Compras que cuidan los bosques: el 70% de los consumidores, a favor
Entramos en la época del año de mayores compras. Y poco a poco, la conciencia de la sociedad consumidora va en aumento. Hay sectores en los que, al menos en las declaraciones, el cambio se comienza a vislumbrar. Al margen de lo que se acabe comprando, porque los deseos no siempre se corresponden con la oferta, hoy 7 de cada 10 personas aseguran que si les dan a elegir prefieren productos relacionados con bosques que no dañen ni al mundo vegetal ni al mundo animal. Pero como no resulta sencillo conseguirlos, o a menudo saber si es así, el 66% espera que sean las empresas las que se aseguren de que los productos de madera/papel y los embalajes que venden no contribuyan a la deforestación. Son algunos de los datos que recoge un estudio realizado por FSC (Forest Stewardship Council) a nivel mundial con encuestas a 26.800 personas de 33 países.
Las estadísticas que recoge este trabajo exhaustivo (pero en el que no han participado ni Rusia ni ningún país africano, salvo Sudáfrica) ponen de manifiesto cómo el primer tema ambiental que causa preocupación en la sociedad global es el cambio climático, y está situado en cuarto lugar, por detrás de los problemas económicos, los conflictos armados y la salud humana, mientras que la deforestación ocupa un décimo puesto y sólo un 10% la mencionó como uno de los problemas más importantes. Cuando se pregunta, más concretamente, qué problema forestal preocupa en mayor medida, en gran parte del mundo (casi toda América, Australia o los países escandinavos) se menciona la pérdida de biodiversidad, pero sin embargo en Brasil y en la India se prioriza la deforestación, en España los incendios y en el sudeste asiático las inundaciones, dando idea de la variedad de impactos que genera la destrucción de los bosques en todo el planeta.
Ahora bien, siendo conscientes de los daños, ¿qué podemos hacer los consumidores? A tenor de las respuestas, confiar en que la información que ofrecen las empresas sobre su sostenibilidad y su compromiso ambiental sea cierta, algo que no siempre es transparente. En el caso del papel (o cartón), un 63% asegura que intenta comprar envases que no sean de plástico, lo que es un gran avance dada la contaminación que genera este tipo de residuo, pero casi en el mismo porcentaje creen que ese material renovable que sale de la madera debería tener un origen certificado por una organización independiente que ayude a proteger los bosques, especialmente los tropicales y aquellos a los que la crisis climática, con sequías cada vez más largas, amenaza con destruir. Las imágenes recientes de la tala de 50 hectáreas de pinos silvestres en Cataluña, debido a una plaga ocasionada por la sequía, es un pequeño ejemplo de lo que ocurre a nivel global, incluso en la Amazonía.
Una fórmula para comprobar si la madera de los productos a consumir procede de bosques gestionados de forma correcta son las certificaciones de organismos independientes como FSC, que tiene 25 años de historia y cuyo logotipo, según esta encuesta, ya es reconocido por casi la mitad de los entrevistados, especialmente en países como China, Reino Unido, Alemania, Dinamarca, Brasil e Italia (en España el reconocimiento es del 46%), donde es un sello muy conocido y a la inmensa mayoría les genera la confianza de que detrás hay una organización que controla que no se talen árboles de forma indiscriminada y que se cumplan los derechos humanos allá donde hay un negocio relacionado con la madera, especialmente en zonas de pueblos indígenas. Incluso casi la mitad (49%) están dispuestos a pagar más por comprar algo con la marca FSC, lo que indica que son conscientes de que el control tiene un coste.
De todos estos productos, aquel que tiene un consumo de crecimiento más rápido es en los últimos años el del empaquetado de las compras, un sector que supone ya el 56% de la producción total de cartón en España y va a más. A nivel global, la industria del papel y el cartón podría crecer un 21% hasta alcanzar más de 1.100 millones de euros en los próximos tres años, según el informe reciente Paper & Packaging Report 2023, elaborado por la consultora internacional Bain & Company, en el que también se indica que las compañías de esta industria están por detrás de otras empresas en términos de excelencia comercial y sólo el 35% cuenta con un plan estratégico destinado a la protección de la biodiversidad.
Además, no hay más que salir a la calle para comprobar el sentir de la ciudadanía. En Madrid, a la salida de una gran cadena comercial, al ser interpelada por este asunto, Esther, trabajadora en un banco, nos resume su evolución: “Antes volvía a casa llena de bolsas de plástico, ahora regreso cargada de bolsas de papel, pero lo que me llena la terraza son las cajas de pedidos que hago por internet. No me había preguntado nunca de qué árboles sale, aunque confío en que haya leyes que impidan que venga de árboles de la selva o sitios así”. “¿El sello FSC con un arbolito? Lo veo en los libros, pero en las cajas no me fijo”, reconoce. Asegura también Esther que todo ello lo echa al contenedor azul del reciclaje.
En realidad, ninguna ley obliga a usar madera certificada para fabricar celulosa. Sí que es una realidad que ya el 80% del cartón destinado a paquetería es reciclado, un proceso que una caja puede recorrer hasta 25 veces. Pero hay otros sectores en los que este sistema de economía circular no resulta tan eficiente, como es el caso de la madera para muebles o juguetes o el de la moda, que cada vez requiere de más celulosa para producir tejidos como el rayón, el lyocell o la viscosa.
¿De qué árboles salen esas nuevas telas que cada vez son más habituales en nuestras tiendas? FSC recuerda que también pueden proceder de plantaciones ilegales, pero que las hay con una certificación, lo mismo que ocurre con otros productos forestales utilizados en la industria de la moda, como el caucho natural, el corcho y el bambú, que cada vez figuran más entre los componentes de vestidos y camisetas. De hecho, según sus datos, ya un 35% de las fibras para textil tienen su certificado, cuentan con certificación FSC, si bien un informe de Textile Exchange revela que el 45% de la celulosa que se utiliza procede de fuentes desconocidas, lo que supone un grave riesgo para la conservación y protección de los ecosistemas forestales y pone en peligro la protección de los derechos humanos y los derechos de los trabajadores.
Precisamente para promover el abastecimiento responsable FSC en este mundo de la moda, FSC ha hecho un llamamiento a marcas, fabricantes y minoristas para que se sumen al Fashion Forever Green Pact, del que ya forman parte 38 empresas, ocho marcas y 30 fabricantes de todo el mundo, entre ellas la marca de ropa vasca SKFK. Todas ellas incluyen en sus etiquetas el sello correspondiente, un valor añadido que nos garantiza que ese bosque que nos viste, supervisado con auditorías, cumple nuestro deseo: no daña ni plantas ni animales ni a las personas que lo habitan.
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