Alerta en la Antártida: el Polo Sur en la era de la ebullición

Tormenta en la colonia de pingüinos emperador en el glaciar Dawson Lambton. Foto: Fritz Polking / WWF.

Por ISAAC VEGA / WWF ESPAÑA

La muerte masiva de miles de pollos de pingüino emperador por el deshielo acelerado y temprano es el último y desesperado grito de auxilio enviado desde la Antártida para que abandonemos nuestro actual modelo de consumo energético basado en los combustibles fósiles, que está calentando el planeta como una olla a presión y, según la ONU, nos mete de lleno en la era de la ebullición. Desde WWF os contamos qué está pasando en el Polo Sur, cuál es la desesperada situación para pingüinos emperadores que, más pronto que tarde, nos va afectar gravemente a todos.

Pese a las advertencias de la ciencia y las múltiples e inequívocas señales de alerta de la naturaleza, los gestores del planeta dilatan en Tasmania decisiones inevitables para la Antártida y nuestra propia supervivencia. La próxima gran oportunidad para los líderes mundiales será la COP 28, que tendrá lugar entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre en Dubai. ¡Allí estaremos, defendiendo la Antártida y nuestro futuro!

La Antártida es el último continente virgen, un mundo helado que debería permanecer prístino para el disfrute de las generaciones futuras y el equilibrio del planeta, pero a pesar de muchos esfuerzos no está siendo así y es mucho lo que está en juego.

Con sus 14 millones de km2 es el cuarto continente más grande, tras Asia, América y África. En su mayoría (98%) está cubierta por una gruesa capa de hielo, de 1,9 km de espesor en promedio, que unida a las duras condiciones climáticas han sido su gran escudo protector frente a la insaciable codicia humana. Además, en 1990 el Tratado Antártico prohibió durante 50 años la explotación comercial de sus recursos minerales confirmados: antimonio, carbón, cromo, hierro, molibdeno, oro, uranio y petróleo.

Virgen y en peligro

Sin embargo y a pesar de tanta protección sobre el papel y física, el Polo Sur está amenazado por la llegada de especies exóticas invasoras, por los recientes casos de gripe aviar registrados en Bird Island y, sobre todo, en grave peligro por nuestras emisiones de gases con efecto invernadero y el acelerado deshielo que las acompaña.

Así, un reciente estudio del British Antarctic Survey publicado el 23 de octubre en la revista Nature Climate Change confirma que el derretimiento de las plataformas de hielo en la Antártida occidental es más rápido e inevitable de lo esperado y seguirá produciéndose en este siglo, al margen de lo que hagamos. Aunque lográsemos mantener un calentamiento 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, el hielo antártico seguiría derritiéndose tres veces más rápido que en el siglo pasado.

Según Naciones Unidas y el Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielo (NSIDC) de EE UU, la extensión de hielo antártico en el invierno austral de 2023 ha sido la más baja desde que se tienen registros satelitales, manteniéndose por debajo de los 17 millones de km2 por primera vez desde 1979, un millón menos que el anterior mínimo histórico de 2022 (una superficie mayor que Egipto).

Grietas en uno de los glaciares de la Antártida. Foto: Chris Johnson.

La Antártida es la región más ventosa y seca del planeta, con precipitaciones anuales de 200 mm en la costa y mucho menores en el interior, y la más fría: un desierto de hielo donde se han registrado -89,2 °C; pero también donde se están experimentando algunas de las olas de calor más inusuales e intensas del mundo.

El calentamiento y el deshielo de su masa helada están teniendo graves consecuenciaspara la vida antártica. El hielo marino proporciona refugio a innumerables especies, desde pequeños crustáceos como el krill hasta el mayor de los pájaros bobos: el pingüino emperador, que depende de la fría agua congelada para su supervivencia.

Pingüinos emperadores hacia la extinción

A finales de 2022, la Antártida soportó temperaturas de hasta 40 °C superiores a la media habitual, que provocaron un récord en el deshielo marino y la muerte de más de 10.000 pollos de pingüino emperador. Cuatro de las cinco colonias asentadas en el mar de Bellingshausen, al oeste del continente, perdieron todas sus crías.

