«Necesitamos entrar en el poscapitalismo, en una sociedad en paz con el planeta»

El escritor y periodista Javier Morales. Foto: Isabel Wagemann.

El periodista y escritor Javier Morales, colaborador de ‘El Asombrario’, nos deja un nuevo libro, ‘Las Letras del Bosque’ (Sílex), uno de esos libros que sirven para esponjar y ensanchar el pensamiento y ayudar a respetarnos a través de respetar lo que nos rodea, desde los árboles a los ‘animales de granja’ y, por supuesto, a ejercer la tolerancia con el resto de los humanos. El subtítulo lo dice todo: “Textos sobre naturaleza, animales y libros”. Hablamos con el autor.

¿Qué es ‘Las Letras del Bosque’?

He intentado que fuera un libro que incitara a la acción y también al disfrute. Son textos que abordan la relación de los humanos con la naturaleza, con los demás seres vivos, con nuestros compañeros de viaje. Los humanos no somos el centro del Universo, ni siquiera de la Tierra, y está costando mucho que nos demos cuenta. También lo veo como una guía de lectura sobre libros que abordan nuestra relación con el entorno.

Háblanos de la importancia que tú crees que tienen ‘El Caballo de Nietzsche’ y ‘El Asombrario’, medios en los que has publicado los artículos que componen ahora este libro, dentro del panorama general de medios, a menudo llenos de tanto ruido, tensión, enfrentamientos que se superponen a otros enfrentamientos, escándalos morrocotudos que se olvidan en un pispás porque enseguida viene otro escándalo morrocotudo o inventado.

Igual lo que voy a decir puede parecer sesgado, puesto que colaboro en ambos medios, pero creo honestamente que son medios necesarios, que nos ayudan a pensar y a entender el mundo tan complejo en el que vivimos. Nos aportan otra mirada, más original, hacia la cultura, la naturaleza y los derechos de los animales. Como bien dices, el periodismo ha ido empobreciéndose, como la política. Cada vez hay una dependencia más grosera del poder. Medios como El Asombrario o El Caballo de Nietzsche son una garantía de independencia. No se trata, como alguna gente cree, de no tener una línea editorial, más bien de que esa línea editorial, absolutamente legítima, responda solo a los intereses de los lectores y no de determinados partidos políticos o poderes fácticos.

¿A ti, Javier, te da tiempo a pararte a pasear, pensar, reflexionar dentro de este vértigo de vida en que nos han metido… o nos hemos metido?

Pues te diré que poco, muchísimo menos de lo que me gustaría. Soy trabajador autónomo y ya sabes que no tenemos vida. A nivel individual son pocas personas las que pueden permitírselo, lo cuento en el libro. Los horarios de infarto, la precariedad, el paro no son aliados del buen vivir. El capitalismo es enemigo de la vida. Por eso soy tan consciente de que necesitamos un cambio de modelo económico, entrar en el poscapitalismo, en una sociedad en paz con el planeta que nos permita tener una vida plena.

Has agrupado los artículos en cuatro apartados. Explícanos brevemente los ejes de cada uno. Porque lo del ‘Elogio del Caracol’ lo puedo entender, pero ‘El mensaje desde el Planeta de los Simios’ se me escapa…

El primer bloque, Continuidad de los libros y los bosques, reúne textos más centrados en la escritura de naturaleza (nature writing), pero con un componente crítico. La idea es que solo podemos defender lo que se ama. Y los libros nos pueden ayudar a comprender ese vínculo indispensable con la naturaleza, pero para defenderla. El caracol es un artrópodo que me fascina y cuando leí el libro de Tova Baily fue como un enamoramiento. En esta sección planteo el mundo en el que me gustaría, más lento, más humano, en el que, como dice Manuel Rivas, fuera posible ver películas lentas y leer novelas largas. En El mensaje desde el planeta de los simios abordo la cuestión animal. Como sabes, en la película se invierten los papeles y son los simios quienes dominan el planeta en el que aterrizan sus protagonistas. Los humanos son tratados como los simios aquí, en la Tierra. Eso mismo es lo que seguimos haciendo a miles de millones de animales. En Hay otros mundos, pero están en este apelo al conocido verso de Paul Éluard para que protejamos el planeta, nuestra casa. Aquí está todo lo que necesitamos. Somos gente que no quiere viajar a Marte, que diría Jorge Riechmann.

Por el ‘feedback’ que has recibido de tus artículos en ambos medios, ¿cuáles son los que tienen mejor receptividad entre el público?, ¿hay temas que levantan más pasiones?

El ecologismo ha ido calando poco a poco en la mentalidad de los lectores, al menos de los que leen estos medios, a quienes se supone predispuestos a compartir ciertos valores. Sin embargo, una cosa es la teoría y otra la práctica, como reflejaba una reciente encuesta. Y en este sentido, diría que los que tienen que ver con la cuestión animal son los más controvertidos. En contra de lo que pudiera parecer, muchas de las críticas vienen del ecologismo. Le debemos mucho a este movimiento, yo mismo me considero ecologista. Sin embargo, muchos ecologistas aún no han cambiado la mirada hacia los animales de granja, por utilizar un eufemismo. Es cierto que por fin se han dado cuenta del impacto que tiene la ganadería industrial en el calentamiento global, pero me llama la atención que nunca, o muy pocas veces, se ponga el foco en el sufrimiento animal.

