La nueva Política Agraria Común, ni más verde ni más justa ni más sana

Vendimia en El Provencio (Cuenca). Foto: Miguel Murcia.

Por CELSA PEITEADO, AMAYA SÁCHEZ Y NYLVA HIRUELAS 

Las personas que trabajamos por una agricultura y alimentación sanas y sostenibles vivimos la semana pasada una verdadera conmoción en Bruselas. Ante nuestros ojos, vimos cómo todo el trabajo de años por un nuevo sistema alimentario justo y verde se iba por la borda, con el concurso del Parlamento Europeo y los ministros de Agricultura. En concreto, quienes volcamos nuestro ánimo y esfuerzo en la reforma de la Política Agraria Común (PAC) observamos con estupor cómo la clase política dejaba de lado demandas vitales, como el apoyo a la agricultura y ganadería de alto valor natural o que el mayor fondo con el que cuenta la Unión Europea para gestionar el territorio quedase vinculado al Pacto Verde Europeo, y se plegaba a los intereses de la gran agroindustria defendiendo un modelo de agricultura y alimentación fallido. 

La PAC –aunque no lo parezca– despierta pasiones. Es la política de mayor presupuesto de toda la Unión Europea –unos 7.000 millones de euros al año para nuestro país–, condiciona las decisiones que cada día agricultores y ganaderas toman en sus fincas y, con ello, determina el estado de nuestros ríos y suelos, el tipo de comida en nuestros platos o los paisajes que vemos cuando salimos de la ciudad. Es una política vital, no sólo para las personas que producen los alimentos, sino también para todas aquellas preocupadas por el uso adecuado de sus impuestos o por una alimentación sana.

Y la conmoción llegó cuando los dos principales actores implicados en el debate sobre la futura PAC, el Consejo –formado por los ministros de Agricultura– y el pleno del Parlamento Europeo, fijaron unas propuestas contrarias a los postulados de científicos y ONG ambientales y sociales y a las demandas de gran parte de la ciudadanía. Porque por mucho que nos hayan vendido en los medios que la nueva PAC será muy verde y muy justa, en realidad no lo será. Entre otras, si no lo remediamos, le seguirán faltando requisitos ambientales adecuados para poder acceder a las ayudas, verdaderos pagos verdes para recompensar la buena labor de agricultores y ganaderos en la gestión de sus fincas día a día o apoyar los objetivos del Pacto Verde Europeo, como los relacionados con la disminución de químicos en el campo o los de reducción de emisiones contra el cambio climático.

Por el contrario, los tomadores de decisiones se aseguraron de que poco cambie en un modelo que sigue distribuyendo casi el 80% de sus fondos entre el 20% de los beneficiarios, muchos de ellos con grandes fincas dedicadas a la agricultura intensiva, en contra de lo que establece no ya la conciencia ambiental, sino la justicia social. Y de ello saben mucho los protagonistas de esta historia.

En primera persona 

A los 14 años se subió a lo alto de un tractor y desde entonces Juan Antonio Caballero sigue dedicado a esta profesión. Ahora es presidente de Olivareras Los Pedroches (Córdoba). Su pasión por la agricultura ecológica nació poco tiempo después de terminar sus estudios como ingeniero técnico agrícola y comenzar su andadura profesional en una cooperativa de aceite. Desde entonces se dio cuenta de que el sistema de agricultura convencional e intensiva no era sostenible, y del potencial ambiental y del valor social que aporta la agricultura ecológica. Pero, pronto comenzó a conocer las dificultades que atraviesan estas fincas. «La Política Agraria Común tiene de agraria poco y de comunitaria, menos. Hay una injusticia total; mientras una explotación en la campiña de Córdoba recibe 800 € por hectárea, nosotros recibimos unos 150 € por hectárea», nos comenta.

Juan Antonio cree que entre el agricultor convencional y el ecológico hay un salto de mentalidad que pasa por tomar conciencia y volverse responsable de su entorno inmediato. «Seguimos luchando para que haya más equidad  en esta PAC”, afirma. “Nosotros contribuimos más a la sociedad y a la conservación, pedimos que haya más apoyo; debería haber una discriminación positiva para recibir estos fondos».

A 400 kilómetros de Los Pedroches, en El Provencio (Cuenca), trabaja Antonio Aguado en su negocio, Bodega Natura. Hace 15 años decidió coger las maletas, volver al pueblo, retomar la tradición familiar de viticultores y bodegueros y apostar por el manejo agroecológico en su campo. Desde entonces es viticultor de secano en La Mancha, una excepción en una tierra inundada por el regadío. «Una de las consecuencias de la PAC es que ha transformado un cultivo social grande, el del viñedo de secano en vaso, en uno industrial que no deja riqueza al terruño. Ha habido una transformación estructural de los tradicionales y sostenibles cultivos de secano a regadío».

