World Press Photo 2021: Pandemia, Plásticos y Palestina

Un león marino de California juega con una mascarilla KN95 en Monterrey, California. Foto. Ralph Pace.

Las imágenes ganadoras de la nueva edición del World Press Photo pueden verse ya en Madrid, en el Colegio Oficial de Arquitectos, hasta el 8 de diciembre. Una edición marcada por la pandemia ‘covid19’ y que refleja, a través de fotografías impactantes y conmovedoras, aquellas historias que merecen ser contadas. Aquí rescatamos tres de ellas.

A sus 85 años, Rosa intenta sobrellevar la cuarentena en la soledad de su habitación de la residencia de ancianos en la que se encuentra. Como todas las residencias de Brasil, Viva Bem cerró sus puertas en el mes de marzo de 2020 debido a la pandemia covid19, impidiendo la visita de familiares y allegados. Las cuidadoras recibieron órdenes de mantener el mínimo contacto físico con los ancianos, el grupo de riesgo más afectado por el virus.

Pero el 5 de agosto de 2020, Adriana Silva, una de las cuidadoras de la residencia, decidió acercarse a Rosa para fundirse con ella en un cálido abrazo. El primer abrazo que la octogenaria recibía después de cinco meses. Un abrazo imprescindible y curativo, de los que hacen frente a la sensación de soledad y al miedo de no poder abrazar más a nuestros seres queridos. Atendiendo a la necesidad de los ancianos de recibir muestras de cariño, Adriana y un grupo de compañeras inventaron la llamada “cortina de los abrazos”: una especie de lona transparente que permitía tocarse sin riesgo al contagio.

En ese contexto, el presidente brasileño Jair Bolsonaro desestimaba las informaciones que hablaban de la letalidad del virus y alentaba a la población a seguir trabajando para mantener a flote la economía del país. Brasil acabó el año 2020 con uno de los peores registros a nivel mundial en cuanto a la incidencia del virus, con unos 7,7 millones de casos reportados y 195.000 muertes. Así, esa “cortina de los abrazos” significó una lección de humanidad cargada de simbolismo y un pulso ganado a las prácticas necrocapitalistas de los gobernantes.

Ahora, ese abrazo para la historia, captado por el objetivo de la cámara del fotoperiodista danés Mads Nissen, ha sido galardonado con el premio a mejor fotografía del World Press Photo 2021, el concurso anual de fotoperiodismo más importante del mundo. “Esta foto es un verdadero símbolo de amor en tiempos de pandemia, el ejemplo más significativo de la soledad que vivimos. Mezcla la tristeza de lo vivido y la felicidad de ese emotivo abrazo”, explica Elena Vergara, organizadora de esta edición del World Press Photo Madrid.

En Brasil, Rosa Luiza Lunardi, de 85 años, recibe el abrazo de la enfermera Adriana Silva da Costa Souza. Su primer abrazo en cinco meses. Foto: Mads Nissen.

El año 2020 será recordado como el año de la pandemia, y el fotoperiodismo ha servido para registrar en imágenes un periodo que pasará a la historia por la tragedia y, como en todas las historias, por las muestras de humanidad que afloran en tiempos oscuros. Así, a esa fotografía de “el primer abrazo”, la siguen muchas otras que reflejan lo que hemos vivido durante el último año. Una de esas imágenes es la que nos ofrece el fotógrafo mexicano Iván Macías, que muestra el rostro castigado por las mascarillas y las gafas protectoras de una doctora después de concluir su turno de 12 horas en el hospital. Una imagen que representa el sacrificio de aquellos que tuvieron que combatir la pandemia en primera línea de batalla.

Los animales marinos, víctimas de nuestra pandemia

Siguiendo ese recorrido a lo largo de las mejores imágenes del año, nos encontramos también con la que el norteamericano Ralph Pace realizó en las profundidades de la reserva de buceo Breakwater de California y que ha sido galardonada con el premio a mejor fotografía en la categoría de Medio Ambiente. En ella vemos a un león marino que con curiosidad se aproxima a una mascarilla. Lo que parece a simple vista una imagen curiosa, entraña una triste realidad.

A pesar de los cierres de fronteras que ha traído consigo la pandemia, muchas personas aprovecharon para desplazarse a destinos turísticos con menos restricciones. Los parajes naturales fueron unos de los preferidos por los visitantes, los cuales acudían a ellos con sus mascarillas reglamentarias. Muchas de estas mascarillas terminan en el fondo del mar, lo que provoca que, con el paso del tiempo, se descompongan en pequeñas partículas que acaban ingiriendo los peces y otros animales marinos.

