Petroleras y políticos: los criminales que nos han hecho perder la Tierra

Refinería de petróleo de ExxonMobil en Baton Rouge, Louisiana, Estados Unidos. Foto: CC / WClarke

Petroleras como ExxonMobil y políticos como Reagan y Bush, los negacionistas de ahora mismo, como Trump, Bolsonaro o Abascal, deberían ser enjuiciados por crímenes contra la Humanidad. Peor aún, contra el Planeta. Contra el presente y el futuro de la Humanidad. Un libro que en su momento pasó bastante desapercibido y cuya lectura recomiendo, ‘Perdiendo la Tierra’, ya nos lo explicaba en 2020.

Me entero por la prensa de que ExxonMobil, una de las multinacionales norteamericanas que manejan el negocio biocida de los combustibles fósiles, sabía desde finales de los setenta con una gran precisión el efecto que la quema de esos combustibles tiene sobre el calentamiento global. Sin embargo, para mantener sus beneficios, la compañía negó la mayor durante décadas. Supeditó el presente y el futuro de la vida en la Tierra a su cuenta de resultados. Lo demuestra el estudio de un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard que acaba de publicar la revista Science. Ya en 2015 salieron a la luz pública documentos que mostraban la mentira recurrente de ExxonMobil y, de hecho, tuvo que ir a juicio en 2019. Pero el juez que instruyó la causa dictaminó que no había pruebas determinantes de que la multinacional hubiese vulnerado la legislación actual.

Puede que con las nuevas pruebas haya nuevos procesos en Estados Unidos que lleven a esta y a otras multinacionales a los tribunales, como ya ha ocurrido con las tabaqueras. Poco a poco iremos conociendo cómo el caso de ExxonMobil no es único, sino que forma parte de una estrategia compartida no solo por las multinacionales de la muerte, como habría que llamar a las petroleras, sino por gobiernos y políticos cómplices. Y, si no, lean Perdiendo la Tierra, del periodista norteamericano Nathaniel Rich. Publicada en 2020 por Capitán Swing, esta obra pasó desapercibida en gran parte de la prensa, salvo algunas excepciones.

Mientras que los premios (muchos amañados, como todo el mundo sabe y pocos se atreven a criticar), las listas de los mejores libros del año o el desamor de Vargas Llosa y Shakira ocupan las portadas de los suplementos culturales, libros como Perdiendo la Tierra no encontraron el hueco que merecen.Perdiendo la Tierra es una crónica muy bien documentada de cómo la década de los 80 fue una oportunidad perdida para haber evitado el desastre ecológico que vivimos y el calentamiento global. Multinacionales como ExxonMobil y gobernantes como Carter, Reagan o Bush hicieron todo lo posible por mirar hacia otro lado cínicamente para que la élite se embolsara los dividendos. Y eso a
pesar de las advertencias y demostraciones de científicos como el geofísico Gordon MacDonald o James Hansen, investigador de la NASA, o de activistas ambientales como Rafe Pomerance.

El negacionismo que predican los Donald Trump, Bolsonaro o Abascal del mundo no es nuevo, sino que se cuece en esos años decisivos en los que la historia de la Biosfera podría haber sido diferente. Muy, muy diferente.En el casino, la casa siempre gana, eso lo aprendemos desde niños, y hay quien ha convertido la vida en un casino. Las mismas empresas que han calentado el planeta quieren mantener su negocio, ahora que el del petróleo dejará pronto de ser rentable, con macroinstalaciones de energías renovables, sin tener en cuenta los territorios ni los impactos ambientales. Son las mismas que en Madrid, por ejemplo, tienen el servicio de carsharing.

No voy a repetir, por conocidos, los efectos sobre la vida en el planeta del calentamiento global. Si toda esta gente (algunos están ya muertos) de la que habla Nathaniel Rich ya sabía que millones de personas morirían o tendrían que huir de sus lugares de origen por ser inhabitables, que millones de especies se extinguirían… Si aún hoy hay muchos dirigentes políticos y empresariales que sostienen que el cambio climático no existe o presionan (lo hemos visto en la última Cumbre del Clima) para que se retrasen las medidas, ya de por sí tibias, para combatir el calentamiento global…

¿No deberíamos sentar a estos responsables del negacionismo en el banquillo del Tribunal Penal de La Haya?

Yo creo que sí.

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