Héroes de la bici: seis veces la vuelta al mundo en 30 años  

Ruta ciclista en el camino natural Vía Verde del Plazaola en Navarra. Foto: Javier Rico.

Solo con Rutas Pangea te alojas en un hotel de espías, conoces a Iñaki Perurena, recorres decenas de túneles entre frondosos bosques de robles y hayas, degustas quesos riquísimos mientras departes con la quesera y pastora y te relames comiendo postres como goxua y pantxineta. Ah, y además pedaleas. Rutas Pangea cumple 30 años; así que nos embarcamos con ellos para celebrarlo. Mejor dicho, nos montamos en bicicleta para comprobar que sus máximas de partida en 1993 –sostenibilidad, educación ambiental y turismo responsable– siguen vivas y pedaleando. Desde que empezaron han recorrido 240.000 kilómetros en bici, seis veces la vuelta al mundo.

Finales de agosto de 1993: nace la Sociedad Cooperativa Pangea. Verano de 2023: casi 30 años después me cito en Pamplona con Chus Blázquez, uno de los socios fundadores de lo que ahora es Rutas Pangea. Estamos en un restaurante frente al parque Yamaguchi –sí, al que dedica una canción Amaia–, donde, por recomendación de Chus, acabo mi comida degustando un delicioso postre autóctono, pantxineta, una acertada mezcla de hojaldre, almendra y crema pastelera. Estamos de dulce.

“Hay que saber diferenciar entre lo que es un negocio y un medio de vida. Lo de Rutas Pangea es lo segundo”. Esa sensación se vive en la ruta que nos ocupa de principio a fin, desde esta primera conversación en Pamplona hasta el final de mis pedaladas –yo me quedé en Andoain (Guipúzcoa)– junto a 13 cicloturistas que se apuntaron al viaje entre Pamplona y Hondarribia, con paso por Hendaya (Francia). Mi presencia en el grupo de WhatsApp creado al efecto me permite conocer los entresijos de la ruta hasta el último kilómetro. Hay mucho contacto humano, mucha comprensión, se comparte información, conocimientos y habilidades, se conoce a la gente del territorio, lo que hacen, se ve que hay un cuidado especial por dónde te alojas y dónde comes.

“Sientes que vas con gente con la que compartes mucho”, dice Irene Mínguez, que lleva desde 2000 apuntándose a rutas diversas con Pangea y suele hacer dos por año. Susana Sanz lleva desde 1997, “¿o fue en el 96?, no lo recuerdo muy bien; sí me acuerdo que la primera fue por la sierra de la Estrella, en Portugal”. Y a partir de aquí empieza a citar rutas clásicas, como la del Cid, entre Burgos y Valencia, la Transpirenaica o las de la red cicloturística europea Eurovelo, que une capitales como París, Viena, Berlín y Copenhague. Hablo con ellas mientras tomamos un tentempié en la cafetería-panadería La Tahona de Irurtzun, primera parada larga de la segunda jornada por la vía verde-camino natural del Plazaola. El primer día tocó un recorrido corto, pero muy sustancioso por la ciudad de Pamplona.

8.000 kilómetros en bici por año

Cada año Pangea organiza rutas dentro y fuera de España que recorren más de 8.000 kilómetros. Eso significa que desde 1993 suman 240.000 kilómetros, seis veces la vuelta al mundo por la línea del ecuador. Muchos de ellos pedaleados por Chus, casi siempre por duplicado: “En todas las rutas viajamos antes para conocer el terreno y asegurar todo el tema de permisos y accesos. Disfruto mucho haciendo esta prospección y contactando con gente y empresas locales para los alojamientos, comidas, visitas e incluso préstamo de bicicletas. En Cuba, donde hacemos un viaje en diciembre, alquilamos las bicis a VeloCuba, una empresa local que llevan mujeres y está vinculada a muchos proyectos sociales. Hay veces, como nos ocurrió en una ruta que teníamos pensado hacer entre el Cabo Norte (Noruega) y Rovaniemi (Finlandia), que tras hacer toda la prospección, vimos que no era viable”.

