¿Vivir del arte, una mujer y en un pueblo? Va a ser que sí

La artista Lucía Camón protagoniza el documental ‘Soñando un lugar’, en el que se cuenta cómo emigró desde Madrid a un pequeño pueblo.

Actrices, pintoras, bailarinas, programadoras culturales, poetas, músicas, magas, escultoras… todas en el medio rural. Todas a pesar de comentarios de este estilo: “¿Te vas a ganar la vida haciendo música en un pueblo?, y con una hija, ¡pues vaya ejemplo que le vas a dar!”. Ahora hay muchas mujeres creando arte en muchos pueblos de España, y en parte se lo deben a las que hace entre 10 y 20 años vencieron la triple barrera de ser mujeres, artistas y rurales. La inspiración que ofrecen los pueblos y la naturaleza, la tranquilidad, la cercanía humana y la confianza en sus proyectos y en ellas mismas motivan que haya en zonas rurales exposiciones, festivales e incluso residencias de artistas impulsadas y protagonizadas por mujeres.

“Me decían: allí hay una casa, no es nada, aquello es un secarral. Si la quieres, para ti”. A la incredulidad o indiferencia ante una mujer que iniciaba o asentaba su proyecto artístico en el medio rural se unía a veces el poco aprecio por el lugar que las acogía. Las palabras son de Lucía Camón, poeta, actriz y gestora cultural, que en 2013 decidió asentar su proyecto de vida en Torralba de Ribota, un pueblo de la comarca de la Comunidad de Calatayud, en Zaragoza, y denotan también el desconocimiento sobre hogares y tierras que no necesariamente tienen que tener ni todos los avances y comodidades de una casa en la ciudad ni estar junto a un frondoso bosque entre montañas recorrido por un río.

Donde otras personas veían obstáculos, Lucía veía “una casa muy grande desde la que pensé en maneras de poner en valor el medio rural desde un punto de vista más contemporáneo”. El paso del tiempo le ha dado la razón y gracias al proyecto que creó, Pueblos en Arte, en Torralba de Ribota hay una residencia de artistas con más de 50 creadores pasando por ella o llevando a cabo sus proyectos culturales; va camino de alojar la quinta edición de un festival, Saltamontes, que refleja y dinamiza la vida cultural de muchos pueblos de Aragón; y dispone de herramientas para visibilizar la figura de la mujer en el ámbito rural mediante intervenciones artísticas y trabajos con la población.

Hay algo más, ya que Pueblos en Arte impulsa también una iniciativa de cine itinerante que lleva a los pueblos películas, pero también espacios de debate y reflexión sobre cuestiones de actualidad a partir de las proyecciones. La edición anual del Ciclo Nacional de Cine y Mujeres Rurales, organizado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en torno al Día Internacional de las Mujeres Rurales (15 de octubre) ayuda en esta línea, ya que busca visibilizar y homenajear a través del cine la labor que desempeñan las mujeres que viven en el medio rural, una reivindicación de su aportación a nuestra sociedad. Este año han repartido las proyecciones entre 70 poblaciones, la mayoría rurales.

Reducir la dependencia cultural de la ciudad

Pueblos en Arte es uno de los numerosos ejemplos repartidos por toda España de mujeres que vencieron esas incredulidades, indiferencias y, en el menor y peor de los casos, desprecios. Y quieren que se expanda. En su comunidad autónoma, Aragón, se creó en 2021 la plataforma Mujeres Artistas Rurales (MAR) con el principal objetivo de “integrar al mayor número posible de creadoras rurales para promocionar sus trabajos, visibilizar sus realidades e interconectar y desarrollar proyectos en común que contribuyan a dinamizar nuestro medio rural y a reducir la dependencia cultural hacia las ciudades”.

Más de 300 mujeres de las artes visuales, plásticas, aplicadas, escénicas y sonoras, entre otras, aparecen en un buscador de artistas y artesanas de Aragón que va mucho más allá de localizarlas, conocerlas y contratarlas. Desde MAR aseguran que la intención es crear espacios –incluido MAR Festival– donde no solo se conozcan sus obras, sino también sus motivaciones, inquietudes y reivindicaciones. “Y también las de sus pueblos”, prosiguen, “para interconectar y tejer redes territoriales que nos fortalezcan como artistas y como mujeres que quieren vivir en el medio rural”. El fortalecimiento de estas mujeres conlleva que los pueblos crezcan en acontecimientos culturales, en vida, y que sean una efectiva palanca contra la despoblación.

