Versos que buscan pájaros, pueblo y campo frente al discurso dominante

La poeta Tes Nehuén.

Segunda de las dos entregas en las que abordamos una pregunta: ¿Buenos tiempos para la poesía? Nos han contestado cuatro jóvenes poetas. Comenzamos hace 15 días entrevistando a Azahara Palomeque y a Juan Ramón Santos. Hoy seguimos con las opiniones de Tes Nehuén y Carmen Zurbano, que llegan, desde la ‘periferia’ de entornos rurales, con un fuerte compromiso tanto con la palabra como con la naturaleza.

Tes Nehuén: Recuperar los pájaros y la libertad

Lectora lúcida y voraz en el portal Bestia Lectora, el primer libro de Tes Nehuén, Todos los pájaros que vimos (Eolas Ediciones), ha sido una revelación para mí. Podría definir a Tehuén como una poeta de la gratitud, a la vida y a todo lo que nos rodea. Este poemario nació casi como un diario de campo, nos cuenta, aunque luego tomó otros vuelos, como Bumbum, el protagonista de estos versos que rinden un hermoso homenaje a Juan Ramón Jiménez.

¿Cómo fue el proceso de escritura del libro?

Intenso y hermoso. Llevo ocho años viviendo en una casita de campo de la Axarquía de Málaga. Cuando llegamos, apenas había pájaros porque el terreno que rodea la casa pertenece a un coto de caza, pero hace un tiempo largo que, afortunadamente, no vienen los cazadores y poco a poco se ha ido poblando de pájaros. Hace unos años comencé a llevar un registro de los que observaba y a documentarme sobre sus costumbres, y, de pronto, empezaron a aparecerse en mis poemas. Ahí tuve la semilla del libro. En principio quería escribir una enciclopedia de pájaros para niños, pero me resultó imposible porque no conseguía que el lenguaje no se oscureciera, y fuera sencillo pero no simplista. Hasta que me di cuenta de que estaba coartando mi deseo creativo por una obsesión estética y empecé a trabajar con más libertad. Y entonces apareció Bumbum, y el libro comenzó a cobrar forma. El resto, el arduo trabajo de limar y corregir, que tú conoces mejor que yo.

¿A qué lector te diriges?

Debo confesarte, Javier, que mi relación con la lectura y la escritura es de puro egoísmo e intimidad. No escribo pensando en un tipo de lector o lectora, sino para encontrarme en el lenguaje. Y, en verdad, lo que quería era contar una historia en verso. Seguramente influida por mis primeras lecturas –Martín Fierro de José Hernández y el Fausto de Estanislao del Campo– y un libro importantísimo para mí que es Patio de locos, de Andrés Neuman. Dicho esto, te confieso que espero que no sea un libro difícil de leer, porque tampoco me gustan los poetas que de tan herméticos te dejan fuera de su universo poético. La poesía amalgama lo íntimo (la experiencia de la vida a través de los sentidos) y lo colectivo (el lenguaje), y debería ser un bien accesible para todos, no sólo para los que habitamos este microclima de lenguaje. Creo devotamente en esto que dice Roque Dalton: “El paisaje y el pan, la poesía de todos”.

Prestas una atención especial a la naturaleza, pero no como una prolongación de los humanos.

Sí, tienes toda la razón. Me resisto a pensarnos fuera de la naturaleza o por encima de ella; principalmente porque me parece hermoso sentirme (y sentirnos) parte de algo tan milagroso, donde toda la violencia y toda la belleza tienen lugar. Pienso mucho en el mundo que quedará cuando nos extingamos, pero también en todo lo que podríamos hacer y no estamos haciendo por comodidad. Creemos que darse gustos o vivir cómodamente es ser más libres, cuando la libertad no pasa ahí, sino por entendernos como parte de un todo. Sentirse parte de la naturaleza y comprometerse con ella es la experiencia más intensa y revolucionaria que se pueda tener. No es que no estemos solos, es que solos no seríamos, y reconocer esto debería servirnos para mirar el mundo con cierta humildad y asombro. Quise trabajar especialmente este tema en el libro, así que me alegra mucho tu observación.

¿Qué autores te interesan? Hay un reconocimiento muy explícito a Juan Ramón Jiménez.

