Vuelven los abusos contra el arbolado en Pamplona

Así tratan a los chopos en Pamplona.

IGNACIO BIDEGAIN

No solo junto al Muro de Adriano, al norte de Inglaterra, han acaecido recientemente actos de barbarie contra el arbolado. También junto a una parte de nuestras murallas (de Pamplona) se ha producido un acto de vesania semejante; y para más inri, ejecutado no por una persona fuera de sus cabales, sino por la propia entidad encargada de velar por el buen estado de la vegetación en nuestra ciudad.

La reciente, bárbara y extemporánea actuación del Servicio de Parques y Jardines de Pamplona desfigurando por completo un grupo de enormes y hermosos chopos que crecían en lo que antaño fuera un foso de uno de los baluartes destruidos por el posterior desarrollo urbanístico de la ciudad constituye un hecho a todas luces reprobable, más si cabe en el contexto en el que estamos inmersos de calentamiento global y contra el cual los árboles de gran porte destacan por su papel mitigador.

No era difícil reparar en su magnificencia, ya que su emplazamiento en una zona a una cota unos 6-7 metros por debajo del nivel de la calle, permitía a los paseantes disfrutar de su contemplación, libres de cualquier riesgo por caída de ramas. Si menciono este detalle es porque con frecuencia se suele aducir que grandes árboles en entornos urbanos suponen un riesgo para los viandantes por el posible desprendimiento de ramas; y se menciona entre las especies que, sin previo aviso pueden incluso colapsar por problemas de pudriciones internas, precisamente a los chopos.

En el caso que nos ocupa, los árboles no mostraban signos de decrepitud. Pero aun admitiendo que pudieran tener problemas indetectables a simple vista, su particular emplazamiento en una hondonada al margen de cualquier trayecto de viandantes, hacía harto improbable, si no imposible, eventuales afecciones a personas por las susodichas caídas de ramas. Cierto que el espacio en cuestión servía de terreno para pasear perros sueltos, pero caso de haber detectado deficiencias en la estructura de alguno de los ejemplares, habría bastado con clausurar temporal o permanentemente dicho uso y se hubiera podido seguir disfrutando de la compañía y belleza de ese conjunto arbolado hoy triste e injustificablemente machacado… Eso sí, para proteger a la ciudadanía de… no sabemos qué.

En ocasiones, con la excusa de la seguridad, de la defensa de la ciudadanía frente a amenazas reales o inexistentes, se justifican ordenanzas municipales que paradójicamente nos dejan aún más desprotegidos que antes de su promulgación. Baste que los árboles mutilados fueran considerados como “de muy alto riesgo sobre los ciudadanos” [sic] por parte del Servicio municipal de Parques y Jardines, para proceder a su tala en diferido, pues como el propio Servicio sin duda conoce, una poda tan severa sin esperar al parón vegetativo que se produce en invierno supone favorecer potenciales infecciones y debilitamiento del vigor del árbol así maltratado.

Con esta nefasta actuación, la ciudad ha visto mermado su patrimonio vegetal, y la ciudadanía ha perdido los servicios ambientales y el disfrute estético (y emocional, me atrevo a decir) que el otrora magnífico rodal de chopos proporcionaba.

Lo que hasta ayer era un reducto de esplendor arbóreo, hoy ha sido convertido en un paisaje espectral. Protejámonos pues, como sociedad, de aquellos que, so pretexto de proteger nuestro arbolado urbano y de velar por nuestra seguridad demuestran con sus actuaciones la misma acerada insensibilidad hacia lo natural que la de los dientes de sus motosierras.

Hace dos meses, ‘El Asombrario’ ya se hizo eco de la insensibilidad del gobierno municipal de Pamplona hacia el arbolado de la ciudad. 

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