El fantástico y evocador ‘Firmamento’ de La Veronal llega a Madrid
La compañía catalana La Veronal, uno de los referentes del teatro-danza de España con una sólida proyección internacional, estrena en Madrid su espectáculo ‘Firmamento’, un canto a la libertad creativa de la adolescencia y un fantástico y evocador espectáculo multidisciplinar que afianza al valenciano Marcos Morau, creador y director artístico de la compañía, como uno de los artistas con un discurso más estimulante de las artes escénicas.
Apenas 10 minutos antes de comenzar la representación de Firmamento, el último espectáculo de La Veronal, en el Teatro Municipal de Girona dentro del pasado Festival Temporada Alta, tuve la oportunidad de preguntarle a Marcos Morau, su creador, director y fundador de la compañía, si este es, en realidad, un espectáculo especialmente dirigido a los adolescentes como se insistía en la nota de prensa. “Es más bien una visión del mundo desde mi propia adolescencia”, contestó el artista. “Ese es el punto de partida”.
El punto de partida es pues casi la hoja en blanco o la mente en blanco. Esa capacidad evocadora y de emotividad extrema que define una de las etapas más complicadas de la vida de un ser humano: el tránsito entre la niñez y la edad adulta. Un camino plagado de inseguridades, de sueños, en el que afloran las opiniones mezcladas con la cruda realidad, una etapa abonada por la rebeldía, en la que florece una multiplicidad casi infinita de capas, de posibilidades, de sueños y desengaños. Tan infinita, tan inabarcable, tan vertiginosa, pero al mismo tiempo tan real como el mismísimo firmamento.
Estamos ante un espectáculo que le permite a Morau mostrar los orígenes de su universo plástico y visual, no solo desde un plano en ocasiones obviamente autobiográfico, sino también plagado de referencias, estímulos e impactos visuales y sonoros, capaces de lograr esa magia que tiene el buen teatro: el viaje personal en el tiempo. Y en un mundo cada día más individualista, en el que las pantallas se hacen más pequeñas, unipersonales y omnipresentes, Morau reivindica la butaca del teatro. Le otorga un papel protagónico y fundamental en esa coctelera de impactos que es Firmamento. El mensaje es claro: el universo entero cabe en ese espacio al que uno acude para sentarse a dejarse atravesar premeditadamente por las invenciones de un creador que irremediablemente influirá en tu percepción de la vida. Hay un llamamiento a las nuevas generaciones a no abandonar ese lugar. A peregrinar a los teatros. A un lugar del que nunca se sale siendo la misma persona que la que entró.
En Firmamento obviamente hay coreografía y danza, pero como en muchos otros espectáculos de la compañía los ingredientes son muchos más. Eso sí, en tiempos de inteligencia artificial, el espectáculo es un canto a lo analógico, pero sin perder de vista la tecnología como medio de expresión. Tal vez Firmamento sea uno de los espectáculos en los que más obviamente se muestra esta faceta multidisciplinar marca de la casa. Posee muchos ingredientes más allá de los cuerpos de seis bailarines entregados a ese personalísimo lenguaje dancístico con el que Morau nos ha conquistado espectáculo tras espectáculo. En Firmamento es importante el vestuario, la música, el poético texto, las proyecciones… Pero sobre todo la maravillosa escenografía de Max Glaenzel, sorpresiva y tremendamente eficaz para transmitir todo ese universo de referencias que se amontona en la cabeza de Morau y que se amplifica, como en los buenos espectáculos, en la cabeza y las vivencias de cada uno de los espectadores.
Tal vez la única pega que podría ponérsele a este espectáculo sea la larga duración del prólogo, que ocurre en una especie de laboratorio sonoro. Una alargada mesa repleta de luces, secuenciadores, potenciómetros, micrófonos, sobre la que los bailarines interactúan. Sin embargo, una vez que el espectáculo se desarrolla y explota como si se abriera una flor en primavera comprendemos que aquella longitud es directamente proporcional a la acumulación y el ritmo trepidante de la segunda mitad del espectáculo.
El universo juvenil de Morau está repleto de cómics, ritmo, de montañas rusas y estética oriental, de esquimales y nieve. De lo exótico, como si fuera un moderno modernista, pero también del romanticismo de Wagner y Strauss. Hay mucho cine, teatro… y luz. Fotografía y artes plásticas. Uno de los momentos más impactantes de Firmamento transcurre en un artefacto que pareciera haber salido de la mente del artista James Turrell, el llamado escultor de la luz. Desde luego, el espectáculo trasciende la etiqueta de teatro-danza que se le ha adjudicado a La Veronal.
Firmamento se estrenó en julio de 2023 dentro de la programación del Festival Grec de Barcelona, pasó en noviembre por el Festival Temporada Alta de Girona y en enero volvió a Barcelona al Mercat de las Flors. Mañana se estrena en Madrid en el Centro Cultural Conde Duque y en febrero viajará al Teatro Central de Sevilla.
La Veronal. ‘Firmamento’. Estreno en Madrid. Centro Cultural Conde Duque, del 25 al 28 de enero.
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