Los ‘pilotos del fuego’ contra los incendios forestales

Viajamos a la base aérea de Piedralaves, Ávila, para observar el trabajo de los pilotos del fuego. Foto: Asociación Ataire

Más de 400 hectáreas arrasadas en el parque natural del Cap de Creus (Girona). Fuego en Valdeorras (Orense), Villarroya (La Rioja), Las Bardenas Reales (Navarra). Esta calurosa semana de julio está que arde. Comienza lo más terrible de la temporada de incendios forestales en España. Cada uno de ellos supone un reto para los profesionales de la extinción, profesionales que están entre los mejores del mundo por su experiencia en un país cada vez más amenazado por olas intensas de calor, la despoblación rural, el abandono de los cultivos y los bosques y la intensa actividad humana. Vaya aquí nuestro pequeño homenaje a ellos, los ‘bomberos forestales’, desde la sección ‘Bosques para siempre’, de FSC , gestión forestal sostenible. Viajamos a la base aérea de Piedralaves, Ávila.

“Desde el suelo parece un caos, pero los que estamos en el aire seguimos unos protocolos estrictos, un orden del que no nos salimos porque hay que mantener el riesgo bajo control. Nada de lo que hacemos es por azar. Podemos decir sin temor a equivocarnos que somos de los mejores del mundo en extinción aérea de incendios forestales”. Lo cuenta Manuel Díez, jefe de la sección de Incendios de Ávila. Estamos en la base aérea de Piedralaves, rodeados de monte, en un día previo a la llegada de una de esas infernales olas de calor que mantienen alerta a todos los medios de extinción del país, también en este lugar. Se estima que cada campaña, 270 aeronaves están en activo en toda España, de las que entre 180 y 200 son helicópteros.

“Aquí en Ávila tenemos en marcha el llamado despacho automático, es decir, que al primer aviso de humo desde la torre, el helicóptero se pone en marcha. Si es falsa alarma, no pasa nada, es un entrenamiento, pero menos del 20% son alarmas falsas y llegar pronto es la primera prioridad, clave para que se quede en un conato”, añade el piloto Pere Barrachina, que lleva muchos años surcando el cielo. “Si tienes que confirmarlo primero yendo por tierra, se pierde un tiempo precioso, estaríamos corriendo detrás del fuego y así llegamos antes”.

En un país donde en 2019 ardieron casi 84.000 hectáreas en 10.700 incendios forestales, contar con brigadas aéreas de primera no es baladí. Es algo que se sabe desde los años 70, cuando comenzaron a utilizarse las primera aeronaves de ala fija, después llegarían los helicópteros, hoy fundamentales por su rapidez para cargar y su capacidad de llegar a zonas complejas. “Tirando agua desde arriba, lo primero es que ayudas a bajar la temperatura para que pueda comenzarse a trabajar en tierra. La coordinación de todos en un incendio importante es fundamental”, señala Pere. “Desde luego, tenemos más trabajo que los helicópteros de emergencias sanitarias”.

La Agencia Europea de Medio Ambiente situaba recientemente a España como uno de los países con más riesgo de incendios y, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, las masas forestales cada año tienen más dificultad para reponerse de los daños que le causan las sequías, al ser estas cada vez más extremas, recurrentes y prolongadas. Esta combinación, sumada a factores climáticos y sociales, sólo necesita la mecha humana para prender. “En 2020 tuvimos un 50% menos de incendios, porque hubo menos actividad humana. Eso da idea de dónde está el origen”, señala Díez. También tiene el Sáhara en la cabeza: “El sol no calienta el aire, sino que lo hace el suelo. A más suelo desertificado más se calienta y países del Sahel son más desérticos. Las olas no vienen de África siempre. Y el riesgo aumenta”.

La Agencia Europea de Medio Ambiente situaba recientemente a España como uno de los países con más riesgo de incendio: Foto: Asociación Ataire.

