Ali Smith cierra con ‘Verano’ su sobrecogedor cuarteto de estaciones

La escritora Ali Smith.

Con ‘Verano’, la escritora escocesa Ali Smith cierra de manera magistral su cuarteto de estaciones, extraordinariamente bien recibido por la crítica y los lectores, y que lo abrió con ‘Otoño’ en octubre de 2016. Smith ha sabido invertir la categoría de cada una de las estaciones que narra, construye veranos sobre inviernos para enfatizar y radicalizar, porque ese es el único pago que merece el abuso, el eje argumental de esta imprescindible, monumental y sobrecogedora cuatrilogía.

Mezclar el infierno personal de algunos de los escritores más importantes de la Historia de la literatura (Rilke, Rimbaud, Kafka, Shakespeare, Dickens, Keats) con el infierno que una y otra vez se superpone al avance del mundo definitivamente sólo está al alcance de la escritora Ali Smith (Inverness, Escocia, 1964)  que en la nueva entrega de su cuarteto estacional, Verano, da una vuelta de tuerca a la imaginación y a los círculos concéntricos que con una maestría incuestionable va construyendo la casualidad. Pero no  se ocupa ni se refiere a esas casualidades ramplonas y mediocres con que trata de  entretenernos el destino, sino que se ocupa de  esas casualidades profundas y feroces que perpetúan los terrores y errores del poder.

Smith deslumbra una vez más desplegando sus realidades paralelas, esas que están basadas en las verdades geográficas, sociales y vitales de sus personajes, y de todos los personajes que sufren y son humillados de manera sistemática en ese mundo real con que los dictadores nombran a ese páramo ultramanipulado al que ya no podemos llamar tierra ni hogar ni patria.

Invierte la categoría de cada una de las estaciones que narra, construye veranos sobre inviernos y viceversa para enfatizar y radicalizar, porque ese es el único pago que merece el abuso, la trama argumental de esta imprescindible cuatrilogía.

Smith no se cansa de nombrar el Brexit como un holocausto sin cámaras de gas y sin ejércitos en las calles, sin muros y sin estrellas amarillas en la solapas.

No se cansa tampoco de que todas la introducciones a cada uno de los volúmenes de su cuarteto sean perfectas y determinantes declaraciones de intenciones desde lo humano y desde lo literario.

Es una soberbia analista de la naturaleza humana, es cínica y destructiva con lo aceptado como reflexivo o filosófico, e inmisericorde con esa tendencia general a creerse todas y cada una de las  supuestas verdades que alimentan el fútil estómago del ciberespacio:

“Y lo que llamas un nivel de corrección aceptable no es más que una argucia social”. 

Smith compone esta novela a base de diálogos extraordinarios en boca de personajes extraordinarios. De personajes que no se complementan, que a ratos respiran en la antípodas y que, sin embargo, conforman un todo homogéneo que hace de Verano el broche soñado para esta batalla contra el poder que ha supuesto esta saga de libros incómodos y exigentes. La inteligencia narrativa de Smith es un audaz animal invertebrado que escoge la ranura más inhóspita para edificar un mundo de verdades insobornables, de diarios en los que la autora es capaz de detallar los pensamientos y los deseos del futuro, de senderos que no aceptan la supervivencia de ningún laberinto.

Smith consigue que la repulsiva voz del hetero-patriarcado se mueva con rabia dentro de la boca de una adolescente, Sacha, y que su discurso no sea paradójicamente un ajuste de cuentas. Sacha y su discurso están más allá de la venganza, están situados sobre un mapa aún oculto, pero que comienza a desfigurar las zonas contingentes en las que están obligadas a moverse las mujeres. Sacha es inteligente, rápida, paciente, enérgica y una observadora casi patológica de los axiomas y movimientos que deshacen el núcleo del mundo. Sacha es una activista lúcida, alejada de los fanatismos y apegada a las realidades sociales, sean de la índole que sean.

Frente a ella, Robert, su hermano menor, ese vándalo que quiere cambiar el mundo desde la chispeante contradicción. Un personaje físico en todos los sentidos, en el biológico y en el mental:

“Robert Greenlaw, lobo solitario, niño perdido, alma paciente en rigor”. 

Y en contra y a favor de ambos, Grace, la madre, esa mujer perdida, anclada en el pasado que, sin embargo, cae en el futuro menos halagüeño, el de convivir puerta con puerta con su ex marido y su amante, Ashley, la muchacha que hurga en el tuétano de cualquier palabra hasta encontrar su origen para erradicar la confusión etimológica del mundo,  y que sin embargo es incapaz de hablar.

Tampoco se olvida Smith de custodiar esa fosa común que está devorando al mundo llamada coronavirus:

“Intercambia miradas con una gaviota. La gaviota, que tiene el pico y la patas de un color amarillo intenso. Su pico sobresale como las máscaras que llevaba la gente hace siglos, durante la peste en Venecia. Piensa en esas mascarillas de algodón de ahora. Parecen insignificantes, hojas muertas, basura al viento, comparadas con las máscaras reales, las que llevan sobre la cara los mentirosos del planeta”.

Ni olvida las guerras antiguas, la Primera y la Segunda Guerra mundiales, esas que por desgracia son como espejos en los que la sociedad se mira y se remira una y mil vez sin darse cuenta de que su azogue es un espejismo formado en realidad por amenazantes arenas movedizas. Y las personifica en la voz de Daniel Gluck, un ciudadano inglés de ascendencia alemana, que sale custodiado de su casa por un amigo y que acaba recluido en un campo de concentración inglés acusado de nazi. Un personaje crucial para darle poder al presente de la humanidad. Un personaje cuya longevidad le sirve como excusa y como salvoconducto a la autora para unificar los espantos que la sádica inercia de los megalómanos ha ido dejando en la impronta de este siglo XXI.