Como explica Emily Grilly, manager de Conservación Antártica de WWF, “el emperador es el único pingüino que se reproduce en el invierno antártico y depende del hielo marino estable para poner sus huevos y sacar adelante sus crías. A medida que aumentan las temperaturas regionales, la ruptura del hielo marino en la temporada de primavera se adelanta. Esto puede ser fatal para los polluelos que aún no han desarrollado sus plumas impermeables de adulto ni han aprendido a nadar”.

El destino de estas aves se ve estrechamente ligado al hielo marino y el 98% de sus colonias podrían estar al borde de la extinción para 2100. Si no abandonamos los combustibles fósiles, la especie podría extinguirse antes de final de este siglo.

Hielo: clave en la regulación climática y oceánica planetaria

Pero que nadie se confunda… esto no va de la nostálgica defensa de la icónica vida salvaje en el mundo helado. El deshielo en la Antártida y el Ártico no solo pone en peligro a pingüinos y osos polares, afecta a todo el planeta y también amenaza nuestro futuro con subidas en el nivel de mares y océanos que inundarán muchas regiones costeras, incluso países isla, cambios en corrientes y en el clima terrestre.

La Antártida es la mayor reserva de agua dulce del planeta. Aproximadamente el 97% del agua terrestre es salada y dos terceras partes del 3% restante dulce están en forma de hielo antártico. Su deshielo podría cambiar las condiciones de temperatura y salinidad del océano, provocando una alteración o incluso el colapso en las corrientes marinas, con todo lo que ello supone, empezando por las pesquerías.

Además, el hielo glaciar de la Antártida y las plataformas de hielo marino que la rodean son claves para regular el clima del planeta. La razón es muy sencilla: el hielo de la criosfera refleja la energía solar hacia la atmósfera y el espacio, mientras que el océano oscuro absorbe la mayor parte de la energía solar que recibe. De esta forma, la reducción de hielos polares contribuye a la subida de temperaturas, alimentando un círculo vicioso que presenta más signos de alarma.

Guardería de pingüino emperador en la colonia Snow Hill Island. Foto: Bryan and Cherry Alexander.

Menos blanca y más verde

Un estudio de la Universidad de Insubria (Italia), encabezado por Nicoletta Cannone y publicado en la revista Current Biology (abril 2022), revela que el verde está sustituyendo al blanco en la Antártida, donde cada vez hay más vegetación y menos hielo. Los investigadores han examinado la evolución de la superficie cubierta por las dos únicas especies de plantas antárticas autóctonas: el pasto antártico (Deschampsia antarctica) y la perla antártica (Colobanthus quitensis) durante la década 2009-2018 y la han comparado con los datos del último medio siglo.

El resultado es inequívoco y nada tranquilizador. En solo una década, esas dos plantas han proliferado en extensión y densidad tanto como en los 50 años anteriores; especialmente en Signy, una pequeña isla próxima a las Orcadas del Sur, que es una importante área de nidificación para aves marinas antárticas.

La ruptura del frágil equilibrio ecológico es debida al creciente calentamiento del aire en verano por la subida de temperaturas en la Antártida, muy por encima de la media global del planeta, y a la disminución del número de focas y lobos marinos que, históricamente y con su pisoteo, ayudaban a limitar el avance de las plantas. Los autores del estudio advierten que la ausencia prolongada de hielo podría ocasionar cambios drásticos en los ecosistemas antárticos, favoreciendo la expansión de la vegetación autóctona y la llegada de nuevas plantas exóticas o invasoras.

Nuevo fracaso en Tasmania

Decepción y preocupación tras la inacción al cierre de la última reunión anual de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA), la organización internacional responsable de la conservación de la vida silvestre antártica. Desarrollada en Hobart (Tasmania, del 16 al 27 de octubre), los países asistentes no lograron ofrecer una mayor protección a la Antártida a pesar de las amenazas de un récord en el deshielo marino y de los casos gripe aviar en Bird Island.

Mientras los científicos alertan del punto crítico de inflexión ecológica y llaman a la acción climática urgente, los delegados de los 27 países presentes en la 42ª reunión de la CCRVMA hicieron caso omiso y aplazaron a la próxima cita de 2024 las regulaciones de pesca de krill y la creación de tres nuevas y necesarias Áreas Marinas Protegidas (AMP) en el Océano Austral: en la Península Antártica, el Mar de Weddell y la Antártida Oriental; prolongando así in eternis las discusiones estancadas iniciadas en 2010.

Ballena jorobada en la Antártida. Foto: Wim van Passel.