El proyecto Dones Artistes Rurals (DAR), desde la Comunidad Valenciana y Cataluña, da otro paso para afianzar la presencia de mujeres en el medio rural con la creación de espacios colectivos de creación y exhibición. Esto resulta vital para no tener que desplazarse al medio urbano para formarse, crear, exponer, promocionarse e incluso asistir a exposiciones o eventos. Con esos espacios colaborativos en marcha comienza la especialización de los mismos (cerámica, arte urbano, pintura, grabado, arte sonoro, performance, fotografía…) y el acceso a herramientas y máquinas caras de conseguir por una artista en solitario, pero algo más fácil desde una compra asociativa. “Es esencial crear una red de trabajo, apoyo, diversidad cultural y difusión entre las mujeres DAR”, afirmó Clara Albacete, coordinadora del proyecto, en la presentación en noviembre de su quinta edición en la Comunidad Valenciana en Castellfort, Castellón.

El motor creativo de la memoria y las tradiciones

Mandarina Borda en Palmera (Valencia), la entidad de economía social Machamama en Tegueste , Tenerife, y la cooperativa cultural 7H en Galicia extienden las mismas ideas del arte como dinamizador sociocultural y de apoyo mutuo entre mujeres en el medio rural. Transmutar Camiños, por ejemplo, es un proyecto de 7H desarrollado en zonas rurales de la comarca de Santiago de Compostela como “apuesta por la descentralización de recursos culturales habitualmente destinados al contexto urbano y una defensa de la práctica artística desde procesos colaborativos y comunitarios”.

“A partir de las fotografías que las participantes compartieron y comentaron, contextualizando la historia detrás de cada una de ellas, la artista Susana Blasco creó un collage con trozos de las imágenes. El innovador montaje resultante dio lugar a un personaje femenino ficticio y metonímico, llamado Carmiña Castro, en el que se condensan las vivencias de las distintas mujeres retratadas en las fotografías”. Así resumen desde 7H una de sus intervenciones, que recuerda a otra llevada a cabo por Lucía Camón en Pueblos en Arte: Notas libres de lo público y lo doméstico.

“La intención era abordar el concepto de libertad de las mujeres que viven aquí con fotografías y otros objetos con los que construimos un collage personalizado”, afirma Lucía. Son 17 testimonios de mujeres entre 23 y 87 años, recogidos posteriormente en un libro y una exposición, con los que, entre otras cuestiones, “expresaron la poca capacidad de decisión que tenían las mujeres: a qué dedicarse, dónde ir, con quién ir…”. Esta recuperación de la memoria, pero también de la actualidad femenina, la lleva a cabo Lily Brick creadora de arte urbano, murales esencialmente, en el medio rural.

Mural de Lily Brick en Les Planes D’Hostoles, Girona.

“La temática rural ha entrado en mí”

“Yo no sé nada nunca, y me encanta que me cuenten. He pasado mucho tiempo con mujeres que me explicaban anécdotas, historias… Me enseñan mucho, y a ellas les gusta enseñar. Hay veces que lo pillo en cinco minutos y otras que vuelvo una y otra vez a que me sigan contando. Hago un diseño, apunto ideas, palabras claves, saco elementos y simbología. Mis murales son muy narrativos”. Esta joven artista rural –reside en Juneda, un pueblo de 3.500 habitantes de la comarca de Las Garrigas, en Lleida– está considerada una de las mejores muralistas del mundo y aprovecha al máximo ese contacto previo con la realidad de las mujeres rurales para expresarlo en rostros y vivencias plenas de vigor.

Lily está en continuo proceso creativo. Se baja del andamio desde el que está creando una de sus últimas obras para atendernos y comenzar a esparcir frases cortas y directas: “La temática rural ha entrado en mí. El entorno rural supone una manera fácil de hablar de lo que soy. Somos animales y el campo es nuestra esencia”. Pero hay más: “No me inspiran otros artistas, sino las mujeres que trabajan en el medio rural gran parte del día. Tengo amigas que trabajan viñedos y comparto con ellas mucho más que con algunos artistas con los que he trabajado. Además, hay agricultoras que por las mañanas están con el tractor y luego hacen acuarela, crochet o danza”.

