Vuelven las noches más largas a la Cañada Real de Madrid

Fotograma de ‘Aunque es de noche’.

“Su claridad nunca es escurecida / Y sé que toda luz de ella es revivida / Aunque es de noche”

(San Juan de la Cruz).

El otoño llama a la puerta y la situación de la Cañada Real sigue igual, o parecida, sacándole los colores a quienes gobiernan Madrid, aunque Gobierno regional y Ayuntamiento de Madrid han anunciado hace dos semanas el realojo de otras 180 familias del Sector 6 en los próximos años. Vuelven las noches más largas… La Cañada Real Galiana, 16 kilómetros de extensión a menos de media hora del centro, es el barrio más pobre de Madrid, y el llamado Sector 6, el núcleo más pobre de toda la Cañada. Si las ciencias son exactas, el plató real donde Guillermo García López rodó su corto de ficción ‘Aunque es de noche’ es pobre por dos: paupérrimo. 4.000 personas, casi la mitad son niños, viven desde hace tres años sin suministro eléctrico, con sus correspondientes noches entre tinieblas, temiendo los crepúsculos y agradeciendo cada amanecer, cada día sin nubes ni tormentas, contentos cuando el verano alarga las jornadas según ordena y manda el sol. Un extraordinario corto que se estrenó en el pasado festival de Cannes y ahora compite en el Festival de San Sebastián, en la sección Zabaltegi-Tabakalera. 

La oscuridad que padecen los vecinos, que tampoco pueden calentarse en invierno, ni enchufar sus frigoríficos para conservar los alimentos, es una clara vulneración de los derechos humanos, pero quien rige Madrid considera que la culpa de todo es de la delincuencia, en un reducto donde aseguran que la droga corre como el agua sucia que embarra las calles sin asfaltar. Porque en La Cañada el problema no es que una compañía eléctrica haya decidido cortar el suministro. Según declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, estamos ante un problema donde la culpa de todo es de las víctimas; vecinos mayoritariamente criminales, no como los comisionistas que se reparten millonadas iluminados por las carísimas lámparas de diseño que cuelgan de los generosos techos de sus legales despachos.

El 90% de los vecinos de La Cañada padece una tristeza casi crónica, el 60% está desesperado y un 15% ha pensado alguna vez en el suicidio. Son los datos del  informe presentado por las organizaciones Plataforma Luz, Centro de Atención a Víctimas de Malos Tratos y Tortura (Sira), Grupo de Acción Comunitaria (GAC) o el Centro de Asesoría y Estudios Sociales (CAES), después de hablar con 144 vecinos de todos los sectores de La Cañada Real. En las últimas elecciones municipales y autonómicas, solo un 7,57 %  de los vecinos se han acercado a las urnas en un colegio electoral situado a siete kilómetros de sus casas.

Guillermo García López conoce muy bien este asentamiento, el mayor de Europa. Se queja, con razón, de la estigmatización que allí soportan en parte por la manera en la que informan   algunos medios. “Siempre con imágenes que les criminalizan, con historias maniqueas o paternalistas, mirando hacia otro lado para no ver los problemas reales. Que si hay un BMW aparcado a la puerta de una chabola, que si cuánta droga. ¡Pero si tienen teléfonos móviles!  Las cámaras de televisión les graban desde coches en marcha como si se tratara de un safari. Y yo lo que más he visto allí es oscuridad. Muchos más chatarreros que plantaciones de marihuana”, comenta García López.

