‘Pala’: poesía, tango colombiano y cómo besar un cactus

El cantautor Carlos Palacio, ‘Pala’. Foto: Juan Pinilla.

Carlos Palacio ‘Pala’ (Colombia, 1969) es un cantautor zurdo que toca la guitarra al modo de los diestros, convencido de que su manera es la correcta. Estudió música en el Instituto Superior de Artes de La Habana, Filología Hispánica en Medellín y también es médico cirujano. Con diez discos de estudio, seis libros y un DVD, Pala escribe versos que a veces acaban en un libro y recibe premios, y otras en su garganta, con frecuencia bien acompañado de voces amigas. Se declara hiperactivo, cafeinómano, mal trasnochador, trabajador disciplinado y cantante limitado que se siente amorosamente relacionado con la palabra. Canta tangos, estilo que arrasa en su Colombia natal, pero solo los baila con su esposa. “No me atrevería con nadie más”. Está de gira en España porque tiene mucho que cantar, ‘Los 3 Tercos Tangos’ y ‘El Siglo del Loro’, y otro tanto que contar. Hoy y mañana, en Madrid y Cádiz. Hablamos con él.

¿En serio que en Colombia aman tanto el tango?

¡No te imaginas! Y muy especialmente en Medellín, porque aunque mucha gente no lo sepa, es allí donde murió Gardel. Sí, ya sé que hay infinidad de mitos y de reivindicaciones sobre dónde nació el maestro, pero con el lugar de la muerte de uno es difícil montar una leyenda. Yo también adoro el tango.

De ahí tu terna de canciones ‘Los 3 Tercos Tangos’. ¿Por qué tres? 

Con estos temas quise contar la historia de mi ciudad en tres momentos: A mediados del siglo pasado, hacia 1940, cuando Medellín era todavía un pueblo grande, pero ya con vocación de ciudad que empezaba a recibir la migración de otros lugares; el tango ya se había asentado, especialmente en barrios importantes como Guayaquil. Luego me centré en 1990, con la ciudad sitiada por la violencia y el estallido frecuente de las bombas. Con la tercera canción llego a 2020. Medellín ha cambiado muchísimo. Aunque mantiene los males de cualquier ciudad latinoamericana, es ahora mucho más amable, los turistas la disfrutan y el ambiente de hoy era inimaginable hace 30 años. Son tres tangos muy diferentes en sus ritmos y en las variantes lingüísticas de cada época, pero me sirven para hacer un relato triple de mi ciudad bien tanguera. Y te lo digo con la experiencia de haber vivido en Buenos Aires.

Has vivido en La Habana, Medellín, Buenos Aires. ¿Hasta qué punto uno es de donde pace casi tanto como de donde nace?

Yo amo esas tres ciudades y te voy a responder con una frase de Silvio Rodríguez cuando le preguntaron por las influencias. “De Cuba lo que yo tengo son raíces”. Pues lo mismo, son lugares que me han marcado. Igual que Bogotá, Madrid…

¿Sólo Madrid?

Desde hace tiempo y por trabajo estoy en Madrid una vez al año, pero siento pasión por toda España, mucho más allá de lo laboral. Soy un enamorado del Siglo de Oro y, bueno, en Madrid, por ejemplo, encuentro básicamente todo lo que me gusta en esta vida.

¿Por ejemplo?

Pues… esa naturalidad cutre, esa característica de no ser de nadie y ser una ciudad de todos, aunque suene a tópico, igual que su vida cultural. Esa distancia franca entre lo entrañable y cierta manera de ser huraño, como los camareros de toda la vida, que el primer día te sueltan un enfurruñado, ¿Qué le pongo?, el segundo saben lo que quieres y el tercero ya ni te preguntan.

Tienes tres importantes premios de poesía en España, el Miguel Hernández en 2020, el Antonio Machado en 2021 y, muy reciente, el José de Espronceda en 2022..

Sí, algo que lustra el ego y salva el bolsillo. Pero no es lo más importante. Yo me tengo por un cantante limitado, perdidamente enamorado de la palabra tenga el vestido que tenga. Llevo 30 años haciendo canciones y unos 12 escribiendo poesía, digamos que seriamente.