Mientras charlamos, una brigada terrestre de seis miembros, vestida de arriba abajo como si hubiera una alerta, se acerca al helicóptero. Se mueven rápido, pero a la vez hacen pausas que transmiten calma, sin saltarse un solo paso de los previstos. Si estuvieran en acción real, el piloto les habría acercado al lugar más próximo al fuego para dejarlos en tierra. Dos de ellos sacarían el bambi, esa gigantesca bolsa capaz de contener hasta 2.500 litros de agua, según el modelo de helicóptero, y la colocarían en la posición adecuada para que el piloto la llenara en el punto de agua más cercano, ya sea pantano, piscina, estanque o depósito preparado para este fin. “Llevamos un GPS donde están marcados todos los puntos de agua y tomamos el agua sin autorización previa porque no hay tiempo que perder”, explica Pere. En una hora, puede hacer entre 10 y 12 descargas. Todo está controlado y por ello, aseguran, no sienten el riesgo. “Nos organizamos en carrusel, con un coordinador volando por encima del nivel de trabajo a partir de tres helicópteros en el aire. Sabes siempre quién va delante y detrás. Nadie cambia de balsa sin comunicarlo. Nadie cambia de velocidad. “No es el caos que se ve en televisión”.

En el entrenamiento, hacen exactamente lo mismo, hoy sin despegar, otros días como si estuviera ardiendo la misma Sierra de Gredos. “El otro domingo estábamos entrenando en el terreno cuando nos dieron un aviso de humo. Según nos acercábamos lo veíamos, pero cuando llegábamos a la finca, lo habían apagado. Después el dueño dijo que en esa finca, vallada, no había nadie y que él tardó una hora en llegar y lo apagó. Un fuego así, sin rayos, sin nadie, no comienza solo y en una hora habría arrasado mucho. A ver cómo pruebas que no es verdad”, denuncia Manuel Díez.

Ese es el agujero negro por el que se escapan las llamas. El judicial. Es lo que más enerva a quienes se juegan la vida batallando contra ellas. Genera sensación de impunidad en los culpables. “Sin pruebas no sirve de nada denunciar. No hay culpables. Y lo habitual es que lo nieguen todo, aunque todo apunte a una persona y los fuegos no surjan solos. Llevo más de 30 años en esto y sólo he visto seis condenas; en otros 24 casos descubiertos, nada. Y los condenados luego alegan insolvencia o un problema mental. Pero detrás de esa intencionalidad, al menos aquí, no hay tanto intereses económicos como rencillas personales, conflictos con ayuntamientos o furtivismo, que es el caso de Gredos. Hay mercenarios de la caza que provoca fuegos para tener entretenidos a los agentes”, denuncia.

El apoyo aéreo es a menudo decisivo para la extinción de incendios forestales. Foto: Asociación Ataire.

Las llamas parecen rozar las hélices del helicóptero. “No hay incendios sin riesgo”. Foto: Asociación Ataire.

No obstante, en la actualidad hay más accidentes que negligencias, que afortunadamente se quedan en conatos, en gran parte debido al uso de los medios aéreos. Un caso juzgado recientemente tuvo lugar en Mallorca, en la zona de barrancos boscosos de Sóller en el verano de 2020. Un barranco es un infierno para los servicios de extinción y allí un trabajador quemó restos de poda sin autorización, provocando un fuego en pinos y acebuches. Ha sido condenado a un año y tres meses de prisión, que no cumplirá por no tener antecedentes.

El uso de maquinarias en determinadas circunstancias es otra negligencia de libro. “Un accidente no puede evitarse, pero ser negligente sí se puede en circunstancias como las que tenemos, en las que la gestión de los bosques y los cultivos están abandonados. Hoy no se aprovecha la biomasa y se acumula. Otro factor es que los que ahora vienen a los pueblos no cuentan con el conocimiento tradicional del monte que tenía la población rural y hacen actividades sin pensar en las consecuencias. Si a eso le sumas una ola de calor, tienes el cóctel perfecto para que haya un gran incendio”, señala el responsable de extinción.

A eso suma las cada vez más seguidas olas de calor que no llegan desde el Sáhara, cada vez más frecuentes e intensas. “Con más de 30 grados, vientos de más de 30 kms/h y una humedad menor al 30% hay que ponerse a rezar”, reconoce Dámaso Castejón, secretario general de ATAIRE (Asociación de Trabajos Aéreos y de Emergencias). “Siempre que hay un gran incendio se ha dado una ola de calor, aunque no siempre hay un gran incendio con olas de calor, porque se necesita la ignición, que la produce un ser humano, un medio mecánico o un rayo, no hay más”, puntualiza Díaz.