La vía verde-camino natural del Plazaola que nos acoge –justo este año se cumple también el 30º aniversario del programa Vías Verdes , ideales para recorrerlas en bici– y el de Caminos Naturales. va por el antiguo trazado del ferrocarril que unía Pamplona con San Sebastián. Duró poco, desde 1905 a 1953, año en el que se autorizó su desmantelamiento, pero ha dejado un reguero de historias que están presentes en muchas de las paradas que realizamos: extracción de hierro de las montañas que atravesamos, también tren de pasajeros, paradas no oficiales asociadas al estraperlo, riadas… Fue una de esas riadas la que lo dejó definitivamente fuera de servicio, cosa que no extraña viendo la cercanía de la vía a los ríos Larraun y Leitzaran, lo que permite disfrutar de sus meandros, bosques de alisos, cascadas y acueductos.

Todo empezó con el grupo ecologista Cárcava

El amplio conocimiento que tienen de los paisajes y de su biodiversidad hace que los guías de Rutas Pangea, en este caso Chus, añadan interesantes explicaciones sobre la transición que vivimos de bosques de corte más mediterráneo, con dominio de la encina, a otros más atlánticos, con la aparición progresiva de robles, castaños y hayas. Y entre medias no deja de advertir la presencia de buitres leonados, águilas calzadas o arrendajos. Que Rutas Pangea fuera la evolución natural del grupo ecologista Cárcava explica mucho de todo esto.

“El grupo ecologista Cárcava, de Getafe, ha denunciado ante la Agencia de Medio Ambiente (AMA) el ‘vertido sistemático en las afueras de la ciudad de ingentes cantidades de escoria proveniente de la industria siderúrgica”. Así comenzaba una noticia de El País de 1995, lo que demuestra que durante un tiempo compatibilizaban viajes y ecologismo. “Sí, éramos muchos y nos permitía compaginar ambas cosas”, comenta Chus, “hasta que nos centramos en los viajes, no sin sufrir antes reveses, estrés y cambios. De los siete socios y socias que empezamos, solo quedamos Juan Sarrión y yo, y por medio ha habido intentos de compra, de fusión, de entrada de nuevos socios, de pedirnos que explotáramos solo las rutas más rentables –hacer una y otra vez el Camino de Santiago o la Ruta del Cid para clientes extranjeros–, pero las hemos desestimado todas”.

Las mujeres pedalean cada vez más

Que sigue siendo una empresa comprometida principalmente con otros valores más importantes –sostenibilidad, educación ambiental y turismo responsable– se palpa en el viaje entre Pamplona y Hondarribia, con 13 cicloturistas entre las que hay 11 mujeres. Es algo en lo que notan la evolución en Rutas Pangea: “En verano, cuando empezamos, no había mujeres en los viajes largos o de una semana, como este; sí en los puentes y fines de semana, y fíjate ahora”. La edad tampoco parece ser un obstáculo, porque en este 2023 han contado con una persona de 82 años y con Pilar Pérez, de 74, que también este mismo año ha hecho el Camino de Santiago portugués, y fue de las primeras que en 1993, en un viaje a Cabo de Gata, apostó por Rutas Pangea.

“El cambio radical tuvo lugar ahí, en Cabo de Gata”, rememora Chus. Ya habían hecho varias rutas. La primera, lógico, fue Getafe-Lagunas de San Juan-Getafe, y luego vinieron Alto Tajo y Cabañeros. “Pero es que para Cabo de Gata llenamos un autobús, era diciembre de 1993, y nos alojamos en un camping”. En 1995 estuvieron en Marruecos, entre 1996 y 1997 en Mali y el Himalaya indio y en 1998 en Canadá, lo que denota también su carácter internacional, que cuenta también con los Alpes, Túnez, Indonesia, Jordania o la mencionada Cuba como destinos.

Aparcamientos cubiertos y talleres de autolavado para bicis

Este perfil de trotamundos no hace perder de vista que estamos ante un modo de vida, sintiendo muy de cerca con quién viajas y con quiénes nos acogen, y no un negocio centrado casi en exclusiva en cicloturistas que llegan a través de agencias desde Canadá o Dinamarca. Todo ello facilita que se te erice la piel al alojarte en un hotel (Ayestarán, en Lekunberri) que vio pasar 750 detectives y espías durante la Segunda Guerra Mundial, de uno y otro bando, y te lo cuentan y lo vives; que desees parar el tiempo mientras visitas una quesería (Bekain, en Etxarri) y escuchas a su dueña (Idoia Olascoaga); o que te emociones al lado de su museo (Peru-Harri) y las historias que te cuenta Iñaki Perurena, el mítico levantador de piedras (harrijasotzaile) vasco.