Smith nunca se olvida de los héroes que no tienen medallas, ni pan que llevarse a la boca; no se olvida de los profesionales que son despojados de su libertad de manera sistemática por el poder, que son maniatados por sus patrañas y señalados como enemigos de una patria cuya inteligencia han alimentado durante años y años. Smith tiene su Hero particular, un hombre prisionero en un centro de internamiento para extranjeros que intercambia epístolas con la incansable y audaz Sacha.

Pero no quiere resultar academicista y recurre con mucha frecuencia a la sabiduría popular de los refranes para acogerse a un equilibrio que blinda la verosimilitud de su historia.

El verano de Smith es la libertad llevada a su máximo exponente. Una libertad reeducada, reescrita y redefinida a través de una incesante búsqueda de todos aquellos abismos que mantienen prisionero al planeta entero:

“¿Qué dice hoy el periódico?, dice ella. Matones  e histriones en el poder, dice Daniel, nada nuevo. Un virus inteligente. Eso es noticia. La bolsa y las acciones se tambalearán. Y habrá personas que le sacarán mucho provecho. Una vez más descubriremos qué tiene más valor, las personas o el dinero”.

Smith vive de su propia reinvención, por eso algo muy novedoso, muy chocante, mucho más libertino de lo habitual en el universo literario de Simth, es asirse al poder del cine mudo para contar una historia llena de elocuencia, una historia herida por la Segunda Guerra Mundial y por la guerras de poder contemporáneo. Smith lucha por la dignidad de sus coetáneos, pero también por aquellos cuyos asesinatos alimentaron las añejas biografías de los sátrapas.

Smith indaga en las raíces de todos los tiempos verbales que han ido dinamitando el mundo. Las hace amarse  y atacarse de una manera sublime. Todo cabe en la imaginación de Smith, un pozo sin fondo que da de beber a la verdad histórica, a su núcleo tan repetitivo, nocivo e irreductible:

“¿Quién ha puesto Nick Drake en una iglesia? Bryter Layter, una flauta bonita muy de los sesenta. ¿Qué vicario enrollado cree que  Nick Drake es buena música sacra?”. 

Smith hace magia una y otra vez, mientras narra esta historia, intensifica la pluralidad de la palabras hasta conseguir en cada una de sus tres partes una polisemia emocional que vocifera con vehemencia dentro de esta historia en que la multi-afluencia de  triángulos (Sacha/Robert/Grace. Arthur/Charlotte/Elisabeth. Arthur/Charlotte/Iris, etc…) no tienen nada que ver con el amor ni con la pasión:

“No se le puede decir a la vieja Iris lo que debe hacer. Nadie puede. Sois muy parecidas. El corazón de Charlotte se dobla en dos. Le duele por dentro”.

Smith reconstruye el mundo que el paso del tiempo olvida y narra con la intrínseca brutalidad de su prosa la indiferencia que unos siglos tiene para con otros. Enfrenta la guerra biológica con la guerra de la trincheras. Enfrenta todas las virtudes de la memoria hasta extraer de su diálogo un antídoto que por desgracia a día de hoy sólo se puede inocular dentro del plano literario.

No dejéis de leer este broche de oro con que cierra Smith su cuadrado mágico, porque Verano muestra la belleza de la verdad extendida sobre el siglo XXI con la pureza literaria que caracteriza a esta autora. Porque la yuxtaposición histórica que la sustenta mantiene al lector en una órbita enriquecedora que le hace convivir en ese venturoso y desbordante vaivén en el que se ve obligado a vivir el gusano hasta que la luz convence al capullo para que se desintegre.

Verano es, sin duda, su novela más ambiciosa, la más salvaje, la de ritmo más lento y, en contraposición, la de sangre más veloz.

No dejéis de leer Verano, porque los personajes de Ali Smith poseen una perseverancia moral incontestable. Poseen la clarividencia de quien no se somete y rastrean los silencios que oculta el poder como si de perseguir el ritmo de una melodía inofensiva se tratase.

No dejéis de leer Verano, porque Sacha es un personajes admirable y analítico que busca la sublimación ininterrumpida del presente sin la edulcoración que demasiado a menudo exige la adolescencia. Creer en el futuro es el único oficio que la sociedad les enseña a los jóvenes, pero ¿quién será capaz de enseñarles a respetar el presente? Leed Verano y obtendréis la solución a ese enigma que jamás se ha resuelto.

‘Verano’. Ali Smith. Nórdica. Traducción de Magdalena Palmer. 330 páginas.

Aquí las reseñas de ‘Otoñoe ‘Invierno de Sonia Fides en ‘El Asombrario’:

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Comentarios

  • ‘Fragua’, la nueva novela de Ali Smith que dejará ojiplático al lector

    Por ‘Fragua’, la nueva novela de Ali Smith que dejará ojiplático al lector, el 02 noviembre 2023

    […] Ali Smith es siempre una escritora de tramas extrañas y audaces que ponen a prueba la paciencia y la inteligencia de los lectores. Su cuarteto estacional rompió la adocenada perspectiva de la literatura anglosajona y con él sus admiradores imaginamos que le había dado la última vuelta posible al intrincado tornillo de la literatura. Pero acaba de llegar Fragua para destrozar esa precipitada teoría que escogimos quienes caímos fascinados frente a la trasgresión narrativa de aquellos cuatro volúmenes. […]

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