Sí, tal cual, un homenaje donde robo muchos de sus versos para apuntalar mis miguitas. Lo mío con JRJ es una deuda perpetua. Cuando era pequeñita leí su poema El viaje definitivo y me fascinó. Ahora lo releo y me estremezco, porque vislumbro esa fascinación como la epifanía de lo que sería mi vida: la historia de mi viaje migrante, el jardín perdido, las muertes y la posibilidad de los pájaros devolviéndonos a la infancia. Está todo en ese poema. Lo fascinante de la poética de JRJ es su capacidad para ahondar en el misterio de la vida desde un lenguaje cada vez más sencillo, como una larga y constante conversación entre materia y espiritualidad. Respecto a mis intereses, además de la poesía narrativa, me atraen los poetas que mantienen un buen equilibrio entre fondo y forma. Y voy a nombrarte a gente maravillosa que está escribiendo en este momento poemas inolvidables en nuestro idioma: Gloria Fortún, Virginia Aguilar, Vicente Luis Mora, Alicia Louzao, Jimena Jurado, Hernán Bravo Varela, Valeria Correa Fiz, Andrés Neuman, Mariano Peyrou, Elisa Díaz Castelo, Arturo Borra, Benito del Pliego, María Rosa Maldonado, Omar Pimienta, Jorge Riechmann, Chantal Maillard, Raúl Zurita… ¡Hay tantos más!

¿Para qué sirve la poesía? ¿Crees que vivimos un buen momento?

¡Es la pregunta que me obsesiona! Y es también una pregunta cuya respuesta cambia con el tiempo. En este momento me inclino más a ver la poesía como una especie de refugio real y metafórico, y no tanto a pensar en su utilidad. Escribir para actuar sobre el grito con la palabra, dice Chantal Maillard. Ese poema suyo, Escribir, lo tengo en mi escritorio desde hace años, porque no quiero olvidar nunca todo lo que la poesía hace por mí. No es que la poesía pueda cambiar el mundo, pero puede darnos la fuerza que necesitamos para intentarlo, supongo. Respecto a tu segunda pregunta, creo que la poesía siempre ha estado en su mejor momento. No si lo miramos en términos mercantilistas, claro, pero sí en el sentido verdadero. Hay muchos poetas haciendo verdaderos milagros con el lenguaje. Además, cómo no va a tener buena salud el género que ha vivido a lo largo de la historia las revoluciones más transformadoras a nivel estético y temático.

¿Qué piensas de los poetas que se han dado a conocer a través de las redes sociales, de internet? Muchos han sido criticados por no tener suficiente nivel ni atender a la tradición.

En lugar de darte una respuesta sobre mi pensamiento, que es muy nebuloso y no creo que aporte mucho, voy a recomendar un libro muy esclarecedor en este y muchos otros aspectos que tienen que ver con la creación literaria, La huida de la imaginación. En él Vicente Luis Mora postula que un buen escritor es aquel capaz de imaginar historias valiosas que ahonden en aspectos importantes y hacerlo logrando en la obra la mayor parte de las cosas que se propone. Coincido plenamente. Y creo que Mora es un buen ejemplo de eso que dice. Pero, entonces ¿qué hacemos con esa idea de que la poesía es de todos, que decía Dalton? Es complicado. Por mi parte, mi actitud es la siguiente: en lugar de señalar con el dedo a los poetas conformistas, prefiero recomendar y visibilizar a aquéllos que están publicando poemas innovadores y emocionantes. Y respecto a la tradición, me parece importantísimo leer mucho y tratar de afrontar el lenguaje conociendo su evolución estética a lo largo de la historia. De hecho, creo que es el único camino posible para hacer algo con sentido. Pero también creo que es necesario ir en contra de las imposiciones de la herencia, en la vida y en la literatura.

***

La poeta Carmen Zurbano.

Carmen Zurbano: el re-encantamiento de lo rural

La naturaleza no domesticada está muy presente en los dos últimos trabajos de Carmen Zurbano, el poemario Esa flor parece un pájaro (RIL Editorial) y el ensayo/poema Polen (Editora Regional de Extremadura). Zurbano se une a la fructífera tradición de médicos (Chéjov, Luis Martín Santos o William Carlos Williams, por ejemplo) que escriben. Y lo hace desde la periferia del mundo rural y como una manera de cuestionar el discurso dominante. La poesía debería ser algo así como “contrapropaganda”, nos cuenta en esta entrevista.