Si el turismo responsable se ejemplifica con estas vivencias, la educación ambiental y la sostenibilidad, aparte de con el conocimiento y respeto por los paisajes, tiene mucho que ver con el medio de transporte en el que se viaja. Esto incluye no solo el servicio de asistencia, reparación, traslado y alquiler de bicicletas si es necesario, sino también una labor de concienciación que suele dejar muchos puntos en positivo. Es muy gratificante conocer de primera mano la apuesta de un ayuntamiento como el de Pamplona por la bici. Aparte de sus carriles, una de las paradas en la ciudad fue para conocer aparcamientos cubiertos, lo que me hizo recordar mis pedaladas entre Haarlen, Amsterdam y Volendam (Países Bajos). Otra parada, en Irurtzun, sirvió para conocer un taller de autoreparación y autolavado para bicis.

De la guía y el mapa de papel a todos los datos en el móvil

Además del puro desempeño viajero –también ofrecen alguna que otra ruta de senderismo–, Rutas Pangea organiza desde su sede en el madrileño Paseo de Yeserías cursos de mecánica y de conducción de bicicletas, además de otras labores de formación y consultoría. “Hay muchas personas que hoy regentan alojamientos, restaurantes o llevan a cabo otras funciones vinculadas al turismo que han pasado por cursos nuestros”, explica Chus, que además cita varios proyectos en los que han participado: Rural Bike Conecta, en Castilla-La Mancha; Soria, Paraíso del Deporte; o “una iniciativa que consistió en diseñar itinerarios en bicicleta y guiar a la gente por ellos para que aprendieran a entrar y salir de la ciudad de Madrid desde varios puntos de la periferia”.

En este ir y venir entre 1993 y 2023 también se aprecia cómo ha cambiado la tecnología. Donde antes había guías y mapas en papel ahora hay una pormenorizada información y orientación digital al servicio de todas las personas que pedalean. Los datos de kilómetros, altimetría, desnivel y tiempos aproximados sirven para que cada cual regule su esfuerzo. Desde Rutas Pangea consideran que es muy difícil transmitir la dificultad porque muchas veces depende del estado de forma de cada persona, pero son conscientes de que deben combinar jornadas más duras con otras más llevaderas. Como curiosidad, añaden que hay más personas que se quejan porque se para mucho y quieren más dureza en el pedaleo que porque se va muy rápido.

Vía verde del Plazaola en Navarra. Foto: Javier Rico.

Los psicólogos recomiendan rutas en bici en grupo

Y luego está la asistencia en el viaje. En el caso del Plazaola recae especialmente en Antonio Zamora de Vicente, encargado de transportar equipajes, bicis y personas, por si alguien se cansa, entre la salida y la llegada de cada jornada. “Entré en 2020 y sigo aquí por el excelente trabajo en equipo que se lleva a cabo. Nos entendemos muy fácilmente”. Los cicloturistas apuntados a este viaje también nos entendemos muy bien con él. Antonio se suma a las otras cinco personas en nómina durante el verano, que se quedan en cuatro cuando pasa la temporada alta de las rutas.

Aunque no lo viví, el viaje hasta Hondarribia se nutrió también de baños en el balneario de Elgorriaga, de la degustación de chocolates en Elizondo y de paseos por la envolvente foresta del Señorío de Bertiz y por la arquitectura neovasca de Hendaya. “Qué excursiones más chulas nos preparáis”, oía decir a las personas que formábamos el grupo, en directo o por WhatsApp. Me comenta Chus: “Entre finales de los noventa y principios de los 2000 siempre teníamos a alguien en las rutas que le había recomendado este tipo de rutas un psicólogo; que salgan al aire libre y en grupo”.

Queda el micrófono abierto para que, con la experiencia que dan los 30 años de Rutas Pangea, Chus finalice con algunos tirones de oreja: “España sigue siendo un país desaprovechado para la bici en general y el cicloturismo en particular; deberíamos contar ya con una red de rutas conectadas entre la ya existentes, por ejemplo el Camino de Santiago, la Ruta del Cid o el Camino Natural del Duero, con mejores servicios disponibles para los cicloturistas y con estudios del impacto económico de esta actividad”. Que no tengan que pasar otros 30 años para que se haga realidad todo esto.

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