Invasión de insectos desconocidos por el cambio climático
El calentamiento global está mostrando cruentas consecuencias sobre los ecosistemas. Subida de las temperaturas, alteraciones en el régimen de lluvias, ascenso del nivel del mar o la intensificación de fenómenos extremos son algunos ejemplos de la crisis en que estamos inmersos. Sin embargo, un efecto del que casi no se habla tiene que ver con la llegada masiva de insectos a Europa –incluida la Península Ibérica–, procedentes de otras latitudes. Y para muestra, el caso de la libélula ‘Trithemis kirbyi’. No es solo una sensación. No solo son alarmas por el mosquito que expande por Andalucía el virus del Nilo, por ejemplo. Hay trabajos científicos con ‘insectos bioindicadores’ que nos explican con detalle la nueva situación.
“Es un arquetipo de cómo el cambio climático y el aumento de las temperaturas han convertido regiones antes inhóspitas en zonas idóneas para determinadas especies exóticas, que pueden colonizarlas con éxito”, aseguran los biólogos Diego Gil–Tapetado, Francisco J. Cabrero, José F. Gómez y Diego López–Collar, del departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución, de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
El trabajo Climate change as a driver of insect invasions: Dispersal patterns of a dragonfly species colonizing a new región, publicado en la revista Plos One, analiza el desembarco de determinadas especias exógenas en nuevos ecosistemas. De hecho, la mencionada libélula “ha colonizado recientemente la Península Ibérica, procedente del norte de África. Desde su primer registro en Málaga en 2007, la Trithemis kirbyi ha ido extendiéndose hacia zonas más septentrionales, estableciéndose en el centro y el este ibérico, las Islas Baleares y el sur de Francia”. Incluso ha llegado a ser avistada en Bélgica. Así, “ha conseguido colonizar zonas que han experimentado un elevado aumento de temperatura y aridez”, explican los biólogos.
Su nuevo hogar se constituye como uno de las más áridos del suroeste del Mediterráneo, y los modelos predicen que se verá gravemente afectada por el cambio climático. “A pesar de su distribución mundial, su rápida colonización del occidente mediterráneo se ha producido muy recientemente”, explican los especialistas. Además, que esta migración haya coincidido con los momentos en que las temperaturas rompen récords hizo sospechar a los investigadores sobre la posibilidad de que el cambio climático pudiera estar influyendo en este proceso.
Por ello, entre los objetivos de este estudio se encuentra evaluar si la colonización del Mediterráneo occidental por esta libélula está relacionada con el aumento de las temperaturas. Y, más concretamente, con los máximos anómalos de calentamiento estival que se han producido en la última década. También se han estudiado qué variables climáticas han influido más en su distribución y su dispersión por nuestro territorio, así como su potencial capacidad futura de colonización hacia el Mediterráneo oriental. “Encontramos que la dispersión y el reciente establecimiento de Trithemis kirbyi dependen fuertemente del aumento de las temperaturas –en particular, de los picos de temperatura estivales–, lo que ha permitido dispersarse más lejos y con mayor eficacia que durante aquellos años con valores termométricos estivales medios”, confirman Gil–Tapetado, Cabrero, Gómez y López–Collar.
En consecuencia, “la variable más importante en los modelos de idoneidad –y que más influye en la especie– es la temperatura mínima del mes más frío, que en las últimas décadas se ha convertido en un factor menos limitante para los ectotermos, como los insectos”, detallan los biólogos. “El cambio climático favorece a esta especie y ha propiciado la colonización de nuestro territorio”. Según los resultados del trabajo de estos investigadores, “la libélula encuentra zonas adecuadas en la vertiente occidental mediterránea”. Por tanto, se constituye como “un modelo de cómo el cambio climático y el aumento de las temperaturas han convertido regiones –antes inhóspitas– en zonas idóneas para especies exóticas, que pueden colonizarlas con éxito si consiguen llegar –por sí mismas– a estas tierras prometedoras”.
Una circunstancia a la que nuestro país es especialmente vulnerable, al estar expuesto al calentamiento global. “España está situada en una región que presenta evidencias claras de afecciones termométricas”, aseguran las investigadoras María J. Sanz y Elena Galán, en Impactos del cambio climático en España. “Los padecimientos por este fenómeno se van a incrementar”. Ahora mismo, ya se distinguen en “prácticamente en todos los sectores”. La llegada de la Trithemis kirbyi –y de otros insectos– es un ejemplo más del proceso de calentamiento global al que se encuentra sometida la Tierra.
