El hombre que ama a los árboles maduros

César-Javier Palacios (2)

Desde el blog/columna ‘La crónica verde’, activo desde hace diez años, y desde el proyecto Enarbolar, de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, el periodista y naturalista César Javier Palacios reivindica el valor de los árboles maduros y singulares, el respeto que merecen estos tótem de memoria, riqueza ecológica y señas de identidad para los pueblos. Repasamos sus ejemplares más queridos.

«Enarbolar». ¿Puede haber mejor palabra?, que es levantar algo como bandera, como estandarte, con orgullo, y a la vez plantar árboles, hacernos fuertes con ellos… Pues a eso se dedica con afán César Javier Palacios desde la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente. Palacios tiene larga trayectoria de transitar por todo lo contrario a lo que indica su nombre o su apellido. Nada de galán de culebrón ni de altas cunas; desde su Burgos natal ha andado muchos caminos defendiendo la naturaleza, y, sobre todo, los árboles singulares, estudiando, divulgando los mil recovecos de la ecología desde su propio rincón, su blog abierto hace ya diez años: La Crónica Verde –ahora asociada al diario gratuito 20 minutos-, que es una de las principales referencias actuales en periodismo de medio ambiente, con unos 100.000 visitantes únicos por mes.

«Más allá de los bosques, queremos también poner en valor la importancia de los árboles como individuos, de los árboles singulares», nos explica César Javier. «Comprendemos que el concepto singularidad es muy subjetivo, pero básicamente algo es singular cuando, si desaparece, lo echamos de menos. Padecemos cierto complejo de guinness de los récords: lo más alto, lo más viejo, lo más grueso; pero nosotros, con este proyecto LIFE, queremos también subrayar lo afectivo, que una especie sea rara, que un árbol lleve aparejadas leyendas, cierta mitología alrededor de sus ramas o que tenga un significado especial, que sea seña de identidad para un territorio o un pueblo. Se ha puesto mucho el acento desde la UE en proteger hábitats y especies en peligro de extinción, ¿pero qué hay de los individuos?, ¿quién se acuerda de ellos? Los insectos, las aves forestales, los pueblos necesitan árboles maduros, viejos, con todo lo que han visto y todo lo que han sido capaces de dar. Es que hay olivos que tienen mil años y siguen dando sus frutos. Un ser vivo así merece no solo respeto, sino veneración».

Hace dos semanas, en esta Ventana Verde, reivindicábamos el valor de los abuelos, de las personas ancianas, como guardianes de sabiduría y experiencias de las sociedades; hoy, a través de César Javier Palacios y el proyecto EnArbolar, hacemos lo mismo con los árboles maduros, testigos de un paisaje a veces durante siglos, tótems de memoria en un mundo donde el Alzheimer no solo es una desgraciada enfermedad, sino una epidemia que afecta a muchos a la hora de tomar decisiones. Así somos de desagradecidos con los mayores. «Un solo árbol te puede contar muchas historias, dar muchas lecciones», dice César Javier, que es geógrafo, naturalista, periodista, escritor y doctor en Historia del Arte. «Estos ejemplares maduros son fundamentales, además, para la educación ambiental y el desarrollo rural; bien gestionadas las visitas, con cuidado, sirven de reclamo turístico importantísimo». No hay más que dar el dato de visitas que recibe anualmente el archifamoso Drago de Icod de los Vinos (Tenerife).

¡Dos millones!

Este proyecto LIFE, vigente para 2013, 2014 y 2015, se centra en la comunicación, en divulgar el valor de los árboles-icono, para, una vez concienciada cada población de su valor, que tome medidas para protegerlos. Porque España se ha ganado a pulso su fama de arboricida, desde los tiempos del Imperio de Carlos V y Felipe II, en que se talaba masivamente para construir nuestra Armada, hasta tiempos recientes en que la obsesión por crear infraestructuras sin planificación ni ton ni son ha dejado a la Península Ibérica bien rala. O costumbres bárbaras que llegan hasta nuestros días. César Javier pone un ejemplo: «Hace dos décadas se puso de moda arrancar olivos centenarios de su sitio para decorar rotondas o para venderlos a jardines privados. Una auténtica barbaridad. El 50% de esos árboles mueren en el proceso. Pero hay zonas de Teruel y Tarragona que han quedado arrasadas». Parece mentira, pero como subraya César Javier, seguimos sin estar del todo convencidos del respeto que merece este patrimonio natural. «Aquí sigue pareciendo que nos molestan los árboles. Un absurdo».

¿Cómo cambiar en tres años tal inercia a la tala indiscriminada y a la poda brutal? Aparte de una exposición itinerante que recorrerá 20 ciudades, de conferencias y seminarios para periodistas, de material escolar, «una de las patas de nuestro proyecto EnArbolar es difundir un modelo de ordenanza municipal de protección del arbolado singular; ya hay más de un centenar de ayuntamientos que cuentan con ella». Pongamos algún ejemplo de buena práctica. «Pues mira, la Diputación de Valencia, que es socio colaborador en el proyecto LIFE al 50% con la UE, ha sacado una normativa pionera para proteger automáticamente árboles por su edad o por su tamaño; o sea, por su singularidad. Así, todos los olivos centenarios de esa zona del Maestrazgo, que como comentaba estaban desapareciendo, han pasado a estar protegidos inmediatamente por ley».