Te encanta cantar con amigos… Javier Ruibal, Pedro Pastor, Rozalén,  Marta Gómez, Coque Malla, Jorge Drexler, Pedro Guerra, El Kanka…

Lo disfruto muchísimo, sí. Mi teoría de por qué los cantautores somos tan colaboradores entre nosotros viene de los años 60, cuando este tipo de música era casi mainstream y el género llenaba estadios. Aunque ya no sucede, a ambos lados del Atlántico se mantiene algo generado entonces y es la buena costumbre de recibirnos con los brazos abiertos. Es un ambiente muy entrañable que vengo usufructando desde hace muchos años.

Has grabado, por ejemplo, con tu amigo Jorge Drexler, otro científico, también licenciado en Medicina. Una carrera demasiado difícil como para no ejercerla, ¿no te parece? No sé qué opinó tu padre…

(Risas). Tengo por suerte un padre muy comprensivo, que lo entendió a la primera. Me dijo: “¿Pero a ti quién te ha dicho que eres médico? ¡Si fuiste músico toda la vida!”. No tengo palabras para agradecerle tanta generosidad. Yo fui muy buen estudiante, pero al acabar la carrera supe que la medicina no me hacía feliz. La escogí por la inercia adolescente de quien no se pregunta por su verdadera vocación. Me eduqué en los Jesuitas escuchando siempre que del arte no se podía vivir, que la música podría ser no más que un hobby y que el sustento no se gana con placer, sino con el sudor de la frente.

Al menos ejercerás de médico en casa…

Jamás. Soy un doctor desertor; por fortuna, con buenos amigos que saben curar y a mí no se me ocurre ni automedicarme. Cierto que mi familia no lo olvida y de pronto mi madre me llama: “Hijo, ¿qué puedo echarme en una herida?”. Y, le respondo: “Échate un dinero al bolso y busca un buen doctor”.

¿Qué ha significado para ti la educación religiosa?

Vengo de un país bien marcado por el radicalismo religioso casi ortodoxo y de derechas. Te diría que Colombia es el país más católico de América Latina. Más incluso que México, que tuvo su revolución anticlerical. Colombia es monoteísta y monocromática en las peores acepciones de ambos términos. Aunque yo no sufrí ningún tipo de violencia y agradezco que me educaran bien, la religión ha sido en ocasiones un obstáculo difícil de vencer. Hace 11 años vivía en el oxímoron del ateo evangelizador, algo completamente indefendible. Hoy soy un ateo tranquilo que entiende otras formas de estar en el mundo y admite incluso la posibilidad de estar equivocado. En eso me diferencio de la mayoría de los creyentes.

Cuando te vuelva a ver es uno de los poemas incluidos en el libro Así se besa un cactus. Le pido a Pala que comparta el método más suave de acariciar con la boca una de esas ariscas plantas, sin dejarse los labios contra las espinas. Me dice que, a pesar de haberlo escrito, no lo sabe. Así que indago en los versos y doy con la manera: brutalmente.

“Cuando te vuelva a ver no esperes prólogos. Me lanzaré a tu boca sin preguntas, sin consideraciones ni poemas, como se lanza al sexo el sordomudo.

Y plantaré mi beso cual bandera, como afiche de fiesta o de concierto, como se besa un cactus: brutalmente”.

Pala da conciertos hoy, miércoles, 10 de mayo, en la Sala Galileo Galilei, Madrid. Y el viernes, 12 de mayo, en Pay Pay, Cádiz.

Pala con Jorge Drexler. Foto: Gabriel Monsalve.

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Comentarios

  • angel coronado

    Por angel coronado, el 10 mayo 2023

    No entiendo que leo si no hago mío lo leído. Del artículo de Sol Alonso hago mío esto: “Cuando te vuelva a ver no esperes prólogos. Me lanzaré a tu boca sin preguntas, sin consideraciones ni poemas, como se lanza al sexo el sordomudo.”
    Desconozco la forma en que se lance al sexo un sordomudo, pero lo sé a través de saber lo de lanzarse a una boca sin preguntas.

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