Ramón Larramendi, explorador: “Una batalla geopolítica amenaza el Ártico”

El explorador Ramón Larramendi, premio Personalidad Ambiental Ecovidrio 2024.

Si hay alguien que conoce bien el mundo de los hielos polares es, sin ninguna duda, el explorador Ramón Larramendi, que esta semana ha sido distinguido con el premio Personalidad Ambiental Ecovidrio 2024. Con más de 40.000 kilómetros recorridos en los últimos 35 años –desde aquella juvenil aventura de más de 14.000 kms en trineo de perros y kayak–, nadie como él ha vivido las transformaciones que el Ártico y la Antártida han experimentado en las últimas décadas. Y si hay algo que le ha motivado a volver una y otra vez a ambos lugares ha sido ese proyecto único en el mundo que es el Trineo de Viento, WindSled en inglés, una auténtica plataforma científica con la que ha logrado hitos inimaginables. Hemos hablado con él, a raíz del premio de Ecovidrio.

A la espera de que los presupuestos de 2025 incorporen su vehículo –tirado por gigantescas cometas– al programa polar español, Larramendi sigue pergeñando mejoras. Su apuesta por un medio de transporte movido por la limpia energía eólica, capaz de recorrer miles de kilómetros y dejar el hielo tan impoluto como lo encuentra, ha sido reconocida en el premio a la Personalidad Ambiental Ecovidrio 2024. “Ha sido una sorpresa; estoy encantado de que se reconozca la importancia de mi proyecto tras tantos años de lucha”, nos dice desde El Escorial (Madrid), en un día de esos que le gustan especialmente: con nieve.

La evolución del Trineo de Viento ha sido espectacular en estos 25 años. ¿Va a seguir mejorando en el futuro?

En los últimos años hemos mejorado mucho su capacidad de carga y de generar energía, y sin dejar de ser una plataforma que no contamina por donde pasa, algo especialmente valioso en territorios polares. En la primavera de 2024, hicimos una travesía en Groenlandia con tres toneladas de carga, que fue el máximo hasta ahora. Y creemos que aún puede aumentar. Esto nos permitirá llevar hasta 500 o 600 kilos de material científico y muestras, algo muy importante para hacer ciencia relevante. Respecto a la generación de energía, el otro puntal para trabajar con equipamientos sofisticados, desde la última expedición al sur (Antártida Inexplorada 2018-2019), el mundo de las placas y las baterías ha evolucionado mucho.

¿Cuál es el reto pendiente?

Para mí será que este vehículo polar, que ya es una realidad, se incorpore al Programa Polar español para realizar expediciones en una de las zonas más desconocidas de la Tierra: la Antártida Oriental. Será un hito para España liderarlas. Y también estará en el norte de Groenlandia, una de las regiones más sensibles al cambio climático, pero de la que hay muy poca información en superficie, como la que nosotros podemos conseguir. En este caso, la meta es un programa internacional, en el que ya colaboramos este año que acaba con instituciones italianas. El próximo viaje será en 2025, también por el norte de Groenlandia, con el fin de consolidar la ruta de salida del interior del hielo.

¿Hay algo similar a estas expediciones científicas en el mundo?

Capaces de recorrer tantos kilómetros como nosotros sin una gran inversión, no. Organizar una travesía polar con tanta carga es muy complejo y muy costoso, especialmente por el combustible que se requiere. En la Antártida sí hay rutas de avituallamiento de bases científicas en las que se aprovecha para recoger datos, pero fuera de ellas, no hay nada. No ha habido ni una en los últimos años. Tampoco en el norte de Groenlandia, donde el acceso resulta muy difícil.

Precisamente estos días han salido datos muy alarmantes de que el hielo en el Polo Norte puede desaparecer del todo en el verano de 2027. ¿Cómo ha vivido a lo largo de los años este cambio climático que hemos generado los seres humanos?

Lo llevo viendo 20 años, así que no me sorprende. Sí me llama la atención la precisión del año concreto porque, desde mi experiencia, me cuesta visualizarlo tan pronto. Libre de hielo significa que haya menos de un 15%. Ahora bien, entre 2030 y 2040 tiene visos de que así será. El camino por el que vamos es claro. Y lo compruebo, porque sigo de cerca la información sobre el aumento del número de barcos que navegan por el Ártico: en 2024 aumentaron un 25%. Además, no hay más que ver los planes de China y de Rusia, que están planificando sus estrategias de cara a 2035, cuando el Ártico será más accesible, y por ello más interesante para ambos.

