Saturación o decrecimiento: graves impactos del turismo masivo

Un crucero en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. Foto: CARLOS TEIXIDOR CADENAS / CC

En la semana de la gran feria internacional de turismo en Madrid (FITUR, del 24 al 28 de enero), recuperamos unas jornadas celebradas el año pasado en Lanzarote bajo el título ‘Saturación turística vs. Decrecimiento ¿Cuál es el camino?’. Ciudadanía y academia se dieron la mano para abordar el gran problema del turismo en las Islas Canarias y hablar de posibles modelos económicos que no sean los de arrasar con los patrimonios culturales, sociales y naturales. La conclusión: Canarias no vive del turismo; es el turismo el que vive de Canarias.

De Barcelona a Formentera pasando por Lanzarote, la turistificación de los territorios ocasiona múltiples problemas a sus habitantes. Las imágenes de coches y personas agolpados en los espacios protegidos del Teide o Timanfaya y los destrozos al patrimonio de César Manrique muestran la cara más fea de la industria turística. Por ello, para los organizadores, entre ellos la periodista ambiental Sofía Menéndez y Pedro Hernández, coordinador científico, era pertinente plantearse la necesidad de si este es un buen camino para las islas afortunadas. Sobre todo cuando mucha ciudadanía sale a protestar bajo el lema de Salvar Canarias, además de mostrar su desarraigo, malestar y enfado.

¿Existe el turismo sostenible? se preguntó Claudio Milano, profesor de la Universidad de Barcelona en el departamento de Antropología Social. Para él es un oximorón mientras no avancemos en una descarbonización. Por lo tanto, opina que hay que revertir el relato existente. “El turismo es una industria con fines privados, sin gran plusvalía para los comunes. El turismo también es una cuestión de poder. Canarias se ofrece como lugar para el trabajo en remoto. Es difícil diferenciar entre viajeros y turistas. Se inventan los espacios turísticos y aparecen los malestares. Nos llama la atención la masificación, pero hay otros temas como las desigualdades estructurales, o los accesos a la vivienda que condicionan la vida de las personas. Necesitamos respuestas colectivas y adecuadas a cada lugar que nos lleven a un turismo más inclusivo, ya que este genera riqueza”.

Uno de los posibles relatos relacionados con el turismo es este:

El archipiélago fue la región con el tercer mayor encarecimiento de los precios del alquiler. Por provincias, Santa Cruz de Tenerife registró la mayor caída interanual de la oferta de viviendas de alquiler, del 27%, seguida de Las Palmas.

Así que la reflexión que se hacía Natalia Díaz, activista y profesional de la apicultura en la isla de Tenerife, era clara: “Estamos arrasando como destino turístico, pero también los recursos, el 87% son de fuentes no renovables, los turistas consumen el doble de agua y electricidad que los residentes. Para campos del golf y piscinas hay agua, para residentes no. El uso del transporte privado se incrementa notablemente con el turismo.

Tenemos el problema de los residuos, el 26% de la basura es directamente producido por los turistas. Solo el 28% de los vertidos al mar están autorizados. Somos líderes en turismo y líderes en corrupción. Crecen las camas hoteleras y los políticos encarecen el precio del suelo que nos puede dar de comer. Esto imposibilita la compra a los locales y solo es accesible al capital extranjero dedicado a la promoción turística.Yo misma no puedo acceder a él para poner más colmenas. Sólo el 17 % del terreno de las islas es suelo agrícola; de este, solo el 10% se cultiva y el 90% de lo que comemos viene de fuera; por cada metro cultivado tenemos otro que es de hormigón. Todo esto va en contra de una soberanía alimentaria. Canarias no vive del turismo, el turismo es el que vive de Canarias. Canarias se sitúa como la región con mayor pobreza severa de España. Venden los espacios protegidos en FITUR por su biodiversidad y luego son los que destruyen”.

Salvar el puertito, salvar la tejita

Natalia Díaz recordó que la situación canaria se puede expresar con una palabra: magua. En el diccionario de canarismos se define como la pena, la lástima, el desconsuelo por la falta de algo que se tenía o por la pérdida de algo que se podía haber conseguido y no se consiguió. Para esta apicultora las islas siguen con la misma magua. “La acción directa no violenta se hace necesaria para defender el territorio y para que la cuna de alma no se convierta en la tumba del alma. Natalia relató la historia de resistencia que se dio con la ocupación de una de las palas para que no se destruyera la naturaleza y sus especies protegidas, logrando parar las obras cauterlarmente de la promotora Cuna del Alma en el puertito de Adeje”.

Canarias tiene muchos frentes abiertos: Salvar la bahía de Corralejo

(Fuerteventura). Salvar La Tejita (Tenerife), cuya plataforma advierte que no permitirá que su litoral se convierta en “el Mar Menor de Canarias” por la mala gestión. Para la Plataforma Salvar Chira-Soria (Gran Canaria) el proyecto no encaja con los objetivos del Desarrollo Sostenible, ni desde el eje social, pues representará la expulsión de los actuales habitantes del Barranco de Arguineguín; ni ecológico pues significa la industrialización de la mayor cuenca de Gran Canaria desde la costa hasta la cumbre; y refleja que se sigue apostando por un modelo económico depredador del territorio en el que se priorizan los intereses económicos a la sostenibilidad. Junto con el conflicto con parques solares y eólicos hacen que los canarios se sientan maltratados y olvidados, a pesar de los cientos de recursos destinados a intentar poner orden y belleza en las islas.

“Y lo peor es que se está creando en la gente ecoansiedad, desarraigo, una sensación de auto maltrato. Tal vez nos sentimos culpables y esto nos lleva a paralizarnos. Tenemos que ser responsables y actuar. Ya no es cuestión de datos, están todos ahí. Y también sabemos que bienestar medioambiental + bienestar social + bienestar económico es la suma que nos lleva a bienestar individual”, asevera Natalia.

