Vuelta al cole: educar en lo ecosocial en tiempos de coronavirus

Con la mochila vuelta al cole pero más ‘naturales’ que nunca. Foto: Pixabay.

Con la mochila, vuelta al cole pero más ‘naturales’ que nunca. Foto: Pixabay.

“La escuela, además de un papel educador, tiene esa misión de equilibrar y suplir deficiencias; enseñar no es simplemente transmitir conocimientos, eso es instruir”, apuntaba en este medio Miriam Leirós, profesora de Primaria y coordinadora de Teachers For Future, durante los primeros días de la actual pandemia de la covid-19. La pregunta ahora es: ¿cómo educamos a los niños y niñas en este contexto? En la crisis actual es necesario educar para comprender el presente y construir otro futuro.

POR MARIOLA OLCINA Y CARLOS SAAVEDRA / FUHEM

La respuesta no es sencilla, pero si lo que tenemos por delante son tiempos de fuertes convulsiones sociales y ambientales, cobra todo el sentido abordar en las aulas una educación ecosocial.

¿Qué entendemos por educación ecososocial? La educación, más allá de ser un servicio individual, es un servicio colectivo. La mejora social siempre tiene que estar presente. Y en un contexto de pandemia mundial, esta necesidad se hace aún más perentoria. “La educación no puede quedarse solo en la transmisión de conocimiento o contenidos, debe ayudar a despertar el espíritu crítico para formar ciudadanos y ciudadanas activos y responsables, con un compromiso con la realidad social y que busquen participar en ella”, señalaba la coordinadora de Teachers For Future España en El Asombrario. Ese es el espíritu de la educación ecosocial, una educación que no es ajena a la realidad ni la convierte en saberes aislados, sino en un conocimiento que hace de la ecología, la democracia y la justicia social ejes vertebradores de la acción educativa.

Ante un mundo repleto de incertidumbre, seguir con la actitud que nos llevó al desastre sería suicida. Como dice Luis González, coordinador del proyecto de Educación Ecosocial en FUHEM: “Desde mi punto de vista, es más importante repensar los objetivos educativos. Las aulas deben ofrecer una educación ecosocial que permita a nuestro alumnado conocer y sensibilizarse frente a la crisis sistémica, además de actuar como agente de cambio ecosocial”.

No puede ser que uno de los principales problemas de nuestras ciudades sea la contaminación atmosférica, que causa más de 10.000 muertes al año en España, y, sin embargo, que el coche y el avión aparezcan enunciados, en los problemas de los libros de texto, como la mejor solución ante todos nuestros deseos de movilidad para ir desde el punto A al punto B. También sería absurda una asignatura dedicada al cambio climático si este fenómeno no es abordado, analizado e investigado desde todas las asignaturas a lo largo de todas las etapas que recorren los estudiantes.

“Todo esto no se puede enseñar una vez al trimestre o con actividades puntuales; los cambios y la conciencia ambiental se deben trabajar en el día a día del aula”, señala Leirós. En un momento en el que la pérdida de biodiversidad provoca que un virus pase de un animal a los humanos, este episodio de zoonosis ha parado y cambiado nuestras vidas y ha puesto en evidencia más que nunca que debemos enseñar a cuidar el patrimonio natural, cambiar hábitos y ser conscientes de que somos una especie más, tan vulnerable como las otras si no se respeta el equilibrio.

¿Cómo llevamos esas enseñanzas imprescindibles a las aulas? En primer lugar, con palabras omnipresentes entre el profesorado: objetivos, contenidos, método y evaluación. Con el marco legislativo actual (LOMCE), se puede incorporar una perspectiva ecosocial, como demuestra esta propuesta de currículo ecosocial, que no es más que una guía para poder incorporar en la práctica docente el conjunto de las temáticas ecosociales con calidad y rigor.

Una vez establecido el marco, hay que aterrizar esa chispa de cambio inicial en el trabajo en el aula. “El pensamiento crítico no debería considerarse el contenido, como en algún caso se ha formulado, de una nueva asignatura añadida que profundice más en esa endémica parcelación de un conocimiento desvinculado de la realidad, sino un componente sustancial del desarrollo de cualquier área o materia curricular”, apuntaban Guadalupe Jover, Rosa Linares, Rodrigo J. García, Ángeles Bengoechea y Flora Rueda en el artículo “Educar en el contratiempo”, publicado en El País durante el confinamiento.

Para ello, instituciones educativas y organizaciones sociales sensibles a esta realidad, como #EA26, llevan tiempo dándole una vuelta de tuerca a contenidos, métodos y procesos, con el propósito de trasladar esta mirada ecosocial al aula. Aprovechando esta experiencia previa, en FUHEM han diseñado y publicado una serie de unidades didácticas que van más allá del libro de texto y abarcan el trabajo de todas las asignaturas, donde las gafas ecosociales siempre están puestas. Así se pueden aprender contenidos curriculares a la vez que se descubren los principales problemas de nuestras ciudades, lo bueno y lo malo que trajeron consigo la modernidad o el mundo actual, y aproximarse a la teoría Gaia o al mar Mediterráneo con una mirada distinta.

Tampoco hay que olvidar que el protagonista siempre ha de ser el alumnado. A través de procesos de investigación, los estudiantes han de ser capaces de dar forma al material, abandonando la tradicional idea de “lo que hay que aprender”, pero abordando con solvencia los aprendizajes de cada etapa. Además, las metodologías han de ir de la mano con los contenidos que se ofrecen. En este sentido, el aprendizaje activo y cooperativo se han demostrado mucho más efectivos que el memorístico e individualizado. Ahora el desafío es cómo poner en funcionamiento estas metodologías en el contexto actual, con las medidas de higiene y seguridad o en un contexto digital.

En los últimos meses del curso escolar, con el contexto de la pandemia y la suspensión de la actividad presencial, muchos docentes han incorporado lo que estaba ocurriendo a sus temarios, adaptándolos a la situación de confinamiento.

En este vídeo, Laura Brox, profesora de Biología en la C.E.M Hipatia FUHEM, y Carlos Díez, profesor de Valores Éticos en el Colegio Lourdes FUHEM, comparten algunas de sus experiencias. En el caso de Laura, al explicar la célula, el ciclo de la materia o el cambio climático, se reconoce con una mayor apertura a la hora de hacer y resolver preguntas, clave del método científico, igual que sus alumnos; mientras que el concepto de interrelación de especies cobra todo el sentido. Por su parte, Carlos Díez llevó su mirada a las redes de apoyo vecinal de reparto de comida para plantear cuestiones como la dignidad y las necesidades, y el debate entre derecho a la intimidad y derecho a la información. Si bien es cierto que la suspensión de la actividad presencial en los centros escolares ha supuesto replantear métodos y trabajos para resolver muchas dificultades, docentes y alumnado dan cuenta de nuevos aprendizajes que les permiten entender mejor el aquí y el ahora.

 

Todo parece apuntar a que en un escenario no muy lejano, el alumnado tendrá que aprender lo que va a ser necesario para sobrevivir en los tiempos por venir, que serán muy distintos de los presentes. Por ejemplo, a cultivar en las nuevas condiciones climáticas, a crear proyectos colectivos de satisfacción de necesidades básicas que sean replicables y/o escalables por las mayorías sociales, o a reparar herramientas sencillas y básicas. Esto son solo tres ejemplos de los muchos que se pueden ofrecer.

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