“Las plantas nos están manipulando y no es una película de ciencia ficción”

Carlos Magdalena, ‘El Mesías de las Plantas’.

Vuelve ‘Flora’, uno de los festivales de arte floral contemporáneo más importantes del mundo, a Córdoba. Desde ayer lunes, día 11, hasta el 21 de octubre. Pronto en ‘El Asombrario’ publicaremos el paseo-crónica de Ana Esteban por sus coloristas instalaciones. Pero antes hemos querido entrevistar a todo un personaje, Carlos Magdalena, ‘El Mesías de las Plantas’ (así se llama el libro que lanzó hace tres años con la editorial Debate), estrella invitada en esta cuarta edición de ‘Flora’, que nos abre los ojos sobre un mundo fascinante: “Las plantas nos están manipulando y no es una película de ciencia ficción, y lo hacen en plan zen, sin darse importancia. Además, escapan en el tiempo. Hay plantas que son técnicamente inmortales”.

Entrevistar a este hombre resulta complicado. Porque habla mucho, se va por las ramas (nunca mejor dicho), se desparrama, va y vuelve, se enreda, siempre con simpatía y chascarrillos y anécdotas, rebobina y pega un salto, trae a colación algo que no viene muy al caso y luego se mete en una sesuda explicación biológica, trufada con historias familiares, dichos asturianos, cosas y cosillas de la más biodiversa índole, se te queda mirando fijamente y luego, como todo un mesías, abre los brazos y mira hacia arriba. Es decir, que reproducir la conversación con él es tarea casi imposible pues resultaría un galimatías amazónico. Así que aquí van extractos de la conversación que mantuve con él recientemente en un café de Madrid a propósito de su participación en Flora 2021.

Más de 20 años en Kew Gardens, el Real Jardín Botánico de Londres

“Marché en 2001. Soy asturiano, de padre gallego. Y un día me planteé que había que salir de Asturias, porque yo siempre tuve esa pasión por la naturaleza, desde que tuve uso de razón. Cuando me preguntaban qué quería ser de mayor, en vez de decir que futbolista o torero o bombero o bombero torero, decía que yo quería ser Félix Rodríguez de la Fuente, ‘yo quiero hacer lo que hace él’, conocer la naturaleza y explicársela a todos de esa forma tan increíble. Y en Asturias, aunque hay una naturaleza estupenda, yo no veía futuro. Así que me planteé que tenía que salir de casa. Me marché a Inglaterra, por su tradición con la jardinería y con las ciencias naturales y la divulgación científica. Hace mucho tiempo que me di cuenta de que, tal como está organizado esto, si yo no puedo trabajar en lo que me gusta, en lo que me apasione, tal como está planteado el trabajo en nuestras sociedades, te come tanto tiempo que… pues que eres un esclavo, porque ¿qué te queda, una hora libre para ti al día, y tres los fines de semana? Con 28 años me lo planteé, y vi que era la naturaleza y la conservación el tema que me soltaba mariposas por el estómago.

Me marché y me dije: bueno, si fracaso, por lo menos aprendo inglés.

Llegué a un hotel, trabajé de camarero. Y pronto me convertí en jefe de los sumiller. Además, si tienes acento español, en el tema de vinos te creen mucho más que si, por ejemplo, tienes acento ruso. Mientras, me dedicaba a investigar y buscar sitios donde pudiera dar rienda suelta a mi pasión. Y un día visité el Jardín Botánico; me quedé flipado y me dije: ‘Este es mi sitio’. Eso sí, me iba a presentar sin currículo, sin una carrera. Hice COU y ahí lo dejé, ya no me molesté en seguir, porque no entendía el sistema de los estudios, tan basado en la memorización, no quería convertirme en el biólogo parado número 23.997; aun así, no se me quitó la paranoia de lo que quería ser. Y cada vez me aficioné más a las plantas porque en una habitación como esta puedes quizá tener 7.000 especies.

