Frente a la crisis climática, apostemos por el comercio de proximidad

Frutería en Madrid.

Desde hace unos años, no nos sorprende que encontremos en los supermercados naranjas en agosto o uvas en abril. Es decir, completamente fuera de sus temporadas de producción en la Península Ibérica. Una circunstancia que puede parecer baladí, pero que, en realidad, remite a un comercio global, que genera una importante huella ecológica que nos perjudica a todos. Sobre todo, en un contexto de crisis climática como el que estamos padeciendo. Para evitar este tipo de afecciones, diversos sectores proponen cambiar el modelo comercial. Anhelan regresar a aquellas fórmulas que primen la proximidad y la producción natural en cada momento del año. Otro artículo ‘asombrario’ para pensar cómo son nuestras localidades de cara a las elecciones municipales y autónomas de este domingo.

“Se trata de una forma de consumo que se está volviendo a poner de moda y que se contrapone a las grandes superficies comerciales”, explican desde Intermón Oxfam. Esta opción está mayoritariamente compuesta por los negocios minoristas de nuestros barrios y que, en muchas ocasiones, ofrecen bienes y servicios generados en las cercanías de cada localidad.

Nos referimos a las panaderías, fruterías, pescaderías, carnicerías, mercerías o droguerías de toda la vida, que gestan tejido económico en el municipio. Además, en dichos establecimientos “se ayuda al consumidor a encontrar lo que busca, se le asesora sobre el producto, y se le trata por su nombre, porque tendero y cliente se conocen desde siempre”, insisten desde Intermón Oxfam. En definitiva, “son lugares de encuentro que fomentan las relaciones sociales, y en los que hay espacio para las charlas que ayudan a conocer lo que comemos. Es un tipo de negocios donde se pueden hallar productos locales”.

Gracias a ello, las ventajas de este tipo de intercambios son muy relevantes. “Evitan que se produzca la comercialización de forma fraudulenta de los productos agrícolas. Y, además, son sostenibles con el medio ambiente, al reducirse la contaminación derivada del transporte”, ya que se aminoran los trayectos de traslado de los productos. Así lo indica la profesora titular de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), Francisca Ramón Fernández, en su trabajo Objetivos de Desarrollo Sostenible (IDS) y gestión del patrimonio cultural de la huerta de Valencia: la importancia del comercio de proximidad y la puesta en valor de sus bienes y recursos. La Tira de Contar y el Agromuseu de Vera, Valencia.

De la mano de esta opción, “se incrementa el consumo responsable y se presentan numerosas ventajas para el comprador: proximidad, garantía y seguridad, además de contribuir al mantenimiento de la tradición en el comercio de los productos, y evitar la desaparición de la actividad agraria”, subraya esta investigadora de la UPV. En consecuencia, las bondades de esta alternativa se observan, igualmente, en el sector agrícola y ganadero.

“La producción local reduce la huella de carbono de la alimentación, al reducir las necesidades de transporte. La adecuación de usos y cultivos también aminoran el impacto hídrico, al gestionar el agua como un recurso escaso”, asegura la investigadora Marian Simón Rojo, en su trabajo La huella en el territorio del sistema agroalimentario 1900–2015. “Las estrategias alimentarias de carácter territorial pueden actuar de catalizadores de un proceso que convierta ese potencial en una realidad, satisfaciendo las necesidades de las poblaciones urbanas y mejorando el funcionamiento del conjunto del sistema urbano rural”.

De la teoría a la práctica

En este contexto, se ha de mencionar la relevancia de los mercados municipales en las transacciones de cercanía. Un tipo de complejos en los que se venden frutas, verduras, carnes y otros recursos alimenticios procedentes de los alrededores de los municipios. Estos emplazamientos mercantiles surgieron durante la primera mitad del siglo XIX, al considerarse que “las dinámicas urbanas se basaban originalmente en aglomeraciones de consumo”, aseguran las investigadoras Eliana Carrillo Ángeles y Blanca Arellano Ramo, en su artículo Mercados municipales de Barcelona: Red integradora de tradición, comercio y valor. Caso de estudio: l´Abaceria central–Vila de Gracia.

Desde su creación, los mercados han atravesado diferentes fases. Pero siempre han estado vinculados con los productores locales. “Desde su rol de servicio público, constituyen una forma comercial minorista”, aseguran Eliana Carrillo Ángeles y Blanca Arellano Ramo. No en vano, “guardan una directa relación con el ámbito regional y la estructuración del territorio, que se concibe como la distribución de la población y sus actividades”. Por tanto, las referidas infraestructuras “están asociadas al comercio de proximidad”.

Pero no todo es oro lo que reluce. Se debe hacer una referencia a la coyuntura actual del pequeño comercio, que “ha desaparecido en la venta de ciertos productos y, en los que aguanta, la situación es cada vez peor”, explica Luis Azorín Vera, del Área de Consumo de Ecologistas en Acción. Entre las causas de este declive, se encuentran la proliferación de las grandes superficies y de las leyes neoliberales, como la de libertad de horarios, que benefician a las cadenas de grandes dimensiones. A esto se deben añadir los efectos de la pandemia y de la inflación.

