‘Zero’, cómo una revista sacó del armario a un país

Ejemplares de la revista ‘Zero’ con algunas de las portadas que más dieron que hablar.

Con motivo del Día Mundial del Orgullo LGTBI, mañana, 28 de junio, Movistar + estrena un documental de dos episodios sobre la revista mensual ‘Zero’, producido por Asimétrica Films y Racconto: ‘Zero, la revista que sacó del armario a un país’. Se editaron 120 números entre 1998 y 2009, con la dirección de Miguel Ángel López y con portadas que causaron gran impacto, como las protagonizadas por el teniente coronel Sánchez Silva, el sacerdote católico Pepe Mantero y el presentador televisivo Jesús Vázquez con corona de espinas.

Hasta la llegada de Zero en el año 1998, apenas habían existido en nuestro país revistas orientadas al colectivo LGTBI. Entre las primeras que aparecieron (a finales de los años 70) destacó Party, que empezó hablando del mundo de la farándula y acabó mostrando desnudos integrales masculinos. “Los cuerpos que mostraba Party no tenían nada que ver con el tipo de cuerpo que va a ser la insignia de Zero y de la década de los años 90 en general: un cuerpo musculado, firme y depilado. Los cuerpos de Party eran más de andar por casa: gente común y corriente que 15 años después serían borrados por la dictadura del gimnasio; eso que se llamó “el hombre metrosexual”, explica a nuestra revista el cineasta Diego Sabanés, guionista de Zero, la revista que sacó del armario a un país.

Dirigido por Damián Ainstein, el documental de Movistar Plus+ pone en valor la labor de una publicación que a través de sus reportajes y entrevistas con personajes populares luchó por dar visibilidad al colectivo LGTBI y cambiar su imagen. La revista, que en el momento más álgido llegó a alcanzar una difusión de 50.000 ejemplares mensuales, editó 120 números entre 1998 y 2009, cuando la situación de crisis económica obligó a echar el cierre. Durante ese tiempo, consiguió colocar ciertos asuntos en el centro del debate público, a partir de la repercusión que tuvieron sus portadas.

“Incluso en el caso de las portadas con personajes institucionales (el teniente coronel Sánchez Silva o el sacerdote católico Pepe Mantero, por mencionar dos casos emblemáticos), Zero vendía la exclusiva a otros medios coincidiendo con la aparición del número en kioscos», apunta Sabanés. «Esa estrategia fue muy efectiva para difundir ideas y abrir discusiones. Y, por supuesto, la principal discusión se dio en torno al proyecto de ley de matrimonio igualitario (que durante años fue una ley de «parejas de hecho»). Ese fue sin duda el caballo de batalla tanto de Zero como de buena parte del activismo de la época. Por eso su aprobación también significó luego cierto vacío”.

Mientras hojeaba distintos ejemplares de la revista durante la fase de documentación, a Sabanés le llamó la atención la cantidad de publicidad de productos de belleza y bienes de lujo presente en sus páginas. “Está claro que la revista apuntaba a un público con un poder adquisitivo medio-alto”, comenta. “Por otro lado, la revista presentaba muchos artículos de opinión y entrevistas que reclamaban mayor espacio para el colectivo LGTBI y, sobre todo, derechos civiles. Esa era su razón de ser. Esos mismos reclamos ya venían siendo planteados por el activismo de diferentes grupos pero, hasta la llegada de Zero, el lugar de esos reclamos era limitado. Zero logró ponerlos en el centro de la escena. Y creo que lo logra justamente porque se envuelve en ese traje de luces, el del consumismo más sofisticado. Me pregunto si la revista habría logrado llegar a tanta gente si no hubiese convencido primero a ciertas marcas de que el público lector era una porción atractiva del pastel publicitario”.

El documental, de dos episodios, cuenta con el testimonio de quien fue socio fundador y director, Miguel Ángel López, y de algunos de los antiguos integrantes del equipo de la revista, como Mario Suárez, que aquí ejerce de coproductor ejecutivo; Martín Mazza, que antes de triunfar como actor porno fue becario de Zero, o Eduardo Rubaudonadeu, artífice de la mayoría de las portadas y de muchas de las producciones que dieron identidad visual a la revista. “Yo no me censuraba en lo que hacía”, asegura el fotógrafo en el documental. “El nivel de provocación se iba solidificando a medida que hacíamos portadas que a la gente le estaban gustando. Luego llegamos a un límite, y los canales de publicidad temblaban cada vez que hacíamos una portada. No existían vetos, pero sí había advertencias. Había que encontrar un término medio, pero yo siempre me lo saltaba”.

