Un ciclo plantea dudas científicas a partir de grandes películas

Fotograma de la película sobre el apocalipsis ‘Melancholia’, de Lars von Trier.

La película ‘Melancolía’, de Lars von Trier, da para múltiples interpretaciones. Para algunos es misteriosa, para otros es simplemente bella, y para los que asistieron al coloquio que tuvo lugar tras su visionado dentro del ciclo ‘Ciencia y Cine’, muy buena para que surjan preguntas sobre la condición humana. Preguntas que tratan de  ser respondidas por los especialistas en ciencia que arropan este ciclo, desarrollado hasta mediados de junio por el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

El ciclo se encuentra ahora en su ecuador, pero desde su comienzo ha permitido visionar películas que, bien directamente o indirectamente, permiten más tarde debatir cuestiones relacionadas con los derechos animales, la física y la astrofísica, la longevidad y el mundo futuro, la inteligencia artificial y las amenazas para el planeta que suponen los patógenos y el cambio climático. La entrada es libre hasta completar aforo.

“El ciclo tiene como objetivo divulgar la ciencia a la sociedad a través del cine. Lo más importante es que, tras la proyección de las películas, una científica o un científico comentan la película y aclaran cualquier pregunta al público”, afirma María Blasco, directora científica del CNIO.

En el caso de la hipnótica Melancolía , proyectada la semana pasada, el posterior coloquio estuvo plagado de preguntas, no siempre fáciles de contestar por un astrofísico. En la película, el planeta Melancolía se dirige hacia la Tierra. Francisco J. Pozuelos, especialista en exoplanetas, fue el encargado de explicar algunas de las dudas que surgieron en el espectador, preguntas como esta: ¿Podría darse un suceso así? La respuesta: no. “Es más posible que fuera la Tierra la que se estrellara en ese planeta al ser atraída por la gravedad generada por una masa muy superior”.

La belleza de la película de Lars von Trier da lugar lógicamente a preguntar por otros planetas, y ese es precisamente el campo de trabajo de Pozuelos, que explicó cómo en estos momentos se realizan continuamente descubrimientos de nuevos exoplanetas (los que orbitan fuera de nuestro Sistema Solar).

Pozuelos explicó que, aunque hasta 1995 no se descubrió el primer exoplaneta alrededor de una estrella como nuestro Sol, hoy en día el estudio de los exoplanetas es una de las áreas de la astronomía en más rápido crecimiento.

En la actualidad se ha confirmado la existencia de casi 4.000. Algunos son masivos, tipo Júpiter; otros son rocosos o helados, y muchos simplemente no se parecen a ninguno del Sistema Solar. “Hay sistemas que albergan más de un planeta, planetas que orbitan dos estrellas a la vez, e incluso un puñado de planetas que podrían presentar las condiciones adecuadas para que su superficie tenga agua de forma estable, uno de los ingredientes necesarios para la vida tal y como la conocemos”, explica la Agencia Espacial Europea (ESA).

Así que surge la pregunta recurrente: ¿Estamos solos en el Universo? “Estudiar los distintos exoplanetas y sistemas planetarios descubiertos hasta la fecha ayudará a conocer cómo se formaron y evolucionaron esos sistemas concretos; además nos proporcionará información clave para comprender si podría existir vida en algún otro lugar del Universo y dónde”, comentó Pozuelos.

Un equipo científico, encabezado por el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) con la participación de la Universidad de Granada, y en el que trabaja Pozuelos, ha descubierto un sistema planetario único. Denominado TOI-2096, está compuesto por una súperTierra y un miniNeptuno, que orbitan una estrella fría y cercana en un baile sincronizado y que podría funcionar como una piedra Rosetta para comprender cómo funciona la gestación planetaria.

Retomemos el ciclo del CNIO: Anteriormente a Melancolía fueron proyectadas Vaca, de Andrea Arnold, en la que la directora refleja las condiciones de vida de una vaca en una granja, poniendo sobre la mesa su sufrimiento, aún en las condiciones más óptimas, y la coreana Okja, de Bong Joon-ho, que cuenta cómo una multinacional pone su mira en una gigantesca cerda llamado Okja y cambia así la vida de la pequeña Mija, que le ha estado cuidando durante años. La cuestión de la defensa de los animales es uno de los debates actuales.

