Defendamos la Gran Barrera de Coral, el ser vivo más grande del mundo

El cambio climático amenaza gravemente la Gran Barrera de Coral en Australia. Foto: Debra James/WWF.

La Gran Barrera de Coral de Australia es maravillosa y grandiosa en todos los sentidos. Considerada una de las siete maravillas naturales del mundo y declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1981, es el mayor sistema de arrecifes de coral y la construcción natural viva más grande del planeta. No me quiero marchar sin verla ni mojarme con ella; desde WWF trabajo para protegerla y sé que tengo que darme prisa, pues el fantasma silencioso del cambio climático amenaza con destruirla y los líderes mundiales no actúan como deberían. ¡Actuemos nosotros, defendámosla para poder disfrutarla!

Cuando era niño, para conciliar el sueño no contaba ovejas saltando cercas. Cerraba los ojos, me ponía mis gafas de buceo virtuales y me zambullía en el paraíso australiano de la Gran Barrena del Mundo Submarino que me había enseñado mi querido capitán Jacques Cousteau. Mirase donde mirase, me rodeaban delfines, tortugas, mantas raya y gorgonias repletas de peces de mil colores, imposibles de contar. Entonces imaginaba despierto que algún día volaría a las antípodas para correr entre canguros y bucear en mis recuerdos soñados.

Medio siglo después, como si despertase de una horrible pesadilla, mucha de la vida extraordinaria que imaginaba en sueños, veía en documentales y existía en los fondos de coral se ha perdido o está en serio peligro de desaparecer. Los científicos y las ONG de conservación llevamos años pidiendo que sea incluida en el listado de Patrimonios en Peligro de Unesco para aumentar su protección y en la COP28 de Dubái no se ha logrado un acuerdo vinculante y urgente para abandonar los combustibles fósiles.

La Gran Barrera de Coral de Australia ocupa una vasta superficie de 344.400 kilómetros cuadrados, un área tan grande que puede ser vista desde el espacio y que se extiende a lo largo de unos 2.500 kilómetros, entre las aguas pacíficas al sur de Papúa Nueva Guinea y la costa de Queensland (Australia). Y aunque suelen nombrarla como el ser animal vivo más grande del mundo, en realidad se trata de un gigantesco cementerio creado por la acumulación milenaria de miles de millones de esqueletos de corales coloniales, compuestos de carbonato cálcico y aragonita, sobre los que se asienta una fina piel viva de corales vivos.

Una riqueza sinigual

La Gran Barrera es un complejo tetris formado por 3.000 sistemas de arrecifes individuales, 760 arrecifes marginales, 300 cayos de coral y 600 islas tropicales, como las islas Whitsunday, Lizard y Heron. El conjunto supone una de las mayores atracciones turísticas del mundo, que cada año atrae a millones de turistas y, junto con la industria pesquera, genera unos ingresos anuales de 6.000 millones de dólares australianos (3.655 millones de euros) y sustenta unos 69.000 puestos de trabajo en Australia. Pero el Arrecife es mucho más que un recurso económico.

Este complejo y fascinante paraíso natural es visitado por 215 especies de aves y proporciona refugio a una extraordinaria biodiversidad que incluye 1.500 especies de peces, 9 caballitos de mar, 134 tiburones y rayas, 4.000 variedades de moluscos y hasta 400 especies de corales blandos y duros. Aquí se dan cita además 30 especies de ballenas, delfines y marsopas, así como dugongos, cocodrilos de agua salda, 17 especies de serpientes marinas, una enorme diversidad de algas y pastos marinos esenciales para la alimentación, el alevinaje y crianza de muchas especies, y hasta seis especies diferentes de tortugas marinas.

La importancia de ser una tortuga verde

Entre estas últimas destaca la amenazada tortuga verde, que tiene en una pequeña isla del Arrecife su mayor bastión. Isla Raine acoge a la población nidificante de tortugas verdes más grande del mundo: de las 200.000 hembras reproductoras a nivel mundial, cada año, al menos unas 130.000 depositan sus huevos en sus playas arenosas.

