‘Gunda’, el documental que da todo el protagonismo a una cerda y sus lechones

Imagen del documental ‘Gunda’, protagonizado por una cerda y sus lechones.

Puede que me equivoque pero ‘Gunda’, el documental del director ruso Viktor Kossakovsky sobre la vida en las granjas de animales, apenas ha estado un mes en nuestros cines. Yo fui a verla hace un par de semanas, en un céntrico cine de Madrid, el único donde podía verse. Solo había dos sesiones, a las doce y media y a las tres y media, el horario que yo elegí. Creo que estábamos seis personas en la sala. Hoy, viernes, poco antes de escribir estas líneas, he echado un vistazo para comprobar si seguía en la cartelera y, al menos yo, no la he visto por ningún lado. Y es una pena porque ‘Gunda’ no es solo cine comprometido. Es cine con mayúsculas, narrado con una sensibilidad y una exquisitez que sobrecogen, porque, por una vez, el director le ha dado todo el protagonismo a los animales.

Es una pena, digo, porque la miopía hacia los animales es también mayúscula. Aunque no suelo leer las críticas de cine, así comienza la que le dedicaba hace unas semanas el diario El País: “Producido por el actor Joaquin Phoenix, dirigido por el ruso Viktor Kossakovsky y coescrito y montado por la navarra Ainara Vera, Gunda es un documental mudo y en blanco y negro sobre los primeros meses de vida de una cerda y sus lechones”. La reseña, escrita por una crítica muy solvente, Elsa Fernández-Santos, incurre sin embargo en un error de perspectiva. En Gunda no aparecen los humanos, no hay ninguna voz en off. Es cierto. Pero no es una película muda. Hay voces, pero no son humanas. Hablan Gunda y sus lechones, un gallo cojo que se mueve con una sola pata… La clave de este documental es precisamente esa: por una vez el director le ha dado todo el protagonismo a los animales.

Alejado del típico documental de denuncia al uso, tan necesario por otro lado, Gunda es sobre todo arte. Filmado con técnicas muy novedosas, cada plano es un poema visual de una belleza arrebatadora. Es un acierto la fotografía en blanco y negro, que no solo aporta una mayor verosimilitud a la historia, sino que elimina las barreras entre las imágenes y los espectadores. Gunda es una bellísima historia de amor, de empatía y de apuesta por la continuidad entre las especies. Pero es también una tragedia. Kossakovsky podría haber elegido una granja industrial (la mayoría) para impactarnos más y, sin embargo, ha optado por narrar la vida de Gunda en una granja abierta, en la que ella y sus lechones pueden moverse a gusto, en una vida apacible y serena. Eso hace que la herida sea aún mayor. “Kossakovsky ha creado una meditación visceral sobre la existencia que trasciende las barreras que separan las especies. Kossakovsky ha confeccionado una pieza de incalculable importancia y talento», asegura Joaquin Phoenix, productor ejecutivo de la película y conocido por su compromiso con los ánimales.

Creo que Kossakovsky es un digno heredero de Tolstoi, quien supo adentrase como pocos en las complejidades del alma humana. Quizás por eso tampoco comía animales y nos enseñó a las siguientes generaciones a mirar de otra manera a nuestros compañeros de viaje, a entender el significado de la vida, la de todos los habitantes del planeta.

Según un reciente estudio del Centro de Cognición Canina de Arizona, los cachorros de perro nacen con una capacidad innata para entender a los humanos (no creo que podamos decir lo mismo los humanos respecto a los perros). Un cerdo es más parecido a un humano que un perro y tienen un nivel mayor de inteligencia. Basta ver Gunda para darse cuenta de su capacidad de sentir y de entender, de su preocupación por educar y cuidar de sus lechones. Su mirada y su grito son la mirada y el grito de un humano. Y si no nos comeríamos a un perro, al menos en Occidente, ¿por qué alimentarnos con los cerdos?

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Comentarios

  • angel coronado

    Por angel coronado, el 20 junio 2021

    Entre animales y humanos se abre un espacio inexplorado. El motivo de verlo así lo desconocemos (lo desconozco). A veces desconocemos desconocerlo y lo entendemos insondable. Otras veces conocemos ese desconocimiento, pero cada uno a su manera. A la mía, que a fin de cuentas es de la única que puedo hablar honestamente y reconocer insegura, vacilante, veo la enorme cerda, a sus diminutos hijos, con indiscutible, inenarrable, inexplicable, profundísima ternura y cariño.

  • angel coronado

    Por angel coronado, el 20 junio 2021

    Gunda, objeto de ternura indistinguible. Indistinguible con respecto a otras que acaso cupiese distinguir o aceptasen distinción. Pero no. La ternura es una, o no lo es.

  • Margarita de Moreta Hermoso

    Por Margarita de Moreta Hermoso, el 24 junio 2021

    Me encantan ,los animales, los amo. Y si estos documentales ayudan a que no se los maltrate ,y no se los explote y se los respete ,ya se habrá ganado mucho!!!

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