Las distintas formas del querer de una familia

La escritora Inés Martín Rodrigo.

Sostener la historia de varias generaciones sin que esto resulte ser el burdo y manido truco de un trasnochado y descreído prestidigitador no es siempre una tarea fácil. No sirve con amontonar nombres, espacios o cuerpos, porque no todos los vehículos están homologados para transportar algunos materiales. Inés Martín Rodrigo (Madrid, 1983) lo sabe porque ha sido lectora antes de escritora, y toda esa sabiduría emocional la plasma con acierto y hondura en su novela ‘Las formas del querer’, premio Nadal 2022.

Una novela en la que cita a Mann como quien cita a Dios para que la desgracia no se cierna sobre él. Contada con la soltura de quien quiere trascender, pero no recalar en el relieve de antigua huellas, Martín Rodrigo recorre con tino y con carácter la biografía de tres generaciones y sus adláteres. Los amigos que circundan los gozos y las sombras de sus protagonistas son impagables. Filomena, Mari Miura, La Trini o Paco son dignos herederos de los personajes de Galdós, secundarios que se echan sobre sus espaldas el porvenir de los otros.

Rodrigo es cauta, metódica y revolucionaria desde lo mínimo, no basa sus historias en las grandes hazañas sino en  ese cónclave de submundos y subhistorias que funcionan divinamente en una narración que toca temas ultra sensibles, como la memoria histórica, el terrorismo, la represión homosexual, el feminismo, los amores que intoxican a los frágiles por su perseverancia, pero en nada se pareen a los amores tóxicos, la anorexia o la eutanasia.

Martín Rodrigo es una autora discreta que con paso firme mete la mano en la intrahistoria de un país hasta liberarla de aquellos silencios que asfixian su continuidad. Su protagonista, Noray, es una muchacha férrea e inestable al mismo tiempo y que, a través de esa dualidad,  que a priori  podría ser desconcertante, dota a la novela de una veracidad muy de agradecer. No se pueden contar las vidas de otros sin incurrir en ese poderoso desequilibrio que ella tan bien protagoniza.

Las formas del querer es una novela generosa con el lector, un texto ambicioso que recala en la memoria de distintas generaciones para dotar de sentido esas lagunas que intentan amordazar el peso que los otros dejan sobre nuestras vidas. Noray no se conforma con vivir su tiempo, Noray extiende su cuerpo sobre las vidas de aquellos que la precedieron como se extiende la anatomía de una nube que ha logrado escapar de la exigente boca de una tormenta. Ella es muy consciente de que quien olvida de dónde viene no sabrá nunca hacia dónde va, que quien olvida repite lo inadecuado. Por eso, Martín Rodrigo ha construido una colmena ahíta de valores, ahíta de honestidad, que hace las delicias de quien lee, aunque también persiga morder el corazón de quien se sienta frente a ella.

Noray cuenta la historia de sus abuelos Tomás y Carmen, la historia de Olivia y Alberto, sus padres, la historia de Manolín, de la tía Eulalia, de Valen, la historia de Sixto e Isabel,  y su propia historia. Una historia de vencedores y vencidos. Una historia que cabalga entre dos siglos, que habla de guerras civiles y de guerras contra el Estado, que habla de amor y de trasgresión, que habla de torturas policiales y de madres que pierden a sus hijos en un acto de sinrazón injustificable. Que habla de esos páramos invisibles que construye la causalidad. Que habla de la vida que se evapora y de esa otra que consigue condensarse a pesar de las malas intenciones que a veces tiene el viento.

Las formas del querer es una novela cuyo ritmo y  frescura narrativa se vuelcan sobre la historia más reciente de España.

Contada a través de la mirada de otro, Ismael, la historia queda envuelta por un plus de misterio y entrega que posibilita que el lector no pueda abandonar la lectura bajo ninguna circunstancia.

Las formas del querer es una majestuosa tela de araña sobre la que se balancea lo mejor de cada personaje. Todos viven al límite de una cómoda zozobra. Jamás están sus vidas selladas, siempre hay grietas que en lugar de restarles oxígeno y potencia  llenan de brillos ocultos cada uno de sus movimientos.

Es imposible no enamorarse de esta novela en la que proliferan los perdedores, en la que hay versos escondidos, confesiones que nos nombran o nombran a los nuestros. Donde el amor es tan imperfecto como venturosamente duradero.

Noray es un personaje imperfecto, pero es su imperfección el lugar en el que anida el éxito de esta historia; entre sus límites se vuelven los demás  personajes animales infinitos.

Martín Rodrigo no deja nada a la improvisación, hilvana con un pulso bien entrenado cada frase, cada cita, cada reflexión; la sabiduría de sus personajes emana de su propia inseguridad, de sus limitaciones. Martín Rodrigo no ha buscado personajes perfectos, ha buscado hombres y mujeres con heridas, con dudas, anti héroes y anti heroínas cuya falibilidad habilitará el triunfo total de esta meticulosa  narración.

No mentiré si digo que algo me alejaba de esta narración, que tuve prejuicios sobre ella antes de que cayese en mis manos, que quizás el destino haya sido quien ha obrado el milagro queriendo que llegase tan tarde hasta sus entrañas (año y medio después de publicarse). Sea cual sea la razón de la demora, ha quedado aniquilada tras la lectura de esta novela sencilla y, al mismo tiempo, de profusa estructura. Noray y los suyos han traído a mi memoria un eterno pacto de lealtad con este libro.

‘Las formas del querer’. Inés Martín Rodrigo. Destino. 402 páginas.

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