-Pero tú te has instalado desde hace 20 años en Fuerteventura, adonde te marchaste a censar guirres (el alimoche canario); y no es una isla que se caracteriza precisamente por su frondosidad.

-(Sonríe) Como dice Paulo Coelho, es en el desierto donde más valoras los árboles.

Lo cierto es que a este hombre de EnArbolar -un proyecto que comenzó a poner en marcha dentro de la fundación Benigno Varillas- esta pasión le viene de mucho tiempo atrás. Empezó en Burgos, en un grupo ecologista, en 1987. Y ha escrito sobre árboles singulares desde que comenzó en Diario 16 Burgos, con Arsenio Escolar. Después, su trayectoria periodística ha ido muy ligada a la de este periodista, que ahora dirige 20 minutos. Escolar se lo llevó, con sus series de árboles singulares, al diario Claro y después, a finales de los 90, a El País Semanal …; series que a veces han tomado la forma de libros, como la Guía de los árboles singulares de España (Editorial Blume).

– ¿Y por qué crees que pasa esto en España, esta pulsión arboricida?

– Mira, me duele decirlo, pero, como en tantas cosas, es un tema de cultura; de atraso cultural.

– Sé que es difícil, pero elige un bosque.

– Los de laurisilva de Canarias. No hay nada igual en el mundo. Y, entre ellos, Garajonay, en La Gomera.

– Una especie.

– El acebuche, que es el olivo silvestre, el padre de nuestros olivos.

– Una última curiosidad, relacionada con tu veteranía como bloguero. En estos 10 años y más de 1.000 artículos, ¿cuáles son los temas que más interés han recibido?

– Hay sobre todo dos, porque despiertan posiciones encontradas muy, muy radicalizadas: caza/anticaza; toros/antitaurinos. Son dos parcelas que reflejan una enorme fractura social en nuestra sociedad. Y no deja de sorprenderme, cada vez que publico algo, el enfrentamiento lleno de descalificaciones, el radicalismo en ambos frentes.

– ¿Y has visto si ha cambiado el impacto de un blog a lo largo de una década?

– Totalmente. Antes recibía muchos comentarios en el propio blog; ahora el debate se ha trasladado a las redes. Ahora un blog es poca cosa si no lo mueves en redes.

LOS SIETE ÁRBOLES FAVORITOS DE CÉSAR JAVIER PALACIOS EN ESPAÑA

  • 1. Acebuche Bonsai. Jandía (Isla de Fuerteventura, Canarias). Desde hace más de 2.000 años este increíble árbol-piedra intenta crecer, pero hoja que asoma, hoja que se comen las cabras. Es el último de su especie en kilómetros. Antes de la llegada de los hombres a la isla sus bosques cubrían todas las montañas.
  • 2. Dragos Gemelos. Breña Alta (Isla de La Palma, Canarias). Cuenta la leyenda que dos hermanos se enamoraron de la misma mujer y se mataron luchando por su cariño. Los enterraron juntos y la joven, apenada, plantó dos dragos junto a las tumbas. Sus ramas crecen ahora entrelazadas, pues la muerte arrebató sus pasiones y mantuvo el cariño que se profesaban.
  • 3. La tumba de Platero. Moguer (Huelva). Asegura la tradición que Juan Ramón Jiménez enterró a su querido burrito a la sombra de este inmenso pino piñonero. Al lado está la casa de Fuentepiña, donde el poeta curaba sus depresiones rodeado de jaguarzos.
  • 4. Moral de San Vitores. Villoviado (Burgos). En el pueblo del famoso guerrillero burgalés, el Cura Merino, siempre se dijo que este moral centenario está bendito. Nació de la sangre de un mártir y tiene propiedades curativas. Pero lo mejor son sus moras, riquísimas.
  • 5. El Carballo do Vinho. Pelete, A Lama (Pontevedra). Con más de 600 años entre las ramas, este robusto roble gallego es un borrachín. Cuando llega la fiesta del pueblo, el cura riega su tronco con una jarra de poderoso ribeiro. Como dicen allí, «mal no le hace».
  • 6. La Secuoya de Silos. Santo Domingo de Silos (Burgos). Su vecino el ciprés se lleva la fama, pero esta secuoya que crece a la entrada de la abadía benedictina le gana en altura y porte. Cuenta la leyenda que la trajeron como plantita desde Canadá, metida dentro de una patata.
  • 7. El tejo de San Cristóbal de Valdueza. El Bierzo (León). Ritos de amor y muerte se unen en este extraordinario tejo centenario. La capilla hundida es el cementerio del pueblo y los cadáveres se apoyan bajo su tronco antes de entrar en la última morada. Pero a los novios fogosos también les gusta apoyarse sobre él, pues dicen que resulta muy energético.

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Comentarios

  • José Manuel García Rupérez

    Por José Manuel García Rupérez, el 19 febrero 2014

    Gracias, Rafa, por hacernos pensar que los árboles también tienen su experiencia vital y que de ellos podemos aprender que no estamos solos en el mundo, pues son tan importantes como el aire que respiramos. Un abrazo. JM

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