Total, que me presenté en el Jardín y me encontré con el principal, que es como el rector, y le dije: mire, va a tener que creerme aunque le cueste creerme, pero yo estoy seguro de que este sitio me necesita y yo necesito este sitio, no le voy a robar mucho tiempo, me dice qué es lo que tengo que hacer para trabajar aquí y vamos viendo. Se echó a reír, y me contestó: bueno, si eres tan útil para nosotros, tú trabaja para nosotros y, si es verdad que eres tan bueno, en algún momento tendrás un trabajo. Me preguntó: ¿quieres trabajar en algún sitio concreto? Yo recordaba el invernadero tropical y le dije que ahí. Y ahí estaba esa planta por la que empecé a ser conocido, la planta del café marrón”.

Carlos Magdalena, ‘El Mesías de las Plantas’.

La salvación de una planta zombi: el café marrón

“A la vuelta del Jardín, se dio la casualidad de que, al lado de mí en el metro, un viajero iba leyendo el Guardian en papel. Y justo había un artículo sobre esa planta. Contaba que era una especie que estaba muerta, con solo un especimen vivo. Es decir, que lo puedes conservar indefinidamente pero de manera artificial, dependiendo de la mano humana, por esquejes, pero sin semillas, por ser todos clones del mismo individuo y no ser posible la autofecundación. Me parecía un caso interesante. Es una planta de la familia del café, pero de ella no se extrae café. Es, digamos, café de monte. Originaria de Isla Rodrígues, una isla de la República de Mauricio, en el Índico. De allí era endémico el dodo, que es el mayor icono de la extinción de especies.

Todo el mundo me decía que me quitara la idea de la cabeza, que era imposible rescatarla, que no malgastara tiempo en eso. Pero empecé a hacer experimentos, y a los tres o cuatro meses, conseguí que se reprodujera por semillas, en vez de esquejes, que suponía mantenerla como un muerto viviente. Una de las 100 veces que lo intenté lo conseguí. Fue muy polémico, porque en el mundo científico decían que no se siguieron los cauces adecuados, con publicación de los datos en una revista científica y esas cosas. El caso es que conseguimos su reintroducción en Mauricio”.

El insólito caso del nenúfar enano, con Scotland Yard por medio

“Un día me encuentro en Internet por accidente con esta planta, leo que quedan 50 en dos metros cuadrados en un manantial de aguas termales en Ruanda. El Nymphaea thermarum, conocido popularmente como nenúfar enano ugandés, el más pequeño del mundo. Probé montón de cosas distintas con nuestros ejemplares. Haciendo pruebas, y reproduciendo su hábitat de aguas termales, conseguí sacar adelante algunas plantas. Pero claro, aunque parezca que no, una planta sin historia es una mala hierba, no tiene ningún eco ni repercusión. Pero resulta que una compañía de cemento, al enganchar una cañería para tener agua caliente, se había cargado toda la colonia de nenúfares enanos silvestres. Así que volvió a ser noticia. Y como salió en los medios de comunicación y lo que estábamos haciendo nosotros, nos robaron un ejemplar del estanque. Scotland Yard se hizo cargo del caso y eso salió en toda la prensa: que habían robado una planta en Kew Gardens, se montó un pollo del calibre 36. Una planta a la que yo le meto Scotland Yard por medio y su extinción se convierte en una estrella.

Para más, va una diputada tory y dice: ¡pues vaya planta más fea!, ¿esto para qué vale? Y dices tú: ¡ya está, la cuñada inglesa! Lo primero: las cosas no tienen que tener un valor económico o un valor en tu vida, sino que tienen su derecho a existir, y además qué sabes tú dentro del puzle tan complejo que es la naturaleza cuál es su función y qué sabes tú lo que vas a necesitar mañana, cómo sabes lo que tienes que guardar. Y además, ¿quién soy yo para decidir la extinción o no de una especie? Total, que empezamos a estudiar la planta y resultó que mirando el genoma de varios nenúfares, nos dimos cuenta de que es una planta perfecta para hacer experimentos, por su ciclo vital tan rápido, como pasa con la mosca de la fruta en los laboratorios. Genoma pequeño, la puedes cultivar en 10 centímetros, la puedes mantener viva muchos años. Resulta que el nenúfar enano de repente se convierte en una especie de modelo genético”.