La verde es una de las tortugas marinas herbívoras más grandes y la única que se alimenta casi solo de algas y pastos marinos. Vaga por mares y océanos desde hace más de 100 millones de años y en WWF hemos rastreado hembras a lo largo de 2.600 km entre sus zonas de alimentación y su playa de anidación. Tardan entre 30 y 50 años en alcanzar la madurez sexual, anidan cada 5 a 8 años, ponen hasta 120 huevos y solo 1 de cada 1.000 crías sobrevive hasta la edad adulta.

Un animal extraordinario que está desapareciendo por las capturas incidentales en redes de pesca, el robo de sus puestas y es víctima de la contaminación marina, sobre todo por fertilizantes de origen agrícola, y de la crisis climática, que está alterando la proporción de sexos en sus poblaciones: las crías nacidas en el norte de la Gran Barrera de Coral nacen casi exclusivamente hembras y los machos son superados en número por al menos 116 a 1. Puedes darte un chapuzón en la Gran Barrera a vista de tortuga en el vídeo Amazing Turtle’s Eye View of the Great Barrier Reef | WWF Australia:

Su pastoreo ayuda a mantener sanas y productivas las praderas marinas (algo parecido a cortar el césped) y reciclan los nutrientes, poniéndolos a disposición de muchos otros animales y plantas. Pastos marinos saludables significan criaderos saludables para invertebrados y peces, algunos de gran valor comercial e importantes para nuestra seguridad alimentaria.

Un paraíso natural y espiritual en grave peligro

El Arrecife Gran Barrera es una red de santuarios marinos de importancia ecológica incomparable: un lugar donde la belleza trasciende los negocios y la naturaleza explota en su máximo esplendor marino. Eso sí, si se lo permitimos. Los aborígenes y las comunidades locales tienen una profunda conexión espiritual con el Arrecife, que aún conserva muchos tesoros escondidos para la ciencia y nuestra salud. Pero todo esto corre grave riesgo.

Para conservarla, en 1975 se creó El Parque Marino de la Gran Barrera de Coral, que se extiende hacia el sur desde el extremo norte de Queensland (noreste de Australia) hasta justo al norte de Bundaberg. Tiene entre 60 y 250 kilómetros de ancho y una profundidad media de 35 metros en sus aguas costeras. En los arrecifes exteriores, los taludes continentales se extienden hasta profundidades de más de 2.000 metros. A pesar de sus dimensiones estratosféricas, la Gran Barrera de Coral es muy vulnerable y por eso debemos actuar rápidamente y luchar por su conservación.

Según el informe de WWF (2015), The Great Barrier Reef Under Threat, realizado por la consultora independiente Dalberg Global Development Advisors, en las tres últimas décadas el arrecife ha perdido más de la mitad de su cobertura de coral debido a ciclones tropicales, la contaminación de sus aguas que ha provocado brotes mortales de estrellas de mar y el blanqueamiento de los corales, y otros factores humanos, como el desarrollo costero y la expansión de puertos a lo largo de la costa de Queensland.

Desarrollo desmedido

Hay planes para ampliar varios puertos frente a la Gran Barrera de Coral que conllevarían el dragado de los fondos marinos y un aumento del tráfico marítimo. El vertido de escombros procedentes de las ampliaciones portuarias dentro del espacio protegido podría tener efectos devastadores sobre el arrecife. Los autores del estudio de WWF estiman que podrían dragarse hasta 51 millones de metros cúbicos de materiales del fondo, suficientes como para llenar 49 veces el edificio Empire State en Nueva York.

El dragado y vertido de los materiales extraídos destruye los corales y las praderas submarinas. y pueden tener consecuencias a largo plazo para la vida marina. Así, por ejemplo, el aumento de la mortalidad de tortugas verdes ha sido atribuido a la malnutrición, asociada con la significativa destrucción y contaminación de las praderas submarinas causada por el dragado y la sedimentación.

