Árboles de 1.000 años para camisetas de 10 euros: NO

Tejidos como la viscosa, el modal, el lyocell, el tencel, el rayón tienen en común su origen forestal: necesitan árboles para su producción; lo que puede acarrear más amenazas de deforestación. Foto: Pixabay.

Las etiquetas de la ropa que llevamos encima cada vez contienen palabras más desconocidas. Al algodón, el poliéster, el lino o la seda se han sumado tejidos nuevos que pocos saben qué tienen detrás, como la viscosa, el modal, el lyocell, el tencel, el rayón… Y todos ellos tienen en común su origen forestal: necesitan árboles para su producción; lo que puede acarrear más amenazas de deforestación, que ya han sido denunciadas por organizaciones internacionales como Global Canopy, que calcula que 200 millones de árboles son talados al año para transformarlos en tejidos que necesitan su celulosa. La organización señala que si se alinearan uno detrás de otro, darían siete vueltas al planeta. Lograr que toda la madera utilizada esté certificada, de modo que se garantice su origen y, así, el respeto ambiental, es un reto aún pendiente en todo el mundo, también en España.

Este fue uno de los temas abordados en la jornada Slow Fashion Next celebrada el mes pasado en el Real Jardín Botánico de Madrid, donde quedó de manifiesto lo que se avanza hacia una moda con menos impacto ambiental, pero también lo mucho que queda por hacer, mientras una sociedad cada vez más consumidora sucumbe al márketing de la ultra fast fashion sin fijarse en lo que está escrito en esas etiquetas cada vez más largas y de letras más pequeñas.

Comprar una camiseta barata no sólo tiene impacto en el consumo de agua, la contaminación química que genera, el maltrato laboral al personal en las fábricas de países en desarrollo donde se fabrica o en la huella en carbono que deja en nuestra atmósfera su transporte hasta la puerta de casa, sino que también está dañando las cada vez más escasas selvas vírgenes del planeta. “La industria utiliza cada vez más tejidos de origen forestal y ahora más que nunca es importante garantizar que esa demanda no genere impactos negativos en los bosques de donde provienen”, señalan desde la organización FSC, que garantiza con su certificación que esta materia prima no proviene de talas ilegales ni es extraída vulnerando los derechos humanos o ambientales.

“La silvicultura es la solución. Necesitamos una planificación forestal en la que haya transparencia en la cadena de custodia de esa producción y garantías de que no hay una deforestación ilegal detrás. Para el mercado de la moda, la madera es más sostenible que el petróleo, además no genera microplásticos y se está mejorando su composición en químicos en viscosas como las fibras lenzing, pero su uso requiere de una gestión previa, y no solo para la madera que acaba usándose en los textiles, sino también para las etiquetas, el mobiliario de las tiendas, la paquetería, el caucho natural que se usa en el calzado, etcétera”, comentó el director de FSC España, Gonzalo Anguita, tras una presentación en la que nos recordó que a cada ser humano nos corresponden 424 árboles de los que ahora existen en la Tierra, un patrimonio que no puede ser destruido, ni abandonado, ni quemado ni sobreexplotado.

Los datos indican que, en la actualidad, en el consumo global de moda, las fibras que provienen del petróleo siguen siendo las primera del ránking, con el 67% del consumo en la industria; las siguen la de un algodón (21%) cuyo cultivo también provoca talas importantes en países como Brasil o India; y en tercer lugar ya está la celulosa (en sus diferentes versiones textiles) con un 7% del total y creciendo.

La lana, otro componente natural, orgánico y renovable, que hace 150 años era símbolo de poderío comercial, está prácticamente desaparecida. Es precisamente la celulosa la que más aumenta en porcentaje, suponiendo unos ocho millones de toneladas al año, cantidad que se calcula que, de seguir este consumo desenfrenado, se duplicará para 2035. “Va aumentando la cantidad de empresas que buscan la certificación de la celulosa que necesitan, aunque queda mucho por mejorar”, destacaba Anguita. En los gráficos que mostraba podía verse que las primeras del ránking en certificados son también las primeras productoras de moda rápida: China, Italia, Turquía, India.

Talar un árbol de mil años para fabricar camisetas

Datos de Global Canopy indican que, en los últimos siete años, más de la mitad de los productores mundiales de viscosa han abandonado lo que califican en su informe de “abastecimiento forestal de alto riesgo” para optar por fibras forestales certificadas por FSC o por alternativas de última generación con bajas emisiones de carbono. “Estamos en 2024; seguro que somos más inteligentes que lo que supone talar árboles de 1.000 años de vida para hacer camisetas”, declaraba recientemente el fundador de esta organización, Nicole Rycroft, al diario británico The Guardian, al hilo de la publicación de su informe Hot Button de 2023. En sus conclusiones, califican de “alto riesgo” de deforestación de bosques primarios a los productos de una sexta parte de las empresas productoras que analizan.

En su análisis, no solo se fijan en la celulosa virgen utilizada, sino también en la composición química que conlleva su fabricación. Lo difícil, reconocen, es luego relacionar esas producciones con las marcas concretas que vemos en las tiendas, dada la falta de transparencia en la información que ofrecen. El hecho de que todavía hoy sea voluntario hacerlo implica un oscurantismo que no ayuda a un consumo responsable.

El ejemplo español de SKFK

En el caso de España, desde FSC se destaca que hasta el momento solo una única empresa de moda tiene todo su proceso, desde el árbol al paquete que sale de la tienda, con el estricto certificado de plataforma. Se trata de SKFK, que se ha adherido a su Pacto por una Moda Sostenible (Fashion Forever Green Pact, en inglés), que ya cuenta con un millar de adhesiones de compañías en todo el mundo. Es un 60% más que hace siete años. “No es un sector fácil porque mucha ropa lleva compuestos. Con nosotros se puede certificar también un mix de fibras, pero tienen que tener un mínimo de un 70% del material que sea procedente de fibras con madera FSC, es decir que cumpla nuestros criterios”, explica Anguita.

En ayuda de un aumento de estas certificaciones que garanticen que vestimos sin masacrar bosques irreemplazables llega el nuevo Reglamento sobre Deforestación de la UE (EUDR), que entrará en vigor el 30 de diciembre de este año. Esta normativa europea garantiza que la madera y otros productos relacionados con la deforestación no podrán venderse en la UE, sin garantías de que proceden de zonas con una gestión forestal adecuada. La celulosa de los tejidos entraría dentro del capítulo madera, si bien Global Canopy señala que, de momento, «solo el 1% de las empresas es probable que estén en camino de cumplir” con él.

Otros artículos de ‘El Asombrario / Bosques Para Siempre’ sobre la madera y la moda sostenible:

https://elasombrario.publico.es/compramos-ropa-usar-tirar-estamos-desnudando-planeta/

https://elasombrario.publico.es/moda-sostenible-aqui-hay-madera/

 

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