‘La batalla del viento’, entre la urgencia climática y la destrucción ambiental

Fotograma del documental ‘La batalla del viento’.

La división ha llegado a los pueblos. ¿Renovables o paisaje?, ¿frenamos el cambio climático, preservamos ante todo nuestras montañas y bosques, intentamos hacerlo bien atendiendo ambas partes? En un planeta que se calienta a pasos agigantados, la península Ibérica se encuentra inmersa en un debate sobre la transición energética que el documentalista Richard Zubelzu ha querido plasmar en un filme que ha llamado ‘La batalla del viento’, para cuya finalización ha lanzado un ‘crowndfunding’ .

La urgencia por poner freno a las emisiones contaminantes en España mediante una rápida transición energética, tras dos décadas de parón, está generando conflictos en gran parte del territorio, como ha comprobado el cineasta Richard Zubelzu en una película documental que recoge el sentir de las gentes en zonas rurales, especialmente de la Cordillera Cantábrica. Solo entre 2004 y 2020, España ha pasado de tener un 8% a un 44% de la energía de fuentes renovables. Esta rápida transición sólo ha sido posible gracias a una transformación radical del sistema energético, en el que la eólica, con un 20% del total producido en 2021, tiene un papel preponderante.

Zubelzu, natural de Reinosa (Cantabria), se encontró con la polémica en torno a esta expansión, que recorre la geografía española, durante un viaje a la zona del proyecto de Las Quintanillas de Valdeolea, en la frontera cántabro-palentina. Se proyectaba un polígono eólico en la sierra en la que nace el río Camera, donde se decía que habría fuertes impactos ambientales; recientemente, el Gobierno cántabro emitió un informe desfavorable que lo ha frenado, pero el caso, cuenta el documentalista, le animó a filmar testimonios sobre lo que está pasando en esa España despoblada en la que aterrizan las grandes energéticas. “He intentado que sea lo más objetivo posible, con testimonios variados, aunque ni las empresas ni el gobierno cántabro han querido participar y exponer sus argumentos”, asegura.

La entrevista tiene lugar poco después de aprobarse en el Congreso de los Diputados una normativa que relaja los requerimientos ambientales y limita la participación ciudadana en los proyectos de plantas solares y eólicas de más de 50 MW. Son las de responsabilidad del Gobierno central. Desde ahora, ya no necesitarán una declaración de impacto ambiental para ser autorizadas, salvo si están en zonas Red Natura 2000, una red que no supone ni el 10% del territorio nacional. El resto estaría disponible.

La batalla del viento, en cuya financiación Richard ha invertido sus ahorros, que ahora quiere complementar con un crowdfunding en la plataforma Verkami, quiere dejar clara la imperiosa necesidad de utilizar energías renovables para frenar el cambio climático, en un país que ya está siendo afectado por fenómenos extremos, como olas de calor, sequías e inundaciones, que no se duda que van a ir a más. “Lo que ocurre es que la transición se está haciendo sin un plan de ordenación territorial en las comunidades autónomas y la gente ve que llegan las empresas y arramblan con terrenos y montes para llevarse la energía a las ciudades, donde el consumo no disminuye nada y no se aprovechan alternativas como crear comunidades energéticas o aprovechar los espacios para placas solares”, argumenta. “En algunos lugares, me cuentan que se presentan hasta proyectos que se sabe que no tendrán futuro para tener una puerta abierta, mientras que en los pueblos sólo se enteran de lo que les afecta mirando el Boletín Oficial, teniendo plazos mínimos para presentar alegaciones”.

Por otro lado, destaca que ha dado voz a personas de diferentes tendencia política. “Al principio, algunos alcaldes me dijeron que no tenían opinión, que las propuestas de las energéticas eran muy golosas, pero luego me llamaron porque querían participar; en pueblos pequeños esto genera mucho enfrentamiento entre los vecinos, sin llegar al caso de la película As Bestas, pero muy duros. Cuando reciben información, su perspectiva cambia y surge la preocupación sobre lo que pasará a largo plazo con esos gigantes eólicos”, señala. “El año pasado ya se cayó uno en La Lora, en Burgos, porque estaba muy abandonado, y ya sabemos lo que ha pasado con otros proyectos cuando dejan de ser rentables y quedan ahí sin desmantelarse”. De hecho, son varios ya los que han caído por mal mantenimiento.

Desde que anunció el proyecto del documental, asegura que ha recibido mensajes por las redes sociales que le acusan de negacionista del cambio climático. “Nada más lejos de la realidad. Lo que pasa es que nadie quiere cambiar su estilo de vida para frenarlo; la mayoría reside en las ciudades y no le importa lo que pasa en las zonas rurales. Hice una simulación llenando la bahía de Santander de eólicos en el mar y los santanderinos se me echaron encima; pues bien, es lo que pasa en las montañas del interior y lo que he tratado de documentar”.

Entre sus entrevistados, el naturalista Luis Miguel Domínguez, la socióloga María Montesinos, alcaldes, políticos y ecologistas que aportan, además, soluciones para que la transición sea realmente justa para todos. También el testimonio de algún ex trabajador de parques eólicos, como Javier Lara, que comenta: «Ves un derrame de 200 litros de aceite, vertidos incontrolados, ves que ciertas sustancias como polvo de grafito se expulsan a los campos sin ningún miramiento ni tratamiento, que se utilizan materiales tóxicos en su construcción…”. Es la otra cara de una mala actuación empresarial en la que falta control.

La productora de Zubelzu, Objetivo Family Films, tiene ya una larga trayectoria en documentales ambientales, como El sueño del oro negro, sobre el yacimiento de petróleo en La Lora (Burgos); Filomena, que refleja lo ocurrido durante la tormenta polar en Madrid en enero de 2021, o Tus desperdicios y otros manjares, que ha recibido numerosos premios.

Se puede colaborar en la microfinanciación hasta comienzos de marzo para que La batalla del viento inicié su andadura por las salas de cine, festivales y centros culturales. 

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