Turismo y precariedad laboral

Junto al destrozo de la naturaleza, que se da en los lugares muy turistificados, el deterioro social y la precariedad laboral se instalan en sus sociedades. Inestabilidad e inseguridad definen a la industria turística que perpetúa los abusos y la explotación. Siguiendo con los relatos, hay otro que se repite como un mantra: el turismo genera empleo. Pero se lamentaba Ernest Cañada que hablamos del turismo como si solo se tratase de gestión, lo hemos disociado del contexto, y también de la ética. Que el trabajo turístico sea precario no es un accidente, es una norma, es estructural, así que tenemos que preguntarnos por qué.

“El trabajo en esta actividad deja de ser un derecho para ser un costo”, sigue explicando Cañada. “El turismo no se puede deslocalizar y vende algo que no es suyo, como la cultura, el ocio o el paisaje. Está vendiendo un territorio, por eso la presión constante que ejerce sobre las autoridades públicas para que le adecuen este a sus necesidades de venta. Como no siempre pueden ir a sitios con la mano de obra más barata, como otras industrias, presionan continuamente allí donde están para que esta sea barata. Otro factor es que aunque pueden hacerlo bien, si se hace mal no importa, con que haya personas para hacer algunas cosas es suficiente. La gente ha comenzado a cansarse de todo esto, está harta de esta situación y hay problemas ya para encontrar trabajadores”.

Cañada es autor de libros como Turistificación Global. Perspectivas críticas en turismo y Las que limpian los hoteles: historias ocultas de la precariedad laboral, entre otros muchos textos. “Las economías de plataforma crecen en un contexto de crisis y han precarizado el trabajo. Todo es a base de subcontratas. Cada vez más los grandes fondos de inversión compran hoteles, viviendas para alquiler turístico. Estos funcionan con una mirada muy a corto plazo, y no les importa lo que va pasar con ese territorio o lo que va a pasar en el futuro. La cuestión es sacar el máximo rendimiento”, afirma Cañada.

Bienestar para las generaciones

Entre las propuestas que realizó Natalia Díaz para Canarias figuraba una posible ecotasa y una moratoria turística. Esto se ha conseguido en Baleares. Margalida Ramis, portavoz de la entidad ecologista GOB (Grup Balear d’Ornitologia i Defensa de la Naturalesa ), ha sido una de las promotoras de la Ley aprobada recientemente en el parlamento de las Islas Baleares centrada en el Bienestar de las Generaciones Presentes y Futuras. “En Baleares, la academia desde hace tiempo que ha puesto visible la problemática de la industria turística. Quizá llevamos unos años más que los canarios en cuestionar este monocultivo, que nos hace vulnerables ante los posibles cambios en las cadenas de producción. Después de la pandemia, en el movimiento ecologista nos encontramos con dinámicas complejas. El parón en espacios turistificados donde no hay alternativas creó una situación sin precedentes que nos obligó a plantearnos no solo la emergencia sanitaria, sino también los modelos económicos. Plantearnos cómo salir de la crisis sin volver al modelo anterior fue un reto. Esto supuso un choque de trenes, un choque de intereses. Para esta transición ecosocial propusimos algunas medidas, pero se reforzó el modelo previo: turismo y construcción, obviando los problemas de la crisis climática. ¿Y cómo recuperamos todo lo construido? Por eso en Baleares hemos hecho propuestas de deconstrucción, tenemos que ver qué hacemos con el litoral en tiempos de cambio climático. Hay que recuperar los cuidados de la tierra y de la vida. Se necesita una mirada de responsabilidad para acceder al agua, a la vivienda. La sociedad civil está pidiendo a los políticos una mirada responsable. Los grupos ecologistas también hemos tenido que adaptarnos a nuevas realidades; además de hacer campañas concretas, tenemos que tener miradas más globales para abordar muchas de las desigualdades que se dan: pérdida de identidad cultural, el problema de la vivienda, los sueldos, todas las luchas están relacionadas”.

La vigencia de Manrique

Para Francisco Galante, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, el mensaje de César Manrique sigue vigente y más actual que nunca. Su obra tiene unas connotaciones, sociales, poéticas y económicas de gran interés. Manrique persigue un arraigo con Lanzarote a pesar de haber estado en contacto con el mundo. “Manrique es la propia naturaleza. Los Jameos y el jardín de cactus eran vertederos. Seis meses se estuvieron limpiando los lagos llenos de animales muertos. Creyó en la naturaleza y en el cosmos. Manrique entendía que Lanzarote es la isla de los campesinos y de los pescadores. Este es el proceso de arraigo que generó. La obra de Manrique no tiene un proyecto previo, surge del encuentro con lugares propicios para ello, pensado para canalizar el turismo. Es una utopía. El sueño de Manrique no fue compartido por la ciudadanía en ese momento. Luego se opinó lo contrario. En Lanzarote había unas necesidades, era un lugar de interés turístico, pero era necesario hacer una función social, no tenía carreteras, había que satisfacer unas infraestructuras. Solucionar problemas con el agua, la luz, había que adaptar muchas cosas y se fue gestando gracias al ímpetu del artista. Su obra es inclusiva, en la que colaboraron arquitectos, ingenieros y artistas, incluida la música, que tiene que ver con los ritmos de la naturaleza”.

En su momento Manrique fue también un activista. Él se dio cuenta de la posible especulación con el territorio. ¿Es ahora Lanzarote lo que Manrique había soñado? Galante no tiene dudas: no, la utopía se ha desmoronado. Pero su voz coge cada vez más valor por la crisis de civilización que estamos viviendo. Todo un ejemplo.

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