabajando la madera de forma artesanal para elaborar los grandes macetones.

Vivero de Estufas del Retiro. Foto: María García de la Fuente.

Educación ambiental al aire libre

Los viveros también fueron pioneros en la enseñanza al aire libre. En 1922 se inauguraron las colonias urbanas en los Viveros de la Villa. Y en 1925 ya había ocho escuelas al aire libre situadas en los recintos de los viveros de los jardines de la Florida, la Cuesta de la Vega, en el Retiro y en Migas Calientes. Daban clase de mayo a septiembre de nueve de la mañana a ocho de la tarde, y llegaban 7 autobuses con niños y niñas de entre 9 y 14 años; lo más sorprendente para la época es que las clases eran mixtas, y en ellas se inculcaba el valor y el respeto hacia la naturaleza.

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