No hay que olvidar que “las especies que colonizan un área compiten con los taxones establecidos, y estas nuevas interacciones generan problemas de conservación, como el desplazamiento de especies nativas”, explican Diego Gil–Tapetado, Francisco J. Cabrero, José F. Gómez y Diego López–Collar. “Las mariposas y libélulas se utilizan como bioindicadores de los cambios ecológicos y climáticos, porque son reconocibles, estudiados y monitoreados”.
Además, en la última década, “se han detectado varios artrópodos norteafricanos en zonas del sur de la Península Ibérica, incluidos los Xylocopa pubescens Spinola, Azanus ubaldus y Cheilomenes propinqua”, explican los referidos biólogos. “Aunque estas especies llegaron a nuestro entorno de forma natural –al igual que Trithemis kirbyi–, muchas variantes exóticas han sido introducidas en Europa desde zonas mucho más lejanas debido al comercio internacional de mercancías y a cuarentenas ineficientes”.
De hecho, “los insectos están muy influenciados por el clima y, especialmente, por la temperatura. Por tanto, se espera que las transformaciones climáticas predichas tomen parte en la expansión/contracción de sus áreas de distribución”, se explica en el informe Cambio climático y especies exóticas invasoras en España. Diagnóstico preliminar y bases de conocimiento sobre impactos y vulnerabilidad. “La distribución de muchas especies está limitada por los calores del verano más que por el efecto letal de las temperaturas extremas”.
El problema que no cesa
De cualquier forma, se pueden encontrar muchos impactos similares a nivel internacional. En Reino Unido se han descrito fenómenos muy parecidos. Allí, en la primavera de 2019, un equipo de la Universidad de Exeter documentó la entrada masiva de insectos a una velocidad de casi 6.000 ejemplares por metro y minuto. “Las llegadas coincidieron con temperaturas más altas y vientos del este, y las imágenes satelitales para evaluar la cantidad de crecimiento de la vegetación ambiental permitieron al equipo de investigación rastrear los orígenes de los migrantes en Siria, Irak y Arabia Saudita”, explicaban desde el citado centro universitario.
“La movilidad insectívora se produce a escala mundial de forma intensa”, explica el ecólogo de la Universidad de Exeter, Jason Chapman. “Los insectos migratorios son vulnerables a la pérdida de hábitat más allá de las fronteras de un país”, añade Will Hawkes, del Centro de Ecología y Conservación de la Universidad de Exeter. “La actividad humana y la alteración del clima podrían afectar a las rutas migratorias y las áreas de distribución de estas especies, por lo que necesitamos adoptar una visión más global y holística de la conservación”.
Los insectos constituyen en la actualidad más del 50% de las especies animales de la Tierra. A pesar de ello, sus poblaciones se encuentran en declive, debido, entre otras razones, al calentamiento global. De hecho, y según las previsiones ofrecidas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), en las próximas décadas casi el 40% de los miembros de estas especies se encontrarán en peligro de extinción. Así, “es más importante que nunca conocer sus viajes y su contribución a los ecosistemas terrestres”, añaden los investigadores. Gracias a ello, se realizará un control de su demografía y tomar las medidas necesarias para asegurar su existencia.
Por tanto, el cambio climático no sólo afecta al incremento de las temperaturas o la transformación del régimen de lluvias. También produce alteraciones en los ecosistemas y en las especies que viven en ellos. La llegada masiva de insectos a nuevas latitudes es una muestra de este fenómeno. Sin embargo, las propias especies de estos animales se ven dañadas igualmente por la transformación global que está sufriendo nuevo planeta. No sólo migran hacia nuevos espacios, buscando su supervivencia. Sus poblaciones también se están viendo reducidas. En consecuencia, se han de tomar medidas eficaces para poner coto a este proceso y revertir los daños sobre el medio ambiente. Al fin y al cabo, y como indicó Mahatma Gandhi, “lo que le hacemos al mundo, nos lo hacemos a nosotros mismos”.
COMPROMETIDA CON EL MEDIO AMBIENTE, HACE SOSTENIBLE ‘EL ASOMBRARIO’.
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