El Real se atreve a contar las mentiras que esconde ‘La Bohème’

La buhardilla de los artistas de la Boheme donde surge el flechazo entre el poeta Rodolfo y la modista Mimi. Producción con puesta en escena de Richard Jones. Foto: Catherine Ashmore. Royal Opera House.

La buhardilla de los artistas de la Boheme donde surge el flechazo entre el poeta Rodolfo y la modista Mimi. Producción con puesta en escena de Richard Jones. Foto: Catherine Ashmore. Royal Opera House.

Hay que ser muy atrevido para tocar algunas cosas y ‘La Bohème’ de Puccini es una de ellas. Lo saben bien los directores de los teatros más importantes de ópera del mundo. Aunque, en ocasiones, asistimos a excepciones que confirman la regla. Unas salen bien y otras terminan con abucheos y gritos desde el patio de butacas.

La Bohème es la cuarta ópera de Puccini y su libreto está basado en la novela por entregas Escenas de la vida bohemia que el escritor Henri Murger publicó durante cinco años en el periódico El Corsario. En ella se narra, en cuatro actos, la despreocupada existencia de un grupo de jóvenes artistas en el París de 1830. Sus ilusiones, sus amores y su repentina pérdida de inocencia cuando la vida les enseña los dientes sin contemplaciones. Pero, sobre todo, La Bohème es la cuarta ópera más representada en el mundo y un título con el que tradicionalmente el espectador medio no suele estar abierto a ningún tipo de moderneces sobre el escenario. Nada de puestas en escena atrevidas. Quieren que las cosas ocurran en Nochebuena, en el barrio latino de París, que nieve, que haya una buhardilla y dentro de la buhardilla un brasero en el que el poeta pueda quemar sus versos para calentar a su amada…

En una reciente entrevista publicada por el New York Times, el director general de la Metropolitan Opera de Nueva York, Peter Gelb, confesaba que tras presentar una nueva producción de Tosca en 2009 -que obtuvo un rechazo frontal del público- se le habían quitado las ganas de ponerse manos a la obra con La Bohème. Así que, por el momento, el coliseo neoyorquino seguirá con su producción hiperrealista firmada por Franco Zeffirelli que tiene nada menos que 36 años de edad.

El Real también posee una producción propia de La Bohème. Tan solo tiene 19 añitos; se estrenó en diciembre de 1998, un año después de la reapertura del teatro. La acreditó el afamado director de escena Giancarlo del Mónaco y contó como escenógrafo con el ya desaparecido Michael Scott. En estos 20 años se ha representado 60 veces y según fuentes del propio teatro ha sido una de las producciones “con mayor éxito“.

El próximo día 11, el teatro madrileño cometerá el atrevimiento de subir al escenario una nueva producción de La Bohème. Llevará el sello de Richard Jones, uno de los directores de escena británicos contemporáneos más interesantes del momento. Según Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, “será la primera vez que se vea en España un trabajo del señor Jones”; se trata de una coproducción con la Royal Opera House de Londres y la Lyric Opera de Chicago que se estrenó en la capital británica el pasado septiembre.

Julia Burbach, responsable de la reposición en Madrid, asegura que la versión de Jones -que fue músico de jazz antes que director de escena- es “de una honestidad tremenda con el teatro y con el espectador”. “Richard Jones siempre ha tenido un estilo muy personal sustentado en reflejar la vida cotidiana de los personajes, de la gente, y eso es precisamente La Bohéme. En este montaje es como si enseñara el alma de los personajes, de la propia historia y de cómo la vive el público en sus butacas. No hay trampa ni cartón y es a la vez moderna y vanguardista”.

Se refiere Burbach a que la propuesta de Richard Jones consiste, fundamentalmente, en dejar a la vista toda la mentira del teatro. Todos los artificios y cambios escenográficos se realizan a la vista del espectador y cada uno de ellos se irá acumulando sobre el escenario -también a la vista- para que queden no solo en la memoria del público, sino también como en un álbum de fotos en el recuerdo de las escenas de la vida bohemia a la que se refiere el título. “Se acumulan como recuerdos de momentos de felicidad, cómicos, de ambición, de camaradería, de afecto, de flirteo, de pasión amorosa, de celos, de egoísmo, de desengaños, de pequeñas fechorías juveniles y de desdichas pasajeras”, explica Matabosch. “Esta producción se ve desde el punto de vista de un voyeur y no de una forma tontamente literaria“.

Parte de la escenografía de La Bohème de Puccini en versión del director de esecena Richard Jones que se estrena en el Teatro Real. Una escena de La Bohème estelar de Claus Guth en la Opera de París. foto: Interior de la nave espacial en la propuesta de La Bohème de Claus Guth. foto: Catherine Ashmore.

Parte de la escenografía de ‘La Bohème’ de Puccini en versión del director de escena Richard Jones que se estrena en el Teatro Real. Foto: Catherine Ashmore.

La historia que nos explica Jones no es tanto la de Mimi como perfecta heroína romántica vapuleada por la vida y entregada al sacrificio. Se trata, más bien, de desentrañar las mentiras ocultas de aquella idílica existencia bohemia en la narración del despertar a la madurez de aquel grupo de amigos que se divertían y soñaban en París. Como canta el personaje de Marcello, el aspirante a gran pintor, en el segundo acto: “¡Oh, bella edad de engaños y utopías! Creemos, confiamos y todo parece ser bello”.

