Cómo se defienden algunos árboles frente a la sed por el cambio climático

Seguimiento de la plantación de encinas en el Pinar de las Llanas, Parque Nacional de Cabañeros. Foto: Proyecto COMFOR / SUDOE

En ‘Bosques para Siempre’ (nunca tuvo más sentido este título) repasamos qué hacen los árboles y qué hacen las personas para ayudarles a superar tanto calor y sequía provocados por el cambio climático. Todo sin perder el referente: seguir reduciendo al máximo la emisión de gases de efecto invernadero. En esta última semana que engarza el relax de agosto con la ‘vuelta al cole’ de septiembre, en ‘El Asombrario’ vamos a aportar diversas reflexiones sobre asuntos candentes que nos calentaron este verano. Y hoy le toca el turno a todo lo que han sufrido nuestros bosques (un recuerdo especial a Tenerife) en el último mes, por efecto de la sequía y los incendios.

Los árboles mueren de sed porque aumenta la evapotranspiración (expulsión de agua) desde las hojas debido al excesivo calor, pero no consiguen absorber más agua desde las raíces por los efectos de la sequía. Y pasan hambre porque al cerrar los estomas (poros) de las hojas para intentar perder menos agua frenan la fotosíntesis, básica para el intercambio de gases y producir su alimento. Ante esta situación, hay árboles y bosques que se adaptan y ponen en práctica su capacidad de resiliencia. En otros casos, es necesario llevar a cabo una gestión forestal adaptativa cercana a la naturaleza y a los territorios rurales en los que se emprende.

Nadie duda a estas alturas que el cambio climático agudiza las principales amenazas que se ciernen sobre los ecosistemas forestales: incendios, sequías, plagas y enfermedades. Dos trabajos recientes con participación del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales de Cataluña (CREAF en sus siglas en catalán) han reactivado la actualidad sobre la repercusión de la sequía en árboles y bosques. Lo último es una revisión bibliográfica publicada en New Phytologist que concluye que “los árboles más altos son capaces de superar las sequías (al menos las de corta duración) gracias a una serie de adaptaciones que desarrollan a medida que ganan altura”. El estudio, liderado por Laura Fernández de Uña, investigadora postdoctoral en CREAF con una beca Marie Curie, ha contado con la participación de la Universidad Autònoma de Barcelona (UAB).

Dicha investigación señala: “Mientras los árboles crecen, van haciendo reajustes estructurales y funcionales que minimizan la formación de embolias en su sistema circulatorio (provocadas por la escasez o ausencia de agua en ese sistema) y el riesgo de muerte por inanición (al detenerse la fotosíntesis), las dos complicaciones más usuales que viven los árboles en períodos de sequía”. ¿Y cómo hacen ese reajuste los árboles más altos? “Cuando hay sequía”, refleja el estudio, “son más ágiles a la hora de movilizar agua desde las reservas del tronco hasta el sistema circulatorio (xilema). Asimismo, a mayor altura el tronco fabrica más tejido dedicado a almacenar agua y guarda más reservas de alimento, a la vez que desarrolla unas raíces más profundas y capaces de extraer agua de las partes más profundas del suelo”.

La “muerte silenciosa” de los pinos

El segundo trabajo del CREAF está asociado con la plataforma AlertaForestal, un programa de ciencia ciudadana coordinado por este centro. El objetivo es analizar el estado de salud actual de los bosques catalanes, prever cuál será el futuro y cómo afecta a la salud de las personas, todo en un escenario de cambio climático. Observar y analizar las repercusiones de la sequía es uno de sus cometidos, lo que lleva a titulares como este: “Mueren pinos de forma repentina por los efectos de la sequía del año pasado”. Así encabezan un artículo donde hablan de la “muerte silenciosa de los pinos”, pero también de cómo estos y otros árboles resisten por sus propios medios los efectos de esa sequía.

Trabajos para medir la respuesta del bosque a los métodos realizados en MixForChange. Foto: MixForChange.

