Jakub Józef Orliński: “Lo de ser contratenor fue una lotería”

El contratenor Jakub Józef Orliński, fotografiado en Nueva York por Jiyang Chen.

De él dicen que es un astro emergente dentro de la música clásica, también que es un contratenor con alma de estrella del pop. Lo cierto es que Jakub Józef Orliński (Varsovia, 1990) es un músico multipremiado, algunas de sus representaciones cosechan más de 10 millones de visualizaciones en Internet y es capaz de vender entradas a una velocidad pasmosa. Esta noche visita el Teatro Real para cantar ‘Tolomeo’, una de las óperas más dramáticas de Handel. ‘El Asombrario’ ha hablado con él.

El festival de ópera de Glyndebourne es mundialmente conocido por abarrotar todos los veranos un teatro construido en plena campiña inglesa de amantes de la ópera vestidos de etiqueta. El lugar, desde luego, invita a seguir tradiciones. Cuando las grandes estrellas del canto lo visitan suelen rendirse a rituales como tomar el té con pastas. Cuando el contratenor polaco Jakub Józef Orliński llegó para interpretar el papel de Rinaldo de Handel en el verano de 2019, anunció su presencia de forma diferente: bailando break dance en la terraza frente a una sorprendida audiencia. Quien cuenta la anécdota es el periodista Andrew Dickson en el diario The New York Times, donde en marzo del año pasado escribió un perfil del joven cantante de 32 años que tituló: Él baila break. Él baila en la barra. Él canta como un ángel. (He Break Dances. He Pole Dances. He Sings Like an Angel).

Los periodistas solemos elevar algunas anécdotas a la categoría de hechos esenciales. Y sí, Orliński, como se le conoce en España, es bailarín de break, pero sin duda lo más importante es que es uno de los contratenores con más presente y futuro dentro del firmamento de estrellas de la ópera. Un cantante que cuenta con una buena legión de seguidores, que es todo un referente de las redes sociales y un nombre que está consiguiendo algo que muchos gestores culturales del mundo consideran tan complicado como hallar una piedra filosofal: acercar el mundo de la lírica, de la música clásica, a los jóvenes como no lo han conseguido otros artistas.

Orliński es artista exclusivo del sello Warner/Erato y sus dos primeros discos, Anima Sacra y Facce d’amore, fueron multipremiados. Suele colgar el cartel de no hay billetes en sus conciertos tanto en Europa como en Estados Unidos con semanas de antelación, y algunas de sus actuaciones en vivo han tenido cerca de 10 millones de visualizaciones en Internet. Ha sido invitado a prestigiosos festivales como Glyndebourne y Aix-en-Provence, y su carisma es tal que la revista The New Yorker le dedicó un perfil en 2019 titulado El contratenor Millennial con atractivo de estrella del pop.  En diciembre de 2021, debutó en el Metropolitan Opera de Nueva York, donde interpretó el papel de Orfeo en la ópera Orfeo y Eurídice de Gluck. En la temporada 2022/23, ha debutado en el Théâtre des Champs-Élysées en el mismo papel bajo la batuta de Thomas Hengelbrock. El próximo mes de julio interpretará el papel de Athamas de Semele de Handel en la Bayerische Staatsoper, en una nueva producción firmada por Claus Guth.

Esta tarde Orliński se subirá al escenario del Teatro Real de Madrid para terminar una gira de primavera por España y Portugal que le ha llevado a cantar en Lisboa, Oporto, San Sebastián, Sevilla, Girona y ahora en Madrid, justo el día en el que se cumple exactamente un año de su debut en el coliseo madrileño con un recital en el que presentó su disco Anima Aeterna, acompañado por el conjunto Il Pomo d’Oro. Precisamente con este mismo ensemble y dirigido también por Francesco Corti, Orliński ofrecerá una única representación de Tolomeo, una de las óperas de Handel menos representadas, en versión de concierto.

Amante y convencido de las bondades de las nuevas tecnologías (y de madrugar), el artista charla temprano con El Asombrario vía Zoom antes de su ensayo de la mañana del pasado viernes 21 de abril.

¿Qué hay en el papel de Tolomeo que no haya en otros papeles de Handel para que lo hayas elegido para tu concierto de Madrid?

Tolomeo es un papel muy dramático y realmente es todo un reto. Como muchas otras óperas de Handel, por otro lado. Tienes que estar preparado para todo: tienes que saber cómo cantar largas y preciosas frases y también arias de coloratura –aunque no hay muchas en Tolomeo–, básicamente la primera y ya está. El papel es mucho más dramático: el público se va a divertir y va a disfrutar mucho con tanto drama, lamento, lágrimas y desesperación. En ese sentido, es una partitura muy exigente, pues te obliga a transitar por todas las emociones: el lamento, la desesperación, la ira, la furia… Una maravilla de personaje.