En 2015, localizando familias en situación de desahucio para su película Frágil Equilibrio, Premio Goya 2017, Guillermo visitó el lugar por vez primera y enseguida planeó enseñar cine a quien quisiera apuntarse a sus talleres, también de interpretación. Puede que no fuera consciente todavía de que aquella satisfactoria experiencia sería la semilla de Aunque es de noche, una emocionante historia de amistad protagonizada por dos muchachos, Toni, Antonio Fernández, y Nasser, Inbar Horesh, que se ganaron un hueco en el reparto solo por ser como son. Y en medio de un eclipse solar casi continuo destaca la pérdida inmediata de esa bonita relación entre dos jóvenes que graban con sus teléfonos móviles filtrando la realidad con la intención de verla de otro color. “Ninguno de los dos tuvo que memorizar el guión que yo tenía escrito. Lo fuimos construyendo juntos, adaptándolo a sus gestos, sus rarezas, a su humor. Eso es lo que les hace tan reales. Utilizamos las secuencias que grababan con sus teléfonos, intercalando las sombras de la estupenda fotografía de Alana Mejía”, añade García López.

¿Otra vez queriendo cambiar el mundo?, pregunto. “Supongo que somos muchos los que pensamos que el arte es algo capaz por sí mismo de desafiar a la sociedad para tratar de mejorarla en todos los aspectos”. Apenas fue testigo de la difícil vida cotidiana del lugar, supo que quería filmarlo, “porque es un lugar lleno de historias como las que a mí me interesa  contar. Fue algo intuitivo desde que comencé con los talleres para niños y adolescentes y pude tratar a sus familias. Entendí todas mis motivaciones más allá del primer impulso. Me gusta mucho enamorarme de las gentes, los espacios que me provocan el deseo de filmar. Luego voy viendo lo que allí hay de mí. A veces te prendas de las cosas sin saber por qué”.

¿Lo que hay de ti? ¿Por ejemplo? “Lo mismo que puede haber de ti”, responde. “Seres humanos con vidas y sentimientos muy parecidos a los del resto de la gente, con la diferencia de que nosotros no estamos tan desplazados, tan al margen de la sociedad. Descubrí rostros duros y dolorosos que llevan tres años viviendo a oscuras. Y detrás de los gestos más obvios percibí una fragilidad ciertamente luminosa que me conmovió. Me llamó mucho la atención la historia de esa antigua vía pecuaria transitada por el ganado, donde se instaló la emigración procedente de Extremadura o Castilla-La Mancha en los años 50 del siglo pasado, cuando la gente abandonaba el rural para encontrar en la ciudad una vida mejor, como hicieron mis abuelos manchegos, que también nos contaban cuentos inventados. Eso ya es parte de mí, aunque sea solo una anécdota.  Siempre estamos a la búsqueda de nuestras propias raíces. Es algo intrínseco al ser humano”.

Me viene a la cabeza una escena dramática y preciosa al mismo tiempo. Es de noche. En el interior de la chabola, toda la familia está sentada en torno a una fogata mientras la abuela narra un cuento que se inventa. Los niños siguen el relato sin un solo parpadeo, pero con ganas de saber mucho más. “Abuela, ¿qué es el futuro?”. Para la pregunta no hay más respuesta que el silencio. Nadie sabe o no quiere imaginar algo tan incierto, hasta que instantes después, concluyen en que el porvenir podría ser una bandada de pájaros de colores volando libres, escapando de allí.

Hasta el festival de Cannes

Y Guillermo García López logró llevar la película al festival de Cannes el pasado mayo. ¿Cómo reaccionaron los espectadores del Palais des Festivals et des Congrès de Cannes? “Pues preguntándose cómo era posible que algo así estuviera pasando en Europa. Tan cerca. En Madrid, toda una capital de moda”, recuerda el autor de la película, satisfecho con la acogida, aunque finalmente no se llevaran premio en la Sección Oficial del Festival. “Me gustó sentir que la película les llegaba, tratándose de un entorno muy local, muy particular. Los espectadores querían saber qué pasaría después. Sí, tengo decidido que voy a rodar un largo allí”, comenta Guillermo. “Aunque es de noche va a viajar mucho. De momento no puedo pedir más”.

Le pido a García López que escriba algo después de los puntos suspensivos.

Aunque es de noche… estamos vivos.

Aunque es de noche… hay luz.

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