Almeida veta la obra del decano de la Escuela de Arquitectura de Columbia

Los Excaravox de Andrés Jaque en la Plaza de Matadero Madrid. Foto: Miguel de Guzmán.

Bella metáfora arquitectónica de una tierra necesitada de agua y sombra en plena crisis climática, los dos Excaravox del arquitecto Andrés Jaque, actual decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Columbia de Nueva York, pueden ser considerados como una obra de gran relevancia en la arquitectura española reciente, y adelantada en aspectos como el bioclimático, que es ahora un imperativo en la práctica profesional. Abandonados desde hace años en la plaza principal del centro de creación contemporánea Matadero Madrid, el Ayuntamiento de la capital se dispone a desmontarlos en una operación que su autor considera que no es un simple desmantelamiento. “No tengo ninguna duda de que los van a destruir”, afirma.

“En el proceso de mercantilización del espacio público quieren alquilar la plaza en Navidad y lo demás les parecen impedimentos; esta es la palabra que emplearon”, añade el arquitecto en referencia a la reunión celebrada este martes, 28 de noviembre, en la que le comunicaron la desaparición “en los próximos días” de los Escaravox, y en la que participaron directivos de la sociedad mercantil municipal Madrid Destino, entre ellos su consejero delegado, Ángel Martín Vizcaíno, y el director de Matadero, José Luis Ramos Romo.

Así culmina un proceso de desencuentros en el que una propuesta de consenso de la anterior directora de Matadero, Rosa Ferré (de la etapa de la alcaldesa Manuela Carmena), que consistía en el traslado de las piezas a un solar junto al invernadero de Arganzuela para convertirlas en unas pérgolas verdes, fue descartada. La causa se debió al desinterés de los miembros del equipo del alcalde del Partido Popular, José Luis Martínez-Almeida, a quienes Jaque reprocha “una forma de hacer improvisada, inculta y chulesca”.

Andrés Jaque es responsable de uno de los centros de innovación arquitectónica más prestigiosos del mundo. El carácter inventivo de su actividad intelectual y de su práctica profesional, con una indagación incesante en torno a ecosistemas arquitectónicos igualitarios, le han valido premios como el Frederick Kiesler de Arquitectura y Artes en 2016 o el León de Plata al mejor proyecto de investigación en la Bienal de Venecia de 2014. Su última obra en Madrid, el Colegio Reggio, recibió, ex aequo, el último premio FAD de Arquitectura y fue calificada por Oliver Wainwright, crítico de arquitectura del periódico británico The Guardian, como “una de las escuelas más imaginativas jamás construidas”.

El arquitecto Andrés Jaque junto a uno de sus Excaravox, en Matadero Madrid. Foto: Luis Díaz Díaz.

Fechados en 2012, quizás los Escaravox sean la obra más singular de Andrés Jaque por su carácter precursor de búsqueda de soluciones ante la crisis climática. También por su escala dentro de la plaza de hormigón de Matadero, por su materialidad y por el sistema constructivo empleado, calculado y supervisado por el gran ingeniero Agustí Obiol Sánchez, fallecido el pasado octubre. A lo que se añade la potencia metafórica del proyecto, los campos y el regadío en esa especie de desierto a la espera de ser sembrado que es la plaza donde se ubican: una imagen fija en la memoria de los españoles, que en su camino hacia las costas o las poblaciones del interior observan desde los vehículos las enormes máquinas dispersoras de agua en los cultivos, estampa declinante ante la progresiva degradación del suelo.

Los Escaravox fueron concebidos por Andrés Jaque y su equipo, la Oficina de Innovación Política, para crear un área en la que celebrar actividades culturales al aire libre. Se enmarcan dentro de la recuperación para la cultura, a partir de 2007, de algunos de los 48 edificios del viejo matadero de Madrid de principios del siglo XX. Las dos estructuras, que buscaban una solución para dar sombra a la plaza sin comprometer su flexibilidad de uso, ya que se pueden mover, fueron un encargo de uno de los anteriores directores de Matadero, Pablo Berástegui (recién nombrado director del centro cultural y social madrileño La Casa Encendida). Se componen de dos estructuras gigantes con ruedas llamadas Lux y Sonum. Bajo sus festivas lonas de azul y blanco se sucedieron tardes y noches de música en vivo, encuentros de estudiantes con sus profesoras y profesores, performances, cine, juegos… A estas dos “infraestructuras agrosociales” se les fueron incorporando elementos de ocio y refrescantes como plantas, riego, tumbonas, telescopios, además de las mesas o las sillas, los altavoces o las pantallas. Hasta 700 personas podían interactuar bajo su sombra y en sus inmediaciones. Su atractivo popular y poético fue captado en evocadoras fotografías por Miguel de Guzmán.

“Mantenerlos ha sido un esfuerzo del director o la directora”, dice Andrés Jaque. “Carlota Álvarez Basso así lo hizo, y añadimos elementos como un siestero, una oficina móvil, y trabajamos en la idea de que el espacio se convirtiera en un jardín. Con el tiempo las piezas se deterioraron, pero Rosa Ferré reabrió el diálogo y ella intentó dar una solución en su estrategia para reverdecer Matadero. También hicimos luego el plan para cambiar los Escaravox de sitio, pero desde el Ayuntamiento, paralela e inexplicablemente, estaban dándole el solar a una fundación. El resultado es desesperante”.

Contra una obra así, ligera y bioclimática, tecnológica y humana, han conspirado varios elementos: la fragilidad de las lonas y otros componentes y las consiguientes trabas burocráticas para no asumir el coste del mantenimiento; la desgana ante el reto de mantener viva una pérgola de encuentro de estas características; las modificaciones en las normativas de seguridad en los centros de arte; el hecho de que en el contrato aparezca como instalación mobiliaria y no como obra de arte, lo que permite su eliminación…

Foto: Miguel de Guzmán.

Foto: Miguel de Guzmán.

Ejemplo de un prototipo de espacios sombreados, de una forma de hacer arquitectura mediante dispositivos, el fracasado proceso de adaptación de los Escaravox, la dejación en la custodia por parte del alcalde de un patrimonio que pertenece a los madrileños, le parece al arquitecto “descorazonador”. “A nivel personal es muy doloroso”, concluye Andrés Jaque. “Considero que ha sido una falta de responsabilidad”.

Coincidiendo con el anuncio de la desaparición de los Escaravox, NEXOCOAM, grupo de arquitectas y arquitectos, ha denunciado la “aterradora” deriva de la arquitectura en Madrid bajo el mandato del alcalde José Luis Martínez-Almeida. Critican que el plan de equipamientos 2019-2027 incluye 97 proyectos en los que no participarán los profesionales más brillantes de la ciudad. “¿Cuántos de estos proyectos serán elaborados mediante concursos de ideas para aportar calidad arquitectónica y contar con los arquitectos de Madrid? Nos tememos que ninguno”, dicen. El grupo añade que el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) se caracteriza por su “irrelevancia” en un proceso marcado por “la falta de oportunidades para que las nuevas y viejas generaciones puedan aportar su creatividad al paisaje madrileño, tanto en obras de nueva planta como en operaciones de regeneración urbana”.

Andrés Rubio es autor del ensayo ‘España fea. El caos urbano, el mayor fracaso de la democracia’ (Debate).

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.