«Es frustrante que las discusiones sobre las AMP hayan estado en curso más de una década y completamente decepcionante que la CCRVMA no haya logrado avances significativos tras un año de cambios preocupantes y sin precedentes para la Antártida. Los niveles récord de deshielo marino y el catastrófico fracaso reproductivo de los pingüinos emperador deberían haber sido una señal de alarma para que los países se unieran, priorizaran la conservación y cumplieran su compromiso de establecer AMP con importantes áreas de prohibición de pesca", afirma la experta antártica de WWF.

En 2009, los países miembros pusieron en marcha una red de AMP en el Océano Austral, estableciendo la primera AMP en alta mar en la plataforma sur de las Islas Orcadas del Sur. Siete años después, se acordó la mayor AMP del mundo en el Mar de Ross (2,09 millones de km2). Las tres nuevas AMP deberían proporcionar esperanza a la vida silvestre y un refugio seguro de casi 4 millones de km2, reduciendo presiones humanas como la pesca industrial de krill, clave en el ecosistema antártico.

Una gamba poderosa, estrella del menú antártico

En el centro de la red alimentaria antártica se halla un poderoso organismo: el krill, un pequeño crustáceo de entre 3 y 6 centímetros de longitud, similar al camarón, que es el alimento principal de ballenas, focas y pingüinos, así como aves, peces y otras muchas especies. Además, este pequeño invertebrado desempeña una importantísima función ecosistémica para el equilibrio del planeta: cada año captura millones de toneladas de carbono que transporta en forma de heces al fondo del océano para su almacenamiento seguro.

Pero como explica el informe Krill antártico: potencia del océano Austral – WWF 2022, está en crisis. Necesita el hielo marino en sus etapas larvarias para alimentarse y refugiarse de los depredadores, y es objeto de una pesquería industrial a gran escala y obsoleta que, año tras año, viene sobreexplotando los mismos caladeros próximos a la Península Antártica sin considerar el impacto del cambio climático. Sus poblaciones están disminuyendo en regiones próximas a la Península Antártica y su abundancia podría caer más de 40% a final de siglo.

La disminución de krill y los cambios en su distribución están afectando a los pingüinos de barbijo, que ya han caído un 30%, a los de Adelia, que también podrían disminuir un 30% en 2060, y a las ballenas jorobadas que, en la Península Antártica Occidental, han reducido las tasas de embarazo en los años siguientes a la escasez de krill. Enormes cetáceos que protagonizan grandes migraciones y pingüinos se ven obligados a invertir cada vez más energía para conseguir su alimento, y no son incidentes aislados, son síntomas de un continente en crisis a los que debemos poner remedio ya.

Vegetación al descubierto tras deshielo en la Antártida. Foto: Wim van Passel.

WWF: más de tres décadas defendiendo la Antártida

En WWF llevamos más de 30 años trabajando en la conservación de la Antártida, desde que en 1990 lanzamos nuestra primera campaña pidiendo su declaración como Parque Mundial Patrimonio Mundial de la Humanidad. Trabajamos en los despachos y sobre el terreno para salvaguardar una Antártida salvaje, próspera y biodiversa para las generaciones futuras. Luchamos contra el cambio climático y promovemos la investigación y la explotación sostenible de los recursos marinos del Océano Austral que sustentan la vida silvestre en el Polo Sur. Colaborando con individuos, ONG, gobiernos, empresas y organismos científicos, monitoreamos e informamos sobre el estado de las especies, los ecosistemas y los impactos humanos para codiseñar y poner en marcha las mejores soluciones posibles para el séptimo continente, el más virgen.

Como dijo António Guterres, secretario general de la ONU, a finales de julio del verano más cálido de la historia, “Hemos pasado de la era del calentamiento global a la de la ebullición global… y los humanos tienen la culpa”. En la Antártida y en otras partes del mundo no dejan de batirse récords de temperaturas extremas jamás vistas; actuar contra el cambio climático no admite más demoras.

Confiemos en que en la inminente COP 28 de Dubai los líderes mundiales estén a la altura y, cuando hagan balance de sus compromisos de París y decidan sus próximos pasos para el mundo, no solo apuesten por las energías renovables, sino que digan un claro y rotundo ¡NO a los Combustibles Fósiles! Solo así los pingüinos emperadores, la Antártida, La Tierra y la Humanidad tendremos un futuro con esperanza.

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