La versión de Richard Jones ha venido a sustituir a la de John Copley que llevaba representándose en Covent Garden desde hace más de 40 años. Y lo ha hecho con gran éxito de crítica y público. Matabosch ofrece una clave: “En ópera pretender hacer realismo es una estupidez: si tan realista es la ópera, ¿por qué cantan? Las revisiones funcionan cuando se hacen con inteligencia”. Inteligencia en este caso para saber mantener en escena todo lo que el público demanda: las localizaciones previstas, las escenografías suntuosas, los vestuarios adecuados, la nieve, el ambiente… Mezclado con ese recurso tan vanguardista que supone desnudar el artificio. Contar la verdad.

Interior de la nave espacial en la propuesta de La Bohème de Claus Guth. foto: Bernd Uhlig.

Interior de la nave espacial en la propuesta de ‘La Bohème’ de Claus Guth. Foto: Bernd Uhlig.

Una escena de La Bohème estelar de Claus Guth en la Opera de París. foto: Interior de la nave espacial en la propuesta de La Bohème de Claus Guth. foto: Bernd Uhlig.

Interior de la nave espacial en la propuesta de ‘La Bohème’ de Claus Guth. Foto: Bernd Uhlig.

No ha tenido tanta suerte el director de escena Claus Guth en el estreno, el pasado 1 de diciembre, de su revisión de La Bohème para la Ópera de París. El director de escena alemán, que ya triunfó en Madrid con una alucinante puesta en escena de Rodelinda de Händel, prometió al público que se llevaría un puñetazo en la cara nada más abrirse el telón. Y, desde luego, así fue. Guth sitúa a los protagonistas al final del siglo XXI. Son unos viajeros espaciales que tendrán recuerdos o alucinaciones de su pasado mientras navegan hacia un destino indeterminado en el universo. Todo con una estética muy cercana a la de películas como Solaris. El día del estreno, división en el público. Abucheos y vítores. El rollo espacial no pasó inadvertido. Ardo en deseos de verla.

UN SÓLIDO ELENCO DE CANTANTES

Para el estreno del Real se contará con el maestro Paolo Carignani como director musical. Durante la rueda de prensa de presentación, el director artístico del teatro le preguntó por qué creía que el público había recibido tan tibiamente el estreno de La Bohème en Turín en febrero de 1896. “Es un problema que existe todavía hoy”, respondió el director de orquesta. “La música de Puccini se ha considerado peligrosa porque llega directa al alma, al corazón, sin ninguna mediación previa de la racionalidad, del intelecto o de barreras culturales. Con Puccini se produce este efecto inexplicable. Tal vez sea una cuestión freudiana. Tenemos miedo a experimentar emociones, a dejar que nos muevan las pasiones, a descubrirnos a nosotros mismos y lo que nos emociona. Incluso nos avergonzamos de ello”. ¿Cómo no emocionarse con arias como estas?

“En lo musical parece una música fácil de dirigir, pero no lo es”, explica Carignani. “Los ataques de principio de cada acto son inusuales y difíciles, son como empezar a caminar con un pie ya en alto. Y Puccini es uno de los compositores que más anotaciones de cambio de tempo escribe, lo que obliga a trabajar mucho para que todo parezca muy natural y orgánico”.

La Bohème se representará en Madrid con dos elencos diferentes en 19 funciones que coinciden con el periodo navideño. Entre el 11 de diciembre y el 8 de enero. Para los papeles principales, el del poeta Rodolfo y la modistilla Mimi, se turnarán los tenores Stephen Costello y Piero Pretti, y las sopranos Anita Harting y Yolanda Auyanet. Pero Matabosch explica que “esta es una obra muy de conjunto”. Es necesario que haya un grupo de cantantes muy bien engrasado para que las cosas funcionen. Sí, son muchos los personajes y casi todos ellos tienen peso suficiente en la obra como para poder poner en peligro las cosas. “Estamos un poco hartos de ver Bohèmes con un par de nombres de relumbrón que desentonan con el resto y eso termina por fastidiar la ópera entera».

EMISIÓN EN DIRECTO Y GRATIS POR EL CANAL DE FACEBOOK DEL TEATRO REAL EL DÍA 29 DE DICIEMBRE. 

Puedes escuchar aquí el programa ‘La Hora Azul’ de Jon Bandrés en el que hablamos de esta producción de ‘La Bohème’ que estará en el Teatro Real del 11 de diciembre al 8 de enero.

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Comentarios

  • José Francisco Gutiérrez Lazpita

    Por José Francisco Gutiérrez Lazpita, el 30 enero 2020

    Está bien lo de buscar nuevas sensaciones en una puesta en escena, pero no hay que olvidar que Boheme es una ópera verista, y en el verismo es fundamental que todo sea real, que el espectador vea las situaciones y el carácter de los personajes como algo vivo, como algo que te resulte familiar, que tenga visos de realidad.
    No se puede decirle a una mujer «sei mia» mientras estás mirando a otro lado, abrazado a una viga.
    No se puede estar continuamente tocando una chimenea que momentos antes ha estado encendida.
    No se puede dejar que Mimí muera tirada en el suelo; se supone que en la buhardilla habría una cama.
    No se puede tratar a Alcindoro como si fuera idiota.
    No es concebible que una muchacha, por muy bohemia y atrevida que sea, se quite las bragas subida a una mesa en el París del siglo XIX.
    Los cuatro bohemios son cuatro bohemios, no son saltimbanquis.
    Y muchas más incongruencias.

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