Entre otras, las aportaciones de AlertaForestal contribuyeron a elaborar el informe DeBosCat 2022 , la red de seguimiento del estado de salud de los bosques de Cataluña que impulsa el Departamento de Acción Climática con la coordinación del CREAF y el apoyo de los Cuerpos de Agentes Rurales. Dicho informe concluye que 2022 fue el año con más bosques registrados afectados por sequía. De un total de 33.072 hectáreas de bosque con signos de sufrimiento por sequía y calor extremo, solo 5.993 eran de coníferas, pero avisan desde el CREAF: “Teniendo en cuenta que las coníferas muestran la afectación por sequía con cierto retraso, es posible que este dato sea una subestimación de las realmente perjudicadas. Algunos pinos sufren la sequía de forma silenciosa y, lamentablemente, no nos permitirán saber hasta dónde llegan las consecuencias de este fenómeno hasta dentro de un tiempo”.

Estrategias de pinos, encinas y sabinas contra la sequía

Ante estos episodios de sequía prolongada, los árboles de hoja ancha, como robles, hayas, encinas o alcornoques optan por la renovación y se desprenden de las hojas durante el estrés de la sequía y rebrotan sacando nuevas cuando vuelve la lluvia, generalmente en otoño. “Esto se debe”, explican desde el CREAF, “a que ante una fuerte sequía cierran los estomas y reducen al máximo la pérdida de agua, pero al mismo tiempo también dejan de hacer la fotosíntesis. Si la situación se alargara mucho y no pudieran sacar nuevas, se pondría en riesgo su supervivencia por inanición”. “Los pinos optan por una estrategia de máxima resistencia”, prosiguen. “Priorizan la pérdida de las hojas más viejas, las que se encuentran más adentro de las ramas, para mantener a las más jóvenes en las puntas de las ramas haciendo la fotosíntesis y mantener así las funciones vitales”. De esta manera, el aspecto externo a veces no refleja el sufrimiento interior.

Es interesante fijarse en otra conífera, la sabina, para conocer cómo se adapta a estos episodios de sequía extrema, ahora que la vemos renacer en muchos terrenos abandonados por la agricultura y la ganadería. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) está en ello, y consideran que se están adaptando aparentemente bien. Según explica Belén Acuña-Míguez, investigadora del MNCN-CSIC, “la principal conclusión que hemos obtenido es que, ante la sequía, los árboles del bosque maduro invirtieron más en las raíces que en el tronco frente a las nuevas poblaciones, que repartieron los esfuerzos de manera homogénea entre los órganos. Este reparto homogéneo podría facilitar la mayor recuperación del crecimiento tras la sequía de los árboles en las nuevas zonas, algo importante para la búsqueda de recursos en épocas favorables”.

Fijarse en los árboles y copiarlos

MixForChange, un proyecto LIFE de la Unión Europea (UE) cuyo objetivo es contribuir a la adaptación y a una mayor resiliencia de los bosques mixtos subhúmedos mediterráneos de Europa ante el cambio climático, resalta de partida que “los bosques presentan una serie de mecanismos de defensa contra las perturbaciones con las que han evolucionado, incluyendo los impactos del cambio climático”. Estos mecanismos confieren, a nivel individual y colectivo, resistencia o capacidad de tolerar una perturbación; y resiliencia, que, tras sufrir una perturbación, es la capacidad de recuperar las condiciones –estructura y funcionalidad– previas a ésta.

En el informe de 2015 Los bosques y la biodiversidad frente al cambio climático: Impactos, vulnerabilidad y adaptación en España,  impulsado por el entonces Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, se expone otro factor de fortaleza ante la sequía a tener en cuenta: “La diversidad genética de poblaciones y especies puede reducir los efectos negativos del cambio climático mediante la coexistencia de genotipos con distintos grados de tolerancia al estrés ambiental. La plasticidad fenotípica –variabilidad del genotipo de un organismo vivo– permite amortiguar el efecto de los cambios ambientales a lo largo del ciclo de vida de una especie”.

Visto lo que son capaces de hacer –y cómo lo hacen– los árboles por sí mismos para resistir y adaptarse al cambio climático y sus consecuencias, toca que las personas tomemos nota para ayudar en el mismo cometido y evitar que crezcan problemas como los incendios forestales, la erosión del suelo o la despoblación de zonas rurales por la falta de aprovechamiento forestal. En noviembre de 2020 echó a andar COMFOR-SUDOE, un proyecto enmarcado en el programa Interreg Sudoe (suroeste europeo) de la UE. COMFOR responde al nombre en inglés de COMplex FORests, y resume el objetivo de lograr bosques complejos (mixtos e irregulares) en los que conviven varias especies de árboles, pero también, si se trata de un bosque dominado por una sola especie, que los árboles estén en diferentes fases de desarrollo. Muy en la línea de lograr esa diversidad genética que les haga más fuertes.

