“Frente a iluminados y negacionistas, datos y rigor científico”

La periodista Josefina Maestre. Foto: Pedro Retamar Maestre.

En septiembre abrimos nuestra serie de entrevistas a líderes ambientales de la mano de Ecovidrio con una gran investigadora y divulgadora, Cristina Monge. Seguimos hoy con una periodista pionera en estas lides verdes, Josefina Maestre, al frente del programa ‘Reserva Natural’ de Radio 5, de RNE. Hablamos con ella de su experiencia de 25 años en las ondas más su trabajo como directora de la revista ‘Aves y Naturaleza’, de SEO-BirdLife. 

Ahora que de casi todo hace 20 años, decía Gil de Biedma… Si adaptamos esta famosa cita del poeta barcelonés al momento pandémico actual parece que de casi todo hace más de dos años; por ejemplo, que no vemos a muchos amigos, como si en medio hubiera habido un paréntesis o se hubiera borrado el tiempo o nos despertáramos de un sueño. Es lo que me ocurre con Josefina Maestre.

La última vez que nos encontramos fue antes del confinamiento, en un congreso de la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA), de la que ambos somos socios. Hasta hoy.

Hemos quedado para la entrevista en el café Central, en el madrileño barrio de Las Letras. La veo llegar, con su cabellera pelirroja y rebelde. Nos saludamos con un abrazo (con mascarilla) y, aunque suene tópico, lo cierto es que parece que el tiempo no pasa por esta mujer entusiasta que ha dedicado su vida profesional como comunicadora a la defensa de la naturaleza.

Madrileña, de padres extremeños, Maestre dirige el programa radiofónico ambiental con más solera de España, Reserva Natural, en Radio 5. Justo este año se cumplen 25 años desde que empezó a trabajar en la radio pública, en un programa que cuenta con colaboradores que ya forman parte del canon de la comunicación ambiental, como Joaquín Araújo. Desde la radio trata de trasladar a la sociedad las amenazas que han puesto en riesgo la vida en el planeta tal y como la conocíamos, pero también el deslumbramiento ante la belleza de una biosfera que se resiste a morir por la soberbia de los humanos. Maestre conoce muy bien los dos polos entre los que se mueven hoy gran parte de los periodistas y comunicadores, el de los medios y el de los gabinetes de prensa. Desde 2003 combina su actividad radiofónica con la dirección de Aves y Naturaleza, la revista de referencia de la Sociedad Española de Ornitología (SEO-BirdLife). Con la música de jazz de fondo, comenzamos la charla.

¿Qué te llevó al periodismo ambiental?

La verdad es que yo no empecé haciendo periodismo ambiental. Mi primera publicación fue en una revista feminista, en la facultad. Más tarde colaboré con una revista de agricultura, sectorial, nada que ver con el medioambiente. Fue algo después cuando surgió la oportunidad. Junto a un grupo de periodistas, fundamos la editorial Calenda y, analizando las carencias de la prensa y por dónde iban los tiros, decidimos poner en marcha una revista ambiental, Ecología y Sociedad. El título era muy acertado, creo, pues ligábamos la ecología a la sociedad. Intentábamos explicar de una manera divulgativa cuáles eran los principales problemas ambientales a los que nos enfrentábamos para que los lectores se implicaran en la búsqueda de soluciones. Aunque ya se hablaba de cambio climático, el concepto clave entonces era el de desarrollo sostenible. Tratábamos de explicar qué era. En aquel tiempo los políticos esperaban que la sociedad tirara de estos temas y lo que esperaba la sociedad era que fueran ellos quienes lo hicieran, pues al fin y al cabo ellos tenían los datos. Quisimos que fuera divulgativo. La revista era mensual y salía a quiosco. El primer número salió poco antes de la Cumbre de Río de 1992 y la dirigí durante un año y medio.

¿Y cómo fue esa primera experiencia con el periodismo ambiental?

Pues fue un aterrizaje muy potente, un gran reto. Tenía que organizar los contenidos, tratar con los colaboradores, estar pendiente de que todo estuviera a tiempo. Me metí de golpe y de lleno en el ambientalismo, con mucha responsabilidad y, a veces, también con un poco de miedo. Lo que más me gustó fue conocer a muchos de los comunicadores y periodistas que luego me han acompañado: Sofía Menéndez, Joaquín Fernández, Joaquín Araújo o Rafa Ruiz.