También aparecen en el documental algunos de los famosos que posaron para la revista, como Boris Izaguirre, Anabel Alonso, Eduardo Casanova o Alaska, quien hizo un alegato en favor de los derechos de las personas trans con un fotomontaje que mostraba su cuerpo semidesnudo (la mitad superior era suya y la inferior pertenecía a un amigo). “Parece mentira, pero esa portada levantó ampollas”, explica Sabanés. «No fue retirada de circulación, pero sí generó que cierta marca internacional (la de la ropa que aparecía en la foto) se resistiera a volver a aparecer en la revista y a que Eduardo  Rubaudonadeu volviera a usar sus prendas. También Alaska fue vetada por dos años en otra publicación famosa. Lo más curioso en el caso de la marca de ropa es que en otros países se permitían campañas mucho más transgresoras que esta”.

Otra de las portadas más recordadas es la que protagonizó en el año 2000 Jesús Vázquez, quien aprovechó su entrevista para hablar abiertamente de su orientación sexual, algo que no había hecho hasta ese momento por consejo de sus representantes. El gallego posó caracterizado como Jesucristo crucificado, debido al calvario que tuvo que vivir tras convertirse en uno de los 31 procesados inocentes que fueron imputados a partir del testimonio de un grupo de chavales toxicómanos que ejercían la prostitución en un pub sevillano. “Cuando salí en Zero empezó para mí una segunda etapa, que llega hasta hoy, ininterrumpida, donde empecé a recibir cartas de muchos chavales cuyo mensaje se repetía siempre: ‘En mi casa lo llevaban muy mal. Cada vez que salía el tema mi familia decía que los gais eran todos unos monstruos y unos enfermos, y ellos sufrían mucho. Desde que tú lo has dicho, como les caías muy bien, ha habido un cambio de postura en mis padres’. Ya solo por eso mereció la pena la portada”, explica el presentador frente a la cámara.

Más revuelo mediático crearon aún las portadas protagonizadas por el ya desaparecido José Mantero, que en 2002 se convirtió en el primer sacerdote español en salir públicamente del armario (a raíz de aquel reportaje, fue suspendido de sus funciones por la Iglesia española), y por el teniente coronel José María Sánchez Silva, el primer militar español de alto rango en salir públicamente del armario y denunciar la situación de discriminación de las personas LGTBI en el Ejército. “Su salida del armario tuvo muchas consecuencias, porque no gustó nada en el Ministerio de Defensa”, explica la fundadora de la librería Berkana Mili Hernández. “[José María] Sufrió bullying, tuvo que llevar a juicio a varios compañeros y lo pasó muy mal”. De hecho, el acoso que sufrió en esa época empujó a Sánchez Silva a pasar a la reserva de las Fuerzas Armadas.

Cabe preguntarse si la existencia de una revista como Zero ayudaría hoy de alguna forma a la lucha del colectivo LGTBI. Sabanés opina que sí, siempre y cuando la publicación de turno tuviera una perspectiva de género de la que carecía aquel mensual de tendencias. El propio Ricardo Llamas, que antes de trabajar en Zero escribió un ensayo que inauguró en España los estudios queer (Teoría torcida), señala en el documental que su revista era masculina, cis y blanca, aunque su discurso abarcase también otros integrantes de la comunidad. “Una revista que cumpla la función social que en su momento cumplía Zero necesitaría hoy una perspectiva más amplia y códigos que la acercaran a una nueva generación de lectores (que se manejan con otros criterios)”, concluye Sabanés. “Por suerte, la diversidad ha calado hoy en muchos territorios, como el de la ficción. Lo que sigue faltando es una presencia de este punto de vista en el periodismo. Quizás no se trate de una revista específica, sino de un espacio dentro de medios más generalistas. Eso sería un reflejo más acertado de lo que ocurre con el colectivo LGTBI respecto al conjunto de la sociedad. Sería una integración transversal, no una jaula dorada”.

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Comentarios

  • Alfonso Albacete retrata a Tino Casal, el huracán que viene y va

    Por Alfonso Albacete retrata a Tino Casal, el huracán que viene y va, el 30 enero 2024

    […] era arriesgado y ellos eran unos valientes. Lo de la salida del armario vino con la aparición de revistas como Shanghai o Zero, pero en ese momento no había salida del armario como tal. Creo que Tino Casal era claramente […]

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