“Nos están manipulando y no es una película de ciencia ficción”

“Claro que creo en la inteligencia vegetal, como Mancuso, lo que pasa es que la arrogancia y el egoísmo y egocentrismo –soy el centro de las galaxias– del cerebro humano no concibe que pueda haber otras formas de inteligencia que no sean las neuronales. Yo veo claramente que las plantas tienen inteligencia. A lo mejor su inteligencia es un programa genético, pero están a la vez manipulando todos los cerebros de su entorno. Tú date cuenta: por ejemplo, si nos fijamos en un árbol de una selva de Sudamérica, que estimula en rojo la retina del ojo de un colibrí para que se acerque, invitándole a tomar una droga dura, que es su néctar, para que lo polinice, ¿quién es ahí el patrón y quién el empleado, aunque el colibrí esté arriba en la pirámide de la biodiversidad? A la vez, las ramas sirven de percha para aves depredadoras, que a la vez que están ahí posadas, cagan en sus raíces, que es lo que necesita el árbol, el nitrógeno, y está contando con unos hongos que tienen un software capaz de extraer oligoelementos por reacciones químicas, y negocia con el hongo, yo te doy esto a cambio de esto otro, y cuando le vienen unos pulgones genera unas feromonas que atraen una avispa que los destruye, y llega luego un indio que se come unas hojas y se mete en un viaje astral y le llega una premonición de no sé dónde. Yo te digo: nos están manipulando y no es una película de ciencia ficción, y lo hacen en plan zen, sin darse importancia.

Y además escapan en el tiempo. Hay plantas que son técnicamente inmortales; hay un chopo en Alabama que es prácticamente del tamaño de todo el Estado. Han roto todas las fronteras de todo, desde la sexualidad, en la que las plantas pueden reproducirse consigo mismas, por ejemplo, o con otros géneros, tienen mucho más que dos géneros, y cuentan con distintas estrategias de fertilización. Son las que rompen las reglas. Siempre rompen las probabilidades”. 

Carlos, ¿te gustaría venir a trabajar a España?, ¿te lo planteas?

Es que aquí hay un problema. Porque hoy en día yo, por ejemplo, no podría trabajar aquí, por no tener un título. Tienes que tener una carrera superior. Y hay que saberse la Constitución, yo qué sé, y el Estatuto de Autonomía. Como si tú, con unas tijeras de podar, pudieras violar la Constitución. Y luego está el rollo ese de que a los directores de los centros los nombra un alcalde, y si ese alcalde pierde las elecciones, te quitan al director. Me es más importante lo que voy a hacer que dónde lo voy a hacer; el contenido que el lugar. Sea España, sea el Polo Norte.

¿Tú crees que el mundo vegetal sigue siendo el gran incomprendido y despreciado, incluso dentro del mundo de concienciación ecológica?

Es muy fácil sentir empatía con un animal, porque tiene dos ojos, camina, tiene hijos, come. Pero claro, a una planta hay que entenderla, y eso nunca nos lo han hecho ver ni en el sistema educativo, ni en el académico, ni en el sistema social; es decir, saber no es tener una base de datos, saber es comprender; esa es la clave por ejemplo de las fake news, si sabes cómo funciona la historia, las detectas rápidamente, porque huelen que apestan.

¿De dónde sale el calificativo de ‘Mesías de las plantas’?

Nadie es profeta en su tierra, y resulta que yo soy mesías. Vengo a Asturias de viaje y me encuentro con un titular en el periódico La Nueva España llamándome “el Mesías de las Plantas”. Volví a Londres y, al poco, David Attenborough, haciendo un documental sobre plantas, me incluyó con la historia del nenúfar de Ruanda y el propio Attenborough recogió ese calificativo, diciendo que en España se me conocía así. Nada menos que Attenborough. Y me he acabado acostumbrando. Aunque en algunos países ese nombre trae problemas; por ejemplo, los holandeses, tan modernísimos ellos, censuraron el título y cambiaron el nombre por El Señor de las Plantas, The Lord of the Plants, porque lo de Mesías lo consideran casi como una herejía.

He leído que el equipo de Kew Gardens lo forman 700 personas. ¿Cuál es tu trabajo?