Volviendo al cosmos, también se ha podido ver Interstellar, de Christopher Nolan, donde se plantea la necesidad de viajar más allá de nuestra galaxia para descubrir algún planeta que pueda garantizar el futuro de la raza humana.  Ciencia y cine se confrontaron en esta película. El rigor científico no es imprescindible en una película de ciencia ficción, pero las parábolas desarrolladas siempre dan que pensar. Nolan –de total actualidad por Oppenheimer– tuvo que aceptar las pegas que le ponía su asesor científico Kip Thorne, físico teórico estadounidense que 10 años después de trabajar en Interstellar logró el Nobel de Física. Nolan estaba particularmente obsesionado con los viajes a una velocidad más rápida que la luz. La teoría actual nos indica que es algo imposible. Thorne le dejó claro que bajo su supervisión no se violaría ninguna ley de la física. Esta negativa abrió otra puerta al teorizar acerca de los agujeros negros y los agujeros de gusano, elementos indispensables en Interstellar, que permitieron escenas admiradas por los amantes de esta película.

Este proyecto de cine y ciencia se enmarca en el conjunto de actuaciones que realizan tanto el CNIO como el CBA para el fomento de la cultura científica, la aproximación de la ciencia a la sociedad y la promoción de la divulgación; continuará hasta junio. El 9 de mayo podremos ver una película que nos lleva a reflexionar sobre el envejecimiento: El curioso caso de Benjamin Button, de David Fincher; en el coloquio intervendrá María Blasco. La trayectoria de Blasco no deja lugar a dudas de sus méritos. Durante más de 20 años su trabajo se ha centrado en demostrar la importancia de los telómeros y de la telomerasa en el cáncer, así como en enfermedades relacionadas con el envejecimiento.

Con Gattaca nos adentraremos el 16 de mayo en el mundo de la genética y su manipulación, que tantas inquietudes genera. Gattaca, de Andrew Niccol, está ambientada en una sociedad futura, en la que la mayor parte de los niños son concebidos in vitro y con técnicas de selección genética. Gattaca ha sido alabada por su precisión científica al tratar el ADN. Este es, pues, el núcleo científico de la película ; su propio título lo deja claro: el ADN se compone de cuatro nucleobases, la guanina (G), la adenina (A), la timina (T) y la citosina (C). De ahí sale el título, de una combinación y repetición de esas letras.

El ciclo continuará el 6 de junio con Her, de Spike Jonze y protagonizada por Joaquin Phoenix. En un futuro cercano, Theodore, un hombre solitario a punto de divorciarse, que trabaja en una empresa como escritor de cartas para terceras personas, compra un día un nuevo sistema operativo basado en inteligencia artificial y diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, se crea una relación romántica entre él y Samantha, la voz femenina de ese sistema operativo. La inteligencia artificial ya está aquí, así que es necesario reflexionar sobre las cuestiones que aparecen en la película: la soledad humana, los sentimientos y la dependencia de la tecnología. Una película que habla de nuestra contemporaneidad.

Terminará el ciclo el 13 de junio con la actual Don’t Look Up (No mires arriba), de Adam McKay, con Leonardo di Caprio y que tuvo cuatro nominaciones a los Oscar, incluida mejor película. Aquí solo quedan seis meses para el impacto de un cometa, pero gestionar el flujo de noticias y ganarse la atención de un público obsesionado con las redes sociales antes de que sea demasiado tarde resulta difícil. ¿Qué es lo que hay que hacer para que el mundo mire hacia arriba? Su critica –no exenta de sentido del humor– al negacionismo, se llame científico, medioambiental o social, hace que la película merezca ser vista. ya que no todos los Apocalipsis son derivados de un posible meteorito o de un bello planeta como Melancolía. La trama de la película resulta sencilla y cómica, pero su cuestionamiento es fundamental: ¿Por qué no queremos mirar al mundo que nos rodea y con ello prevenir algunas catástrofes?

La melancolía también proviene de la falta de decisiones, de entender que, tal vez, ciertas distopías ya están pasando. Y como dice la película: Al final va a ser verdad que lo teníamos todo; solo era cuestión de darse cuenta.

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