A la cabeza viene lo sucedido hace escasos días en Castellví de Rosanes (Tarragona) cuando un vecino, que fue detenido, usó una radial y un soplete junto a vegetación reseca cuando la temperatura superaba los 30 grados. Ardieron 220 hectáreas. Un incendio medio. La mayoría, hasta el 90%, afortunadamente, se quedan en conatos y sólo un 1% supera el rango de las 500 hectáreas, la categoría de gran fuego que estos días hemos visto en el monte riojano de Yerga y a las puertas del Cap de Creus, que ha carbonizado 415 hectáreas por una colilla tirada desde un coche. Negligencia delictiva, claramente.

Más fácil es probar que ha sido un rayo, dado que Aemet tiene registradas las coordenadas exactas en las que caen, una base de datos de gran utilidad para cuantos se dedican a investigar el origen de los incendios. “Que caiga un rayo y no lo registre es imposible”.

En Piedralaves avanza la mañana y el calor. A lo lejos se ven torres de vigilancia. El cielo, impoluto. La base –una de las tres que tiene la Junta de Castilla y León en Ávila, que se suma a otra del MITECO– cuenta con cuatro helicópteros, contratados por temporadas, que oscilan entre los tres y cuatro meses. Dámaso Castejón no disimula la satisfacción que le produce que los operativos españoles sean demandados en todo el mundo. “Nos contratan en todo el sur de Europa, en Chile, Sudáfrica, Perú… Muchos lugares donde hay ahora grandes incendios, como Australia o California, no contaban con efectivos aéreos como los nuestros y vienen a preguntarnos. También vienen a formarse al simulador de extinción aérea que tenemos en Sevilla”, apunta Castejón.

ATAIRE quiere ser uno de los actores importantes en la nueva regulación que prepara la Agencia Europea de Seguridad Aérea en el tema de los incendios forestales, porque ya no son únicamente un problema del sur del continente debido al cambio climático (ha habido grandes fuegos en Finlandia, Noruega, Suecia…) . “Tenemos experiencia de sobra para que nuestros procedimientos les sirvan”, asegura el responsable de Ataire, una organización que también trata de hacerse oír en las contrataciones para que firmen por más meses, ahora que las temporadas de calor se alargan y disminuyen las lluvias. “El coste no aumentaría prácticamente, pero sí la seguridad”, asegura Castejón.

Al dejar la base de Piedralaves, todos los efectivos están a cubierto viendo un vídeo de un gran incendio. Las llamas parecen rozar las hélices de los helicópteros. “No hay incendios sin riesgo”, repiten como un mantra.

FSC España está liderando la realización de programas de restauración forestal de superficies certificadas degradadas o destruidas por incendios forestales con la ayuda de fondos privados, especialmente el Grupo Carrefour, vinculado a la Vuelta Ciclista a España y su compromiso social de colaborar con ONGs como FSC España. Por esta vía, en 2019 se actuó en Pazos de Borbén (en el área metropolitana de Vigo), y en 2021 en Los Palancares y Agregados (Cuenca) y en Almonaster (Huelva).

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Comentarios

  • Smp

    Por Smp, el 22 julio 2021

    ¿Puedes preguntarle a esos expertos sobre la diferencia entre prevención de incendios y extinción de incendios?
    ¿Que labores de prevención se realizan durante el año en los montes, con que medios, en que consisten y cual es la partida presupuestaria destinada a ello?
    ¿Desde que año dejó de existir una empresa pública con dotación propia tanto de presupuesto como de medios para las labores de prevención y extinción? ¿Cuanto dinero nos costaba a los contribuyentes ese ente público y cuanto ha supuesto el ahorro de externalizar los servicios que prestaba?
    ¿Que empresas son las que tienen los medios de extinción en este país?¿Quienes están detrás de ellas? ¿Se ha denunciado un cartel de estas empresas en paises como Portugal o Chile bajo presiones y amenazas para conseguir las licitaciones en dichos paises?
    ¿Que responsabilidades tienen los consejeros de la Junta de CyL ante las plantaciones indiscriminadas de razas no autoctonas en los montes de Zamora y León, como el pino?
    ¿Cuanto vale la madera de pino quemada, cual es el porcentaje de aprovechamiento de dicha madera quemada y que empresas son las que compran esa madera?
    Seguiría haciendo preguntas, pero se que nadie las va a responder y menos en CyL.
    Debería ser labor periodística destapar situaciones lesivas para la ciudadanía como estas.

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