El mundo rural, la naturaleza, están muy presentes en ‘Esa flor parece un pájaro’.

Me crié en pequeños pueblos y el poemario fue escrito en una época en que regresé a vivir cerca del pueblo donde me había criado entre los 7 y los 14 años. Por entonces escribía unos articulitos quincenales para un periódico y eso me hizo reflexionar e investigar acerca de ciertas cosas, y sobre todo recordar. Apareció en mi mente el proyecto de recoger una tradición que habla del territorio, de lo rural, de esa “naturaleza domesticada”, pero hacerlo de una forma propia: una voz de mujer, una voz indígena, una voz contemporánea. También existe, obviamente, mi interés en el movimiento que, desde lo social, está poniendo en el centro de sus preocupaciones la crisis climática y la conservación de la vida, lo cual hace urgente y valioso hablar de todo ello justo en este momento histórico. Desde ahí es que yo quería participar de la gran conversación que se está dando en torno a estos temas.

¿Cómo fue el proceso de escritura del libro?

Yo tenía un montón de material en bruto, digamos, todos esos textos y el proceso de investigación para escribirlos que me habían dado mogollón de ideas; con eso, y el proyecto del poemario que quería escribir, realicé casi una labor artesanal, de collage, que me gusta pensar como orfebrería, porque cuando era pequeña, en las escaleras de mi casa había un póster de una corona visigoda, de esas con incrustaciones de distintas piedras y cadenas con símbolos que cuelgan. También quería atender a los ritmos tradicionales de las canciones populares, y a ciertas ideas como una geografía más deslocalizada o del paseo, la renovación de las imágenes folclóricas y de la religiosidad popular, un re-encantamiento del entorno, pero desde la contemplación casi desasosegante, cierto animismo latente o la identidad compartida que se concreta en una relación horizontal con la naturaleza. Una serie de ideas e imágenes, y una forma de trabajar más parecida a los procesos de una artista plástica.

¿Qué tipo de lector buscas?

Creo que el lector es siempre activo, siempre completa en el acto de leer, porque las cosas significan para él, no son mis definiciones de las cosas, es así siempre. Lo que yo busco es una escritura que haga al texto más interesante, más activadora, y la convierta en ese mecanismo de activación de muchas cosas en el lector. Un lector súper activo, sí, pero no en el sentido de descifrarme, porque no hay nada que descifrar, el texto siempre va a ir sobre él. Dicho esto, es cierto que hay textos que profundizan en los surcos cerebrales de siempre y otros en que, tal vez, la energía neuronal se mueve por zonas diversas y nos permiten salir, pensar fuera del sentido común del disco rayado. Aunque esto que digo igual es solo mi fantasía. La lectura que exige también es escritura que exige, en el sentido de que es para mí importante cierta experimentación, cierto descubrimiento en mis textos, eso es lo que da sentido a mi quehacer en este momento.

¿Qué autores te interesan?

Creo que me interesan los autores que prestan toda su atención a lo minúsculo, cercano, cotidiano, supuestamente trivial, y lo hacen apasionante, y creo también que es un interés propio de mi época en que las interioridades se hacen ficción, y no lo contrario, que era hacer realistas las ficciones. Eso me interesa menos. Siempre están ahí Marguerite Duras, Clarice Lispector, Natalia Ginzburg, Mary Oliver, Sharon Olds,  Annie Ernaux, Louise Glück, etc… En este momento particular me ha encantado leer a Carolina Schutti, los poemas de Herta Müller y Julia Wong, los pequeños ensayos de Peter Handke, releer a Charles Simic, que hayan traducido poemas de André Sant´Anna, que descubrí en Brasil y me flipó, la potencia de los textos de Margarita García Robayo, Leila Guerriero, Olga Tukarczuk,  Sara Mesa, Vivian Gornick, Rachel Cusk o Deborah Levy, etc… Me interesan muchísimas autoras y autores; además ,cada temporada tengo preferidas, me deslumbran, me obsesiono y me leo todo lo suyo que encuentro.