Según World Animal Protection, cada año se estima que 136.000 focas, leones marinos y ballenas mueren por enredarse con los plásticos que se lanzan a los océanos. Se calcula que, cada año, ocho millones de toneladas de plástico terminan en el mar. Con la aparición de las mascarillas, estas cifras no paran de aumentar. Por tanto, esa imagen nos muestra de forma paradójica cómo las mascarillas que salvan vidas humanas terminan acabando con las vidas de cientos de miles de animales.

Beit Rima (Palestina), 20/12/2018. Lydia recostada en un sofá de su casa. Es la madre de Majd, que nació gracias a la fecundación in vitro. El esposo de Lydia, Abdel Karim, fue detenido en junio de 2001 y condenado a 25 años por su participación en el asesinato del ministro de Turismo israelí, Rehavam Zeevi. Esta foto muestra la soledad de una mujer que tiene que afrontar todas las dificultades de la vida, y la tristeza que invade a estas mujeres por la ausencia de sus maridos. Foto: Antonio Faccilongo.

La inquebrantable esperanza de los prisioneros palestinos

Aparte de las historias que reflejan el año marcado por la pandemia, esta nueva edición nos ha enseñado otras muchas historias que giran en torno a la crisis climática, las protestas por la justicia social, los incendios forestales en Portugal y los disturbios en Minnesota tras el asesinato de George Floyd, entre otras. En total, se han presentado 74.470 fotografías enviadas por 4.315 autores de 130 países, que han competido en ocho categorías: Temas contemporáneos, Noticias Generales, Medio Ambiente, Proyectos a Largo Plazo, Naturaleza, Noticias de Actualidad, Deportes y Retratos.

Una de esas historias sorprendentes es la que firma el fotoperiodista italiano Antonio Faccilongo y que se ha llevado el premio a mejor reportaje gráfico del año. Un reportaje que habla sobre los alrededor de 2.400 palestinos que se encuentran recluidos en cárceles israelíes y que se enfrentan a sentencias de 20 años o más de cárcel. Por el hecho de ser palestinos, tienen restringidas las visitas de sus familiares ya que, debido a las políticas genocidas israelíes, los visitantes deben cumplir con una serie de limitaciones. Para poder visitar a sus maridos encarcelados, a las esposas se les niegan las visitas conyugales y solo pueden verlos a través de una mampara, evitando cualquier contacto físico entre ellos.

A pesar de todo, muchos de los prisioneros y sus parejas no pierden la esperanza de formar una familia, lo cual resulta imposible dadas las circunstancias en las que se encuentran. Sin embargo, de forma clandestina sacan su propio semen de las prisiones, escondido en paquetes que se hacen pasar como regalos. En febrero de 2021, Middle East Monitor informó que ya habían nacido 96 bebés palestinos engendrados con esperma sacado de contrabando de una prisión israelí. Una conmovedora historia que no puede dejar a nadie indiferente, una muestra de lucha por preservar sus derechos reproductivos y, a su vez, una prueba de amor incondicional de aquellos que no renuncian a ser padres a pesar de las leyes injustas que se lo impiden.

Kobar (Palestina), 17/08/2015. El vestido y los zapatos del prisionero Nael Al Barghouti en su dormitorio. Su esposa Iman guarda toda su ropa en su casa. Nael fue arrestado el 4 de abril de 1978 después de realizar una operación de comando en la que resultó muerto un israelí. Liberado durante el acuerdo de Shalit entre Hamas e Israel en 2011, ha sido arrestado nuevamente y condenado a cadena perpetua. Ha pasado 41 años en prisión y es el preso palestino que lleva más tiempo en las cárceles israelíes. Foto: Antonio Faccilongo.

La dignidad del pueblo palestino, violada desde hace décadas, se ve representada en historias como estas que emergen de la tenacidad y el coraje de los que no pierden la esperanza. Ejemplo de ello es Iman Nafi, una mujer palestina que lleva esperando más de 40 años a que su marido, Nael al-Barghouthi, regrese a casa. El traje y los zapatos de Nael siguen colocados exactamente en el mismo lugar de la habitación donde las dejó por última vez. Al-Barghouthi fue arrestado en 1978 y se ha convertido en el preso palestino con más años encerrado en las cárceles israelíes. Está condenado a cadena perpetua.

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