¿Tienes previsto grabarla en disco?

Será solo la gira. Si no me equivoco, la función de esta noche en el Teatro Real se ofrecerá por streaming en la plataforma digital del teatro. Resulta muy emocionante, porque será una forma de tenerla registrada y, además, de que mucha más gente pueda escuchar la representación, porque parece que se vendieron todas las entradas hace meses. Y creo que cuando cantemos en Katowice, en Polonia, en un magnífico palacio de conciertos, será también grabado para emitirse por radio y en plataformas online. Así que estas serán las opciones, pero desafortunadamente en esta ocasión no podremos grabar en disco esta ópera.

¿Cómo entró en ti el gusanillo de la música? ¿Por qué quisiste ser cantante en lugar de futbolista, por ejemplo, como la mayoría de los chavales?

Probé con muchísimas cosas cuando era pequeño. Fui un crío muy activo. Practiqué y practico muchos deportes, de hecho. De adolescente me pirraban los deportes extremos, snowboard, esquí, la capoeira… Patino sobre ruedas, bailo break dance… Pero de pequeño también tocaba el piano. Y, además, me apunté a un coro de aficionados desde los ocho años hasta que acabé mis estudios. Lo típico, que acabas el instituto y entras en la encrucijada en la que tienes que decidir qué hacer con tu vida. Y tuve claro que la música era lo más poderoso que tenía, era lo que más profundamente me hablaba, así que decidí hacer una audición para entrar en una carrera musical y ese fue mi primer paso hacia el músico profesional que soy ahora mismo.

¿Cuándo tuviste claro que querías ser un contratenor?

En el coro que te comento entré como un crío y, claro, tenía voz blanca, así que empecé en la sección de altos de una forma natural. Pero luego, cuando llegó la adolescencia y el cambio de voz, canté durante un buen tiempo en la tesitura de bajo barítono. Entonces hacíamos un repertorio que necesitaba de esta voz intermedia. Pero eso duró pocos meses, porque decidimos centrarnos en un repertorio de música renacentista, cantando piezas de Tomás Luis de Victoria, Palestrina y todos estos grandes maestros. Fue muy divertido, porque al cambiar nos dimos cuenta de que necesitábamos dos cantantes que se ocuparan de las voces más altas, así que lo echamos a suertes y perdimos un compañero y yo, de modo que así empezó todo.

¿En serio? ¿Fue una lotería?  ¡Qué divertido!

Sí, sí. Fue así, pero estoy convencido de que alguien manipuló ese sorteo. (Risas). Bueno, en realidad fue algo muy orgánico, la verdad. Éramos los dos más jóvenes del coro y empezamos a cantar como contratenores, pero desde luego sin saber muy bien lo que estábamos haciendo. Utilizábamos mucho la técnica del falsete tratando de empastar con las otras voces. Así que en realidad ese fue el origen de todo.

¿En algún momento sentiste rechazo o acoso por el hecho de haber elegido esa tesitura?

Bueno, digamos que fue difícil. Sí, fue duro. En aquel momento en Polonia sólo teníamos, con suerte, dos contratenores. Desde luego el público en general no estaba preparado para este tipo de voces, así que recuerdo muy bien uno de los primeros conciertos en un centro social al que acudieron unas siete personas. En cuanto empecé a cantar se levantaron tres y abandonaron la sala. Para ellos era demasiado ver a un hombre con cara de hombre cantando con voz de mujer.

Ahora me río, pero en aquel momento en el que creo que no cantaba demasiado bien y no tenía mucha seguridad en lo que estaba haciendo, porque en realidad no sabía lo que estaba haciendo, ese tipo de actitudes no me ayudaban mucho. Así que terminé hasta por autocensurarme y no invitaba a amigos de mi edad a los conciertos, porque me hacía sentir una inseguridad tremenda.

Menos mal que eso está prácticamente superado.

Ahora es todo muy distinto gracias, en parte, a las redes sociales y a Internet. La gente joven está mucho más acostumbrada a este tipo de voces. Y yo también me ocupo mucho de explicarlo. Soy muy activo en redes y siempre que tengo oportunidad en Instagram, por ejemplo, me gusta explicar a aquellos que todavía lo desconocen qué es lo que hago. Parece que no, pero puedes llegar a gente que de otra manera nunca podría tener un acceso a la música clásica y antigua, que muchas veces es un poco elitista. Me parece interesante explicar qué haces y cómo es la vida de un freelance del canto como yo.

