A la búsqueda de nueva flora en la Tierra, aún queda un 20% por descubrir

Tres nuevas plantas descubiertas por botánicos españoles en 2022: de izquierda a derecha, los musgos ‘Hymenostylium chapadense’ (Brasil) y ‘Trichostomum meridionale’ (costas mediterráneas y Canarias) y las plantas con flores ‘Linaria subbaetica’ (Parque Natural de las Sierras Subbéticas, en Córdoba). Foto: Sociedad Botánica Española.

La biodiversidad de la Tierra parece que no tiene límites. Cada año se descubren cientos de nuevas especies y algunas de ellas, lamentablemente, desaparecen antes de que las conozcamos. Hoy nos queremos fijar en la flora, y aunque plantas y flores están a nuestra vista y no se mueven, siguen dándonos sorpresas y descubrimientos. El año pasado, los botánicos españoles describieron para la ciencia 29 especies nuevas de plantas, desde España a Ecuador, Madagascar, Brasil, Reino Unido, Nueva Zelanda y Sudáfrica.

Ignacio Ramos, investigador predoctoral en el departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Sociedad Botánica Española, nos cuenta que todavía quedan por descubrir entre el 10% y 20% de la flora mundial. En España tenemos una biodiversidad muy elevada, con 6.000 especies de plantas y unas 2.000 de musgos; se calcula que en todo el mundo hay unas 300.000 especies conocidas de plantas. “Es un grupo bastante bien conocido, frente a otros, como por ejemplo, los insectos, del que solo se conoce el 15% o 20%”, añade.

¿Pero cómo se descubre una nueva especie? “Hay algunas que se descubren porque están en sitios inaccesibles o poco prospectados y lo más común es que sean especies similares a otras ya conocidas; con un análisis genético se determina si es una especie distinta”, explica Ramos.

Los botánicos han realizado prospecciones desde el siglo XIX en España para describir todas las especies que habitan en nuestro país, por lo que sorprende que dos siglos después se sigan encontrando nuevas. El año pasado se describieron 16 nuevas especies de plantas en España, nueve de ellas del género Hieracium, que son sólo compatibles consigo mismas, presentan una alta endogamia y fácilmente pueden diversificar hacia nuevas especies.

Entre las más llamativas, se encuentra la Linaria subbaetica (Plantaginaceae), descrita por Gabriel Blanca, de la Universidad de Granada; Miguel Cueto, de la Universidad de Almería, y Julián Fuentes, de Granada. Una flor blanca que destaca en el paisaje de montaña y que se encuentra en el Parque Natural de las Sierras Subbéticas, en Córdoba.

Además, se ha descrito una especie, Parolinia aridanae, que se encuentra amenazada de extinción y que pertenece a un género endémico de las Islas Canarias; es decir, que no existe en ninguna otra parte del mundo.

La madre de la batata

Otros descubrimientos se han realizado por botánicos españoles fuera de nuestro país, lo que indica que su trabajo “está muy bien reconocido y hay muy buena botánica en España”, apunta Ramos. Entre ellos, se encuentra la madre de la batata. Se trata de Ipomoea aequatoriensis, descubierta en Ecuador por Pablo Muñoz-Rodríguez. “La batata doméstica es un híbrido y una de las plantas de las que procede es la que se ha descubierto; es su ancestro natural”, explica Ramos.

En el jardín botánico de Kew, en Londres, crece la planta más grande del mundo, un nenúfar gigante; el año pasado, Carlos Magdalena, un botánico español, participó en el descubrimiento de la que se creía que era la misma especie, la Victoria amazónica, pero ha dado lugar a una nueva, la Victoria boliviana.

Por otra parte, la agricultura ocupa cada vez una mayor extensión y las parcelas de cultivo son más grandes y de monocultivo, lo que provoca que no haya zonas de barbecho, que son muy importantes para la biodiversidad, ni lindes, donde crecen la flora silvestre y muchos insectos pueden vivir. “Un problema grave”, comenta Ramos.

Otro de los problemas para la flora silvestre son los plaguicidas y herbicidas utilizados en la agricultura, que con las lluvias se filtran y llegan a ríos y acuíferos, que provocan eutrofización; es decir, que acumulan nutrientes, proliferan las algas, la luz no puede llegar al fondo y el agua se queda sin oxígeno, lo que conlleva la muerte de los animales que viven en ríos y lagunas, explica Ramos.

El cambio climático es otro de los factores que están amenazando a las plantas, especialmente a las de montaña, ya que, al aumentar la temperatura media, las plantas que solo crecían en la falda, poco a poco van apareciendo en zonas medias y altas. “Las especies de alta montaña”, concluye Ramos, “no tienen a dónde subir, y están abocadas a la extinción”.

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