De ahí pasaste luego al Ministerio de Agricultura, ¿no?

Sí. Estuve dos años trabajando en el gabinete de prensa, con el socialista Luis Atienza como ministro. Allí conocí a Rosa Pradas y Toni Calvo, importantes impulsores de la comunicación ambiental en este país. Desde el gabinete hablábamos sobre todo de conservación de la naturaleza, el concepto de biodiversidad vino después. Recuerdo que en esos años hubo muchos incendios forestales, quizás de los más dramáticos de la historia reciente. Cuando cambió el Gobierno nos echaron, pero no lo vi con pesar sino como una oportunidad. Había aprendido mucho, acumulado experiencia, y eso me permitió llegar al mundo de la radio, en Radio 5.

Y ya son 25 años.

Sí, se cumplen este año justamente. Empecé en el programa Naturaleza Viva, que llevaba poco tiempo. Un año después comencé a colaborar también con Reserva Natural, dirigido entonces por Joaquín Fernández. Este programa me puso en contacto con un equipo multidisciplinar muy interesante, desde el experto en jardinería Luciano Labajos, el catedrático de psicología ambiental José Antonio Corraliza o Joaquín Araújo. Cada uno tenía una parcela y la mía era dar a conocer la naturaleza del país. En 2008 me convertí en la directora del programa.

Imagino que tu trabajo en la radio, un medio que resiste como ninguno el paso del tiempo y de las nuevas tecnologías, te ha dado muchas satisfacciones. ¿Podrías decirnos una de las que mejor recuerdo guardas?

Sí, y de alguna manera mezcla los dos ámbitos que me apasionan, la radio y el periodismo ambiental. Yo llevaba mucho tiempo dándole vueltas a la idea de que había una desconexión muy grande entre los niños y adolescentes y la radio y los temas ambientales. De modo que en 2015 pensé que si la montaña no venía a Mahoma, Mahoma iría a la montaña. Decidí hacer un programa viajero, desde los centros escolares. Me encontraba allí con los profesores y alumnos, hacíamos el programa en los institutos y escuelas. El medioambiente era un tema que se tocaba ya en los colegios, con algunas actividades. Llevé a científicos, deportistas, músicos, para que les hablaran de ecología y medioambiente. Estuve en contacto con más de 3.000 chavales y creo que fue un gran éxito, al menos para mí muy satisfactorio. Aunque tuvieran una radio en el móvil, los chavales jamás la escuchaban. Tampoco les interesaba el medioambiente y gracias al programa creo que desperté la curiosidad. Es una de las experiencias profesionales que más me han gustado, me encanta estar en contacto con la gente.

Además de tu trabajo en la radio, diriges la revista de la Sociedad Española de Ornitología.

Entré en 2003. Al principio la revista se llamaba La garcilla y lo primero que hicimos fue cambiarle el nombre, el formato, y darle un nuevo aire a los contenidos. Mi trabajo en la SEO es muy importante, pues me ha dado la oportunidad de meterme de lleno en el mundo de las aves. Aunque estaba en contacto con la naturaleza, el mundo de la ornitología es muy amplio. No me considero una ornitóloga, porque estoy rodeada de científicos y ornitólogos de verdad. Algunos se pasan gran parte de su vida recopilando datos, analizándolos y viendo cómo les va a las aves. Definen cómo es su estado. Otro equipo de científicos establece cuáles son sus principales amenazas. Yo me dedico a la difusión de esos conocimientos. No quito mérito a este trabajo porque la especialización te lleva a veces a no ser capaz de llegar a la gente. Eso lo hacemos los comunicadores, intentamos hacer sencillas las cosas complicadas. Me considero una comunicadora o divulgadora de la ornitología.

¿Qué nos pueden enseñar las aves?