La gran lacra: blanqueamiento del coral

Se estima que en las tres últimas décadas el planeta ha perdido la mitad de sus arrecifes de coral debido al blanqueamiento. Los colores vibrantes de los corales provienen de las algas que viven en sus tejidos, que les proporcionan la energía necesaria para crecer y florecer. Pero si la temperatura del agua es muy elevada durante mucho tiempo, los corales se estresan, expulsan las algas y a se tornan blancos. En este vídeo hay una muestra de blanqueamiento en Isla Lizard, Gran Barrera de Coral (2016)

El blanqueamiento del coral es una de las caras fantasmales y más mortíferas del cambio climático y las olas de calor oceánicas, con subidas de temperatura en la Gran Barrera de hasta 4 °C por encima de la media en 2022, están destruyendo muchos ecosistemas de arrecife y la vida marina que depende de corales sanos y prósperos. Los eventos de blanqueamiento masivo consecutivos sufridos en 2016 y 2017 acabaron con la mitad de los corales poco profundos de la Gran Barrera de Coral, y en 2022 se produjo el sexto episodio registrado desde 1998. Se prevé que el incremento de temperaturas provoque un blanqueamiento más frecuente y grave en el arrecife, y los científicos alertan de otro blanqueo masivo de corales en el próximo verano austral por culpa del fenómeno de El Niño y la crisis climática.

Los corales blanqueados pueden recuperarse, pero si se exponen a aguas más cálidas durante 8 semanas o más se hacen vulnerables a las enfermedades y comienzan a morir. Los arrecifes de coral son increíblemente resistentes, pero su recuperación total puede llevar décadas. Por eso es importante tomar medidas urgentes y abandonar los combustibles fósiles antes de que sea demasiado tarde.

Contaminación agrícola

La escorrentía de productos químicos de las granjas y los cultivos, sobre todo de caña de azúcar, ha degradado la calidad del agua del arrecife y es uno de los factores clave del declive. Reduce la llegada de la luz solar esencial para las pradera marinas, favorece la expansión de estrellas de mar con corona de espinas y asfixia a los corales, haciéndolos más vulnerables al blanqueamiento. Además, la escorrentía de tierras nitrogenadas provoca la proliferación de algas que sirven de alimento a las larvas de estrellas de mar, lo que promueve explosiones demográficas.

Pesca en el Arrecife

La mala gestión de la pesca está incrementando los riesgos para muchas especies amenazadas de Queensland, como delfines, dugones, tiburones y tortugas marinas. El Parque Marino podría ser un escaparate para la pesca tropical productiva y sostenible. Sin embargo, las pesquerías que se desarrollan siguen ancladas en políticas obsoletas que permiten demasiadas licencias de pesca comercial y pocos límites sobre la cantidad que los pescadores recreativos pueden capturar.

Por si todo esto no fuera suficiente, el informe The Marine Park Authority Outlook Report (2014) estima que el número de embarcaciones comerciales que cada año transita por el arrecife podría aumentar de las 4.000 anuales en 2012 a las 10.000 en 2032. Más embarcaciones navegando por la Gran Barrera implican mayor probabilidad de accidentes y embarcaciones varadas, derrames químicos y de petróleo, colisiones con fauna y otros impactos negativos.

Los Guardianes de la Gran Barrena

Desde su creación en 1978, la oficina australiana de WWF se ha convertido en uno de los bastiones de su defensa. Nuestro objetivo es detener y revertir la disminución de las especies y la salud de los ecosistemas de arrecifes en la Gran Barrera de Coral, al tiempo que minimizar el impacto del cambio climático. Con la campaña Lucha por el Arrecife y en colaboración con la Sociedad Australiana de Conservación Marina, abogamos por una mayor protección de la Gran Barrera de Coral.

Hacemos un seguimiento especial de las poblaciones de tortuga verde, marcando ejemplares y vigilando sus playas de nidificación. Y velamos por sus especies acompañantes. Así, con la iniciativa Camino Seguro para las Criaturas Marinas y gracias al apoyo y las donaciones de nuestras socias, socios y colaboradores, hemos comprado una red de 1,2 km para pescar tiburones en la Gran Barrera de Coral. Manteniendo la red fuera del agua salvamos tiburones, tortugas, delfines y dugongos.

En la última década, en WWF hemos trabajado para reformar el anticuado sistema de gestión pesquera. Nos hemos sentado con científicos, ONG locales, clubes de pesca recreativa, asociaciones de pesca comercial y tiendas de aparejos para desarrollar una nueva visión para las pesquerías. Juntos logramos que el Gobierno de Queensland publicase en 2016 el Libro Verde de la Reforma Pesquera de Queensland, que sienta las bases para una nueva gestión de sus pesquerías.

