Censura a cuatro actores en calzoncillos y el ‘efecto Streisand’

Calzoncillos, censura y efecto Streisand se mezclan en el fenómeno treatral ‘Qué difícil es’.

“El efecto Barbra Streisand es un fenómeno en el que un intento de censura o encubrimiento de cierta información fracasa o es contraproducente, ya que esta acaba siendo ampliamente divulgada o reconocida, de modo que recibe mayor visibilidad de la que hubiera tenido si no se la hubiese pretendido acallar”. Así lo explica la Wikipedia. Y es lo que ha ocurrido con la obra teatral ‘¡Qué difícil es!’, que tras ser censurada en vísperas de Navidad por el Ayuntamiento de Quintanar de la Orden (Toledo) –gobernado por PP y Vox–, porque los actores actúan en calzoncillos, ha alcanzado una repercusión y nivel de contrataciones que nunca imaginaron. Mañana, miércoles 31 de enero, hay una nueva oportunidad –una única función más– de ver la obra en el Teatro Alfil de Madrid .

La concejala de Cultura de esa localidad castellano-manchega de 11.000 habitantes la prohibió sin haberla visto; explicó que tomó esa decisión pensando “en lo mejor para su pueblo”. Público informó así el 19 de diciembre: “El Ayuntamiento de Quintanar de la Orden gobernado por PP y Vox, ha decidido quitar de la programación el espectáculo Qué difícil es, previsto para el próximo 27 de enero a través de la Red de Teatros de Castilla-La Mancha, alegando que «aparecen actores en ropa interior». Según el relato de las productoras, la cancelación ha sido comunicada por escrito por parte de la edil de Cultura, María del Carmen Vallejo, alegando que la aparición de los actores en ropa interior «podría escandalizar al público».

La noticia, en vísperas de tan entrañables fiestas, causo enorme revuelo en redes. Y algunos se llegaron a preguntar, en tono sarcástico, si también censurarían al niñito Jesús por aparecer en pañales o le pondrían un albornoz al Cristo crucificado cuando llegue la Semana Santa.

Qué difícil es ­–El Asombrario acudió a verla el pasado 10 de enero al Alfil– está interpretada por cuatro actores jóvenes y en muy buena forma; representan prácticamente toda la obra en calzoncillos bóxer. Sus papeles: cuatro actores cuentan sus ilusiones y traumas, qué les hizo apostar por el teatro y lo difícil que lo han tenido. Aparecen en ropa interior porque es cuando están cambiándose en los camerinos cuando aparece el director de la obra para anunciarles que la cancela, algo que les sucedió en la realidad a estos cuatro actores (la compañía Los 90 Producen) y que ahora, por esas absurdeces del destino, también les ha vuelto a pasar con María del Carmen Vallejo. Y porque estar vestidos así, solo con los calzoncillos, les permite ir representando con muy pocos elementos de vestuario a varias decenas de personajes distintos, con enorme vis cómica, como nos explica el guionista y director Esteban Roel (mexicano residente en España desde hace 28 años), creador junto a Jon Plazaola de La Mandanga, productora teatral y audiovisual, responsable de este espectáculo junto a Los 90 Producen.

En calzoncillos en el camerino

Los cuatro personajes van contándose en el camerino su infancia y adolescencia y qué les llevó a querer meterse en la piel de personajes distintos sobre un escenario: Uno cuenta cómo sufrió acoso en la escuela por ser distinto, por ser gay; uno explica la conflictiva relación con su padre, un áspero hombre de campo; otro habla de la necesidad que tiene de contar con unos ingresos fijos para poder mantener a su hija recién nacida; y otro recuerda lo difícil de su infancia por su tartamudez.

Tras verla, lo que uno concluye es que ha asistido a un espectáculo muy alejado de un texto o una representación que puedan escandalizar a alguien; los cuatro actores (Pablo de Castro, JM Maciá, Kino Gil y Nico Seijo) están estupendos y se manejan con gran soltura y naturalidad en calzoncillos. Lo que destila esta comedia es una enorme ternura; lo que provoca: sonrisas. Además, está llena de buenas intenciones y mensajes sensibles, como la alerta frente al suicidio en edades tempranas.

El asunto es que el veto del pueblo toledano se vio amplificada porque el año pasado ya se habían producido otros casos de censura –o intentos de…– a las órdenes de Vox, como el de una obra feminista de Virginia Woolf en Valdemorillo (Madrid) o sobre el Festival Internacional de Cine de Gijón o el Festival Periferias de Huesca. La orden de Quintanar de la Orden encendió la llama de la popularidad de la obra, como nos reconoce Esteban Roel: “Ha sido un auténtico efecto Barbara Streisand”. Siguen cerrando bolos por toda España para este año; el pasado fin de semana han estado en La Roda (Albacete).

El asunto aún tenía más miga porque la obra había estado representándose durante dos temporadas en el Alfil, con éxito y sin que ningún revuelo levantara. Como guiño a esta sala en el barrio madrileño de Malasaña, decidieron programar dos días más este mes, el pasado 10 y mañana, día 31.

Ah, antes de terminar, aquí la explicación wikipédica de por qué se denomina efecto Streisand: “El término debe su nombre a un incidente ocurrido en 2003 con la cantante y actriz estadounidense Barbra Streisand, que denunció al fotógrafo Kenneth Adelman y la página de fotografías pictopia.com, exigiendo 50 millones de dólares en compensación por daños. Streisand intentó que se retirase de Internet una fotografía aérea perteneciente al proyecto California Coastal Records Project, que contenía imágenes de la costa de California disponibles al público y que documentan la erosión costera con la intención de influir en decisiones gubernamentales. Streisand alegó su derecho a la privacidad, pues en dicha fotografía (la «Imagen 3580») aparecía el primer plano de su casa en Malibú”.

La demanda fue desestimada y la foto encontró una difusión que nunca previeron alcanzar quienes la tomaron.

Qué difícil es ahora lo tiene mucho más fácil. Y vuelven al Alfil. A pecho descubierto… y en calzoncillos…

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