De acuerdo a nuestro informe, la PAC durante estos años ha apoyado a los cultivos que más agua consumen, penalizando paradójicamente a los que «sólo beben agua de la lluvia». Muestra de ello es que un cultivo de secano recibe, aproximadamente, 200 € por hectárea mientras uno de regadío, casi el triple, en torno a los 600 €. Las diferencias se disparan si comparamos los pagos que recibe un pastor de la Vera, unos 60 € por hectárea, frente a cualquiera de las fincas cercanas de regadío –muchas de ellas dedicadas a producir tabaco–, que llegan a percibir 1.400 € por hectárea de estas ayudas públicas.

Vendimia en El Provencio (Cuenca). Foto: Miguel Murcia.

Paradójicamente, esta política –en vez de basarse en el principio “quien contamina, paga”– ha contribuido a premiar a la agricultura y ganadería que más polucionan. Como vemos en los mapas, algunas de las áreas que reciben determinadas ayudas, son las más contaminadas por nitratos de cultivos y donde más sobreexplotados están los acuíferos. Mientras, importantes zonas agrícolas y ganaderas en la España Vaciada quedan en muchos casos al margen de la PAC. Esta concentración de las ayudas tiene una consecuencia directa, que es la pérdida de empleo rural debido al cierre de más de 11.000 explotaciones al año, sólo entre 2007 y 2014.

«Tenemos nuestros acuíferos hechos polvo en cantidad y calidad. Tenemos un acuífero donde el agua ya no es apta para el consumo humano y, lejos de abordar este problema, encima plantean construir una tubería para llevar el agua de la cabecera del Tajo a la zona del Alto Guadiana», explica Antonio.

El viticultor no oculta su desencanto y desengaño por una política que no sanciona a quien contamina ni recompensa a quien conserva. «La PAC no afronta el origen para frenar la cantidad de problemas a los que se enfrenta la práctica agraria esquilmadora». Para Antonio, la solución pasa por un mayor apoyo a la agroecología que contribuye al mantenimiento de los ecosistemas. Esta práctica mira a la biodiversidad como herramienta principal para el manejo de las explotaciones, mejora la diversidad genética de los cultivos, frenando el cambio climático y contribuyendo a su adaptación, contribuye a la preservación de los recursos hídricos, la fertilidad de la tierra y la dimensión social de los cultivos. 

Por una PAC que lidere el compromiso de un futuro sostenible

Desde WWF España, junto con SEO/BirdLife y el resto de entidades que conformamos la Coalición Por Otra PAC, seguiremos peleando por deshacer estos desmanes. Nos merecemos una PAC verde y justa capaz de afrontar los retos económicos, sociales y ambientales ya sobre la mesa. Los agricultores y ganaderas que se niegan a convertir su campo en una  fábrica no pueden, de nuevo, quedar abandonados por las políticas públicas. La ciudadanía que demanda alimentos sanos y de calidad, que financia la PAC con sus impuestos, tampoco puede ser desoída. Menos aún la ciencia, que aboga por un cambio de raíz en la forma en que producimos y consumimos alimentos, y que en Europa sólo se puede conseguir con una nueva PAC.

Tenemos aún una oportunidad, la que ofrece el futuro Plan Estratégico de la PAC, en elaboración, y que será el encargado de adaptar lo que dicten las normas europeas a las necesidades y oportunidades que ofrece nuestra agricultura. España, con miles de hectáreas de agricultura y ganadería de alto valor natural, numerosas explotaciones en Red Natura 2000 y una importante superficie en producción ecológica, tiene mucho que ganar con una nueva PAC. Este Plan será la verdadera prueba del algodón para demostrar si realmente el Gobierno estatal y las comunidades autónomas apuestan por un nuevo modelo, el que realmente sí nos ayudará a salir de tres de las crisis graves que vivimos en este momento: la del campo, la ambiental y la de la España Vaciada.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

  • Oscar

    Por Oscar, el 30 octubre 2020

    Eso es porque la PAC Es para compensar la pérdida de poder adquisitivo de los agricultores por regalar los alimentos. La PAC no es ni para reforestar, ni para comer más sano ni cosas así. Sólo es una microcompensacion a los agricultores por regalar alimentos a la sociedad.

  • laura

    Por laura, el 31 octubre 2020

    ¿Podrias indicar las fuentes de donde sacas la informacion? Creo que no son representativas del sector y no reflejan la realidad, sino pequeñas excepciones.
    Gracias

  • Miguel

    Por Miguel, el 06 octubre 2021

    No me cuadra lo que cuentas, no conozco ha de 800 € el cultivo ecológico consiste en no hacer nada, ni abonar ni fungicida ni laboreo, ni riego, ni mano de obra, el cultivo de secano está para las grandes explotaciones que apenas dan mano de obra, ni asientan población en las zonas rurales, gracias a los nuevos regadíos se ha podido mantener el medio ambiente y la riqueza del agua unida a la tierra y el agricultor es lo que crea asentamiento poblacional en los medios rurales…

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.