‘No los abandones’: cada año se producen 407 millones de toneladas de plásticos

La mayoría de los plásticos que se han elaborado en 150 años han terminado abandonados en la naturaleza.

La mayoría de los plásticos que se han elaborado en 150 años han terminado abandonados en la naturaleza.

La mayoría de los plásticos que se han elaborado en 150 años han terminado abandonados en la naturaleza.

La mayoría de los plásticos que se han elaborado en 150 años han terminado abandonados en la naturaleza.

‘No abandones más plásticos’. Es la nueva campaña emprendida por la ONG conservacionista SEO/BirdLife y Ecoembes, entidad encargada de la recuperación y reciclaje de los envases plásticos, dentro de su ‘Proyecto Libera’ para alertar del desastre que supone el abandono de residuos en la naturaleza, lo que ellos llaman ‘basuraleza’. Los datos son escalofriantes: cada año se producen 407 millones de toneladas de plásticos en el mundo. Y calculan que el 79% de todos los plásticos creados en sus 150 años de existencia han acabado en vertederos o se encuentran abandonados en la naturaleza. 

SEO/BirdLife y Ecoembes presentaron la semana pasada los datos de sus 18 meses de Libera. En este tiempo de salidas a la naturaleza para recoger basuraleza han contado con la colaboración de 28.800 voluntarios, han recogido 169 toneladas de basura y han caracterizado 109.000 residuos. Los más encontrados han sido colillas, envoltorios de comida, botellas de plástico, toallitas y bolsas (todos ellos tienen plástico).

Esto llevó a Óscar Martín, consejero delegado de Ecoembes, a decir: “Estamos ante un problema serio, pero un problema que tiene solución. Sumando fuerzas y trabajando en la concienciación de todos, podemos llegar a un futuro sin basuraleza. La sociedad necesita generar conciencia sobre el problema del abandono de residuos en la naturaleza. En primer lugar, es importante fomentar un consumo responsable; es el ciudadano la que puede elegir qué, dónde y cómo comprar e incluir criterios ambientales en esa decisión. Debemos plantearnos nuestro modelo de consumo y virar al modelo de economía circular. Por último, es fundamental que los residuos generados no se abandonen, sino que se depositen en el contenedor o papelera correspondiente para, si cabe, su posterior reciclaje”.

Libera es un proyecto creado por SEO/BirdLife, la ONG ambiental decana en España, en alianza con Ecoembes, la organización medioambiental sin ánimo de lucro que promueve la economía circular a través del reciclaje de los envases. El objetivo de esta iniciativa es concienciar y movilizar a la ciudadanía para mantener los espacios naturales libres de basura y terminar con la basuraleza. Para ello, Libera plantea abordar el problema en tres dimensiones: conocimiento, prevención y participación. Según explican sus coordinadores: “Conocimiento, porque es necesario saber más acerca de la cantidad, tipología y origen de los residuos; prevención, a través de campañas de sensibilización y educación; y participación, ya que, sin la movilización de la ciudadanía, no se conseguirá cambiar esta situación”.

Desde que fueron creados hace 150 años, se calcula que el 79% de todos los plásticos han acabado en vertederos o se encuentran abandonados en la naturaleza. Además, hemos pasado de 2,3 millones de toneladas anuales de plásticos que se producían a principios del siglo XX a 407 millones de toneladas anuales en las últimas décadas.

Aparte de la necesidad fundamental de reciclar, Óscar Martín subrayó otras pautas de acción que apoya Ecoembes dentro del marco redondo de la economía circular, como la eliminación de sobre-envasados y plásticos de un solo uso, la reducción de material con la ayuda del ecodiseño y las iniciativas industriales hacia el plástico bio.

El 90% de las aves marinas, con plástico

En el capítulo de conocimiento, han presentado el informe Impacto del Abandono del Plástico en la Naturaleza. Con algunas conclusiones destacadas: “Por el momento, se estima que un 17% de las especies afectadas por la basuraleza forman parte de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Es el caso, por ejemplo, de la tortuga boba o el oso marino ártico, ambas catalogadas en situación vulnerable. Las aves marinas, como la pardela cenicienta o la pardela balear, tampoco se escapan a la catástrofe ambiental. Un reciente estudio calcula que el 90% de las aves marinas han ingerido plástico (los primeros casos documentados de ingestión de plástico datan de 1966, cuando se encontraron 74 pollos de albatros de Laysan en un atolón del Pacífico) y que, de seguir así, el número llegará al 99% en 2050”.
Y más: “Se sabe que solo diez ríos de Asia y África son los responsables del transporte de más del 90% de residuos plásticos procedentes de fuentes fluviales que llegan a los océanos. Si se tiene en cuenta que más del 80% de los residuos plásticos presentes en los océanos provienen de fuentes terrestres, se obtiene que los cauces de estos ríos son puntos calientes de abandono de estos residuos en la naturaleza”. A pesar de ello, Óscar Martín reconoció que no hay un movimiento global, como con el cambio climático, para cooperar entre todos los países y economías en distintos niveles de desarrollo para poner coto a este grave problema. “Debería haber un pacto mundial, unas políticas globales a partir de directrices de Naciones Unidas, pero no lo hay”.

Cuerdas de plásticos en los nidos

Además de otros impactos procedentes del uso del plástico en actividades agrícolas, destaca el abandono en zonas agrícolas y ganaderas por convertirse en una trampa mortal para muchos animales. Un estudio alertaba de cómo los enredos provocados por cuerdas de enfardar amenazan a las águilas pescadoras. Este material, obtenido de desechos agrícolas, es usado por esta y otras aves para construir sus nidos, suponiendo un peligro para los pollos y los adultos, pudiéndoles llegar a causar estrangulamientos.

Otro estudio sobre la cigüeña blanca en Polonia, analizó el impacto de las cuerdas de plástico en el desarrollo de sus pollos y se demostró que este material provocó enredos en las patas de al menos el 21% de los individuos estudiados, ocasionando la destrucción parcial de las patas, llegando en algunos casos a la auto-amputación

Porque, como recalcó Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife, esa carga plástica no es que acabe en la tierra, o en los ríos, o en los mares y los océanos, es que acaba en nuestro organismo, con todas las consecuencias que eso puede acarrear para nuestra salud.

“Estamos rodeados de plástico. Está en todo”.

También en nuestro cuerpo. Dentro de nosotros.

Inquietante.

Microplásticos y salud humana

“El impacto de los plásticos en la salud humana está por determinar”, sigue el estudio. “Estudios preliminares avalan la presencia de microplásticos en el cuerpo humano. La comunidad científica trabaja en generar conocimiento acerca de cómo puede afectar a nuestro organismo el consumo continuado de estos microplásticos. Cabe destacar que los plásticos frecuentemente contienen aditivos como pigmentos, estabilizadores UV e ignifugantes, aumentando la tipología de sustancias químicas a las que estamos expuestos con la ingesta de plásticos. El bisfenol A (BPA), sustancia utilizada en la producción de algunos plásticos, fue incluida en 2017 en la lista de sustancias candidatas extremadamente preocupantes en la Unión Europea debido a sus efectos potencialmente tóxicos para la capacidad reproductora y potenciales propiedades de alteración endocrina. En diciembre de 2016, la Comisión Europea tomó la decisión de restringir el uso del BPA en el papel térmico en la Unión Europea. Esta prohibición entrará en vigor en 2020”.

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