¿Qué crees que deberían hacer los teatros de ópera y los auditorios para acercar la música a los jóvenes?

No creo que sea una tarea de los teatros. Es algo que tiene que partir de los gobiernos, de los sistemas de educación, sin duda. Es crucial. Pero no sólo con la música, sino con el arte en general. A veces, el público siente cierto miedo a acercarse a determinadas expresiones artísticas, porque creen que no están siquiera preparados para recibir ese tipo de arte. Y en muchas ocasiones hay que saber educar en libertad o explicarles a las personas que no tienen por qué saber todo sobre Mozart, Beethoven, Bach o Handel para acudir a un concierto y emocionarse. Así que es importantísimo que instituciones o festivales tomen las riendas. En Aix-en-Provence, por ejemplo, no se quedan sólo en llevar a los niños y los jóvenes a los ensayos generales, también involucran a grandes músicos para que tomen la iniciativa. Mi pianista y yo, por ejemplo, estuvimos en una guardería con niños muy pequeños que iban a empezar la primaria y nos presentamos allí con un pianito de esos Casiotone y mi voz, y fue impresionante. Ha sido una de las experiencias más bonitas de mi vida. La infancia es clave, porque es cuando más receptivos y curiosos estamos y cuando realmente puedes crear cantera. Es fundamental inculcar ese hambre por la cultura.

Has estudiado dos años en la prestigiosa escuela Juilliard de Nueva York. ¿Cómo fue la experiencia?

Fue una experiencia maravillosa, pero una de las más difíciles de mi vida. Cuando decides solicitar una plaza en esa escuela, sabes que vas a tener que dedicarle toda tu vida durante un tiempo. Literalmente. Para empezar, sólo la puesta en marcha del proceso te va a llevar un mes de tu vida, eso sin contar el dinero que habrás de gastar, porque tienes que viajar y hospedarte y son tres rondas en una competición muy, muy complicada y difícil. Y una vez que entras, si realmente quieres aprender, te aseguro que te pasas allí desde las 8 de la mañana hasta la medianoche… Fueron dos años duros, pero de los mejores de mi vida. Juilliard es muy exigente, pero al mismo tiempo te ofrece unas posibilidades de acceder a personas, entidades y otros recursos que no tendrías fuera de la escuela. Sobre todo tienes una oportunidad impresionante de ser escuchado por la gente que importa en esta industria. Los grandes directores y agentes de artistas tienen puestos allí sus ojos y oídos. Es muy interesante, pero desde luego tienes que estar preparado para trabajar a tope.

Conoces la música de Rosalía

Sí.

¿Y cuál es tu opinión sobre ella?

Escucho un montón de música, de verdad, desde tecno, rock, pop, hip hop, rap… En ocasiones, en mis listas de Spotify Rosalía aparece por casualidad y disfruto mucho su música, pero no la conozco tan en profundidad como para poder ofrecerte una opinión formada sobre ella. Pero lo que sí me hace pensar su música es en el maravilloso número de artistas que actualmente están haciendo una mezcla interesantísima de estilos y de propuestas culturales. Su mezcla de flamenco con trap, reguetón y otros sonidos latinos me parece de verdad una pasada. Artistas como ella están difuminando los estilos y eso me parece fantástico.

Hay artistas clásicos que están experimentando con electrónica, por ejemplo. ¿Es algo que está en tu cabeza?

Ya he participado en algún experimento de este tipo. He grabado con artistas de jazz, de pop y de hip hop, con productores de hip hop. He colaborado con algunos músicos en Polonia, pero la verdad es que es algo que hay que estudiar detenidamente. Tengo 32 años y todavía estoy construyendo mi carrera; es muy importante medir muy bien los pasos a dar para no distraerse y no dar bandazos extraños. Tengo un gran equipo artístico detrás y es muy importante saber elegir y también saber decir que no en ocasiones. Y no es una cuestión de divismo, sino simplemente comprender que hay proyectos que van contigo y otros no.

¿Cuáles son tus sueños como artista? ¿Hasta dónde te gustaría llegar?

No sé. Hay un montón de puertas abriéndose y son puertas completamente diferentes. Y hay que saber elegir, porque no puedes tenerlo todo. Así que por el momento estoy con los brazos abiertos y agradeciendo lo que me está ocurriendo, porque nunca pude soñar llegar hasta el lugar al que he llegado, la verdad. Poder recorrer el mundo cantando y conocer a gente super talentosa y generosa es algo increíble. Ya veremos a dónde nos lleva el futuro.

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