Que el campo, lo rural, es una fuente de inspiración inagotable y que es necesario descubrir y revitalizar la veta artística de nuestros pueblos lo llevan igualmente a la práctica Victoria Álvarez desde Carabaña, en la Comunidad de Madrid, y Shue Ferreira, desde la comarca de El Barco de Ávila en esta provincia castellano-leonesa. “Siempre he querido crear cultura y dinamizarla desde el medio rural, y no como pasatiempo o entretenimiento, que es como lo ve aún mucha gente, sino como lo que es: arte y cultura”, señala Shue. También recuerda: “Hay varios estudios que sostienen, y yo misma lo pienso, que el arte y la cultura tienen un gran potencial para el medio rural, incluso más que el turismo rural”.

“El teatro también enseña, integra y cura”

Victoria, creadora de la escuela de teatro El Teatrico Rural, piensa lo mismo sobre la capacidad dinamizadora e integradora de la cultura: “Emprendí el proyecto hace diez años por la carencia que había de actividad cultural en la comarca de Las Vegas (al sureste de la Comunidad de Madrid). El teatro tiene muchas dimensiones, y es cierto que entretiene, pero también enseña, integra y cura, y la comarca está necesitada en estos aspectos, es mi granito de arena para cubrir estas necesidades”. Y en referencia a las actividades extraescolares que imparte dentro del mismo proyecto, añade: “Ayuda mucho a los niños y niñas que tienen vergüenza. El teatro no solo sirve como expresión artística, sino para saber desenvolverse, para quererse a sí mismos, que transmitan amor propio y valentía”. Algo que también transmite y recibe con grupos de adultos.

Aún sin extraescolares, Victoria no para en estas fechas y anuncia con mucha ilusión: “Este año estamos en el programa navideño de Estremera con un taller intensivo de teatro para las niñas y niños de la localidad”. Lo de Shue desde Los Llanos de Tormes, pueblo de 60 habitantes en el que vive, también es un bullir cultural. Lleva organizadas tres ediciones del festival Gre2Jazz; la última, la de 2023, ha sido de las que echan para atrás a cualquiera por la infinidad de trabas y zancadillas burocráticas que sufrieron, pero no a Shue: “Ya estamos pensando en una edición para 2024 con varias sedes en pueblos de Málaga, Cuenca y Salamanca”. Esto, además de un disco colaborativo para combatir la violencia contra las mujeres y la posibilidad de crear un espacio fijo de creación artística en la comarca de El Barco de Ávila.

‘Ruraltivity’

Shue y Victoria no han estado solas en su camino. Ambas se han beneficiado, y lo agradecen, del trabajo de Ruraltivity, una lanzadera de emprendedoras rurales de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur). Se trata de un programa de ámbito estatal que da impulso a iniciativas de autoempleo y educación emprendedora a través de la formación, la información, el asesoramiento y el seguimiento en muy diferentes áreas. Cierto que el sector agroalimentario, con el 21,8%, domina entre los proyectos presentados, pero en segundo lugar aparece el de la artesanía (20,6%) y el quinto el del ocio, cultura y deporte (5,5%), no muy lejos del turismo (6,9%).

Otro trabajo importante realizado por Fademur es crear un mapa con más de 300 festivales culturales organizados preferentemente en zonas rurales. Shue Ferreira recuerda que muchos están abiertos a variadas disciplinas artísticas: “Es nuestro caso, Gre2Jazz puede sonar mucho a música, pero no solo, hay exposiciones de arte, un mercado de artesanía, talleres de música y, sobre todo, mucha cabida para otras creadoras”. Hablando de música es inevitable que salgan a la palestra mujeres como Rozalén, impulsora del festival Leturalma, Tanxugueiras y Elia Maqueda, que forma junto a Atilio González Jiménez, el dúo Ruiseñora. Todas han revitalizado la vida y la tradición cultural de sus territorios rurales de procedencia o adopción.

Sin embargo, estas palabras finales de Victoria Álvarez, recogidas por la plataforma Ruraltivity, reflejan aún mejor el empeño de muchas mujeres por demostrar que el arte es cultura y vida para los pueblos: “Cuando yo empecé, en 2014, pensaban que mi idea no era práctica. Pero yo confié en el proyecto y en mí misma. Esto no quita que me sintiese sola en aquel momento, pero tiré hacia adelante. Poco a poco el proyecto comenzó a funcionar y por el camino fueron apareciendo apoyos”.

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