Las aves nos enseñan muchas cosas; por ejemplo, nos hablan del estado de la biosfera, de la vida. Dejando aparte el disfrute (tienen unos colores maravillosos y extraordinarios), las aves tienen la posibilidad de viajar y volar. Cuando hay un incendio pueden salvarse, aunque a veces tengan que sacrificar su puesta. Creo que nos enseñan también a valorar cómo lo pequeño puede ser a veces muy fuerte. En La Casa Encendida organizamos cada año el ciclo documental Pajareros. Y hay uno sobre la curruca capirotada. Este pájaro de apenas 20 gramos es capaz de hacer un viaje desde Suecia hasta España. Nos enseña que un ser vivo pequeño puede hacer grandes cosas. Las aves también son indicadoras de cómo le va a la vida, como te decía. Están muy ligadas al medio agrario y, si hay poblaciones a las que no les va bien, eso nos está diciendo que el campo no está bien, que está muy fertilizado y contaminado, que estamos comiendo alimentos que no están en buenas condiciones. Lo mismo ocurre con las aves marinas y la pesca. Si les va mal es porque pasan cosas, como la ingestión de plásticos que luego llegan a nuestros platos. Las aves son también refugiadas climáticas. Muchos de los problemas que afectan a las personas migrantes tienen que ver con causas climáticas, la falta de agua, la erosión, la desertificación. Esto mismo afecta también a las aves y se marchan. A España llegan aves del norte de Europa para ir África, pero muchas ya se quedan aquí.

¿Crees que la ornitología está un poco de moda?

Yo creo que hay signos que nos dicen eso, que muestran un mayor interés de la gente por las aves. Tenemos un programa de webcam para seguir a determinadas especies y cada vez hay más gente enganchada. La mayor conexión con la naturaleza te lleva a las aves, y al revés, es un camino de doble sentido. Es cierto que a veces hay saturación en determinadas zonas, pero, ojo, hablamos de “excursiones organizadas”. La gente va al campo, pero no sé por qué va siempre al mismo campo, donde va todo el mundo. Eso provoca masificación y hartazgo. Falta interés por descubrir. La pena es esa. El campo no está masificado, solo algunas zonas lo están. Hay que ir a sitios que no sean conocidos y no ir en los momentos clave. Si quieres ir a la berrea, no vayas donde va todo el mundo. A veces basta con desplazarte tres kilómetros. El otro día estuve en Alpedrete y no había nadie. Estaba lleno de saltamontes, era un placer verlos saltar mientras caminas, con esos colores tan llamativos. El disfrute de la naturaleza requiere intimidad y soledad, y algunos lugares se han convertido en un espectáculo; por otro lado, como ocurre con todo. Como Venecia, por ejemplo, que ya es un parque temático.

A título personal, no me resisto a plantearte una polémica muy actual que hay entre el movimiento animalista y el ecologista en torno a las cotorras y otras especies que los segundos consideran invasoras y que, por tanto, hay que limitar.

Se tienen que trazar puentes entre el ambientalismo y el animalismo. Pero ciertamente, cuando se habla de sucesos, eventos, como es la llegada de las cotorras, lo que estamos viendo es la llegada artificial de una especie que ocupa el espacio de otra especie. Si ese encuentro fuera en términos humanos se puede negociar, algo que no sucede aquí. La especie predominante, en este caso, la más poderosa, es la que se hace fuerte. Eso origina un conflicto. ¿Qué puede hacerse? Podemos no hacer nada. Quizá las cotorras ocuparían todo el espacio y dentro de diez años solo habría cotorras; por otro lado, unas aves maravillosas. ¿Pero quiero que en el parque que hay enfrente de mi casa solo haya cotorras? Lo cierto es que yo prefiero que haya más biodiversidad. Si no queremos que sea la especie dominante, hay que hacer algo, ver cómo esa especie se pueda retirar para mantener la biodiversidad. Y aprovecho la pregunta para recordar algo que sale poco en los medios, nadie se acuerda de los pájaros enjaulados, y eso debería ser un delito de primer orden. No la he leído íntegramente, pero creo que la prohibición de hacerlo no está recogida en la nueva ley de bienestar animal.

Trabajas en la radio y también en un gabinete de prensa. ¿Comunicas igual? ¿Crees que puede haber conflicto?

Sé que hay conflictos e intento resolverlos de una forma ética. Tengo una conciencia fastidiosa, que me da caña. ¿Cómo lo resuelvo? Por lo general, los temas que trabajo en la ONG no los compro en la radio. Pero, ojo, esos temas los compran a veces otros compañeros. Y si no les diera cabida, habría una discriminación. De modo que lo que hago es que los temas que llevo directamente no los toco, pero si me llegan por otro lado, sí. No me permitiría ningún desliz.