Para mejorar la calidad del agua y restaurar la salud del Arrecife, pedimos un límite legal y leyes que impidan que la contaminación agrícola fluya hacia el reino de los corales, con fondos para reparar cuencas y ayudar a los agricultores a adoptar prácticas más limpias y rentables. Gracias al proyecto Catalyst iniciado en 2009, en los últimos 19 años, en WWF hemos colaborado con 209 agricultores de caña de azúcar para mejorar el uso de fertilizantes y la calidad del agua que fluye hasta la Gran Barrera. Hemos supervisado la producción de más de 47.000 hectáreas de tierras agrícolas y evitado el vertido de más de 36 toneladas de nitrógeno al Arrecife.

Pasos con esperanza

El futuro de la Gran Barrera de Coral pende de un frágil hilo. Para protegerla debemos, por un lado, asegurar el cuidado del planeta frente a problemas globales como la emergencia climática. El Arrecife acaba de experimentar el peor blanqueamiento de corales jamás visto y para reducir la gravedad del futuro blanqueamiento de los corales y eventualmente prevenirlo por completo, debemos frenar el calentamiento de mares y océanos, y cambiar nuestro modelo de consumo, abandonando los combustibles fósiles y apostando por las energías 100 % renovables. Además, es urgente proteger su área y su entorno más cercano.

Vista aérea del Arrecife Hardy en la Gran Barrera de Coral. Foto: Christian Miller/WWF.

En este sentido, reviste especial importancia la creación de una zona de protección marina de 100.000 km2 al norte de la Gran Barrera de Coral, un área equivalente a la isla de Cuba. En marzo de 2022, WWF Australia anunció la adquisición de los derechos de pesca en una zona habitual de redes de enmalle para crear un santuario para delfines, dugones, tortugas, tiburones (martillo y lanza) y otras especies que viven entre el Cabo Flattery y el Estrecho de Torres. En una prospección aérea realizada en 2020, expertos de WWF avistaron unos 7.000 dugones y 282.000 tortugas. Ahora el Gobierno de Australia debe declarar estas aguas como zona especial de protección permanente que excluya el uso de redes de enmalle. En noviembre de este año y en una medida histórica, el Gobierno de Queensland se comprometió a poner fin a la pesca comercial con redes de enmalle en las áreas de protección del dugongo para 2024. Durante años, hemos pedido la prohibición de estas en esas aguas; esta aceleración es un gran paso hacia un arrecife libre de redes para 2027.

Patrimonio de la Humanidad en Peligro

Desde 2010, el Comité del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco viene mostrando su preocupación por el estado de la Gran Barrera de Coral, pero también viene reconociendo los esfuerzos de las autoridades australianas para preservarla. A pesar de las graves amenazas que atentan contra su conservación y de las peticiones de científicos y ONG como WWF de incluirla en el listado de Patrimonios de la Humanidad en Peligro, para exigir más protección, hasta ahora la Unesco ha evitado en tres ocasiones (2013, 2021 y julio de 2023) incluirla en su lista roja. No obstante, en su última reunión ha instado a cumplir las 22 recomendaciones pendientes para mejorar los problemas de pesca comercial con redes de enmalle y la calidad de las aguas deterioradas por los vertidos de explotaciones agropecuarias, y ha advertido que volverá a evaluar su situación en la próxima reunión del Comité en 2024.

En otra parte de la Tierra, los países reunidos en la reciente COP28 de Emiratos Árabes Unidos, no se han comprometido a un abandono total de los combustibles fósiles, pero sí a un histórico acuerdo de transitar para dejar atrás el carbón, el petróleo y el gas, principales causantes de la crisis climática. Este resultado y el acuerdo de triplicar las energías renovables para 2030 deberían marcar el principio del fin de la era de los combustibles fósiles y brindar una nueva esperanza al planeta y a la Gran Barrera de Coral. Pero no debemos fiarnos demasiado, pues es mucho lo que está en juego. Mejor actuemos y así, cuando dejes el coche en casa y, en lugar de viajar en avión, cojas el autobús, el metro o el tren, piensa que estarás salvando más de un coral y te habrás ganado la eterna amistad de una tortuguita verde y darás vida a mis sueños. ¡GRACIAS!

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