Trabajo en la colección de tropicales, donde ejerzo también de Mesías. Intento que los fariseos no me ocupen el templo, je, je. Llevo las plantas acuáticas tropicales, enredaderas tropicales, árboles tropicales. Y soy una parte de la maquinaria de prensa. Eres trazable, te pueden hacer fotos, tienes un pseudónimo, y te conviertes un poco en personaje.

Una pregunta muy de periodistas. ¿Tus plantas favoritas?

Siempre digo que una constante, desde niño, son los nenúfares, y hoy en día sigo trabajando con ellos.

¿El grupo de plantas sobre el que tendríamos que prestar más atención?

Te digo tres grupos de los que se habla muy poco: El fitoplancton, las fanerógamas marinas y los bosques de manglares. Esos tres generan probablemente más de la mitad del oxígeno que respiramos, pero como no tienen nombres guapos…

Tú que nos miras desde el otro lado del Brexit, ¿el principal problema en España para la conservación del mundo vegetal?

Que la pregunta que sale automáticamente es: ¿para qué sirve?, ¿esto se come? ¿Para qué sirve un hippy mirando unas flores? Yo creo que todos los humanos tienen eso en el software, pero en España es exagerado. Y rápidamente se considera maleza lo que no entiendes. Fíjate en la palabra. Maleza. Limpiar el río es cortar el bosque. Limpiar el monte es cortar las plantas. También hay que decir que en Inglaterra, aunque ahora valoran mucho el paisaje, como parte de la identidad nacional, han destrozado el país mucho más que nosotros, quizá porque tuvieron la Primera Revolución Industrial, y nosotros nos incorporamos ¿a la tercera? Quizá eso les ayude también a valorar más la biodiversidad, porque no la tienen. ¿Qué es lo que quieres? Lo que no tienes. La flora inglesa es de las más pobres y, sin embargo, es probablemente el país del mundo que más plantas cultiva en cautividad.

¿Qué me dices de ‘Flora’ y de Córdoba?

El botijo y el patio cordobés son piezas impresionantes de tecnología. El patio es tecnología tradicional ahora puntera frente al cambio climático y la subida de temperaturas; además, son como el purgatorio: al desconocido lo metes en casa sin meterlo en casa, lo sacas al exterior sin sacarlo, bienvenido a mi burbuja, covid safe sin que te pongan rayas de distancia social, apoyan la biodiversidad; las abuelas andaluzas son las verdaderas influencers de la conservación. Todo un ejemplo los patios de integración comunitaria, de bio-regulación térmica… y vienen de la época de los árabes… Me ha hecho la cabeza ¡cabum!, si esto es mucho más gordo de lo que yo me pensaba…

Carlos, ¿tienes jardín en Londres?

Vivo en la planta baja de una casa y el jardín es estrecho y superlargo, así que ahora estoy con el rollo de inventar el jardín cordobés en Londres. Tengo helechos, orquídeas, cactus, galanthus de frikis que me regalan…, una ensalada… Como me he mudado hace un año, estoy empezando, pero me hace mucha gracia lo de trasplantar un patio cordobés a Londres.

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Comentarios

  • angel coronado

    Por angel coronado, el 12 octubre 2021

    Una frase: «saber no es tener una base de datos, saber es comprender;»
    Un comentario: Saber es comprender, nunca es tener una base de datos.
    Se dirá que comentar no es repetir. De acuerdo, pero hay cosas, como una ecuación matemática bien planteada, que no se pueden comentar. Solo se dejan repetir.

  • Maribel

    Por Maribel, el 14 octubre 2021

    Preciosa entrevista, necesitamos mas seres com él 💚

  • Cristina

    Por Cristina, el 15 octubre 2021

    Genial tu pensamiento

  • A la búsqueda de nueva flora, queda un 20% por descubrir

    Por A la búsqueda de nueva flora, queda un 20% por descubrir, el 03 junio 2023

    […] de Kew, en Londres, crece la planta más grande del mundo, un nenúfar gigante; el año pasado, Carlos Magdalena, un botánico español, participó en el descubrimiento de la que se creía que era la misma especie, la Victoria […]

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