Medición del regenerado de encinas en el Pinar de las Llanas, Parque Nacional de Cabañeros. Foto: Andrés Bravo.

Bosques complejos y mixtos

“Se trata de proponer y promover metodologías de gestión forestal, porque los bosques complejos son y serán estructuras cruciales para la lucha contra los efectos del cambio climático”, subraya Andrés Bravo, investigador del MNCN-CSIC, entidad que ha coordinado a las nueve instituciones participantes en COMFOR-SUDOE. El trabajo de investigación se ha llevado a cabo en bosques de España, Francia y Portugal. Llama la atención las veces que aparece la palabra irregular en los estudios. Bravo explica que, dentro de los métodos de transformación, “hemos trabajado en pinares mono-específicos que presentan poca resiliencia y riesgo de incendios en el Parque Nacional de Cabañeros con métodos selvícolas para llevarlos a un escenario de irregularidad, abriendo huecos no muy grandes en los que potenciamos la regeneración del encinar y hemos plantado quercíneas (encina, quejigo y alcornoque). En dos años la supervivencia ha sido bastante elevada”.

No hay que correr. Según este científico titular del MNCN-CSIC, “el objetivo es alcanzar un bosque mixto mediterráneo en el que el pino debería ir desapareciendo, pero en 60-70 años. Si lo quieres hacer de manera rápida no lo consigues, porque logras matorral y que el pino no desaparezca. La idea es el paso corto y vista larga, acompañando la transición al bosque mixto”. Y recuerda: “Un bosque mono-específico, con una sola especie, no tiene por qué ser simple si es variado en etapas de desarrollo, con diferentes edades y diferente distribución espacial”. En Francia el trabajo se centra más en crear un bosque mixto desde el inicio, como respuesta a las plantaciones y repoblaciones forestales que han apostado por una única especie.

Cuando la irregularidad es buena

Con un objetivo similar ha trabajado otro proyecto ya concluido y mencionado, el LIFE MixForChange, y su continuador en la actualidad, OneForest, este último dentro del programa Horizonte 2020 de la UE. Su objetivo: “Aumentar la capacidad adaptativa al cambio climático de los bosques mixtos mediterráneos subhúmedos a través del diseño, implementación y transferencia de una selvicultura innovadora, que mantenga y promueva las funciones ecológicas y socioeconómicas de estos bosques”. Importante esto último, el desarrollo económico de las zonas rurales y contar con su participación, también presente entre los objetivos de COMFOR-SUDOE: favorecer la conservación y el mantenimiento de las funciones productivas, ambientales y sociales de los bosques complejos.

Javier de Dios, investigador y técnico de proyectos en Cesefor (Centro de Servicios y Promoción Forestal y de su industria de Castilla y León) ha participado como técnico de campo en MixForChange, que ha sido liderado por el Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC), y coordina las acciones de Cesefor en OneForest. Destaca del primero, por un lado, “la promoción de pies de futuro, los más vitales, con más vigor y más valor de mercado, mediante regeneración natural o migración asistida, que consiste en incorporar especies más adaptadas al contexto actual”; y, por otro, “la reducción de la densidad para favorecer la disponibilidad de agua y conseguir una masa menos estresada”. De nuevo aparece la irregularidad: “Abres claros para favorecer la diversidad de especies y estructural, que sea más irregular, menos homogénea”. Y, de paso, “se promueve la diversidad genética”.

Más crecimiento del árbol y más agua en el suelo

Si echamos mano de las conclusiones de MixForChange se ve que hay un buen campo abonado para que tenga continuidad en OneForest: “Pese a la intensidad baja o moderada de las intervenciones y al breve período de seguimiento, la reacción de algunas especies en forma de incremento del crecimiento en diámetro, en comparación con las parcelas control (no sometidas a tratamientos), ha sido notable. Es el caso de la encina y pinos piñonero y albar, o especies esporádicas, como orón, fresno y mostajo”. En relación al balance hídrico, “los tratamientos exhibieron un aumento promedio de aproximadamente un 10% en el contenido de agua del suelo para rodales dominados por encinas y pinos silvestres y piñonero”.

