Dos cuerpos femeninos
Llegamos al relato número 19 de nuestra serie de Agosto, escrita en colaboración con el Taller de Clara Obligado. Lleno de violencia. Advertimos que puede herir la sensibilidad de algún lector.
Por MANUEL MORENO
Desperté cuando reventaron la entrada de mi casa y salí del dormitorio a defender mi propiedad. Dos bultos me arrastraron hasta el salón y, entre puñetazos, fui inmovilizado en el sofá, sujeto con cuerdas en mi propia alfombra. Cuando pararon los golpes pude ver, al trasluz de la ventana, los dos cuerpos femeninos de mis atacantes, curvados y atractivos. Más zarandeos e insultos para que supiese quién mandaba cuando escuché esa voz, amenazante y profunda:
-La clave de la caja, hijo de puta.
Mi cárcel persa no pudo impedir una poderosa erección cuando traduje:
-Has sido un niño muy malo y muy hijo de puta…
Rompieron una figura de Lladró contra mi cabeza. De nuevo la voz:
-¡La-cla-ve!
-¡Más…, más!- dije.
Encendieron la luz. Dos figuras perfectas de látex, tacones de aguja y glúteos esféricos. Una de ellas agarró el jarrón Ming y me acercó su cara para que su postizo de pestañas me acariciase las cejas:
-Mira- dijo- lanzó el jarrón contra la pared y me dio una bofetada con la mano vuelta-. Dinos la puta clave.
Yo seguía excitado y mi agresora se alejó de mí con un suspiro de desesperación. Se comunicó en bisbiseos con su compinche y, en décimas de segundo, ésta me estaba marcando el ojo con la punta del tacón:
-Suelta la clave.
-¡Más!
Uno de los cuerpos bramó y agitó los brazos de impotencia. Lanzó una silla contra mí, con escasos daños debido a la amortiguación de la alfombra, así que me desataron para golpearme mejor.
-Cingho…, ozsho…, des…, duefe…
Los insultos pararon:
-¿Qué has dicho?
-¡Arrghhhh!!
-¡Dilo otra vez!
Me dormía exhausto cuando recibí el último golpe. Antes de perder el conocimiento, pude ver dos cuerpos femeninos alejándose:
-Vaya gilipollas…, un orgasmo- dijo una voz.
-Cada vez tenemos más problemas- dijo la otra.
ENTREGAS ANTERIORES
‘Relatos de Agosto’ en torno al cuerpo femenino. ‘La Piñata Niña’
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Ya no se frotaba los pezones con aceite…
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En lo más íntimo de las muñecas
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