‘Reserva natural’ es quizá el programa ambiental radiofónico más veterano. ¿Ha cambiado la forma de comunicar?

Ha cambiado. Los temas ambientales ya no son una cosa excepcional. El hecho de que se dé importancia política a los temas ambientales también es resultado de la labor de los medios de comunicación. La sociedad se está acostumbrando a los problemas ecológicos, también a valorar la naturaleza. Empieza a vincularla a la salud. Por ejemplo, en las ciudades. Es una pena, porque la pelea para que en Madrid haya una ciudad más sana ha generado una batalla a veces ridícula. Por otro lado, la gente está acostumbrada a oír hablar de medioambiente y de salud, pero no es tan fácil lograr una portada. Es cierto que cuando yo empecé, con la Cumbre de Río, hubo un resurgir. Ser periodista ambiental no es lo mismo que se periodista económico. En este último caso no mides tu trabajo porque lleve a actuar a la gente. Algo que sí ocurre en el periodismo ambiental. En eso hay mucho por hacer. Los ambientalistas están pidiendo un cambio de modelo en la forma de consumir, de producir, y eso está ahí, pendiente.

Habría que cambiar el modelo de producción y consumo, pero no parece que vayan por ahí los tiros.

Bueno, suenan tiros. Fíjate que cuando hablamos del tema de la electricidad, vemos los mensajes de la industria. Y la industria es fundamental a la hora de adaptar la forma de producir respetando el medioambiente, que se adapte a los niveles de contaminación. Hay mucho que hacer, con la industria, con las relaciones comerciales. Fíjate lo que sucedió con el Ever Given, cuando se quedó atascado en el canal de Suez. Nos dimos cuenta de la importancia de producir a nivel local. Y aprovecho para decir algo que sería de gran ayuda. Para que cale el mensaje de lo importante que es proteger y mejorar el medioambiente, hace falta una campaña institucional a todos los niveles, igual que se hizo con el tabaco o con la pandemia. Hay que lanzar un mensaje positivo que oficialice que el cambio climático está aquí y que no hay que bloquearse, sino actuar. Eso a los comunicadores ambientales nos vendría genial. No se trata de hablar solo en las cumbres sobre el clima, cuando hay una sobresaturación de información; hay que hablar de estas cosas todos los días. No que sea una portada un día, sino todos los días.

Y aún así hay partidos que niegan el cambio climático.

Cuando prácticamente existe quórum en la comunidad científica sobre la existencia del fenómeno del cambio climático, hay que ser muy insensato para manifestarse en contra. El mensaje para convencer a los negacionistas debe ser el utilizado para todos los demás: citar fuentes solventes que otorguen credibilidad al debate, con datos, con información ceñida al rigor científico y no a cualquier iluminado que induzca a la confusión y sin una base sólida.

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Comentarios

  • Raimundo Olmos

    Por Raimundo Olmos, el 26 noviembre 2021

    Deja de desinformar
    Pero rigor científico necesitas para ver ésta plandemia y los chemtrials rociando venenos. insensato y ridículo. Sois aún demasiados

  • Bill

    Por Bill, el 26 noviembre 2021

    He entrado en esta noticia esperando datos y rigor científico, y ¿qué me encuentro? Ni un dato, cero acercamiento científico, críticas sobre los demás y opiniones cuando menos curiosas sobre las cotorras (¿hay que eliminarlas en virtud de la variedad?).

  • Hombre libre

    Por Hombre libre, el 27 noviembre 2021

    Me gustaría saber si esta mujer sabe en k consiste el proyecto harp y pork los países más influyentes en la economía mundial lo están llevando a cabo. Eso es cosa de iluminados?

  • Edu

    Por Edu, el 27 noviembre 2021

    Me gusta el rigor científico pero no comparto la posición esa de poner el rigor científico como el ordenamiento supremo, porque de cada 1000 científicos que se ciñen al rigor y nada más, hay uno brillante que sobresale por pegarse chutes de intuición que lo han llevado un poco más allá. Solo digo que…. Los otros 999 me aburren y sí,.. Nunca aportan nada más que opiniones y rollos. Saludines!

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