¿Para qué sirve la poesía?

La poesía –así como toda la literatura– es, o ha de ser, o me gustaría que fuese, en este momento: contrapropaganda. A mí, de adolescente inadaptada y sin pandilla, me salvaron Éric Rohmer, la serie Doctor en Alaska, los cómics de Calvin y Hobbes, y muchos libros, desde Kafka y Pearl S. Buck a Ken Follet y JRR Tolkien. Me salvaron de la desesperanza y me ayudaron a pensar que existía otro mundo y otras personas aparte de las de Melrose Place y los anuncios de Coca-Cola, en el que me apetecía más vivir y de las que me apetecía más hacerme amiga. Propaganda contrahegemónica.

Los relatos sobre el mundo, si es que hay alguien que los lea, pueden hacer apetecible cosas fundamentales en este momento como son decrecer, vivir despacio, abolir la idea de la productividad sobre todas las cosas, repartir y cuidar de la vida; y pueden hacer que nos sintamos perfectamente bien en lo que la sociedad nos cuenta como un supuesto fracaso, y todo eso sin necesidad de dar lecciones de superioridad moral, sino a través de la experiencia, la imaginación, la proyección o el recuerdo. Aunque antes tenía dudas sobre su utilidad, ya que yo me gano la vida como médica, y parece difícil igualarse a eso en utilidad, ahora pienso que preferiría vivir en un mundo sin médicos antes que en un mundo sin poesía –que no es lo mismo que sin libros de poesía, aclaro–, y no me pidas explicarlo, porque no es desde la razón que se entiende la poesía.

¿Crees que vivimos un buen momento? 

Quizás se venda más, eso sí, se lea más y se escriba más, con lo que pareciera ser útil a más personas en su vida diaria; aunque solo sea porque es un entretenimiento barato y, además, hace sentir bien, porque socialmente se nos machaca con que leer es muy bueno y nos hace mejores y más listos y más guays. En mi experiencia y entorno la poesía es, sobre todo, indescifrable, un adorno, o peor, su disfrute es signo de estatus o superioridad intelectual; al punto que eso hace que me dé vergüenza decirme poeta. Un buen momento sería poetas funcionarios poniéndole banda sonora a la comunidad, animando a los colectivos de trabajadores, cantando a la belleza y también denunciando la injusticia, y etc etc etc…, como el bardo de Asterix, que ahora que me acuerdo siempre acababa colgado de un árbol para que dejase en paz. Lo que ocurre es que nuestra poesía es burguesa, se lee solos y en silencio, y quizás no trascienda el libro ni a nosotras mismas.

¿Qué piensas de los poetas que se han dado a conocer a través de las redes sociales, de internet? Muchos han sido criticados por no tener suficiente nivel ni atender a la tradición.

Me interesa el fenómeno, pero me interesan menos los textos. Yo pertenezco a esa tradición burguesa de lectura solitaria, silenciosa, minoritaria, y lo que pasa en internet es la popularización de la poesía, una poesía de masas. Las discusiones sobre la calidad siempre me parecen sospechosas, y lo interesante es analizar los discursos críticos: de dónde proceden y quién gana qué con ellos. ¿Lo que le gusta a la mayoría no tiene valor? ¿La mayoría no sabe qué es belleza, solo lo sabes tú? De otra parte, es verdad que no me suele gustar lo que he leído, pero es que mucha de la poesía que leo no me gusta, y es de escritores consagrados, así que será que tengo mal gusto, que no es otra cosa que un gusto que cuestiona “lo que te tiene que gustar”. Con esto no quiero decir que el hecho de que te gusten Elvira Sastre o Irene X sea revolucionario. No voy a evaluar la calidad, solo diré que no me suele interesar porque me parece que es una poesía que ahonda en el estatus quo, no experimenta ni lleva mi mente por otras sendas menos trilladas que me descubran nuevas maneras de mirar y de sentir, y para mí eso es lo valioso. De todas maneras no he leído demasiada poesía de internet, así que seguro que hay cosas ahí que me gustarían y no conozco.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

No hay comentarios

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.