Entre las citas que desgranas al principio del libro, está esta de Basilio Sánchez: «Somos hijos de un árbol al que le falta solo una manzana». ¿Qué quiere decir? ¿Nos remitimos al Edén y a la manzana que se comieron Adán y Eva y ahí comenzamos a destrozar el Paraíso, el Planeta, la naturaleza?

Bueno, creo que cada lector ha de interpretarlo a su modo, ¿no?, como cualquier verso. Es lo maravilloso de la poesía, su capacidad de sugerir varias cosas a la vez y todas legítimas. A mí este verso maravilloso me recuerda que hemos olvidado que somos naturaleza, hijos de los árboles, que sin ellos no somos nada. Es cierto que hay una alusión muy clara al Edén, al estado primigenio, pero sin connotaciones moralistas. Yo veo más bien que esa manzana que falta nos convierte en humanos.

La portada y las ilustraciones que abren cada capítulo son de Leticia Ruifernández. ¿Qué nos puedes decir de ella?

Leticia es una artista y una persona maravillosa, con quien comparto una mirada bergeriana del mundo. Digamos que la red que fue creando John Berger se ha ido ampliando incluso después de su muerte. De alguna manera, él nos puso en contacto con su obra y enseguida conectamos. Creo que sus ilustraciones no solo dialogan con mis textos, sino que los amplían. Tiene una sensibilidad exquisita para el detalle y es capaz de captar la belleza del mundo natural, su ritmo lento, el pulso de la vida que nos rodea, incluso el de los seres más pequeños. Ha sido un lujo contar con ella.

¿Eres optimista respecto al futuro? Y quiero preguntarte respecto al futuro de la Humanidad, pero también del periodismo.

Pues me gustaría serlo, pero la realidad desmiente (al menos a corto plazo) cualquier tipo de optimismo sobre el futuro: la destrucción del planeta, el auge de la extrema derecha… Lo hemos visto en la última Cumbre del Clima, que ha servido para bien poco. Los Estados están cometiendo algo parecido al terrorismo climático. Saben cuáles son las soluciones, saben que van a morir miles de seres vivos, humanos y no humanos, que muchos están emigrando, y sin embargo no hacen nada para evitarlo. Pero a la vez hay señales esperanzadoras, como la de los jóvenes y adolescentes que se rebelan por la causa climática y cuya cara más visible es Greta Thunberg. Una chica que ha recibido críticas injustas y sonrojantes. Me da pena que intelectuales como Savater hayan acabado defendiendo las posiciones de Vox. Lo digo por un artículo que publicó hace poco en el diario El País.

Respecto al futuro del periodismo, está por ver. Aunque el mundo digital ha traído una mayor participación ciudadana en los medios, en realidad en los foros, eso no se ha traducido ni mucho menos en mayor calidad de las informaciones ni en una mayor democracia. Todo lo contrario. La precarización ha supuesto una menor independencia de los periodistas y de los medios, ya de por sí muy frágil. Y ha aumentado el ruido. Tenemos más datos, pero sabemos menos.

¿Estamos saliendo mejores con esta crisis pandémica?

No lo creo, y a las pruebas me remito. Dentro de las limitaciones que suponía, el confinamiento podría habernos servido para ver que es posible vivir de otra manera, con un ritmo más lento. Que en una ciudad como Madrid se llegara a escuchar los pájaros, el sonido de la naturaleza, fue un regalo. Aunque son muchos los que no lo ven así. Ya sabemos que hay gente a la que le gustan los atascos a las dos de la mañana y la boina de contaminación. Por otro lado, la pandemia ha sido un avance de lo que está por venir, una señal de alarma de que no podemos vivir como hasta ahora, en guerra con el planeta, por más que a gente como Savater esto le parezca una nimiedad.

Para terminar, y ya que eres experto en libros, recomiéndanos algunos que nos abran la mente, nos aporten luz, dentro de los temas que tú tratas en ‘Las Letras del Bosque’.

Aunque recomiendo cualquiera de los libros de los que hablo en el libro, La escritura indómita, de Mary Oliver, fue una revelación, una obra que te cambia por dentro. Elizabeth Costello, de John Coetzee, debería ser una lectura obligatoria para quienes amen a los animales. El sonido de un caracol salvaje al comer, de Elisabeth Tova, es una lupa para aprender a valorar lo minúsculo, los pequeños seres vivos que nos acompañan. Y uno más, este en español, ¿Vivir como buenos huérfanos?, de Jorge Riechmann, imprescindible para entender y cambiar el mundo que habitamos.

Javier Morales presenta mañana, viernes 21 de enero, ‘Las Letras del Bosque’ junto a la periodista Josefina Maestre. Librería Cervantes y Cía, calle del Pez, 27, Madrid. 19.00 h.

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