Parece que son cambios que amenazan el Ártico…

Evidentemente. China y Rusia ya utilizan la ruta ártica con barcos de gran tonelaje llevando gas y petróleo, con un riesgo ambiental elevado. China está interesada en el Paso del Noroeste y Rusia en el del nordeste. De hecho, Rusia tiene rompehielos nucleares que abren la ruta y detrás van sus convoyes de cargueros. Hasta octubre han estado moviendo buques. También China ha encargado ya rompehielos que, a modo de naves nodriza, les permitan el paso. De este modo, podrán llegar a Europa sin depender de Estados Unidos ni tampoco de Rusia. El transporte de sus mercancías podría bajar de 36 a 22 días. En ese mundo de geopolítica y economía, lo único que buscan es ser los primeros. No se consideran los impactos ambientales, ni cómo la falta de hielo afectará a las corrientes oceánicas o trastocará el clima terrestre. De hecho, China prepara un submarino para llegar al fondo del Polo Norte geográfico y explorar el lecho marino, porque los intereses mineros son otra de las prioridades. Una gran batalla geopolítica planea sobre el Ártico.

¿Cómo está afectando el calentamiento global a las poblaciones que viven en esa zona del mundo?

No demasiado. En las regiones del norte como Thule, al haber menos hielo, disminuye la caza, pero sin embargo está aumentando la pesca, porque se desplazan más al norte los peces, así que están incrementando sus ingresos. En el sur, aumenta la temporada de los cultivos, aunque la agricultura es minoritaria. Lo que más cambia su vida es el turismo. Hace poco llegó el primer Airbus al aeropuerto de la capital groenlandesa, Nuuk, así que este año veremos vuelos hasta allí desde Nueva York o Londres. Nuuk será la nueva Benidorm, con muchos hoteles. Y eso atrae a la escasa población de la isla, que abandona otros lugares donde vivir es más difícil. Se calcula que para 2060, dos tercios de los groenlandeses vivirán en esa ciudad.

Y esto puede acelerar su contaminación…

Sí, se supone que habrá más carbono en su atmósfera y se depositará sobre la blanca capa de hielo interior. Al ennegrecerse, absorbe más calor. Ya pasa con las cenizas que llegan de incendios boreales. Por eso es tan importante saber lo que ocurre en el terreno, y no solo con los satélites; hay que tomar muestras de nieve, hacer un mantenimiento adecuado de las estaciones meteorológicas. En definitiva, ir a los sitios y cotejar datos. Y para eso es importante el Trineo de Viento, capaz de recogerlos en trayectos de grandes distancias.

En el centro el aventurero Ramón Larramendi escoltado por el Secretario de Estado de Medio Ambiente y el Presidente de Ecovidrio. Foto: Ecovidrio.

Ramón Larramendi (en el centro), el martes durante el acto de Ecovidrio en el que fue premiado como Personalidad Ambiental del Año. Foto: Ecovidrio.

El plan para volver a la Antártida, ¿en qué consiste?

Queremos hacer una ruta de 4.000 kilómetros cruzando el continente saliendo desde la zona más cercana a Sudáfrica, la base rusa de Novolazárevskaya, pasar por el Polo Sur, parar en la base de Vostok y acabar en la base italiana Concordia. En 2019, dejamos un Trineo de Viento en Novo y el pasado año estuve allí y comprobé que está en buen estado. La idea es que vayamos cinco o seis expedicionarios con unos 2.500 kilos, porque es un terreno más difícil que en el Ártico, donde podemos ir hasta 10.

¿Qué futuro ves al Trineo de Viento cuando ya no puedas viajar?

En la próxima expedición antártica pretendo que participe gente joven para que aprendan a manejarlo y garantizar ese futuro. Este proyecto requiere renovación, no puede depender de una persona o dos, y para conocerlo es preciso hacer, al menos, un viaje en él. Mi objetivo es que sea una plataforma científica más dentro del Programa Polar de España, probablemente con un contrato de servicios externos. La idea es que pueda hacer expediciones al sur cada tres años, coincidiendo con los plazos con los que se convocan los proyectos científicos, de modo que los investigadores puedan programar trabajos para realizar a bordo. De momento, ya tenemos algunas publicaciones científicas de expediciones pasadas y en breve habrá más. Estoy seguro de que tendrá vida propia.

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