De hecho, “el pequeño comercio, que por volumen de ventas obtiene precios de suministros mayores que los que consiguen las grandes cadenas, no puede repercutir todo el incremento de costes de la cadena al consumidor, ya que perdería la clientela”, aseguran desde Ecologistas en Acción. Todo ello, sin olvidar la expansión de Amazon. “Esta plataforma cada vez copa más el mercado, aumentando los tipos de producto que distribuye”, lo que genera una competencia desleal frente a las tiendas convencionales. Incluso, “los establecimientos tradicionales que venden a través de Amazon deben aceptar las condiciones exigidas, que llegan a ser abusivas”.

A pesar de ello, España sigue conservando muestras muy interesantes de comercio de proximidad. Entre ellas, las redes de comercialización establecidas en la huerta de Valencia. La importancia de esta opción de cultivo se relaciona con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Más concretamente, con la meta segunda, vinculada con el Hambre cero, y con la duodécima, fundamentada con la “producción y consumo responsable”, a través de “las buenas prácticas en la agricultura y el comercio de proximidad”.

En este contexto, en 2017 se creó Aphorta, un etiquetado de los productos de proximidad originarios de la huerta valenciana. Con esta iniciativa, se ha pretendido acreditar la procedencia de estos productos, su responsabilidad medioambiental, así como el fomento de los mismos. Con ello, “se han dotado garantías tanto al consumidor como al productor sobre las distintas fases del elemento, desde su recogida hasta la venta al público, conociéndose su origen y el punto de venta del mismo”, señalaba Francisca Ramón Fernández.

De esta forma, se ha conseguido estimular y revitalizar el comercio de proximidad valenciano. “Aporta consumo responsable y, por lo tanto, promueve la compra regional de frutas y verduras, evitando el desaprovechamiento alimentario y contribuyendo a reducir los residuos de envases”, explican desde el Consell Agrari Municipal de Valencia. Al mismo tiempo, se han reducido las emisiones contaminantes y se ha otorgado valor al pequeño comercio. “Los mercados municipales y fruterías de barrio se han convertido en los principales valedores del producto de proximidad”, explican sus impulsores.

Otro ejemplo de este buen hacer se ha desarrollado en Cuenca. Allí se puede acudir a Coopera Natura, una tienda especializada en comercio local, ecológico y justo. “Trabajamos con un espacio físico, que abrimos como tienda, pero también hacemos llegar nuestro catálogo de forma online”, explica Jaime Illana, una de las personas implicadas en el proyecto. “Vendemos productos de alimentación ecológicos y lo más cercanos posible, gracias a acuerdos con productores de la zona”. Tal es el éxito de esta fórmula que en Castilla–La Mancha existen varios grupos de consumo. Sólo en ciudades como Guadalajara, Cuenca y Albacete se distinguen casi una decena de grupos de consumo, que apuestan por los recursos de los alrededores.

Algunos consejos prácticos

Y mientras se estimula el comercio de proximidad, hay otras acciones que facilitan la reducción de nuestra huella ecológica. Desde el Área de Consumo de Ecologistas en Acción realizan una serie de recomendaciones para conseguir unas compras “más austeras, sostenibles y solidarias”. En primer lugar, “reducir el consumo de bienes superfluos e innecesarios”, explica Luis Azorín, portavoz de la entidad. Asimismo, aconsejan “evitar el despilfarro de comida”, además de restringir la ingesta de “carne, pescado y de otros alimentos de alto impacto ambiental”.

Del mismo modo, es muy positivo “reducir la adquisición de productos tecnológicos y textiles”, debido a sus grandes afecciones sobre la naturaleza. Igualmente, se debería comenzar a cambiar el concepto del consumo. Se podría optar por “regalar tiempo, emociones y buenas ideas, cosas hechas a mano, productos de cooperativas, de mercados del trueque o de comercio justo”.

Y, de cara al estímulo del comercio de proximidad, los implicados abogan por una fiscalidad beneficiosa a este tipo de producción y comercio. Incluso defienden una mayor promoción y visibilización de estas alternativas. Sin ir más lejos, en las grandes ciudades se podría facilitar que los establecimientos de este tipo puedan abrirse en las arterias comerciales. Y, con este fin, se debería apoyar el pago de los alquileres en estos lugares a aquellos emprendedores que apuesten por las fórmulas basadas en la sostenibilidad.

Por tanto, se ha de trabajar por transformar el concepto del comercio, apostando por la proximidad. Pero, al mismo tiempo, se ha de trabajar por cambiar el propio sistema en el que nos movemos. Es decir, que nuestras relaciones no estén basadas única y exclusivamente en el intercambio de bienes y servicios, sino que se abran a otro tipo de elementos, como la empatía y la igualdad. Al fin y al cabo, y como señala un proverbio sueco: “El que compra lo que no necesita se roba a sí mismo”.

Cinco artículos más para reflexionar sobre nuestro voto del domingo:

En defensa de los que no votan.

La nueva Puerta del Sol.

La cultura puede ser injusta.

Gente sin casa.

La ciudad de los 15 minutos. 

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