Muchas de las acciones están dentro de una gestión forestal cercana a la naturaleza. En abril de 2022, el Instituto Forestal Europeo (EFI) celebró un evento denominado ThinkForest , en el que se presentó el estudio Closer to nature forest management. Principalmente analiza cómo este tipo de manejos pueden ayudar a integrar diferentes objetivos de gestión, incluyendo la biodiversidad y la adaptación. Desde MixForChange y OneForest coinciden en que dicha gestión puede reducir efectivamente la vulnerabilidad a la sequía al promover la vitalidad de los árboles y preservar la humedad del suelo, al menos a corto plazo (menos de tres años).

Principios de la gestión forestal cercana a la naturaleza

El informe presentado en ThinkForest se basa en las últimas pruebas científicas para respaldar la definición del concepto de gestión forestal más próxima a la naturaleza, que contiene siete principios rectores: Retención en su hábitat de árboles y madera muerta; promoción de especies de árboles nativos, así como especies no nativas adaptadas al sitio; promoción de la regeneración natural de los árboles; cosechas parciales y fomento de la variación estructural; promoción de la variación de las especies de árboles y la diversidad genética; evitar operaciones de manejo intensivo; y apoyar la heterogeneidad del paisaje y las redes funcionales.

Otro importante proyecto LIFE en el que trabaja Cesefor y coordina la Fundación Global Nature, SoriaForestAdapt, tiene el objetivo de reducir la vulnerabilidad de los bosques del sur de Europa frente al cambio climático. Otro de los socios es FSC (Forest Stewardship Council), que remarca que la gestión forestal impulsada por este sistema de certificación “es adaptativa en sí misma”, e impulsó entre 2018 y 2019, junto a la Fundación Biodiversidad y la Universidad de Alcalá, el proyecto y posterior informe La certificación FSC como instrumento de gestión forestal adaptativa.

El informe desarrolla hasta 26 indicadores de adaptación al cambio climático que se presentan como herramientas para propietarios y gestores forestales a incorporar en su gestión de cara a evaluar los efectos del cambio climático y adoptar las medidas más adecuadas. Dichos indicadores abordan cuestiones como eventos climáticos extremos, incendios, sobrepastoreo, resiliencia, reproducción, presencia de aves, diversidad de especies arbóreas y del matorral, modelos de distribución o la diversidad funcional y genética.

Masa de bosques mixtos de Cataluña en los que se ha trabajado en MixForChange Foto: MixForChange.

Bosques adaptados al cambio climático y a la población

FSC participa igualmente en otro LIFE que coordina Cesefor: REB, acrónimo de rebollo o roble melojo. De nuevo aquí se habla de promover la heterogeneidad espacial a escala de paisaje, del control de la densidad, de la promoción de bosques mixtos, del cambio del genotipo o de especie principal y del uso de la ganadería. De vuelta a SoriaForestAdapt, Global Nature hace hincapié en la relación entre ganado en extensivo y resiliencia del bosque frente al cambio climático como “un camino potente a explorar”; y añaden: “Los estudios que arrojan resultados en este terreno aseguran que los bosques que ya no tienen ganado pastando están más expuestos a los riesgos de las crisis ambientales actuales”.

Ya se ha dicho: contar con el territorio, con el aprovechamiento sostenible de los bosques, se ve como necesario y tiene sus ventajas. MixForChange, por ejemplo, abordó “la promoción del valor productivo de los bosques, diversificando productos”. Andrés Bravo pone en valor tanto el informe técnico sobre la vinculación de la población a los bosques complejos –en Palencia y en la comarca de La Vera, Cáceres– como los laboratorios de aprendizaje derivados de COMFOR-SUDOE, espacios para el diálogo con agentes sociales del medio rural. Y asegura: “Es importante escuchar y analizar las diferencias entre la gente que vive todo el año en el territorio y la que está pero vive menos en él; entre las personas más mayores y las más jóvenes, y entre las que tienen diferente formación”.

Jørgen Bo Larsen, profesor del Departamento de Geociencias y Gestión de los Recursos Naturales de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y presentador en ThinkForest del informe sobre gestión forestal cercana a la naturaleza, advirtió a este respecto: «Si no somos capaces de desarrollar los bosques para los futuros desafíos climáticos y de otro tipo, no sólo perderemos la biodiversidad, sino también todas las demás funciones que los bosques deberían ofrecer a nuestros hijos y nietos».

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

  • Gonzalo

    Por Gonzalo, el 31 agosto 2023

    ¡Bravo!

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.